Juan Vazquez de Coronado |
Introducción
La conquista y la colonia son dos períodos distintos que suelen tratarse como lo mismo. Evidencia arqueológica del período de la colonia hay bastante, pero aquí trataremos sobre la etapa más interesante y antigua de la presencia europea en América: La conquista.
En
Costa Rica es muy poca la evidencia de ese período histórico, lo cual resulta
curioso, pues debería haber una cantidad más o menos parecida a la de Nicaragua
o Panamá.
La
casi totalidad de evidencia material de Costa Rica proviene de sepulturas en
yacimientos de la región Oriental (Línea Vieja), y de pocos yacimientos en la
región Suroccidental (Paso Real). Otros yacimientos arqueológicos eventualmente
dan algún que otro objeto del periodo inicial de la confrontación con los
europeos, ya sea en el Valle Central o en el Pacífico Central, pero como está
antes dicho, es muy poco y raro.
De
la zona de Nicoya, en la región Occidental, ocasionalmente se ha reportado
algún objeto de hierro o alguna moneda de plata u oro, pero se estima que
pertenecen a una etapa muy tardía del momento que interesa en este escrito.
La
zona de Bagaces (región Occidental) que se supone habitada para el tiempo de la
llegada de los europeos es un misterio. No hay evidencia de algún rastro tardío
de ocupación indígena, pero hay crónicas en que se menciona a un cacique y su
pueblo: Bagatzí, de lengua náhuatl (mesoamericana). Esto supone hallar restos
materiales típicos en diseño y forma que correspondan a cualquier pueblo
mesoamericano, pero no se ha hallado absolutamente nada.
Sin
embargo, si se han encontrado restos materiales de objetos europeos en el área
de Bagaces, pero, así como aparecen, desaparecen. Está claro que, al ser partes
metálicas y cerámicas sin ningún atractivo, una vez vistos han sido abandonados
o tirados, de modo que prácticamente lo único que queda es el saber que algo se
encontró alguna vez.
En
este escrito veremos unos pocos materiales encontrados en una localidad próxima
a Bagaces, con la suerte de haber entre ellos objetos fechables que indican la
época aproximada en que Juan Vásquez de Coronado estuvo en la zona.
Ilustración 1: Regiones arqueológicas según se puntos cardinales. El triángulo amarillo marca la zona de Bagaces, y el celeste la de Nicoya.
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1.
Los exploradores iniciales de la
península de Nicoya y Guanacaste; 1519-1522.
La
exploración de las costas al oeste de Panamá fue ordenada por el gobernador Pedrarias
Dávila, acto que recayó en Gaspar de Espinosa y Bartolomé Hurtado en el año de
1519.
Gaspar
de Espinosa llegó hasta Burica y retornó a Panamá por tierra, pero encomendó a Hernán
Ponce que continuara por mar, con Johán de Castañeda de piloto. Estos llegaron
al golfo de Nicoya, que los habitantes locales llamaban de Chira, continuando
hasta la actual Bahía Culebra (Fernández, 1889) . De esta expedición, lo más relevante
que mencionaron fue la manera en que los habitantes de las islas y costas
cercanas les rodearon en diversas embarcaciones prohibiéndoles el paso a la entrada del golfo de Nicoya, y las
culebras marinas (Hydrophis platurus)
en las costas de la actual Bahía Culebra.
Ilustración 2: Culebra de mar, Hydrophis platurus. Este reptil marino suscitó un gran interés en los primeros exploradores.
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La
siguiente incursión se dio en el año de 1522, en una expedición ya más ordenada
tanto por tierra como por mar, en la cual iba Gil González de Ávila de capitán
de la armada, y Andrés Niño de piloto.
Esta
expedición fue muy organizada, y la mayoría de los eventos fueron registrados
con algún detalle. Cuando llegaron al actual golfo de Nicoya, dejaron registrado
el nombre y ubicación aproximada de los diversos caciques que encontraron, así
como la cantidad de oro y su calidad que cada cacique (pueblo) aportó.
