INTRODUCCIÓN
El estudio de los iconos pertenecientes a culturas
desaparecidas puede ser problemático, ya que lo expresado en una pintura o
figura hace cientos de años, tenía su explicación en el cuerpo ideológico de la
o las sociedades que aceptaban que la figura “x” fuera algo con significado
concreto, aunque la figura en cuestión no fuera realista.
Algunos iconos son lo bastante realistas para que la
identificación del modelo natural sea muy fácil, pero en una gran cantidad de
figuras el modelo natural se mezclaba con otros modelos (naturales o
abstractos), lo cual daba un significado específico a esa figura, independiente
del modelo de base o natural original, complicando la identificación del modelo
base.
El icono no era, ni puede serlo, una fotografía de algo. Eso
es lo que vemos nosotros ahora, pero toda figura relevante tiene un significado
que por sí solo o unido a otro elemento, cambia de valor simbólico. Es por
tanto un emblema que evoluciona según sea la época y el comportamiento cultural.
Es justamente esta riqueza simbólica la que nos causa
problemas en lograr acertar con el modelo original del icono, pues la gran
mayoría expresa ideas distintas, y dentro del lenguaje simbólico cada variación
del original tiene o hace referencia a otra cosa. Un ejemplo inventado sería el
de la figura de la paz, la cual es una paloma blanca. Pero esta misma paloma,
con las alas abiertas y la cabeza con cresta hacia la derecha, podría
significar peligro o estado de alerta. Y si le agregáramos a la figura, unas
patas terminadas en garras de águila, podría significar triunfo o victoria.
Todo es cosa de que cada versión de la misma figura de la paloma, tenga un
significado nuevo, colectivamente aceptado. Pero la paloma blanca tiene, en
sentido paralelo, otra secuencia de significados que alteran la forma; este
símbolo pertenece originalmente a una visión religiosa, pues es la imagen del
Espíritu Santo según los evangelios cristianos, y conlleva una serie de
asociaciones y elementos integrados que así la identifican, separándola de
cualquier otro significado. Hasta aquí, con el ejemplo de la paloma, hemos
visto unas variaciones de significado que comprometen la forma, pero con el
pasar del tiempo el mismo icono de la paloma puede derivar en formas mezcladas
cada vez más complejas, esto, a medida que el significado de la figura varia
circunstancial o temporalmente, hasta llegar a una figura con solo algunos
rasgos del icono original, que serán la clave para identificar el modelo
natural.
Figura 1: Identificación del modelo
natural |
Obtenidos los rasgos del modelo original es posible
distinguir aquellos elementos naturales de los que no lo son. En la figura 1 he
puesto un ejemplo en el cual vemos un emblema que involucra partes humanas e
ideológicas a la figura de un ave. El primer paso es aislar las partes que
corresponden solo a la figura del ave. En el ejemplo se puede fácilmente
apreciar una cresta sobre una cabeza con un pico largo. La cresta tiene las
plumas delanteras pequeñas, haciéndose más grandes hacia la parte posterior de
la cabeza, siendo la ultima la más larga, doblada hacia atrás. La cabeza en si
no es natural de un ave, pues tiene un perfil antropomorfo abajo del pico del
ave. El cuerpo del ave es de forma ovoide y presenta una especie de escudo en
su parte superior junto con un elemento en forma de “M”. Estos dos rasgos
pertenecen al emblema y nada tienen que ver con la figura de ave. El ala y las
plumas están colocadas en forma correcta, más o menos al centro del cuerpo. La
cola se representa por tres plumas cortas las cuales cubren la parte superior
del muslo de una pata, la cual aparece doblada en “<”, con los dedos (cuatro)
largos muy visibles, típicos de aves laguneras.
La “M”, el círculo o escudo y los brazos con manos
antropomorfas, junto con la silueta humana de la cabeza, quedan fuera del
análisis faunístico, pues lo que se trata es de individualizar primero al ave,
y luego identificarla.
Los elementos identificatorios señalan directamente a una
sola especie local de la región en que se hizo el icono: la garza azul (Ardea
herodias) (fig.2).
Figura 2:
Garza azul (Ardea herodias).
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La Ardea es una
garza grande, de 1,30 metros. Es de costumbres solitarias y habita donde haya
espejos de agua, pantanos, lagunas, esteros (estuarios), ríos de curso lento,
etc. Muy característico de esta ave es la cresta o coronilla, la cual termina
en unas plumas largas lanceoladas.
Dentro del chamanismo, el agua es -entre otras cosas- una
entrada a otros mundos o dimensiones que de acuerdo al grupo social que fuera,
habitaban unos u otros seres sobrenaturales, a los cuales los chamanes en
trance visitaban, según fuese la necesidad o consulta espiritual.
Aunque un chamán de cierto nivel se podía convertir en
cualquier animal, las aves por su cualidad de ser terrestres y poder volar, constituyen
un grupo de especial interés simbólico, como se verá luego.
Para el caso del presente ejemplo, el valor icónico de las
aves laguneras era de suma importancia, pues son los seres por excelencia que
cubren los tres estados espirituales principales: la tierra, el submundo (que
su entrada es en aguas mansas de cualquier tipo) y el cielo.
En la iconografía antigua también encontramos procesos de
estilización y abstracción muy complejos, donde solo mediante un examen
minucioso de muchas figuras, es posible descifrar, ya no un solo modelo
natural, sino varios en uno, a los que hay que sumar los elementos exógenos
(los que nada tienen que ver con el o los modelos naturales) (fig.3).
Figura 3:
Iconos estilizados y abstractos.
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El tipo de representación sintetizada (estilizada-abstracta)
normalmente se deja de lado en los esfuerzos por identificar sus modelos naturales,
principalmente por la falta de espacios de interés y laboratorios de
investigación en este campo, ya que la disposición general ronda en torno a la
clasificación de tipos y modos cerámicos y su contexto espacio-temporal.
En este escrito obviamente habrá que limitarse a las
representaciones icónicas más relevantes y, de carácter más naturalista, de
modo que permita un margen de acierto aceptable.
Ilustración 1: Regiones de Costa
Rica según puntos cardinales.
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Avifauna de Costa Rica
Para la identificación y datos de aves, se usó la monumental
obra de F. Gary Stiles y Alexander F. Skutch.
Costa
Rica alberga unas 850 especies de aves (sin contar las sub-especies) que ocupan
los diversos nichos ecológicos formados por una topografía geológicamente
nueva, en la cual el área montañosa predomina cubriendo más de la mitad del
país. Las tierras bajas son calientes y húmedas, las del Oeste muy secas y el
resto de húmedas a muy húmedas, con formaciones de pantanos y lagos pequeños
estacionales o permanentes y precipitación anual de hasta 5,000 milímetros en
algunas partes.
El
clima varía enormemente en poco espacio, desde tierras con lluvia todo el año
(vertiente atlántica o caribe) hasta regiones muy secas, donde las lluvias solo
caen durante seis meses. Pero en cada región las montañas crean valles y nichos
con clima especifico, diferente al de la región en que se encuentran. Este
complejo climático es enriquecido por las corrientes marinas de los océanos
Pacífico y Atlántico.
