Introducción
Uno de los temas en arqueología más espinosos es el de la
identificación y singularización de figuras y emblemas, pues no siempre, por
desgracia, son tan claras como nos gustaría. Esto se debe, entre otras cosas, a
que generalmente la figura natural carecía de valor como tal, pues lo que
importaba de la misma era el modelo que tenía su explicación dentro del sistema
de creencias simbólicas, a nivel de la sociedad que empleó esas figuras.
En esta nota se verán algunos ejemplos –los más
representativos- de peces, ballenas, tortugas y crustáceos. En muchos casos se
pudo saber la especie que se tomó de modelo, pero en otros con identificar de
qué animal se trata es un logro, lo cual no evita realizar observaciones sobre
alguna o algunas especies potencialmente viables de ser el modelo de tales
figuras o emblemas.
Siempre en este tipo de identificación se encuentra una
cantidad de modelos mixtos, o sea, elaborados con partes de distintas especies
que tuvieron relevancia ideológica, lo cual se resuelve no solo indicando la o
las partes mezcladas, sino identificando cual animal es el principal.
Los animales acuáticos como símbolo
El agua, sea dulce o salada, siempre ha tenido un aura de
misterio, que en determinada circunstancia puede ser tanto de temor como de
alivio y regocijo. Dentro del chamanismo el uso del agua en los distintos
rituales fue elemental, ya que se interpretaba que mediante este elemento el
cuerpo y las cosas podían ser limpiadas (en sentido espiritual) ya que,
simbólicamente al aplicar agua, se traspasa un límite mágico. En este aspecto
aun hoy no estamos muy lejos de ese sentir espiritual en los ritos de iniciación
a la religión católica e hindú, entre otras.
Las criaturas que viven en el agua, y las que lo hacen tanto
fuera como dentro de este elemento (anfibios) fueron considerados
potencialmente como “otros” susceptibles, al menos algunos de ellos, de ser
tomados como símbolos de esa otra realidad cosmogónica. De este modo
dependiendo de la intensidad de contacto con los cuerpos de agua mayores
(grandes ríos, lagunas, estuarios y océanos) se escogieron diversas especies
como íconos y símbolos.
En Costa Rica, el símbolo anfibio más común es el cocodrilo
y el caimán (que no se incluyen en este trabajo). Dependiendo de cómo se mire
la relación de las diversas especies de ranas y sapos, también podrían
considerarse como símbolos principales ligados a lagunas o ríos, aunque es un
aspecto que debe estudiarse.
Los “animales del agua” o, mejor dicho, los símbolos
animales asociados al agua más notorios y que son los que trataremos aquí, son
las ballenas y delfines (mamíferos), tiburones (pez), cangrejos (crustáceos),
tortugas (reptiles) y, peces diversos.
En Costa Rica, no existe ninguna crónica o relato de la
época de la invasión europea que mencione alguna creencia o aspecto religioso
relacionado con los símbolos y emblemas que se encuentran en los objetos
arqueológicos, por lo que intentar un acercamiento explicativo a estas
representaciones es problemático, por decir lo menos. Lo mejor es limitarse a
identificar lo mejor posible los casos más comunes.
Ilustración 1: Regiones arqueológicas según los
puntos cardinales.
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Caso 1: Tortugas
Las tortugas aparecen representadas en todas las regiones
arqueológicas de Costa Rica. Esto porque consideramos aquí a dos amplios grupos
como lo “mismo”, aunque en realidad unas son tortugas terrestres y otras
marinas.
Las tortugas llamadas terrestres se incluyen en este trabajo
pues son reptiles muy acuáticos en realidad, que pasan una parte de su vida
dentro de los ríos, lagunas y pantanos, aunque artificialmente puedan vivir
cautivas fuera del elemento líquido sin ningún problema. Por el contrario, la
tortuga marina solo sale del mar para desovar, y no puede vivir en tierra.
Tortuga tigre, roja,
papagayo; Rinoclemmys
pulcherrima manni.
Tortuga muy llamativa de vivos colores rojo, naranja,
amarillo y negro, formando patrones curvilíneos (ocelos) semejantes a las
manchas de jaguar (Panthera onca) y del manigordo (Felis pardalis) (fig. 1).
Los diseños típicos pueden alternarse con puntos y rayas. La
parte ventral (plastrón), de color amarillo, tiene una línea negra que lo
divide longitudinalmente.
La cabeza, de color verdoso, tiene líneas laterales
rojas/naranja y negras, las cuales normalmente forman “puntos” elípticos que
enmarcan en la parte posterior una serie de puntos amarillentos (fig.1).
Figura 1: Rinoclemmys pulcherrima manni, tortuga
tigre o roja. Véanse los puntos amarillentos sobre la porción superior de la
cabeza.
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Las patas en su sección frontal presentan un vistoso patrón
lineal que cuando la tortuga se impulsa son muy visibles (fig.2).
Esta tortuga es propia de la región Occidental, la que se
caracteriza por un clima alterno seco-lluvioso, más o menos seis meses cada
estación. Durante la época de lluvias este quelonio suele verse en los
alrededores de áreas boscosas cerca de ríos o pantanos, donde busca alimentos
variados pues es omnívora. Su horario de máxima actividad es muy temprano en la
mañana y en las tardes, extendiendo su actividad parte de la noche. Tiene un comportamiento
muy agresivo en estado adulto, lo que la hace no apta para mascota.
La tortuga tigre (Rinoclemmys
pulcherrima manni) parece ser el modelo usado en la región Occidental para
elaborar vasijas efigie y, ocarinas durante el lapso temporal 800-1350 d.C. (fig.3-4).
Las ocarinas policromas presentan algunos rasgos
identificatorios, tales como las bandas de colores en las patas y, de modo
insistente puntos sobre la cabeza de la tortuga, más la forma de la misma de la
cabeza, que difiere de otras tortugas de río (figs.1-2).
Figura 3: Ocarina que
representa una tortuga que por sus caracteristicas identificatorias corresponde
a la tortuga roja o tigre Rinoclemmys pulcherrima manni. Region Occidental.
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La forma general del objeto y sus colores también son
coincidentes con la tortuga tigre, aunque no sean en modo alguno útiles para
identificar el modelo, si contribuyen.
Los puntos sobre la cabeza y el patrón lineal de las patas
son suficientes elementos, por singulares, que sirven para asegurar con cierta
comodidad que estas ocarinas usaron esta tortuga de guía, quizá por lo
llamativo de sus colores, o por similitud con las manchas de los grandes
felinos.
Esta tortuga se ha encontrado como residuo alimenticio en
varios yacimientos de la península de Nicoya (Kerbis, 1980, pág. 139) y su uso debió extenderse a varias artesanías
debido a lo colorido de su caparazón, aunque no se ha encontrado ningún rastro
de esto.
Figura 4: Ocarina en
forma de tortuga roja o tigre, Rinoclemmys pulcherrima manni. Región Occidental.
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En el caso de la vasija en la figura 5, la tortuga tigre
aparece bien representada, pues la forma de la cabeza y las diversas líneas son
una buena imagen del modelo natural.