Gil
González recorrió por tierra y en balsa la costa Oeste y Este y todas las islas
del golfo, llegando al poblado del cacique Nicoya donde se quedó bastantes
días. Luego continuó por el río Tempisque y por tierra hasta llegar a la zona del cacique
Niqueragua, en el actual Rivas, Nicaragua.
Los
pueblos (caciques) que habitaron la banda oriental del río Tempisque
mencionados por González son: Sabandí, Corevicí y Maragua (Fernández, 1889, pág. 36) .
Ilustración 3: Tipo de balsa usada en el golfo de Nicoya en el siglo XVI. Álbum de Figueroa, Archivo Nacional. |
Ilustración 4: Dos hombres guerreros y una mujer, según Figueroa. Álbum de Figueroa, Archivo Nacional. |
Estando
la región de Nicoya y Guanacaste en esta condición, es que Pedrarias Dávila en
su calidad de gobernador y capitán general de Castilla del Oro, se apodera de
lo realizado por Gil González, enviando a esas tierras al capitán Francisco
Fernández de Córdoba en 1524, con quien se inicia la verdadera conquista, con
su sistema de reducciones y encomienda.
Fernández
de Córdoba funda un poblado europeo en el golfo de Nicoya con el nombre de Villa
Bruselas, para lo cual repartió a la población de Nicoya, Chira y Huetar entre
los vecinos españoles (Fernández, 1889, pág. 39) , que eran los
poblados más importantes del entorno, con lo cual se puede decir que toda la
región Occidental estaba ya en poder de los conquistadores.
Ilustración 5: Redada de indios para repartir, según Figueroa. Álbum de Figueroa, Archivo Nacional.
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Villa
Bruselas, mientras existió, fue más un centro de acopio de esclavos que otra
cosa. Toda la población de Nicoya y Guanacaste fue sistemáticamente explotada
hasta la muerte “Los indios rivereños del
golfo de Nicoya…A la fuerza se les sacaba de sus tierras para irlos a vender a Panamá,
el Perú y otras partes, después de marcarlos con un hierro candente, cuando no
los mataban de fatiga empleándolos como bestias de carga” (Fernández R. G., 1975, pág. 61) .
En el año de 1529 los Huetar se habían levantado en armas y
expulsado a los invasores de gran parte de la banda oriental del golfo, con lo
cual Francisco de Castañeda señala la imposibilidad de poblar de españoles la
ya fenecida Villa Bruselas, que se quería volver a construir. Dada esta
situación, Castañeda hace un recuento de la población restante sometida
(Nicoya, Cangén, Chira, Corobeci, Orotina) estimando el total de personas aptas
para trabajo en 3000 como máximo, y aun el mismo dudando que la población
llegase a esa cifra, por lo que casi todos fueron llevados a Granada de
esclavos (Fernández L. , 1889, págs. 58-59) .
Ilustración 6: Enfrentamiento propio de la época de la conquista. Álbum de Figueroa, Archivo Nacional.
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Del año 1529 a 1554, la zona del golfo de Nicoya estuvo en
guerra, pues a los Huetar se unieron los caciques Chomes y Abangar, con lo que
toda posibilidad hasta ese momento de tomar todo el golfo nuevamente había
fracasado. Quien logró someter a Chomes y Abangar fue Pedro Ordóñez de
Villaquirán, siendo el corregidor de Nicoya (1554-1556) (ídem: pág. 95).
Ante
la rendición de Chomes y Abangar, los Huetar se retiraron a la cordillera de
Tilarán y Central, desde donde se inicia una nueva guerra comandada por el
cacique Garabito ante la entrada de Juan Cavallón y Estrada Rávago, quien funda
en el Valle Central el Castillo de Garcí Muñoz en el año de 1561, sirviéndose
de los Chomes tanto de cargadores como de avanzada (Fernández R. G., 1975, pág. 101) .
La
acción de Juan Cavallón no hubiera sido posible sin antes haber reducido a los
poblados de Chomes y Abangar, ya que Chomes fue el puerto inicial de desembarco
español, y los pobladores reducidos suministraban la mano de obra para
transportar la carga de alimentos, armas, y demás cosas (dado que los de Chomes
no eran muchos para este momento, también debieron usar en el puerto de Chomes
a los naturales de Abangar).