Debido
a estas condiciones tan especiales, existe una gran cantidad de hábitats
diferentes, que albergan algunos de ellos, especies endémicas, así como la base
más al sur de migración de muchas especies de aves del norte de América.
En
Costa Rica se han registrado unas 200 especies de aves migratorias tanto del
sur como del norte del continente, que ocupan estacionalmente hábitats de
llanura y de montaña en, por supuesto, diferentes nichos ecológicos.
Esta
gran cantidad de diferentes aves aportaron a las diversas sociedades antiguas
alimento, plumas y huesos, los dos últimos para industria de uso local y de
bienes manufacturados para comerciar. Pero también las características
morfológicas y costumbres de muchas aves se incorporaron a la base ideológica
como símbolos cosmogónicos, cosa que ha ocurrido en casi todas las religiones
antiguas y actuales, en donde aparece siempre algún ave en diversas
hierofanías.
Importancia de la
figura del ave en el chamanismo
El chamanismo es un fenómeno propio de sistemas religiosos
animistas, donde puede haber dioses o no, y si lo hay, no es fundamental para
la vida en la tierra. Esto queda para los espíritus superiores, inferiores,
buenos y perversos, que son los que interactúan con las formas vivas (un
concepto parecido lo encontramos en el shintoismo japonés).
Para controlar, conversar o mediar con el mundo espiritual
existe la figura del chamán, que cumple las funciones de un sacerdote. Existen
varias clases o categorías de sacerdotes chamánicos, por ejemplo, en el Sureste
de Costa Rica el sacerdote máximo era el Usekölpa o Usekar, que era sumamente
poderoso y sobre su palabra no había reclamo. A este le seguían varios, hasta
concluir en uno bastante básico, que aún hoy subsiste con el nombre de Awá o
Sukia.
En términos generales, los chamanes según su categoría o
funciones, se convertían en lo que quisieran, desde un insecto (fig.4) hasta un
jaguar, aparte de poder hablar con los espíritus del aire, los bosques, el
agua, etc. De esta forma el chamán logra
siempre establecer un equilibrio con la naturaleza, de la cual el hombre es una
parte más. Para explicar los viajes espirituales, las visiones, la forma del
otro u otros mundos, el sacerdote usa el símbolo.
Figura 4:
Representación de un chamán convertido en insecto, según Balser, 1974.
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Los símbolos claramente nacen de figuras naturalistas que, a
mayor complejidad explicativa, van adquiriendo elementos que para nosotros no
tienen ninguna relación con el modelo natural. Este sincretismo es, si se
quiere, la manera en que, en una sola obra, el público pudiera “leer” una idea,
la cual, por supuesto ellos ya sabían antes de ver la figura, pues el concepto
y la historia que involucra la figura son parte del sistema de creencias de ese
pueblo.
Figura 5:
Escultura de un chamán transformado o de una potencia espiritual. Este tipo de
escultura impresionó tanto a los conquistadores españoles, que las llamaron
“visiones de satanás”.
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En la figura 5 vemos un ejemplo de lo anterior. Se trata de
una figura base humana, la que tiene dientes de jaguar y pico de águila. Su
cuerpo tiene cuatro serpientes terciopelo o yarará (Bothrops asper). Nosotros podemos literalmente inventar de qué se
trata esta escultura, pero tuvo un significado concreto conocido por todos en
la sociedad que la creó y que nosotros ignoramos. Pero sirve el ejemplo para ver la otra faceta
de la representación de las aves: el temor y el poder. La escultura inspira
respeto y para algunos puede ser grotesca, pues todas las partes corresponden a
elementos de respeto y temor: serpientes, jaguares, águilas. La narina o
apertura nasal está representada sobre la base del pico y la forma misma de
este señala directamente al águila arpía (Harpia
harpyia). Esta águila se usó en todas las culturas de Costa Rica para
simbolizar el poder absoluto de un chamán sobre el aire, pudiendo intervenir
así en la guerra (junto con el jaguar) o para matar a sus enemigos en cualquier
parte que estuvieran.
Muchos relatos y mitos que lograron sobrevivir hasta el día
de hoy hacen alusión a esta ave, siempre como algo que debe temerse o que, hacía
cosas terribles a poblaciones, donde algún héroe mítico lograba destruirla.
Ya sea con elementos naturalistas aislados o en figuras
sincréticas, las aves se usaron para ejemplificar acciones en los mitos cosmogónicos
o como parte visual de emblemas complejos relacionados con el poder, fuera este
religioso o administrativo.
También las aves son el símbolo de lo que traspasa los límites
posibles. Aire, tierra y agua, por un lado, y vehículo para el viaje nocturno y
diurno, dominando todos los espacios que limitan al hombre. Así, la figura del
ave se convierte en la figura del chamán, pues no existe mejor símbolo en el
mundo natural que ejemplifique el poder y la perfección a nivel visual.
I
Las aves de la noche
1-Orden
Strigiformes: Lechuzas y búhos.
Estas aves son excelentes
depredadores nocturnos, con ojos grandes frontales colocados sobre el disco
facial de plumas. El disco en cuestión funciona como un reflector parabólico.
La cacería también se facilita en estas aves por los extremos filamentosos y
suaves en el plumaje, que hacen su vuelo muy silencioso. Las lechuzas tienen
picos y garras fuertes y ganchudas, con dos dedos hacia adelante y dos hacia
atrás, aunque uno posterior es completamente reversible.
1.1-Familias
de Strigiformes en Costa Rica.
Dos son las familias de
búhos y lechuzas en Costa Rica: Tytonidae y Strigidae. La Tytonidae está
representada por una sola especie, y la Strigidae por 16.
1.2-Especies
de Strigiformes.
La Tyto alba es la única
especie que pertenece a la familia Tytonidae. Esta es una lechuza
característica, pues tiene el disco facial en forma de corazón, las patas más
largas que las demás lechuzas, además de ser totalmente emplumadas, a excepción
de los dedos.
Los Strigidae, con sus 16
especies son los representantes más comunes.
Sus especies son: Otus choliba, Otus cooperi,
Otus guatemalae, Otus clarkii, Lophostryx cristata, Bubo virginianus, Pulsatrix
perspicillata, Glaucidium minutissimum, Glaucidium jardinii, Glaucidium brasilianum,
Speotyto cunicularia, Ciccaba virgata, Ciccaba nigrolineata, Asio Clamator,
Asio flammeus, Aegolius ridgwayi.
Los búhos y lechuzas de la
familia Strigidae miden entre 14 y 76 cm y presentan patrones intrincados de
varios colores de bajo tono, que los hacen menos visibles en el medio natural
durante el día. Muchos tienen “cachos” y “orejas”, o sea, penachos angostos a
cada lado de la coronilla, que levantan principalmente durante el día. Este
rasgo les sirve para camuflarse y es además una señal de que se asustó por
algo. Las lechuzas más típicas son de cuerpo fornido, cabeza grande y disco
facial redondeado. Las patas son entre cortas y medianas, alas largas y
redondeadas con la cola de corta a mediana y no ahorquillada.