Otro elemento que ayuda en la identificación es el “collar”
que rodea la cabeza de la tortuga en esta vasija. Si se observa detenidamente
el modelo natural inserto en la figura 5, se ve que la cabeza de la tortuga
queda delimitada por el borde del caparazón, mismo que sirve, por su colorido,
para la representación del “collar” en la efigie de la vasija.
El plastrón aparece en esta vasija periforme representado
bajo la cabeza modelada, mediante una serie de grupos de líneas alternas
verticales-horizontales.
Las patas delanteras, que aquí aparecen como brazos,
mantienen las bandas de color de la R.
pulcherrima manni, igual que en el caso de las ocarinas antes vistas.
Discusión
Las
ceramicas involucradas en estos casos son del tipo Birmania policromo y Pataky
policromo, típicas del lapso temporal 800-1350 d.C.
Las
ocarinas Birmania tienen un rango de distribución que incorpora toda la región
Occidental, incrementando su presencia hacia el sur de la península de Nicoya,
siendo una de las cerámicas usadas para ser exportadas al Valle Central y la
zona central de la región Oriental.
La
iconografía del tipo hace énfasis en mamíferos, principalmente jaguares (Panthera onca) y manigordos (Felis pardalis), aunque tambien es
frecuente el pizote (Nasua nasua, Nasua narica).
En
forma y decoración es una cerámica singular, y lo es más por la gran cantidad
de objetos musicales que se hicieron con esta. Maracas, tambores (atabales),
pitos y ocarinas, son comunes en el tipo. Además de los anteriores elementos
formales, es importante mencionar que una de las formas del tipo es el de una
copa sostenida por un manigordo bicéfalo, donde el cuerpo frecuentemente es un
sonajero.
Las
formas, usos e iconografía de este tipo sugiere un uso especial, muy
probablemente chamánico. Si esto es así, los diversos emblemas y figuras
zoomorfas estarían entre el conjunto de seres cosmogónicos de importancia
religiosa.
La
ceramica Pataky fue elaborada en el norte de Rivas, de donde era exportada a la
zona de Nicoya en cantidades importantes (a nivel de tipo), para ser usada principalmente
en enterramientos de personas de alto estatus social. (Bishop, 1994) (Abel-Vidor,C.Baudez,R.Bishop
et.all., 1987) .
La
iconografía del tipo Pataky es compleja y relativa a la variedad que se trate.
En los casos de objetos con figura modelada naturalista, destacan aves:
chompipes, zopilote rey; y mamíferos: jaguares, hombres con máscara, conejos.
Los reptiles son raros en las versiones modeladas, y uno de los motivos
importantes son las tortugas.
Tortuga resbaladora; Trachemys s.p,
Trachemys scripta, pantanera, de río, jicote (también clasificada como Pseudemys
scripta ornata o T. emolli) y, Tortuga
negra; Rhinoclemmys
funérea.
Figura 6: Trachemys scripta, o tortuga de río, jicote o pantanera |
Estas tortugas Trachemys
son de color café o verdoso, con diseños pálidos en forma de “U” en color
amarillo con puntos negros (ocelos) en la parte inferior del caparazón. La característica más importante a nivel
visual para su identificación general, está en la cabeza, donde una serie muy
marcada de líneas amarillas cubren toda la sección lateral e inferior de la misma.
Una de estas líneas laterales forma una mancha muy visible a cada lado de la
cabeza, semejando algo parecido a unas orejas (fig.6).
Es una tortuga grande, de hasta 50 centímetros de longitud
de caparazón, fuerte y muy ligada al agua de ríos, pantanos y lagos, donde
suele ser vista en grupos tomando el sol sobre troncos o piedras (fig.7).
La forma del caparazón es ovalada con una cenefa en la parte
posterior característica de estas tortugas. Las patas son palmeadas con grandes
y fuertes garras, que usan para sostener a las presas mientras las comen, así
como para subir a los troncos cuando toman sol.
Figura 7: Trachemys
scripta, tortuga lagunera, de río o resbaladora. Vista de la tortuga en su
medio natural y detalle de la cabeza.
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Entre la cerámica de origen náhuatl (mesoamericana)
comerciada con la región Occidental, la representación de tortugas en vasijas periformes
es notoria.
Curiosamente los pocos elementos identificatorios que suelen
tener estas representaciones son, en esta cerámica, aún más simples de lo que
gustaría. Hay que considerar la forma en sí de la cabeza y, comparar con
cuidado cualquier mancha o línea en la representación plástica, con las
especies potencialmente usadas como modelo.
Figura 8: Vasija periforme de complejo emblema
narrativo. La esfinge corresponde con la tortuga Trachemys scripta o
resbaladora.
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En la figura 8 se ve una vasija periforme cuyo emblema es el
de una tortuga. Presenta una pintura muy compleja, relacionada con una escena cosmogónica.
La esfinge de tortuga está en una posición frontal, siendo el cuerpo del animal
la vasija en sí misma, sugiriendo que la acción pintada se desarrolló en, o,
sostenida por una tortuga mítica.
La tortuga de la figura 8 tiene bajo la quijada una serie de
líneas continuas en sentido vertical, lo cual, junto con la forma aplanada de
la cabeza misma, señalan a la tortuga lagunera (Trachemys scripta o T. emolli)
como modelo natural. Solo las tortugas Trachemys
tienen esas líneas continuas (figs. 6, 7).
La forma de la nariz en Trachemys
es triangular muy marcada y un poco levantada, características compartidas con
el modelo de la vasija, y la forma alargada, aplanada con un ensanchamiento
posterior, también coinciden entre ambos.
Rhinoclemmys funérea, o tortuga negra, puede parecerse bastante
a la Trachemys a simple vista, pero si
se miran con un poco de cuidado, las diferencias son notorias.
R. funérea es una
tortuga grande, muy acuática, con caparazón bastante más aplanado que Trachemys (fig.10). La cabeza si bien
presenta un perfil de planta triangular, es más gruesa y maciza que la de Trachemys.
Figura 9: Rhinoclemmys funérea. Obsérvese la forma del
caparazón y el patrón de puntos y manchas lineales de los flancos, cuello y
quijada.
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La nariz de la tortuga negra es directa, no presenta un ángulo
marcado ni se levanta sobre el plano de la cabeza, como ocurre con T. scripta (fig. 7).
Una característica que distingue ambas tortugas rápidamente
es el diseño de la parte inferior de la cabeza y cuello entre ambas especies.
Como ya se mencionó, Trachemys tiene unas
bandas anchas amarillas delineadas muy notorias, y los ocelos típicos en el
caparazón, más visibles en la parte inferior (fig.7). Por su parte, R. funérea tiene la parte superior de la
cabeza negra, con la sección inferior de la misma y cuello lleno de puntos
rojo/rojizos sobre amarillo que llegan a unirse y formar líneas onduladas (fig.9,
10).
Figura 10:
Rhinoclemmys
funérea (A) y, Trachemys scripta (B).
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En ambos lados de la cabeza, R. funérea tiene unas líneas horizontales que se forman de la unión
de puntos elípticos, dando por resultado que estas líneas puedan ser descritas
como un “zigzag”.