Para
1561 todo el golfo estaba en poder europeo, pero no así las cordilleras de
Tilarán y Central, que seguían bajo dominio de los Huetar. Para evitar una
supuesta avanzada de los Huetar (que ya era imposible) sobre la banda Oriental
del golfo de Nicoya, se mantuvo un fuerte control en los antiguos asentamientos
de Corevicí, Abangar y Chomes.
Ilustración 8: Poblado indígena, según Figueroa. Álbum de Figueroa, Archivo Nacional.
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El
fin de la conquista de Guanacaste y Nicoya ocurre en 1562 a manos de Juan Vázquez
de Coronado, quien desde el poblado de Nicoya derrota y reduce a los caciques
Bagaci, Cotosi (¿Potosí?) o Cotán y, Zapanci (Fernández, 1889, pág. 105) , o sea, todos los
pueblos que supuestamente habitaban para ese momento desde el río Tempisque al
piedemonte de la cordillera de Guanacaste.
Vázquez
de Coronado no quería presentar informes “sombríos” a la corona española, por
lo que en lo que correspondía a arreglos con los naturales minimizaba los
eventos de guerra, proclamando en muchos documentos que su mayor logro era el
de pacificar sin derramar sangre ni robar, aunque pedía con urgencia que se
diera permiso para repartir indios en encomienda.
Lo
único que Coronado menciona de los pueblos del valle del Tempisque es que
estaban o estuvieron coaligados con el cacique de Solentiname en la rebelión: “Deste pueblo de Nicoya envie a llamar a los
caciques de Cotan y Bagaci, pueblos que caen en la demarcación de esta tierra,
a los cuales yo reduxe al servicio de V.M. juntamente con la isla de
Cilintiname, que está en medio de la laguna de Granada” (Fernandez, 1976, pág. 78) .
Existe
una clara confusión en el modo de describir la conquista del valle del
Tempisque. Según reconoce Coronado, los pueblos de esa zona estaban en guerra,
pero solo Zapandí sería autóctono del Valle del Tempisque, pues Bagaci y Cotán
eran pueblos que claramente se ubicaban en los alrededores del lago de
Nicaragua. También es muy significativo que ya no se mencionaba al pueblo
Corobicí, que justamente es el que debía ocupar esos territorios.
Detalles
aparte, Coronado, estando en Nicaragua, había realizado con anterioridad la conquista
del cacique Cilintiname y, según parece, y esto es importante, que también la
de Cotán y Bagaci.
Lothrop
suministra un dato de un documento de 1573, donde se hace mención de que los
Bagaci tenían por lengua el náhuatl, pero también hablaban español (Lothrop,
1979, pág. 10) .
La
relación de Bagaci con Cilintiname, por un lado, y el hecho de que hablaran
español en fecha tan temprana para Costa Rica, sugiere que Bagaci fue un pueblo
originario de la región de Rivas, en Nicaragua, que ya había sido conquistado
en 1524, con Francisco Hernández de Córdoba, lo cual explica las palabras de
Coronado.
La
situación se aclara en la siguiente cita: “El
18 de agosto salió Juan Vázquez de la ciudad de León con ochenta hombres y
muchos ganados y caballos. Hasta el 6 de septiembre no llegó a Nicoya por
motivo de las grandes lluvias y de los ríos y ciénagas que hubo de pasar. De
este pueblo (Nicoya) llamó a los caciques de Bagaces, Cotán y Zapandí, que ya había dejado en paz cuando su expedición
a las islas de Solentiname” (Fernández R. G., 1975, pág. 109) .
Vázquez
de Coronado, al continuar su conquista hacia el centro de Costa Rica, deja en
Nicoya instrucciones de cómo tratar a los de Bagaces y Cotán, indicando que
están a más de veinte leguas de Nicoya, lo que se traduce entre 111 y 119
kilómetros del poblado de Nicoya (una legua en esa época variaba entre 5.572
-legua corta- y 5. 914 metros -legua larga-) y al señalar que era más de 20
leguas el lugar en que se asentaba Bagaces y Cotán, revela una posición muy
distinta a la históricamente reconocida.