Los cantos de las lechuzas y
los búhos suenan misteriosos en las noches e incluyen ululatos, silbidos,
gritos agudos, lamentos, trémolos y siseos. Cuando se sienten amenazadas,
castañean el pico fuertemente.
1.3-Representaciones
de lechuzas y búhos.
Las
figuras de lechuzas son más comunes de lo que se piensa, pero normalmente pasan
por otra ave: el águila arpía. Esta confusión se da por varios motivos, entre
los más destacados es que ambas aves pueden representarse con dos prominentes
penachos y, el tamaño del pico no siempre tiene que ver con que sea una lechuza
o un águila, pues en la región Oriental, por ejemplo, durante el lapso temporal
100-800 d.C. es común que a aves distintas se les agregara un pico inmenso, en
ocasiones doblado en forma de espiral.
Hay
que tener presente que lo usual en las representaciones antiguas, aunque sean
figuras híbridas o estilizadas, siempre se les hacia algún rasgo del motivo
original, de manera que, al menos genéricamente, se sepa cuál es.
En
la figura 6 se muestran dos casos de representaciones de Strigidae. En el caso de la derecha se le hizo un rostro
redondeado.
Figura 6: Figuras
que representan búhos o lechuzas.
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Las especies que presentan penachos son: Bubo virginianus, Asio clamator, Lophostrix
cristata, Otus cooperi, Otus guatemalae, Otus choliba. De todas estas, solo
dos pueden ser el modelo natural de la figura 6: Bubo virginianus y Lophostrix cristata, a juzgar por lo extenso de
los penachos.
Figura 7:
L. cristata y B. virginianus.
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En la figura 7 se observan estas dos especies, siendo L. cristata la que coincide
perfectamente con las representaciones antes vistas. Es en L. cristata donde vemos los grandes penachos muy extendidos hacia
afuera cayendo en sus extremos hacia abajo. En el caso de B. virginianus los penachos se proyectan hacia afuera en forma
oblicua, no siendo tan largos como los de L.
cristata.
Figura 8:
Tyto alba y L. cristata.
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En la figura 8 el caso de la izquierda no deja lugar a
dudas. La forma de corazón de la cabeza solo corresponde con la de la lechuza
de campanario o ratonera, Tyto alba (fig.9),
mientras que el caso a la derecha es otro ejemplar de L. cristata.
Figura 9:
Tyto alba, lechuza de campanario y su singular forma de cabeza.
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En la figura 10 izquierda, aparece representada una lechuza
cuyas características principales son los penachos notorios y una “X” en el
rostro. Varias especies pueden tener una especie de “X” en la misma posición
que la mostrada, pero los penachos son relativamente cortos. El oropopo (Pulsatrix perspicillata) es una lechuza
en la cual la marca en forma de “X” es muy visible, pero carece de penachos,
por lo que el candidato mejor ubicado es Asio
clamator (fig.11).
Figura 10:
Asio Clamator y Otus s.p
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Asio clamator
tiene ambos elementos identificatorios muy visibles, tanto los penachos como la
“X” formada por un suave plumón, que en realidad es un anteojo que da la impresión
de la forma mencionada, y que ambos juntos son característicos de esta ave
(fig.11).
Figura 11: Asio Clamator es una lechuza fácil de
distinguir. Obsérvese la “X” de plumón en el rostro y los penachos.
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A la derecha, en la figura 10, se ve una excelente
representación naturalista. Las características idenficatorias son los penachos
pequeños y un anteojo bien marcado. Sin embargo, estas características las
poseen todas las lechuzas del género Otus,
que es lo más que se puede decir de este ejemplar.
Las lechuzas Otus (fig.13) no son muy grandes, llagan a lo suma a
los 28 cm. Para el tamaño del cuerpo los ojos se aprecian como muy grandes,
sobre los que se proyectan a cada lado un pequeño penacho. En la figura 12,
izquierda, vemos una escultura cuyo modelo es Otus s.p. A la derecha en la misma figura se ve una ocarina que
perfectamente puede ser una lechuza, pero el pico no pertenece a ningún tipo de
Strigiforme. Sin embargo, la forma de
la cabeza y los ojos grandes enmarcados por un anteojo y frontales, hacen que
la imagen coincida con algún ave de estas que carecen de penachos.
Muchas ocarinas en forma de ave producen un sonido muy
parecido al de estos búhos y lechuzas, habiendo quienes indiquen que la forma
de la ocarina está en relación directa con el canto del ave. Esta aseveración
no es descabellada, pues la reproducción del canto de aves es común en muchas
sociedades tradicionales del continente americano. Snarskis (1982; 100) señala que las ocarinas
siempre están asociadas con otros objetos indicadores de alto rango social.
Este dato y el de la imitación del sonido de las aves, hace pensar que quienes
usaban estos objetos eran chamanes de cierto prestigio.
Figura 13: Sorococas o Stucurús. Lechuzas del género Otus. |
En la figura 14 se ve un rostro de lechuza que en primera
instancia parece corresponder con Otus,
principalmente por la representación mediante líneas de lo que parece ser
penachos pequeños sobre la ceja de los ojos. Sin embargo, la ceja no se
representa aislada, sino como un continuo de lado a lado del rostro. Ningún
espécimen del genero Otus presenta este rasgo que es, justamente, el que tiene
que indicar a que modelo natural se refiere la representación.
Figura 14:
Representación de Ciccaba nigrolineata.
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En la representación antigua los supuestos penachos son
sumamente cortos y están directamente sobre la ceja continua. El único rapaz
que presenta este rasgo es Ciccaba
nigrolineata (fig.15).
En C. nigrolineata
se forma una ceja continua la cual sobre los ojos forma una especie de
levantamiento de plumón, mismo que parece sin serlo penachos.
Dos elementos más confirman el modelo natural de la figura
14: el color claro de la ceja y, el color negro de las plumas que rodean los ojos.
Figura 15: C. nigrolineata es considerada por algunos como una
subespecie de C. huhula.
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En la representación se aprecia claramente la forma de la
cara de la lechuza, solo que el modelo natural es color negro u obscuro, y en
la imagen solo se aplicó este color entre las cejas, pero la forma, aun siendo
de un color claro, está delimitada según la forma natural por líneas negras
finas.
En la figura 16, se puede ver el rostro de C. nigrolineata y
el de la representación, pudiendo observarse fácilmente que la forma en ambos
casos es la misma.
Figura 16: Comparación de la forma del
rostro de C. Nigrolineata con la representación.
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2-Orden Caprimulgiformes: Chotacabras y afines.
Todos los miembros de
este orden son aves nocturnas, parecidas a las lechuzas, pero carecen el disco
facial, en las patas y picos más cortos, pero con bocas enormes.