Este elemento de zigzag fue usado en el objeto de la figura 11, cubriendo todo
el cuello y cabeza de la representación.
El mortero-efigie de la figura 11 tiene otro claro elemento
identificador: la forma del plato del mortero es idéntica a la forma del cuerpo
con caparazón de la tortuga negra, como se puede mirar en la imagen de la
tortuga en la misma figura.
El conservar una parte del modelo natural en las
representaciones es usual, pues si la representación debía ser fácilmente
identificada por cualquiera, igual tendrá que ser el modelo del cual se sirve
el artesano para transmitir el mensaje buscado.
Figura 11: Mortero de piedra esculpido en forma de
tortuga. Los diversos elementos identificatorios indican que el modelo natural
fue la tortuga negra, Rhinoclemmys funérea. Región Oriental.
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Discusión
El objeto que involucra al modelo natural Rhinoclemmys funérea corresponde a una
clase de mortero esculpido en piedra típico de la región Oriental Central. Estos
morteros suelen representar mamíferos tales como el jaguar (Felis onca) y el tolomuco (Eira barbara), y encontrar a uno con la
figura de una tortuga es muy interesante.
La especie R. funérea
no habita en la región Occidental, siendo una tortuga típica de los ríos y
lagunas de las regiones Norte y Oriental, mientras que Trachemys scripta es una tortuga que habita en todas las tierras
bajas de Costa Rica.
La utilización de tortugas Trachemys está bien documentada en la región Occidental. En las
excavaciones del yacimiento arqueológico Vidor, en Bahía Culebra, Kerbis
reporta restos de Chrysemys ornata (Trachemys ornata) en residuos
alimenticios (Kerbis, 1980) , misma tortuga
identificada para la vasija de la figura 8.
La tortuga Trachemys
es consumida en ciertas áreas hoy día, al igual que sus huevos. En la región
Norte la etnia Maleku (guatuso) aun en los finales de los años 70 mantenían
colgadas en las paredes externas de los grandes bohíos comunales unas redes
llenas de tortugas, y cuando había huevos se recolectaban en grandes cantidades.
Los huevos continúan siendo un botín perseguido en varias comunidades de la
región Occidental y Norte.
Los restos arqueológicos y los datos actuales coinciden en
una línea de explotación de esta tortuga, y quizá tal importancia alimentaria propició
en el pasado su utilidad como símbolo en principio.
Sin embargo, la importancia de las tortugas en general como
emblemas y símbolos, no se debe a efectos de consumo alimentario común.
Todo ser capaz de vivir dentro del mundo “inferior” del
agua, y que también pudiera hacerlo en tierra, se usó en la estructura de la
narración simbólica. Esta persistente dicotomía agua-tierra propició que
diversas ideológicas en múltiples culturas del pasado incorporarán a la tortuga en
sus mitos cosmogónicos, como parece ser el caso de las tortugas Trachemys y Rhinoclemmys funérea.
El caso de Rinoclemmys
pulcherrima manni puede que sea un tanto distinto. En la parte sur de la
región Occidental está asociada a instrumentos musicales de uso especial por
personas de alto estatus social o religioso (Snarskis, 1982, pág. 100) , pero no parece
alcanzar un alto nivel representativo a nivel artefactual, mientras ocurre lo
opuesto con la representación de esta tortuga en objetos del norte de Nicoya.
Esta situación se aclara por el origen de cada grupo
artefactual. Las ocarinas Birmania corresponden a la ideología local,
caracterizada por una organización chamánica bien desarrollada, mientras que la
cerámica Pataky reproduce emblemas complejos de una clara ideología náhuatl
(mexicana).
Lo más probable es que Pataky policromo no tuviera gran
significado religioso para los antiguos nicoyanos, pero, debido a su alta
calidad expresiva se convirtiera en un objeto de lujo, algo así como sucedió
con la cerámica china en Europa durante el siglo XVII, donde el mensaje
ideológico implícito en los emblemas, solo era un delicado adorno para los
europeos.
Tortuga lagarto,
mordedora, charapa; Chelydra serpentina acutirostris.
Figura 12: Chelydra serpentina acutirostris, tortuga
lagarto, mordedora.
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Es una especie nocturna y grande de hasta 60 centímetros de
largo. Muy fuerte y ágil nadadora, muy agresiva, de caparazón elíptico y
aplanado, relativamente corto con respecto al largo de las patas y cuello.
Aunque todas las tortugas tienen rabo, el de esta especie es muy largo, con
tres hileras de placas (una central flanqueada por otra a cada lado) semejando
la cresta de los cocodrilos y caimanes (fig.12, 13)
Vive en el fondo de ríos, lagunas y pantanos, semi-enterrada
en el lodo. El cuello, muy largo, lo estira hasta poder respirar sacando del
agua solo la nariz (nostrilo).
Come insectos, cangrejos, camarones, bivalvos, lombrices,
caracoles, gusanos, esponjas de agua dulce, ranas, peces (constituyen hasta un
35% de su alimentación), sapos (adultos, renacuajos y huevos), salamandras,
serpientes, aves, mamíferos pequeños y otras tortugas, además de algas.
Figura 13:
Vista lateral de Chelydra con las patas
retraídas.
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Los principales rasgos identificativos para esta tortuga, en
términos arqueológicos, es la forma en general, acompañada por una cola muy
larga. También es un elemento importante lo grande de la cabeza, la cual es
triangular con el nostrilo acentuado y, si se representan, lo largo de las
patas, o las patas por si solas, gruesas con fuertes garras. Una característica
de Chelydra cuando se mira caminando son
justamente las patas, muy fuertes y largas, con gruesas garras muy notorias,
siendo las patas traseras más altas que las delanteras (fig.12).
Figura 14:Patenas de oro con el emblema de Chelydra,
propias del valle de Palmar-Diquís.
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En la región Suroccidental, la tortuga lagarto fue un
elemento iconográfico importante, al menos en los objetos de metal. En la figura
14 se aprecian tres grandes patenas cuyo elemento central es la tortuga
lagarto. En todos los casos de la figura 14, el animal representado presenta un
caparazón pequeño, de circular a oval. Las patas son largas, terminadas en
garras prominentes, y la cola, muy larga. Por su parte, la cabeza es grande y
triangular.
El caso 1 de la misma figura se representó a la tortuga
lagarto con un hocico de cocodrilo, lo cual no es exagerado, pues este quelonio
comparte muchas características visuales con el cocodrilo.
Las escamas triangulares de la cola, su extensión y el tener
en el caparazón unas prominencias lineales, junto con sus gruesas patas y
grandes garras, y la piel rugosa con protuberancias hacen que la semejanza con
el cocodrilo sea muy grande (fig. 13).
En la figura 15 se muestran dos objetos hechos a semejanza
de la Chelydra. Se puede apreciar muy
bien los elementos usados en su identificación: forma de la cabeza, patas,
garras, cola y caparazón de tamaño pequeño en relación al resto del animal. En
ambos los elementos principales del modelo natural se enfatizaron sin exagerar
(salvo la cabeza y cola doble).