También
hay un dato interesante. Vázquez de Coronado menciona, estando en Nicoya, que
Bagaces y Cotán (o Cotosi), estaban en territorio de Nicaragua, pues afirma “De este pueblo de Nicoya envié llamar a los
caciques de Cotán y Bagaci, pueblos que
caen en la demarcación de esta tierra, a los quales yo reduxe al servicio de
V.M. juntamente con la isla de Cilintiname” (Fernandez, 1976, pág. 78) . Establecer
dónde estaban estos pueblos es importante para analizar los materiales
arqueológicos de esta época encontrados en las cercanías de la actual Bagaces.
De
acuerdo con los datos antes vistos, Bagaces y Cotosi (Cotán) eran caciques que
originalmente estuvieron asentados entre bahía Salinas al Oeste, hasta la
margen Sur del lago de Nicaragua (ilustración 10). Esto está en total acuerdo
con los datos arqueológicos actuales, en los cuales no se registra ningún
indicio de ocupación tardía en los territorios de Cañas y Bagaces actuales.
Los
materiales que veremos a continuación debieron pertenecer a alguna expedición
de reconocimiento efectuado por tropas europeas.
Estas
tenían por costumbre llevar esclavos negros y nativos para los trabajos de
carga, cocina, cortar árboles para leña o para usar la madera en algo que se
necesitara. Eran caravanas en las que llevaban todo lo que necesitaban, y según
la meta hay que agregar animales para la carne.
Ilustración 11: Expedición española cruzando un río. Obsérvese que algunos cargadores son mujeres. Álbum de Figueroa. Archivo Nacional.
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1.
Yacimiento de Piedra Pintada.
Piedra
Pintada es un punto de referencia usado en el viejo sistema de ganadería
extensiva en Guanacaste. El sitio es una loma baja en medio de tierras onduladas,
con el río Blanco de límite Occidental y el río Tenorio de límite Oriental. De
la loma principal nacía una quebrada que daba agua al ganado y se conocía con
el nombre del sitio, Piedra Pintada.
En
finales de los años 70 durante unos trabajos, se encontraron en la tierra unas
placas de plata que los trabajadores llamaron medallas, suponiendo que eran de
alguna vieja iglesia. Unos años después se examinó una de estas medallas,
comprobándose que se trataban de monedas de plata (macuquinas) del siglo XVI.
El
sitio del hallazgo fue visitado algún tiempo después, mientras las tierras al
pie de la loma se preparaban para la siembra de arroz. En principio no se
encontró ningún fragmento de cerámica ni resto lítico, pero en un pequeño
sector casi al pie de la loma se encontraron restos de hierro forjado y
cerámica bastante singular.
La
densidad de materiales era muy baja, unos cuantos restos diseminados en un área
de unas seis o siete hectáreas, y es el material que se verá a continuación.
Cerámica
Hay
dos grupos generales de fragmentos cerámicos, divididos según sea el
tratamiento superficial. El grupo más fino se caracteriza por superficies
alisadas sobre las que se aplicó una capa leve de pintura rojiza (fig. 1;
1,2,9). El segundo grupo es de características más toscas, superficies apenas
alisadas o sin alisar. Este grupo no presenta ningún pigmento agregado a la
superficie (fig.1; 3-8).
En
el grupo más fino hay cierta variedad técnica interesante. Por ejemplo, el caso
2 (fig.1) corresponde a una escudilla o tazón hecho con torno. Es de paredes
delgadas y parejas, además de no tener desgrasante irregular. La cocción de
este fragmento es bastante buena.
La
demás cerámica del grupo fino es de paredes gruesas y desgrasante grande e
irregular, características que comparte con la cerámica más tosca.
Solo cuatro bordes se recuperaron, 1, 2, 4 y 6 de la figura
1.
El borde 1 corresponde a una tinaja de cuello restringido y
vertical; el borde 4 es de una olla de forma globular de cocina y, el borde 6
es de un tazón de borde ligeramente inclinado al interior. Este caso presenta
un muescado sobre el labio a manera de adorno. De estos bordes, solo el del
caso 2 es parejo, de labio escaso y redondeado.