2.1-Familias de Caprimulgiformes en Costa Rica.
En Costa Rica hay 3 familias
de Caprimulgiformes, la Steatornithidae, con una sola especie poco vista; la
Nyctibiidae compuesta por 2 especies y la Caprimulgidae, con 10 especies.
2.2-Especies de Caprimulgiformes.
De la familia
Steatornithidae la única especie registrada es el guácharo (Steatornis
caripensis), la cual para nuestro interés se distinguiría por el pico. La
familia Nyctibiidae tiene dos especies, Nyctibius grandis, conocido como leona
o bruja y, Nyctibius griseus, conocido como pájaro palo. La familia más común
es la Caprimulgidae, compuesta por los intrigantes chotacabras, añaperos, guía
de león y cuyeos. Sus especies son: Lurocalis semitorquatus; Chordeiles minor;
C. acutipennis; Nyctidromus albicollis; N. ocellatus; Caprimulgus carolinensis;
C. rufus; C. vociferus; C. saturatus; C. cayannensis.
2.3-Características generales de los Caprimulgiformes.
Todas estas aves
nocturnas tienen cantos extraños y lúgubres, con enormes bocas y picos
ganchudos pequeños, a excepción de los guácharos. Presentan un patrón de color
que les da un excelente camuflaje, el cual mejoran mediante posturas y
modificación del plumaje, adquiriendo formas “no naturales”. Miden entre 18 y
30 cm, según la especie.
2.4-Representaciones
de Caprimulgiformes.
Estas aves puede que sean representadas en muchas imágenes,
pero es muy difícil determinarlas con los escasos elementos que normalmente se
tienen al alcance. Luis D. Gómez Pignataro fue el primero en identificar estas
aves en ocarinas de la región Occidental, pero no se ha hecho ningún otro
esfuerzo en ese sentido.
Personalmente he visto muchas representaciones que
eventualmente podrían corresponden con estas aves, pero no fue posible analizarlas
para poder hacer una identificación probable. Por tanto, nos limitaremos a dos
ejemplos guiados por la identificación de Pignataro (Snarskis 1980).
Figura 17: Ocarina modelada en forma de chotacabra.
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En la figura 17 aparece una representación aviforme, cuyos
elementos identificatorios serían el de un pico muy pequeño, cabeza grande,
ojos grandes, y unas líneas que van del pico a la parte posterior de la cabeza,
enmarcando los ojos. Mirando con más cuidado, se aprecia una línea punteada
larga abajo del pico, lo cual corresponde con la forma enorme de la boca de
estos pájaros nocturnos.
Figura 18: Chordeiles acutipennis. |
Como se aprecia en la figura 18-izquierda, los rasgos naturales
de la cabeza coinciden perfectamente con la representación. Sin embargo, los rasgos identificatorios
señalados, son muy parecidos en todos los chotacabras, lo cual impide señalar
exactamente cuál es el modelo natural.
Figura 19:
Ocarina que representa un chotacabras con el plumaje esponjado.
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La figura 19 es el caso de representación de chotacabras más
común. La forma general de la cabeza y las cejas muy marcadas, junto con el
cuerpo (si consideramos el plumaje esponjado), son elementos para señalar que
el modelo natural es alguna especie de Caprimulgidae, aunque el tamaño del pico
no resulte, en términos anatómicos, adecuado.
Figura 20:
Chotacabras con el plumaje esponjado.
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Por el contrario, en la figura 21 se ve una vasija con
la forma de un ave de estas. El pico y demás rasgos identificatorios no dejan
duda al tipo de ave, lo que no es posible es identificar la especie.
Figura 21:
Vasija con forma de chotacabras.
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Significado cultural de las lechuzas y los chotacabras en las
narraciones actuales de los Bribri y Cavecares, en la región Suroriental de
Costa Rica.
El significado actual y de una región particular, nos dice
directamente que no es el mismo y, quizá, no es ni parecido al que un icono
faunístico tuvo hace 500 o 1000 años atrás y en otras regiones. Pero no tenemos
alternativa, es la única aproximación explicativa que hoy podemos tener,
tomando en cuenta que, para validar la figura simbólica, el razonamiento mítico
que hoy explica a esa figura, parte de bases ideológicas ancestrales y que,
algo similar -o aproximado- pudo tener en otras sociedades de otros lugares y
en otros tiempos.
Sobre la imagen de las aves que tratamos existen abundantes
referencias en los textos que recopilan la tradición oral de la sociedad
tradicional Bribri y Cavecares. Por lo general son seres dotados del poder de
la predicción de ciertos eventos tales como la muerte, lluvia, tormentas y
cosas por el estilo, pero también son espíritus de poderosos seres que fueron,
ya sea derrotados o, limitados en sus poderes. Un caso es el de Wichkenu Wobla
(Tule Vieja), una mujer que quería ser como el Dios Trueno. Este Dios engañó a
la mujer y terminó cocinándola en una olla, pero su espíritu salió por los ojos
de Wichkenu Wobla en forma de un búho negro con ojos rojos (Ciccaba nigrolineata). Por tanto, los
sonidos que hace este búho son señales de muerte próxima (si el ave está cerca)
y de lluvia (si está lejos). La lluvia por sí sola, no se puede interpretar
como una amenaza, sino como algo bueno. Es la lluvia, en este contexto, la
renovación del mundo natural. Pareciera que esta dualidad muerte-renovación es
la idea central del símbolo (Bozzoli V. Eugenia; Cubero V, C. Maria; et all, 1996-1997, págs. 60,61) .
Una función similar, cumple el chotacabras cuyeo (N. albicollis), el cual, si se para en
un árbol seco y extiende sus alas, indica que habrá sequía (ídem: 52,53). En
este caso hay que entender que la sequía en pueblos agrícolas es un grave
peligro.
La posición espiritual del búho se explica como un ser que
ayudó a Sibö en la creación, pero se consideraba peligroso para los futuros
humanos. Sibö no lo quitó de este mundo por los muchos servicios que había
prestado, por lo que convertido en ave continuó su misión de mensajero, ya que
había sido un cantor de los seleccionados para anunciarle la muerte a Sórkula
(un demonio mayor), siguió avisando o, lo que es lo mismo, trayendo el anuncio
de la muerte, lo cual hace en noches muy oscuras y junto a la casa en que habrá
una defunción.
Otros búhos también cumplen la misma ocupación por causas
parecidas, el búho tsa wi ku ku ejecuta también la función de aviso de muerte.
Estas aves se respetan sensiblemente “Porque
no se les puede asustar, ni espantar, ni tirarles piedras, mucho menos
matarlas, porque puede causar la muerte de algún pariente” (ídem; 48).
Resulta evidente que los búhos, lechuzas y chotacabras eran “sombras” o sea,
espíritus, dejados en el mundo como mensajeros muy potentes de la muerte y el
clima. Pero su condición, clase de canto y características pareciera que
tuvieron ancestralmente variaciones ideológicas que hoy están perdidas. Esto se
deduce cuando se señalan búhos diferentes muy bien caracterizados y chotacabras
shipö (N. albicollis), pero ahora
cumpliendo todos más o menos las mismas funciones.