Discusión
La tortuga lagarto vive en tierras pantanosas o, mejor
dicho, entre el lodo del fondo de cuerpos de agua ricos en peces y de baja o
nula corriente. En los ríos, Chelydra
se acomoda entre ramazones hundidas o irregularidades del fondo lodoso. La
única condición que requiere en su ubicación es que la profundidad del agua
permita que la tortuga, estirando el cuello, pueda respirar. Sin embargo, se
desplaza nadando a mucha velocidad y puede recorrer caminando sobre el fondo
grandes distancias buscando lugares apropiados.
El medio ambiente del valle de Palmar-Diquís, en la región
Suroccidental, fue propicio para esta especie, pues era una inmensa llanura
cruzada por múltiples arroyos, ríos y lagunas bajas. Los cursos de agua
cambiaban con rapidez luego de fuertes aguaceros, lo que provocaba nuevos
cuerpos de agua estacional conectada eventualmente con cursos menores de agua,
en un intrincado laberinto que desembocaba, como sistema, en un enorme manglar.
Los pueblos indígenas aprovecharon muy bien la gigantesca
riqueza de este ecosistema, llegando a desarrollar una cultura singular, donde
el chamanismo y el poder civil y militar alcanzó un alto desarrollo. Casi todas
las figuras que representan a Chelydra,
ya sea en oro o guanín (mezcla de oro y cobre) provienen de yacimientos
funerarios relacionados al valle de Palmar-Diquís. Esto indica o sugiere que la
insistente representación de la tortuga lagarto pudo tener un carácter
religioso importante, aunque no se puede descartar que sea un símbolo clánico.
Tortugas marinas;
Carey, Eretmochelys
imbricate. Lora, Lepidochelys olivácea. Cuero, Dermochelys
coriácea. Verde, Chelonia mydas.
Figura 16:
De izq. a der. Carey, Lora, Cuero, Verde. Tortugas del
Pacifico de Costa Rica.
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En Costa Rica existen sitios de anidación masiva de tortugas
marinas, las cuales llegan por miles en escalas regulares de tiempo según
especie. Tal cantidad de tortugas debería haber sido una fuente normal de
alimentación, y la figura de estas tortugas se supone debía ser común. Pero ni
los restos de tortugas marinas en los yacimientos habitacionales son comunes,
ni la tortuga marina se usó de modelo común. Algunas representaciones de
tortugas marinas aparecen ocasionalmente en copas de la cerámica conocida como
Birmania policromo de la región Occidental, pero no es una figura usual. En
realidad, es una representación muy rara, concentrándose la mayoría de estas en
la región Suroccidental, donde al parecer la tortuga en general tuvo mucha importancia.
Figura 17: Patenas de
oro cuyos emblemas involucran tortugas marinas. Región Suroccidental.
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Las representaciones de tortugas marinas en la región
Suroccidental si bien son más o menos frecuentes, ninguna es lo suficientemente
explicita como para poder señalar de que especie se trata cada representación.
Como se ve en las figuras 17 y 18, se representó perfectamente a la tortuga
marina, pero sin más detalle.
Se distingue perfectamente de las tortugas terrestres por las
aletas, las cuales en todos los casos se representaron en forma naturalista.
La característica más visible en los emblemas de tortuga
marina, son las grandes aletas curvadas y la larga cola que acompaña a la gran
mayoría de estas representaciones. Entre las tortugas marinas que llegan a las
costas de la región Suroccidental, solo la tortuga cuero (Dermochelys coriácea) tiene una cola algo larga. En el resto de
quelonios la cola es corta. Si este elemento tiene vinculación con las imágenes
de metal que representan tortugas marinas, es algo que puede revisarse y
estudiarse con cuidado, aquí solo anoto esa coincidencia, la cual por sí sola
no es suficiente para poder decir que la tortuga cuero fue el modelo de estas
iconografías.
Discusión
A pesar de ser representaciones naturalistas las de las
tortugas marinas vistas, no es posible dar una identificación a nivel de
género, menos de especie.
Todos los objetos vistos enfatizaron en las aletas para
señalar qué clase de tortuga era la que se plasmaba en los distintos objetos
hechos en oro y guanín (oro con cobre). Algo que pudo contribuir a nuestro
interés es la forma del caparazón, pero todos resultaron esquematizados.
Solo la cola tiene un valor especial en la idea de quienes
hacían estas figuras. Eliminando la insistencia de la cola doble (igual que en
la tortuga terrestre), se enfatizó mucho en el largo de la misma. Esto pudo ser
un requerimiento ideológico (al igual que duplicarlas), o puede ser el “gran
rasgo revelador” de cuál fue el modelo natural.
En la figura 17 izquierda se representó una tortuga sin cola
(muy pequeña) lo cual anima a creer que en aquellas largas podemos ver el
modelo, pero con tan baja muestra (colección de objetos de oro del Banco
Central de Costa Rica) no es posible pasar de la sola suposición.
Caso 2: Tiburones
Tiburón toro; Carcharhinus
leucas.
El tiburón es un pez común en los litorales de Costa Rica.
Pero entre toda la variedad que de estos peces existen, solo una especie, la
Carcharhinus leucas o tiburón toro, tuvo contacto común con los diversos
pueblos costeros.
Figura 19: Carcharhinus leucas o tiburón toro.
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El tiburón toro se alimenta de todo tipo de animales,
incluidos otros tiburones, al igual de basura orgánica. El contacto con los
habitantes del litoral se da porque este pez caza en lugares donde suelen
desarrollarse actividades cotidianas por parte de las personas, además de ser
el único tiburón que por lo normal ingresa a aguas dulces, o sea, remonta ríos
y lagunas interiores sin ningún problema, pudiendo permanecer en estos
ambientes durante un año, más o menos.
Este tiburón en épocas de apareamiento es uno de los
animales con los niveles más altos de testosterona, incluso más alto que los de
un elefante africano macho, lo que provoca que durante el celo sea sumamente
peligroso, pues atacará a las personas que ingresen al río, estuario, laguna o
franja costera sin provocación especial.
Figura 20: Tiburón toro en el río Sirena, Osa (izq.) y, tiburón toro patrullando una playa en Osa (der), región Suroccidental |
En la región Occidental la representación del tiburón se dio
principalmente en tabletas horizontales de jadeíta. En estas el centro de la
figura suele ser un murciélago y cada ala una cabeza de tiburón (fig.21).
Representaciones idénticas en piedras verdes se encuentran
en Colombia, lo que plantea un interesante vínculo ideológico muy cercano entre
ambos pueblos.
Figura 21: Colgante de jadeíta de la región
Occidental de Costa Rica. Las cabezas laterales en función de alas, son
representaciones de cabezas de tiburón.
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En el colgante de la figura 21 se representó la forma
puntiaguda de la cabeza, con ojos y boca, las hendiduras branquiales, además de
la aleta dorsal y las aletas pectorales.