El caso 11 de la misma figura presenta la base de algún
elemento adherido, algún asa o soporte. Este fragmento conjuntamente con el
número 9 y 10 pertenecieron al mismo objeto, el cual estaba bien pulido en el
interior y cubierto de una pintura rojiza leve, siendo la forma del objeto
abierta, algo así como un plato curvado.
El único adorno encontrado pertenece a una cabeza zoomorfa
modelada, la cual corresponde con la forma de la cabeza de un buey con el yugo.
De frente se mira, mediante líneas incisas oblicuas, el amarre del yugo a la
cabeza del buey (fig. 2)
Las
superficies de la cabeza del buey son bien pulidas y cubiertas totalmente por
engobe rojo. Este fragmento no tiene el desgrasante de los demás fragmentos,
siendo de tipo fino o seleccionado. En general, el acabo de superficies de este
fragmento, recuerda mucho al de la cerámica prehispánica de uso doméstico de la
región Occidental.
Objetos de hierro forjado
En
total se encontraron tres muestras de objetos hechos en hierro forjado.
En
la figura 3 se ve un clavo de cuerpo cuadrado con la cabeza en forma de protuberancia,
con evidencia de múltiples golpes. Este tipo de clavo estaba en uso en el siglo
XVI y pudo pertenecer a una caja de madera grande. Cuando estos clavos se
usaban, solían atravesar la madera, por lo que lo usual era doblarlos en su
extremo final, sin embargo, el encontrado en Piedra Pintada no presenta ningún
doblez, siendo la punta más bien aplanada.
El
otro fragmento corresponde a la parte trasera de la representación de una
concha marina. Tiene dos tipos de canales, los superiores anchos y profundos y
los del borde inferior, más finos y superficiales. Es muy posible que sea parte
de una “vieira” que se usa en la representación de Santiago en España (fig.3
derecha).
El
último objeto encontrado es una punta de hierro, muy posiblemente de ballesta
(fig. 4). En la sección posterior de este objeto aún se puede apreciar una
serie de estrías que corresponden a la sección de amarre de la punta a la vara
de impulso, lo cual indica que la punta se perdió con la asta.
Objetos de plata
Las
monedas de plata llamadas en su oportunidad medallas, se repartieron en su
momento entre vecinos y familiares de quienes las encontraron, y se estima que
eran unas 10 o 12 unidades.
El
lugar exacto del hallazgo no se pudo saber, pero el área indicada por uno de
los trabajadores se encuentra a unos 500 metros del lugar en donde se
encontraron los restos de cerámica y de hierro forjado.
Una
de estas “medallas” es la de la figura 5. Se trata de una moneda llamada
macuquina, de 1560, acuñada en México. La fecha de esta moneda concuerda con el
momento en que el dominio europeo en Nicoya y Guanacaste era total y, se
registraba la entrada de Juan Cavallón (1561) y Juan Vázquez de Coronado (1562)
y sus respectivas tropas, pues es la fecha en que se inicia la conquista de
Costa Rica.
Figura 5: Una de las “medallas” encontradas en Piedra Pintada. Se trata de una moneda acuñada en México en 1560, época en que llegan a la región Cavallón y Vázquez de Coronado. Sitio Piedra Pintada.
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Consideraciones finales
El conjunto de materiales muestra objetos de uso común, pero
en muy baja frecuencia. La cerámica es totalmente funcional, recipientes de
cocina y de agua, aun así, en muy poca cantidad.
La cerámica revela dos centros, al menos, de fabricación: el
primero sería aquel que usó torno y la arcilla se preparó bien, con desgrasante
muy fino, en tanto que el segundo centro de fabricación pudo ser inclusive en
la ruta de la caravana, pues es una vajilla muy tosca, cuyo desgrasante no tuvo
ninguna selección.
Los objetos de hierro forjado son evidencia de excepcional
importancia, ya que el hierro en ese momento era algo muy preciado y absolutamente
necesario (era más fácil conseguir oro que hierro). La posible “vieira” es, a
mi parecer, el objeto más importante hallado. Es difícil imaginar a un soldado
llevando símbolos religiosos pesados, y máxime en lo que evidentemente fue una
expedición. Aunque cabe la posibilidad de algún cura doctrinero que acompañara
la caravana llevase algunos símbolos religiosos.