En los vestigios arqueológicos de la región Suroccidental se
encuentran unas curiosas estatuas de búhos o lechuzas, las que llevan colgando
del pico una cabeza humana (fig.12, izquierda).
Figura 22: Lechuza del género Otus llevando una calavera o
cabeza humana.
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La misma imagen también es
frecuente en la región Norte, pero en cerámica. En la figura 21 se aprecia un
asa con este motivo. Se aprecia claramente una cabeza de lechuza stucurú (g. Otus) la que conecta el pico con un
cráneo humano, también sostenido por brazos humanos.
Estas aves no fueron determinadas
como de “mal agüero” debido a su función ideológica, más bien eran “sombras”
que notificaban lo que iba a suceder, más allá de la voluntad del mismo
espíritu. En este sentido el sacerdote podía influir en el porvenir, podía
prevenir ciertas muertas y desgracias causadas por el clima. Muy posiblemente,
en algunas culturas el búho fue un importante icono ideológico relacionado con
determinados chamanes con facultad de actuar en la noche, aparte de la función
de comunicador celeste.
II
Las aves caminantes del bosque
1-Orden Galliformes: Aves afines a las gallinas.
1.1-Familias
de Galliformes en Costa Rica.
Todas
las aves de este orden pertenecen a dos familias, la Cracidae y la Phasianidae.
Los miembros de la familia Cracidae son conocidos en general como pavones,
pavas y chachalaca, y la de los Phasianidae son las perdices, faisanes,
codornices y demás relacionadas.
La familia Cracidae y especies afines son aves
grandes que habitan en los bosques, a excepción de las chachalacas, que evitan
que evitan la vegetación densa. La tráquea larga y curva les permite hacer
sonidos muy fuertes, lo cual combinan algunos con un tamborileo que hacen con
las alas, cosa que logran aun en vuelo, mientras planean.
En este escrito, vamos a incluir a
un miembro de la familia Phasianidae,
el chompipe o pavo. Esta ave no es natural de Costa Rica, pero fue
aparentemente traída alrededor del año 1350 d.C. del Oeste de Nicaragua, donde
grupos de origen mexicano se asentaron. Sin embargo, nunca se desarrolló en
estado salvaje, ni siquiera en Nicaragua, donde sabemos de su existencia por
las crónicas europeas del siglo XVI. Para Costa Rica no se tiene ni una sola
referencia de su existencia directa, ni en las crónicas europeas ni en los
listados de análisis de restos faunísticos arqueológicos. Empero, como motivo
central de algunas vasijas de la región Occidental, es un emblema común. No hay
duda de que estas aves fueron criadas en algunas partes de la región
Noroccidental, en poblados que fueran colonias náhuatles o que mantenían un
estrecho contacto con pueblos norteños.
1.2-Especies
Cracidae en Costa Rica.
Las especies de esta
familia en Costa Rica son 4: Ortalis vetula, Penelope purpurascens, Chamaepetes
unicolor, Crax rubra. De la familia Phasianidae incluimos Maleagris gallopavo o
chompipe.
1.3-Representaciones
de Cracidae.
Estas aves aparecen simbolizadas en cerámica y piedra de
forma común, aunque también se pueden encontrar en objetos de oro y/o guanín
(mezcla de oro y cobre). Sus características físicas muy poco espacio al error:
pico con una protuberancia en la base, cresta tupida sobre la cabeza, cuello
alto representado en forma de “S” muy típico. Otros detalles dependen del
énfasis que el artesano (o el mandato ideológico) exigían en la obra. Así, por
ejemplo, si la figura es modelada y pintada, algunos rasgos típicos pueden
magnificarse, tal el caso del rayado horizontal de la cola de la hembra de Crax
rubra, o pavón (fig. 22).
Figura 23:
Hembras de Crax rubra, pavón. Nótese a la izquierda y centro la forma del
cuello en “S”, mientras que a la derecha véase el rayado horizontal de la cola.
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En la figura 24 se ve una magnifica imagen de la hembra de
pavón. Cabeza frontalmente pequeña con una cresta en estado de reposo (no
levantada), pico grande y ganchudo, cuerpo grande y fornido, cuello doblado en
“S” y, una larga cola con rayado horizontal, lo cual la separa a esta
representación de cualquier otro miembro de la familia Cracidae.
Figura 25:
Representación de Crax rubra. A la derecha arriba, la hembra y a la izquierda
el macho; abajo Meleagris gallopavo, que en ocasiones se puede confundir con C. rubra.
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En la figura 25 tenemos un caso interesante. Los
elementos identificatorios típicos de C. rubra están presentes : forma de la cabeza, ojos
grandes, pequeña protuberancia en la parte posterior del pico, pero sin papada. Sin embargo, es la cresta y la papada lo que incomoda la
identificación. En su lugar aparecen unas líneas que podrían
estar suplantando la cresta (fig. 25 derecha).
En Costa Rica no existe ninguna otra ave con estas
características, por lo que debemos aceptar que, en el caso de la cresta, se debería suponer que esta
se simplificó. Otra ave de esta familia parecida al modelo, es la Penelopina nigra, cuya máxima
distribución al Sur de América, es el Norte de Nicaragua (fig. 26). Sin embargo, como se verá más adelante, la figura corresponde exactamente con M. gallopavo o chompipe.
Figura 26:
Paujil, Penelopina nigra.
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El paujil tiene la protuberancia,
la papada, los ojos redondos y carece de la cresta típica del pavón, aunque en estado de alerta levanta las plumas de la cabeza. Sin
embargo, la forma del pico es más larga y recta que la de la representación.
Perfectamente se podría identificar el modelo de la figura 25 abajo con P. nigra, pero definitivamente el conjunto de caraterísticas no corresponde con el paujil (ver figura 32, derecha).
Figura 27: Pavón, Crax rubra macho. Sus características hacen
de esta ave inconfundible.
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El macho de Crax rubra
se distingue con facilidad en cualquier objeto en que se represente. La cresta,
la protuberancia en la base del pico, la forma de la cabeza y el pico ganchudo
y grande (fig.27).
El pavón es un ave importante en la imaginería antigua, y lo
encontramos representado en todo material imperecedero, por supuesto variando
su importancia icónica según el tiempo y el espacio. En la región Occidental
fue un modelo muy usado en tallas de piedras bruñidas (jades) y cerámicas entre
los años 300 a.C y 800 d.C. (fig.28), igual que en la región Norte y Oriental.
El motivo pierde fuerza, en términos generales, luego del año 1350 d.C. en
estas regiones, pero nunca desapareció. En la región Suroccidental el motivo de
pavón aparece aproximadamente en el año 800 d.C. y continuó hasta 1500 d.C.,
pero en una frecuencia menor que en el resto del país.