En otras representaciones de murciélagos en vez de las
cabezas de tiburón aparecen cabezas de cocodrilo, lo cual también es un rasgo
compartido con emblemas líticos colombianos. El nexo entre tiburón y cocodrilo
es frecuente en diversos objetos, donde puede que la figura tenga cuerpo de
tiburón, pero con cabeza de cocodrilo (fig.22). En esto lo que se manifiesta es
la unión de los dos máximos depredadores acuáticos en un solo emblema. Hay que
tomar en cuenta que el cocodrilo (Crocodylus
acutus) se desplaza igual por aguas de ríos y lagunas, que por aquellas
salobres y saladas, de modo que tanto el tiburón toro como este reptil
depredaban las mismas aguas.
Figura 22:
: Ocarinas que representan un tiburón
con cabeza de cocodrilo. Región Suroccidental.
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Figura 23:
Figurillas hechas en oro y guanín donde
la forma del cuerpo del tiburón toro se procuró hacer de modo realista. Región
Suroccidental.
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Se puede observar claramente
en la figura 23 la manera en que se representaron correctamente las aletas
dorsales (2) y laterales (2). La aleta caudal por estar debajo del tiburón no se
incorporó a la figurilla, lo que significa que se quiso plasmar una imagen
fidedigna y de fácil reconocimiento general. Solo el tiburón más grande de la
misma figura aparece con seis prolongaciones que salen de las fauces. Es
importante observar que dichas “barbas” o prolongaciones no se colocaron
saliendo de la mandíbula inferior, sino que salen de la boca, y esto es porque
representan pares de piernas humanas. En la región Suroccidental, es común
representar a los depredadores llevando en las fauces o garras a seres humanos
o partes, como piernas o brazos.
Figura 24:
Vasijas de soporte hueco y largo, donde
cada uno de estos representa un tiburón. Región Suroccidental.
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La manera en que aparece la imagen de tiburón más común, es
en soportes altos de varias clases de vasijas. Al igual que en las
representaciones de este animal hechas en metal, se enfatizó en las aletas
dorsales y laterales, siendo la punta final de la figura, la cola del pez. Los
dientes triangulares del tiburón se muestran en algunos casos mediante una
serie de elementos triangulares alternos, aunque comúnmente no se representaron
(fig.24).
Discusión
El tiburón toro, Carcharhinus
leucas, tiene amplios antecedentes de uso en las diversas comunidades
históricas del pacifico costarricense.
En la región Occidental existen datos del uso de dientes de
este pez en collares desde al menos el año 800 a.C. en la caverna Nicoa, y en
forma indirecta en el estampado de vasijas domésticas del tipo Mojica impreso
(300-800 d.C.).
En la zona del valle de Palmar, en la región Suroccidental,
el uso de la imagen del C. Leucas es
bastante común. Se encuentra en dijes de metal (oro, guanín y cobre) y
cerámicas trípodes, lo cual sugiere alguna clase de significado ideológico a
este ícono.
La particularidad del C.
leucas de poder vivir en aguas de mar y de río, y de ser común en la franja
costera de arena como en los estuarios, junto con cocodrilos (que también
frecuentan las aguas de mar y salobres), provocó en esta zona una visión simbólica
que debió tener el mismo valor que la figura de C. acutus o cocodrilo. De hecho, las representaciones de un animal
fantástico con cuerpo de tiburón y cabeza de cocodrilo, no es extraña en la
zona de Palmar-Diquís y la franja costera de Sierpe a Dominical.
Caso 3: Ballenas
yubarta o jorobada; Megaptera
novaeangliae.
Una cierta cantidad de objetos antiguos de la región Occidental
y Suroccidental representan a un tipo de ballena, que en el Pacífico de Costa
Rica es común, pues dos grupos migran anualmente a estas costas. Estas son: la ballena jorobada de la
Patagonia, de julio hasta octubre y, de enero hasta marzo para la ballena
jorobada del Pacífico Norte, llegando a la Península de Osa donde se aparean y
paren.
La presencia de ballenas yubarta o jorobada, Megaptera novaeangliae, es común a la
vista de todo pescador artesanal de poblados costeros, ya que esta ballena gusta
de viajar y permanecer cerca de las costas, donde por su gran actividad no pasa
nunca inadvertida.
Figura 25: Megaptera novaeangliae; ballena jorobada
o yubarta.
|
Las características visuales para identificar a la yubarta
son los folículos capilares de la parte superior e inferior de la cabeza, la
forma triangular del hocico (que en las hembras mayores es más alargado), las
enormes aletas laterales y la aleta dorsal, más pequeña y ubicada en la parte
trasera del lomo. El cuerpo es grueso del medio hasta la cabeza, en tanto que
la base de la cola es notoriamente más delgada (pedúnculo caudal) (fig.25).
Figura 26:
Forma de la cabeza de la yubarta adulta.
Obsérvense los folículos capilares o protuberancias.
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Cuando se mira una yubarta saltar, la cabeza llama mucho la
atención por los folículos capilares, o tubérculos (protuberancias). Estos en
la parte superior de la inmensa mandíbula forman una línea recta desde el
respiradero hasta la punta (cresta de los aventadores), semejando una sierra.
De la punta de la boca surgen una o dos líneas laterales de estos folículos,
formando una imagen de flecha (fig.26).
En la región Occidental la ballena yubarta fue un tema no
muy común, aunque tampoco extraño. Se representó principalmente en tabletas de
jadeíta, donde los extremos distales se convierten en cabezas de ballenas.
Se distinguen claramente por la forma general de la parte
superior de la cabeza y, sobre todo, por el elemento “sierra” (folículos
capilares centrales) bien representados (fig.27).
Figura 27:
Representaciones de ballena yubarta en
jadeíta. Región Occidental.
|
En la figura 27-1 se ve una cabeza de yubarta a cada extremo
del dije. Los folículos capilares son la “cresta” superior y la línea inmediata
es la boca. La segunda línea en el extremo derecho es convencional y las tres
líneas verticales representan los bordes gulares. El ojo en la cabeza izquierda
es el punto atrás de las tres líneas verticales. En la cabeza de la derecha el
ojo se ubica entre la línea superior y la inferior. Las aletas son el grupo de
líneas oblicuas enmarcadas en una forma triangular.
En el caso 2 de la misma figura vemos los mismos elementos,
pero aún más estilizados. La boca es la línea de ambos extremos, los folículos
capilares aparecen como una “cresta” pequeña y los ojos son los orificios para suspender
la tableta. En esta representación de
ballena yubarta los rasgos son generalizados, más que todo por ser la pieza una
reutilización de otro objeto, que tuvo la forma de una concha. El artesano a propósito escogió esta parte del
anterior objeto para representar en el nuevo a la ballena en su pose típica al
brincar fuera del agua (fig.28).
En la figura 29 vemos dos representaciones de yubarta,
siendo el número 1 la más realista. En esta se ve la forma de la cabeza y los
folículos capilares, los centrales y los laterales (ver fig.26), la gran cabeza
terminada en una proyección triangular, la aleta dorsal y ambas aletas
pectorales.
En
la estilización de la imagen de la ballena se recurrió a elementos que, si bien
no dicen nada por si solos, en conjunto no dejan lugar a dudas.
Figura 30:
Soportes con la figura estilizada de la
ballena yubarta. Región Suroccidental.