La punta de ballesta indica directamente el carácter bélico
del grupo, lo cual en ese momento de tiempo es lo esperable, al igual que las
monedas, que posiblemente estuvieran en una pequeña bolsa de tela o cuero y se
dejó perdida en el supuesto campamento.
Llama la atención lo disperso del material. Esto puede
deberse a una segregación interna del grupo, según fueran españoles, indígenas,
negros y mestizos. Todos los objetos de cerámica y de hierro forjado se
ubicaron en un mismo sector de unas seis o siete hectáreas, pero las monedas,
según testigos, se hallaban en un terreno distinto, más bajo y separado del
área donde estaba la otra evidencia por una depresión del terreno, que bien
pudo ser una quebrada en esos tiempos.
En un principio se creyó que podían ser restos, la evidencia
mostrada, de una caravana que viajara entre Nicoya y Bagaces actuales, pero la revisión
de datos indica claramente que la zona de Guanacaste donde se ubica Bagaces,
estaba sin población en esos tiempos.
Ninguna crónica se halló que hiciera mención a expediciones
al Este del río Tempisque, a pesar que se ha supuesto por historiadores que al menos
el pueblo de Bagaci y Cotosi (Cotán) se encontraban en el actual valle de
Bagaces.
Lo más probable es que se tratara de una caravana que viajaba entre algún punto de la costa Oriental del golfo de Nicoya y Nicaragua, en una ruta posiblemente exploratoria.
Lo más probable es que se tratara de una caravana que viajaba entre algún punto de la costa Oriental del golfo de Nicoya y Nicaragua, en una ruta posiblemente exploratoria.
La arqueología ha demostrado sin lugar a dudas que no hubo
ningún poblado náhuatl, nicarao ni corobicí en la zona discutida. La presencia
en la zona de estos dos pueblos de Bagaci y Cotosi se debe a una migración
bastante tardía (luego de 1563) de sus tierras originales, las cuales debieron
estar alrededor de la parte Suroeste del lago de Nicaragua, muy cerca y
relacionados con el cacique del archipiélago de Solentiname.
En cuanto a Corobicí, el problema de su ubicación es interesante. No se ha encontrado nunca resto alguno atribuible a este pueblo en su etapa final. Hay varias alternativas pero no es este el momento de discutir sobre este asunto, solo mencionar que definitivamente en la zona de Bagaces y Cañas actuales, no estuvo Corobicí.
Bagaces y Cañas actuales estuvieron muy poblados en tiempos muy anteriores al período que tratamos, pero del año 800-900 d. C., la zona estuvo abandonada. Empezó a poblarse nuevamente a partir del momento en que el cacique Bagací y su pueblo, abandonando sus tierras originales, se establecen en la zona de Bagaces luego de 1563.
En cuanto a Corobicí, el problema de su ubicación es interesante. No se ha encontrado nunca resto alguno atribuible a este pueblo en su etapa final. Hay varias alternativas pero no es este el momento de discutir sobre este asunto, solo mencionar que definitivamente en la zona de Bagaces y Cañas actuales, no estuvo Corobicí.
Bagaces y Cañas actuales estuvieron muy poblados en tiempos muy anteriores al período que tratamos, pero del año 800-900 d. C., la zona estuvo abandonada. Empezó a poblarse nuevamente a partir del momento en que el cacique Bagací y su pueblo, abandonando sus tierras originales, se establecen en la zona de Bagaces luego de 1563.
Bibliografía
Fernández, L. (1889). Historia de Costa Rica,
1502-1821. Madrid: Tipografia de Manuel Gines Hernandez.
Fernandez, L. (1976). Conquista y Poblamiento en el
siglo XVI. San José: Ed. Costa Rica.
Fernández, R. G. (1975). El Descubrimiento y la
Conquista. San José: Costa Rica.
Lothrop, S. K. (1979). Ceramica de Costa Rica y
Nicaragua, Vol.1. Managua: Gurdian S. A.