Figura 28:
Representaciones en jade y cerámica de Crax rubra.
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El pavón, como elemento ideológico, alcanzó los niveles
representativos de las águilas arpía y de los zopilotes rey, lo cual es muy
curioso. En el caso del águila arpía el valor como icono del poder es nítido, y
el zopilote rey tuvo su valor icónico con la función del conductor de almas,
como luego se verá. Pero el pavón está lejos de ser un símbolo de poder, en el
sentido de ejemplo natural, y sin embargo algún aspecto de su comportamiento lo
elevó a ese estatus.
Figura 29:
Formas de representar al pavón. Se enfatiza en la cresta y la protuberancia de
la base del pico.
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El pavón aparece como motivo central en objetos que en
ningún momento pueden considerarse como de uso rutinario o doméstico. En la
figura 29 se ven dos vasijas que, aunque no parecen gran cosa, no son cerámicas
utilitarias-domésticas. Esta clase de alfarería suele aparecer en contextos
funerarios asociadas a otros objetos que, en general, nos indican determinado
estatus social. Pero es en el grupo de dijes de jade en que vemos estas aves en
un lugar de privilegio. En la figura 30 tenemos un excelente ejemplo. Se trata
de un dije con una magnifica talla que representa a un chamán con sus espíritus
protectores, señalándose claramente que es una mujer. A la vez el chamán
sostiene dos cabezas humanas en sus manos.
Figura 30: Imagen de un chamán mujer, con elementos de índole
religiosa y de poder político.
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La representación presenta un grueso fajón sobre la cintura,
el cual se repite sobre el lugar en que van las rodillas, que en este caso son
parte del cuello en “S” de un ave con una protuberancia en el pico.
Al voltear la figura se aprecia con facilidad que las
piernas de la figura del chamán son el cuello y cabeza de un pavón. Esta
magnífica pieza hace referencia directa a un cuerpo ideológico (religioso) y de
poder o dominio (las cabezas cortadas), con lo cual sobrepasa en fuerza
simbólica a la mayoría de objetos en que aparece el pavón.
2-Orden Galliformes: Aves afines
a las gallinas.
2.1-Familia Phasianidae.
2.2-Especie Meleagris
gallopavo.
Aunque el pavo o chompipe no es un ave de
Costa Rica, lo tenemos que ver en este escrito, puesto que, en la región
Occidental, durante un periodo de tiempo fue un motivo constante en algunos
tipos cerámicos y objetos líticos (fig.25, abajo).
El M. gallopavo es un ave del norte de
América, muy usado en México por las diferentes sociedades a través del tiempo.
Los nahuas usaron esta ave para darle forma al Dios Chalchiutotolin, señor de
las plagas y enfermedades. Por otro lado, era un ave de corral que usaban como
alimento ceremonial. Como ofrenda de sacrificio al dios Chalchiutotolin era en
alimento divino; por tanto, era una comida que nutría no sólo el cuerpo, sino
también el espíritu. Se le reconocía además por su carácter noble que lo
colocaba como el ave señorial del patio de los palacios de Tenochtitlán.
Figura 31: Imagen del Dios Chalchiutotolin, códice Borgia. |
2.3-Representaciones de Meleagris gallopavo.
El chompipe o pavo es un ave que solo aparece representada en una
cantidad limitada de tipos cerámicos, los cuales, a excepción de uno, han sido
determinados como fabricados en el Norte del istmo de Rivas, Nicaragua, donde
se asentaron una serie de grupos de origen mexicano. Estas vasijas conllevan un
mensaje ideográfico muy fuerte y perfectamente ejecutado, muy ajeno a la
tradición artesanal típica de la región Occidental de Costa Rica. Paralelamente
a la llegada comercial de las cerámicas del Norte, en la zona del Valle del
Tempisque un tipo de vasijas local se dio a copiar los emblemas y formas de los
objetos del Norte, pero sin alcanzar jamás el magnífico acabado y perfección
técnica de aquellas, pareciendo que la copia se debía más a un efecto de estatus
que de significado ideológico.
Esta ave se distingue muy fácilmente de las demás por la gran cantidad
de protuberancias que tiene en la cabeza y cuello, siendo este sin plumas y
largo. El pico es fuerte, de tamaño mediano y ganchudo, pero no como las aves
rapaces (fig.32).
Figura 32:
Chompipe o pavo Meleagris gallopavo. Macho y hembra.
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Las representaciones del chompipe presentan en todos los
casos la formación carnosa carunculada que les nace en la base del pico poco
desarrollada, difiriendo notablemente con el ave común de hoy día, que la tiene
desarrollada, al igual que el moco o cintillo (fig.32, izquierda). La hembra de
esta especie tiene el moco o cintillo parecido a un cuerno (fig.32, derecha).
Estas diferencias entre las representaciones arqueológicas y el chompipe actual
puede deberse a que el pavo que llegó a Nicaragua fuera alguna variedad del Meleagris Gallopavo de las 5 conocidas
para Norteamérica (M. g. mexicana, M. g.
merriani, M. g. intermedia, M. g. silvestris y M. g. osceola).
Figura 33:
Vasijas efigie de chompipe o pavo (Meleagris Gallopavo).
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En la figura 33 se ven las dos formas clásicas de
representación de esta ave. La de la izquierda corresponde con la de un
chompipe macho, con el moco o cintillo poco desarrollado, mientras que a la derecha
representa una hembra con típico perfil de “unicornio”.
Figura 34:
Formas distintas de representación de chompipe.
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En la figura 34 izquierda tenemos un caso muy interesante.
Se trata de un pavo juvenil (sin desarrollo de cintillo o moco) que va dentro
de una red, con la cola, alas y cabeza fuera. La red a la vez presenta un grupo
de huellas de manos humanas, como sosteniendo o cogiendo el cuerpo del ave. En
la misma figura a la derecha, se aprecia un chompipe hembra, ejecutado de
manera muy sucinta.
Figura 35:
Representación de chompipe.
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En casi todas las vasijas efigie de chompipe aparecen magníficas
pinturas narrativas de eventos religiosos, muy posiblemente cosmogónicos.
Aunque es un motivo mexicano y, la manera de plasmar los distintos elementos
que componen el icono también lo sea, los diversos dibujos son característicos
de la región de Rivas, y no tienen relación directa con los mexicanos.
Llama la atención de este icono la falta de desarrollo local
en otros objetos del mismo, lo que indica sin lugar a dudas que el motivo en sí
mismo no tuvo incidencia en la ideología religiosa local. Se ha propuesto en
diversos momentos que estos tipos importados fueron un símbolo de estatus, y
que la mayoría de todo el material conocido proviene de huacas o sepulturas.
Aunque existe una cierta cantidad de estas cerámicas en los basureros arqueológicos, parece
cierta la anterior afirmación, pues los porcentajes de los mismos en cerámicas
de desecho son mínimos. La producción local que incorpora emblemas mexicanos,
no solo es poca, es también de muy deficiente acabado estético. Este es un
asunto que los expertos han, de cierta forma, omitido esclarecer.