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A pesar de la simplificación del modelo natural, se supo guardar cierta proporcionalidad representativa que vincula de inmediato a la ballena yubarta con la efigie del soporte.
Figura 31: Emblemas en oro de la ballena yubarta que incorporan rasgos ideológicos ajenos a la especie. Región Suroccidental. |
La
importancia del icono de la ballena queda demostrada en el momento en que su
emblema adquiere elementos de otro emblema. Esto sucede porque en los mitos
cosmogónicos se explica el movimiento creacional de las cosas, donde los
valores de una forma se reducen o refuerzan con la de otra. Es el mismo caso de
la figura tiburón-cocodrilo. Cuando se tiene la totalidad del mito y su
estructura, todos estos intercambios de partes adquieren un valor singular para
ese mito. Lamentablemente carecemos en términos absolutos de poder acceder a la
antigua intelectualidad religiosa, y debemos conformarnos con los residuos
materiales que quedaron.
En
la figura 31-1 aparece una ballena con elementos de tiburón. Las aletas
dorsales pasan de dos a tres, ya que la cola del tiburón se puso como otra
aleta. Las aletas laterales continúan siendo dos, pero con características de
aletas pectorales de la ballena, o sea, muy largas y fuertes, agregándosele un
par posterior de aletas, en correspondencia con la figura del tiburón.
La
cabeza es una prolongación con algo en la punta. A los lados se conservan dos
protuberancias que pudieran representan los folículos pilosos, atrás de los
cuales se colocaron los ojos. Justo entre ambos ojos, en la parte dorsal de la
cabeza, se practicó un orificio, del cual surge una elevación alargada. El
hueco representa los respiraderos, y la elevación se corresponde con la cresta
de los aventadores (fig.32).
La
cola se representa bien, de tamaño grande en posición horizontal dividida en
dos prolongaciones.
Por
su parte, el modelo 2 de la misma figura presenta una imagen más realista de la
ballena. El cuerpo alargado y ondulado remata en la típica cabeza de ballena
yubarta de forma triangular. Al igual que el caso 1, en esta representación se
representa los aventadores u orificios respiratorios en la parte posterior de
la cabeza (fig.32). La cresta de los aventadores también se representó
perfectamente, solo que lisa, sin los folículos capilares en forma de “sierra”.
Figura 32:
Según se vea, la forma de la cabeza
varia. Izq., corresponde a la imagen 31-1; der., corresponde a la imagen 31-2.
|
De la boca de la ballena parece que salen unas líneas
onduladas. Si bien esto puede tener coincidencia con otras figuras, también se
puede suponer que ejemplifican el desplazamiento del agua cuando la ballena se
mueve. Las aletas pectorales, en vez de dos, aparecen cuatro, elemento propio
de la mezcla de elementos con significado ideológico. La cola se representó en
la forma natural, bifurcada y en sentido horizontal (fig.32).
Discusión
La yubarta fue ampliamente representada en la región
Suroccidental y en Chiriquí, Panamá, donde los elementos culturales básicos son
los mismos.
Las múltiples representaciones de este mamífero indican una
importancia más allá de un símbolo clánico o local, de uso restringido. Sin
lugar a dudas la ballena yubarta era muy conocida por las sociedades de las
regiones antes dichas, y cabe la posibilidad de que fueran cazadas, al menos
las crías, aunque no se ha encontrado ningún vestigio de esta actividad.
En la región Occidental la yubarta tuvo un impacto menor y más
restringido, tanto en el espacio como en el tiempo. No sé de alguna
representación de ballena en cerámica u otro material en esta región, y el
hecho de que solo se conozca en tabletas de jadeíta indica un uso local de
ciertas comunidades costeras, restringido quizá a valores de poder o de
territorio.
Caso 4: Crustáceos
En
muchos objetos arqueológicos aparecen representaciones de cangrejos y
camarones, tanto de especies marinas como de agua dulce. En la región
Occidental, concretamente en las costas del golfo de Nicoya, la representación
modelada de crustáceos es algo muy frecuente, principalmente en el grupo de
vasijas monocromas rojas.
En
menor cantidad de objetos, pero en la región Oriental, aparecen representaciones
de camarones y cangrejos. Pero es en la región Suroccidental donde vamos a
encontrar a estos crustáceos representados con más frecuencia y en mayor
cantidad de materiales.
Camarones; género
Macrobrachium
Para
fines representativos el camarón de río se distingue por las tenazas (quelas)
en caso de machos, pues la hembra o no las tiene o son mucho más pequeñas, la sierra
en la cabeza (rostrum), la cola (pleon) y los pleòpodos.
En
Costa Rica se tiene conocimiento de 14 especies de camarón en ambas vertientes
del género Macrobrachium. Estos camarones habitan en ríos, lagos, lagunas y
pantanos de agua dulce y, estuarios y lagunas salobres costeras.
De
las especies del Pacífico, se pueden considerar tres que por su tamaño y
disponibilidad fueron de utilidad alimentaria en la antigüedad, estas son: M. panamense, M. americanum, M. tenellum.
(fig.33).
El
método antiguo de presarlos pudo ser el de capturas individuales con púa,
capturas masivas en lechos arenosos o planos con atarrayas o, con venenos vegetales.
Los tres modos de pesca aún se usan en Costa Rica para la explotación de este
recurso.
Figura 33:
Camarones de río del género
Macrobrachium: 1-M. tenellum, 2-M. americanum, 3-M. panamense.
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Una excelente representación
de Macrobrachium se ve en la figura
34. En este caso por las características de la imagen del disco (cuerpo,
cabeza, tenazas y rostrum) se puede decir que se trata de una hembra de M. americanum (ver fig.33-2).
El abdomen grueso formando
con la cabeza casi una misma línea, el rostrum muy marcado y las quelas
pequeñas de un grosor mayor al de otros camarones, son elementos suficientes en
la identificación del modelo natural.
Figura 34:
Disco metálico con la representación de un camarón de río M. americanum. Región
Suroccidental.
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El dimorfismo sexual de estos
camarones hace que el macho sea visiblemente más grande, corpulento y con
tenazas desarrolladas. En la figura 35-1 tenemos un camarón en estas
condiciones. El abdomen, las aletas natatorias y las tenazas sirven para
sugerir a la especie M. americanum
como su modelo natural. No debe perderse de vista que es un caso simplificado y
no se enfatizó más allá de los rasgos más importantes, que vendrían a ser los
segmentos abdominales, los pleópodos (aletas natatorias) y las tenazas. El
rostrum aparece solo con una púa en el medio de la cabeza.
Figura 35:
Diversas representaciones de decápodos
en metal. Región Suroccidental.
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El
caso 3 es aún más complicado, ya que ni siquiera se representaron las patas,
solo los pleópodos. Las tenazas fueron cambiadas por brazos humanos, lo que
parecen sostener un elemento zigzagueante que podrían ser las antenas. La
cabeza estilizada carece de rostrum, pero tiene púas que recuerdan a una
langosta espinosa. Las púas sobre el abdomen no las tiene ninguna especie
existente, de modo que tienen que ser alusivas a otra cosa. En todo caso, 2 y 3
recuerdan más a la langosta espinosa que a los camarones de río.