Sobre regiones de fabricación cerámica en la Gran Nicoya, se
recomienda leer Análisis de composición
de la cerámica en el sur de América Central, de Ronald l. Bishop; (Bishop, 1992-93) y, La geología y la arqueología de la cerámica
prehistórica de la Gran Nicoya (Lange W. Frederick, Bishop L. Ronald, Lange C, Peter, 1987) .
En este apartado se verán las águilas y los buitres. Queda
por demás claro que no son las únicas aves carnívoras, pero aquí se representan
las más grandes y poderosas de la avifauna costarricense, las que a través del
tiempo fueron escogidas por diversos pueblos para representar episodios
cosmogónicos o, convertir estas imágenes en símbolos de poder y fuerza, ya fuera
civil, militar o religioso (o bien mixto).
1-Orden Falconiformes: Aves de presa diurnas
La característica más
evidente de los componentes de esta familia es la forma del pico muy ganchudo,
con una cera carnosa que cubre alrededor de la narina.
1.2-Familias de Falconiformes en Costa Rica.
En Costa Rica hay
miembros de cuatro familias de Falconiformes: F. Cathartidae, compuesta por
Cóndores, gallinazos y zopilotes; F. Pandionidae, con el Águila pescadora; F. Accipitridae,
con Águilas, elanios y gavilanes; F. Falconidae, Halcones y caracaras.
1.3-Especies Accipitridae.
Los miembros de esta
familia varían mucho de tamaño. Tienen alas largas y puntiagudas, aunque
algunos las tienen redondeadas y planean frecuentemente. Tienen patas fuertes
con garras gruesas y curvas. La mayoría emiten fuertes silbidos o gritos,
además de sonidos, cacareos o castañedos.
Las especies que
componen esta familia son: 1-gavilanes:
Leptodon cayannensis;
Chondrohierax uncinatus; Elanoides forficatus; Elanus leucurus; Rosthramus sociabilis;
Harpagus bidentatus; Ictinia mississippiensis; Geranospiza caerulescens; Circus
cyaneus; Accipiter superciliosus; Accipiter cooperi; Accipiter bicolor; Leucopternis
princeps; Leucopternis albicollis; Buteogallus anthracinus; Buteogallus
urubitinga; Busarellus nigricollis; Parabuteo unicinctus; Buteo nitidus; Buteo
magnirostris; Buteo platypterus; Buteo brachyurus; Buteo swainsoni; Buteo
albicaudatus; Buteo albonotatus; Buteo jamaicensis.
2-águilas:
Harpyhalieaetus
solitarius; Morphnus guianensis; Harpia harpyja; Spizastur melanoleucus;
Spizaetus ornatus; Spizaetus tyrannus.
1.4-Representaciones de Accipitridae.
Los halcones y águilas son un motivo muy común en los
distintos materiales que se conservaron hasta la actualidad, sin embargo,
resulta muy difícil aislarlos para una identificación positiva. La gran
semejanza que hay entre todas estas especies es el obstáculo mayor, pues el
referente identificatorio, en estos casos, es de índole ideológico.
Solo en algunos casos, en representaciones específicas,
encontramos suficientes elementos aislados que claramente señalan una especie
en particular, que son los ejemplos que trataremos aquí.
El águila más fácil de identificar es el Arpía (Harpia harpyja). Las características
morfológicas más singulares son la forma de la cabeza con las plumas erizadas,
haciendo que vista de frente parece el rostro rodeado por un “plato” (disco
facial), con dos penachos en forma de “V” (fig. 36).
Pero el penacho en forma de “V” depende de la edad del ave,
pues entre más joven más concentrado será (fig. 37).
Figura 36:
Forma característica del rostro del águila arpía (Harpia harpyja).
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Otro elemento clásico es el enorme pico en forma de gancho y
los ojos frontales, típicos de cazador. También se puede considerar el volumen
corporal, el tamaño de las patas y, si se representan, las garras.
Hay que tener en cuenta que no todos los pueblos a través
del tiempo representaron igual a un modelo natural. Se enfatizaban ciertos
rasgos en detrimento del conjunto pues debía corresponder con ese otro modelo
ideológico, que era el que tendría más valor.
Figura 37:
Formas del penacho según edad y ángulo de visión.
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Es así como encontramos representaciones del águila arpía
con rasgos muy tergiversados, como el pico gigante. Este es un rasgo
interesante de los pueblos de la región Oriental durante el lapso de tiempo 0-500
d.C., pues les interesaba mucho representar esta ave y otras con un pico tan
largo, que en no pocas veces lo doblaban haciéndolo una espiral. Este motivo tiene relación con la muerte,
donde es común encontrar al final del pico una cabeza humana, aunque también
puede aparecer llevando otros animales (fig.38).
Figura 38:
Mesa o altar con diversos iconos formando un emblema complejo, muy posiblemente
cosmogónico.
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En la figura 38 vemos un altar o mesa de uso restringido
donde aparecen tres águilas arpía en el exterior de cada soporte. El pico muy
largo termina atrás de la cabeza de un cocodrilo, mientras que en las patas del
ave se ven cabezas humanas. El águila arpía se distingue por los ojos
frontales, el pico y, la cresta dual.
Figura 39: Aguilas arpia de pie y con el pico exagerado. |
Es la misma representación del águila arpía que se ve en la
figura 39, solo que en este caso el ave está sola y, las patas son
representadas muy largas. Esto de exagerar ciertas partes del modelo natural es
un refuerzo a las características naturales, incorporadas en la imagen. Con
esto se puede buscar una separación de dicho modelo, o bien, el reforzamiento
del “otro”, o sea, el simbólico.
Si las copas más tardías tienen una vinculación directa con
las ceremonias funerarias, es muy probable que estos vasos también sean parte
de la parafernalia usada en el evento inhumatorio de ciertas personas. Basándonos
en la relación icónica o emblemática de estas figuras de águilas, es muy
posible que cumplieran una función similar a la de los buitres mayores, los
cuales también se representan con picos gigantes llevando en ocasiones
cadáveres o cabezas humanas, o sea, en función de la muerte y del viaje al otro
mundo, como luego se verá.
Figura 40: Versión del aguila arpia “colgante” o alrevez.
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Una importante variante del motivo de esta ave se mira en la
figura 40, donde el águila se coloca al revés, como si estuviese colgando. En
esta adaptación los soportes siempre son muy largos y doblados en aro. En
vasijas más comunes, este tipo de soporte representa serpientes, siendo el
extremo exterior la cabeza de estos reptiles. Sin embargo, no se puede afirmar
que este también sea el caso que tratamos, pues no hay ninguna indicación
especial en ese sentido.
Figura 41: Representacion naturalista del águila arpía.
|
Por supuesto que el águila arpía también se representó en
una forma más o menos naturalista, con proporciones bastante adecuadas, como se
ve en la figura 41.