Figura 36: Lapida de uso vertical con emblemas
clánicos donde el camarón de río aparece flanqueando los bordes largos. Región
Oriental.
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Normalmente
se ha interpretado a las representaciones laterales como custodios míticos o
clánicos.
La
lápida en cuestión fue extraída de un gran yacimiento en la región Oriental. El
sector más importante de dicho emplazamiento formó en su tiempo una isla, pues
fue levantado en el medio de un pantano (Las Mercedes, Línea Vieja) (Hartman, 1991) (Hartam, 1901) . Puede que los animales
del pantano tuvieran un simbolismo especial en la sociedad que levantó esa
ciudadela, y entre estos el camarón de río debió ser importante a nivel
representativo.
Cangrejos: jaiba o cangrejo
nadador; Callinectes
arcuatus y, cangrejo cajeta; g. Calappa y Hepatus.
Figura 37: Callinectes
arcuatus; Jaiba, cangrejo nadador .
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La
jaiba es un cangrejo que habita en sistemas de estuario y pantano costero, pero
también es común en todo el litoral que tenga fondo lodoso o, arenoso mezclado
con lodo. En las áreas de manglar y bocas de ríos es muy común, ya que soporta
perfectamente hasta un 65% de agua dulce (W. Fischer, 1995) .
No
es un cangrejo de gran tamaño (12 a 15 cm), pero aun así puede ser pescado en
grandes cantidades durante todo el año. Durante la época seca es más abundante
en zonas salobres (estuarios y lagunas) y la pesca se realiza con atarrayas,
redes fijas y hasta con anzuelo.
El C. arcuatus fue usado de modelo desde Costa Rica a Perú en múltiples objetos, ya fuese modelado, pintado, tallado en roca o fundido en metal. La gran importancia que tuvo sin duda está ligada a su potencial alimenticio (inclusive pudo ser una especie usada en épocas de sequía como sustituto de otros alimentos), y quizá al hecho de estar asociado a las grandes masas de camarón del género Penaeus, que también debió de ser muy explotado.
El C. arcuatus fue usado de modelo desde Costa Rica a Perú en múltiples objetos, ya fuese modelado, pintado, tallado en roca o fundido en metal. La gran importancia que tuvo sin duda está ligada a su potencial alimenticio (inclusive pudo ser una especie usada en épocas de sequía como sustituto de otros alimentos), y quizá al hecho de estar asociado a las grandes masas de camarón del género Penaeus, que también debió de ser muy explotado.
Se
distingue fácilmente el modelo iconográfico por los dientes (picos laterales),
los que forman una hilera del medio hacia el centro partiendo de un diente a
cada lado mucho más grande que todos los demás.
Otra
característica reconocible son los dáctilos aplanados (última pata ensanchada
como remo, y usada como tal). En la figura 38 izquierda, inclusive se
representaron los tubérculos sujetadores de las pinazas.
Cangrejo cajeta; g. Calappa y Hepatus.
Los cangrejos cajeta (calapas) se distinguen fácilmente de
cualquier otro tipo de cangrejo por la cresta dentada en el borde dorsal de las
pinzas (fig.39-1), y la forma de “casco” del caparazón.
Los géneros Calappa
y Hepatus, se distinguen por la
extensión dentada posterior del caparazón (fig.39-2) (W. Fischer, 1995) .
Estos son cangrejos de litoral, aunque no son extraños en
estuarios. Prefieren los fondos arenosos donde se sepultan para cazar. Son de
regular tamaño, hasta 14 centímetros de largo y son comestibles, siendo en
algunas comunidades costeras una ayuda alimentaria importante (principalmente
en Colombia).
En la figura 40 se ve la parte inferior de un mortero de
piedra, labrado según el modelo natural de un cangrejo cajeta. Lo primero que
señala al género Calappa o Hepatus son las tenazas, las cuales
tienen la misma relación de tamaño entre las pinzas y el brazo que en los
cangrejos. La parte dorsal de dichas tenazas tienen bien indicada la cresta
dentada y, la sección posterior del caparazón muestra la extensión dentada
típica.
Lamentablemente, la imagen de este cangrejo carece de
detalles suficientes como para señalar una especie en concreto, pero tiene los
suficientes como para saber que el modelo natural es alguna especie de los
géneros Calappa o Hepatus.
Figura 40: Mortero esculpido en piedra, parte inferior. Se hizo siguiendo el modelo de un cangrejo cajeta, del género Calappa o Hepatus. Región Oriental. |
Tanto el cangrejo jaiba como el cajeta debieron tener una
función importante en la dieta de los pueblos costeros antiguos. Aun hoy día en
determinados lugares la pesca y recolección de estos es prioritaria como
producto alterno en la alimentación costera.
Más difícil de entender es la representación de un cangrejo
multicolor, con rostro humano “sonriente”. Esta representación aparece siempre
pintada en bols o platos propios de la región Occidental (fig. 41).
Lo que más interesante resulta de estos bols policromos, es
que la imagen del cangrejo corresponde al de una hembra. Esto se ve claramente
en el triángulo invertido que aparece bajo la cabeza de la imagen, y
normalmente adquiere forma de cabeza humana estilizada.
El cangrejo hembra tiene unas placas grandes (distintas
formas según género) que cubren el abdomen o vientre. Estas placas se abren y
exponen el contenedor de huevos. En la figura 41 la vista ventral del abdomen
se aprecia perfectamente, y es esta una característica distintiva de estas
pinturas de cangrejo.
Discusión
Las
representaciones de cangrejos, camarones y langostas son tan frecuentes como las
de otros animales, pero en muchos casos el grado de estilización y la combinación
con otros elementos hacen del emblema algo “indeterminable”, a lo cual se le
suelen asignar identificación subjetiva por parte del investigador, muchas
veces errada.
Las
imágenes de crustáceos revelen, por su variedad, una importancia social
especial. No solo aparecen representaciones de cangrejos y langostas en las
costas, también tierra adentro.
Las
cosas comunes, cotidianas, suelen incorporarse al sistema de creencias como
símbolos. Estos símbolos tienen que partir de algo muy conocido de modo que el
comportamiento natural y el ideológico tengan correspondencia básica, ya que el
ejemplo natural es la guía del que tendrá el modelo imaginario, haciendo que
todas las personas de esa sociedad comprendan la historia mítica (fig. 42).
En
principio suele pensarse que todos los emblemas, o casi todos, correspondientes
a crustáceos, se refieren a algo simple, como un símbolo clánico o algo por el
estilo, pero la enorme variedad de modelos naturales indica lo contrario.
Figura 42:
Escena mítica donde interviene un
cangrejo de río. Región Oriental.
|
En
la figura 42 se ve una mesa ceremonial, cuyo eje central es el de un jaguar
antropomorfo parado sobre un cangrejo. La imagen difícilmente puede
considerarse para identificar al cangrejo, pues está esquematizado. Sin embargo,
a nivel social se sabía exactamente cuál era el modelo natural, pues en la
narración mítica se suele explicar el origen de cada participante en la
historia.
Tan
importante como el papel desempeñado en los mitos, es el uso económico que los
cangrejos debieron tener. Considerando las múltiples relaciones icónicas (y la
variación de especies), se debe suponer una importancia alimenticia de primera
línea en los poblados costeros y de tierra adentro. Esto se refuerza por el
hecho de que las especies identificadas, todas son hoy día consideradas con
potencial para su reproducción y explotación.
Caso 5: Peces diversos
La
representación de peces parece no ser algo tan común como debiera, tomando en
cuenta la gran cantidad de pueblos que habitaron en las costas. Esto puede
deberse a la estilización y, a lo difícil que resulta identificar “algo” cuando
se carecen de las pautas modales necesarias.
Aun
así, tenemos bastantes representaciones interesantes de peces, y en muy pocos
casos, estos interactuando con el ser humano, como se puede ver en la figura
43.
Figura 43: Escena de pesca con red. Región
Occidental.
|
Esta pintura muestra como tema central una red y sus pesas,
sostenida en cada esquina por una persona. Dentro de la red y como eje central
de la pintura, está un pez atrapado.
El pez es imposible adjudicarlo a alguna familia o género.
La representación presenta la visión de un pez visto por debajo, con los ojos
saltones y dos aletas, una a cada lado.
Se puede sugerir que el pez puede ser una raya o un tiburón
martillo, pero no existen elementos suficientes para aseverar una u otra cosa,
por lo que lo mejor es no darle importancia al modelo natural del pez, pero si
a la representación de pesca, en la que se muestra el modo de poner las pesas a
las redes y que se manipulaban entre varias personas.
Pez cofre, pico de
vieja; Lactophrys trigonus.
El pez cofre es de la familia Ostraciidae. Son peces bastante peculiares, en forma de cajón.
Pueden algunos desarrollar tamaños de hasta 50-60 cm de largo y de jóvenes
presentan colores brillantes en patrones audaces. Nunca pasan desapercibidos,
ya sea por su forma angular, o por sus llamativos colores.
Figura 44:
Pez cofre o pico de vieja, Lactophrys
trigonus.
|
En las islas y regiones costeras de la península de Nicoya,
región Occidental, así como en los valles costeros de la región Suroccidental,
se encuentran ocarinas y pitos con la forma de peces. La mayoría de estas
representaciones son estilizadas y no se puede acceder a su modelo natural.
En la figura 45 aparece una ocarina en forma de pez cofre.
Debido a lo singular de este pez adjudicarle un modelo natural no resulta
difícil a nivel de familia.
La forma reducida y prolongada de la boca, el cuerpo muy
ancho y la base de la cola muy delgada, son elementos típicos de la familia Ostraciidae. El género Lactophrys se identifica por la “quilla”
superior atrás de la cabeza, que es realidad una modificación de la aleta
dorsal (fig. 44).
La especie seleccionada (L.
trigonus) es la que presenta más similitudes con la efigie de la ocarina.
Ningún otro pez cofre tiene más semejanzas con este modelo, pero el diseño
corporal pintado no coincide. Esto puede deberse a algo tan simple y común como
que tales líneas sean puramente decorativas, o, que tuvieran algún significado ideológico
local (fig. 45).
Figura 45:
Ocarina que representa un pez cofre o
pico de vieja. Las características formales coinciden con Lactophrys trigonus.
Región Suroccidental.
|
En esta representación podemos ver las aletas laterales y caudales
bien proporcionadas. La interpretación de la “cresta” en el objeto corresponde
con el arco superciliar seguido de la aleta dorsal escondida en la estructura
del pez, para finalizar en la segunda aleta dorsal. La cola se eliminó pues en
el péndulo caudal se puso la boquilla de la ocarina.
Raya, Dasyatis
longa
La raya D. longa
se caracteriza por su gran tamaño, unos dos metros de punta a punta de las
aletas laterales. Tiene sobre el espinazo una serie continua de púas que se
extienden desde la parte trasera de la cabeza hasta casi el fin de la cola (la
cual es muy larga). La espina venenosa sobresale bastante y se ubica en la
parte delantera de la cola.
Figura 46:
Raya; Dasyatis longa. Muy común en las costas del Pacífico.
|
La raya fue uno de esos animales de contacto común, casi
diario, pues por el río Tempisque subía bastante, al menos hasta Puerto Humo, y
en las costas y manglares se podía pescar a diario. La carne de este pez es
consumida hoy día en ciertas localidades mexicanas y colombianas, y se
considera una carne blanca baja en grasas.
En la antigüedad, aunque no hay datos de su consumo, debió
de ser un pescado habitual de la dieta, junto con bivalvos, gasterópodos y
otros peces de fácil pesca durante las jornadas diarias de recolección.
Figura 47:
Cuenco trípode en forma de pez raya. Región Occidental.
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El hecho de que la gran mayoría de representaciones de rayas
sea justamente en vasijas de uso cotidiano, hace pensar que no debió tener este
pez una función ideológica. Todo parece indicar que debido a la conveniente
forma del pez es que se usó en objetos comunes.
Discusión
Los yacimientos costeros con concheros demuestran la
relación de las antiguas sociedades con los diversos nichos marinos. Se explotó
con gran éxito los sistemas productivos de estuarios, la pesca y recolección en
arrecifes y mar adentro, siendo posible que mucho de lo recolectado y pescado
se procesara en diversos productos de uso cotidiano. Inclusive, no se puede
descartar que muchos sub-productos fueran también bienes de comercio con
poblados tierra adentro.
Por eso extraña que las representaciones de animales marinos
no sean más. Solo dos “centros” culturales produjeron una cantidad digamos,
normal, de objetos con emblemas marinos: los valles costeros de la zona sur de
la región Suroccidental y, las orillas e islas del golfo de Nicoya, en la
región Occidental.
Esas dos zonas debieron mantener poblaciones cuya cultura
fuera especialmente orientada al mar y sus diversos recursos. La población del
valle de Térraba-Sierpe, en la región Suroccidental, se sabe tuvo amplios
conocimientos de navegación, y embarcaciones suficientemente grandes y fuertes
para transportar en mar abierto gran cantidad de objetos, entre ellos de
piedra, a varios lugares, incluyendo la isla del Caño.
Por otro lado, tenemos cerámica importada desde Nicoya en
los valles de Térraba-Sierpe y, Palmar-Diquís y viceversa. Estos objetos
pudieron llegar por tierra, en un comercio de contacto tipo eslabón, pero el
tamaño de algunas vasijas y la fragilidad de la mayoría hacen de tal medio
terrestre algo poco viable.
Las poblaciones del golfo de Nicoya, por su parte,
mantuvieron un contacto común entre las islas del golfo y las costas de tierra
firme, encontrándose cerámica llevada por este medio bastante lejos hacia el
sur.
Solo resta esperar a que los
profesionales dediquen más investigación a estos asuntos. Los objetos que se
conservan demuestran la importancia que tuvo el mar no solo como fuente de
productor de alimentos, sino como generador de comercio, al menos en las dos
zonas antes mencionadas: golfo de Nicoya y valles de Palmar-Diquís/
Térraba-Sierpe.
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