Los ejemplos de las figuras 38 a 41 corresponden a una misma
cultura y a un mismo periodo tempo-cultural, de ahí que el emblema conserve
siempre una estética similar. Lo que habría que ver es el contexto en que cada
variación aparece, pues cada uno parece corresponder con eventos diferentes de
la estructura ideológica en donde se desarrollaron.
El águila Spizaetus
tyrannus y la Spizaetus ornatus
poseen crestas semejantes al arpía, picos sobresalientes y patas fuertes, lo
cual podría provocar un error en la identificación de algunos objetos. Sin
embargo, el artista antiguo tuvo el cuidado, en general, de seguir el modelo
natural de un águila de modo tal que excluya a las demás.
Figura 42: Representación simple de un águila arpía.
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En el caso de la figura 42, se aprecia una representación
bastante escueta, pero algunas características son tan bien indicadas que no
dejan lugar a dudas: 1-la forma del disco facial (comparar con fig.36), la
forma y tamaño del pico, la posición frontal de los ojos junto con las crestas,
más el color blanco del cuerpo mismo, que es robusto, señalan únicamente al
águila arpía.
Figura 43:
1, 3 Spizaetus tyrannus; 2 Harpia harpyja.
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Un águila muy representada es la S. tyrannus. Este es un ave de unos 70 cm, constitución delgada,
alas cortas y redondeadas con una cola muy larga. Presenta una cresta en forma
de corona en la parte posterior de la cabeza (fig. 44).
En la figura 43 se aprecia la diferencia en las
representaciones de S. tyrannus y H. harpyja, la cual más que todo se
manifiesta en la forma de la cresta.
Figura 46:
Representación en metal de Spizaetus tyrannus.
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El trabajo en metales muchas veces facilita la
identificación del modelo, pero otras veces lo dificulta, pues se hace una
abstracción de ciertas partes que siempre molestan. En la figura 47 se ven dos
casos de estos. No hay duda que se trata de águilas, pues la forma y el pico
son privativos de estas aves. Sin embargo, el único elemento que podría
ayudarnos esta estilizado: la cresta.
Para lograr identificar el modelo de estas águilas, tenemos
que concentrarnos en las crestas. Estas son siempre horizontales, con bucles
equidistantes. La terminación distal es en forma de cabeza de cocodrilo, por lo
que la cresta en sí sería el cuerpo de un reptil bicéfalo. Eliminando esto, la
figura del águila parece tener una cresta tipo diadema o corona que, de ser
así, esta clase de figura usó de modelo natural a Spizaetus tyrannus (fig.44).
Figura 47:
Representaciones en metal de Spizaetus tyrannus.
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En la cerámica de la región Occidental aparece la figura de
un águila con un penacho vertical muy marcado, lo cual es muy fácil de
identificar, pues solo hay un águila que tiene esta característica: Spizaetus ornata (fig.48).
Figura 48:
Spizaetus ornata, con el penacho levantado.
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La S. ornata es un
ave de unos 63 cm, que se caracteriza por la coronilla y cresta puntiaguda y
sus vivos colores. Es un excelente cazador de la selva, donde con gran agilidad
vuela entre los árboles y atrapa aves grandes como los zopilotes (buitres) o
pavas, mamíferos de mediano tamaño y culebras grandes.
Figura 49:
Magnifica representación de Spizaetus ornata.
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Figura 50: Representaciones de S. ornata, siempre con el pico en negro y el penacho central vertical. |
En la figura 49 se aprecia una asombrosa representación de S. ornata, donde se marcan bien las
cejas, la forma del pico y el color negro del mismo, como también se puede ver
en la figura 50. En todos los objetos en que aparece este tipo de águila, los
motivos que la acompañan son complejos y variados, enfatizando que el águila S. ornata aparecía en importantes
pasajes religiosos.
2.1-Familia de Cathartidae: Cóndores, gallinazos y zopilotes.
2.2-Especies de Cathartidae en Costa Rica.
La familia Cathartidae
es exclusiva del continente americano, y se compone de siente especies, de las
cuales cuatro habitan el territorio de Costa Rica. Estas aves se identifican
por tener el cuello y cabeza sin plumas, siendo el plumaje general color negro
u obscuro, con la excepción del Sarcoramphus papa (rey de zopilotes) que tiene
el plumaje mayoritariamente blanco.
El alimento general de
estas aves es la carroña, pero Sarcoramphus papa y Coragyps atratus matan
pequeñas presas.
Las especies son:
Cathartes aura, Cathartes burrovianus; Coragyps atratus; Sarcoramphus papa.
2.3-Representaciones de Cathartidae.
La repercusión de estos pájaros en las diversas imágenes antiguas
es de las más importantes, encontrándose representadas en todo tipo de material
a través del tiempo. Tanta importancia simbólica se debe a la dieta y forma de
comer de los buitres en general, ya que la figura de un buitre comiendo de un
cadáver para luego volar lejos, fue tomado como ejemplo del viaje del alma al
otro mundo, llevada por una de estas aves. Existen referencias de que grandes
aves se llevaban el alma cuando la persona fallecía, lo cual es “un simbolismo que se ajusta a la función de
psicopompo que se les acredita a las aves en numerosas culturas” (Aguilar,
1971, pág. 22) .
Por supuesto, tal función de traslado de almas al otro mundo no solo se
representó con buitres, también con águilas y algunas aves pantaneras grandes.
Las aves grandes y algunas nocturnas, en términos generales,
está relacionada con aspectos de la muerte, el clima, y el mensaje espiritual.
Ya lo vimos en el caso de los búhos y lechuzas y de las águilas, pero el papel
de los buitres en este simbolismo es más fuerte y directo.
En la representación antigua pocas veces se encuentran
imágenes tan detalladas como para poder discernir fácilmente entre una especie
y otra. Sin embargo, siguiendo la intencionalidad de los antiguos artesanos,
podemos identificar ciertos casos con tranquilidad, pero otros no resultan tan
claros, pues las guías del modelo natural son compartidas por otras especies de
buitres. En estos casos hemos de contentarnos con poder señalar que la
representación corresponde con la de un buitre y no otro pájaro.
Figura 51:
Cathartes burrovianus. Este buitre se distingue por el tamaño y forma de la
narina perforada.
|
Tres especies de buitres presentan características
similares, esto principalmente en el cuello y forma de la cabeza, la cual es un
poco redondeada atrás, pero alargada en el resto, con un pico cuya base es
recta para concluir en forma de gancho (figs. 51, 52, 53).
Figura 52:
C. aura. Este buitre posee una narina perforada amplia, pero en las
representaciones se verá igual a C. burrovianus.
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El Coragyps atratus
(fig.53) tiene el pico largo y más delgado que
C. burrovianus y C. aura, además
la narina no es tan marcada o grande.
Una característica en común de estos pájaros, es la forma en
que suelen posarse con las alas y la cola extendidas, pose esta, que parece fue
importante en muchas representaciones antiguas, tanto en piedras pulidas como
en metal. Este rasgo natural sino se acompaña de algún otro, hace que no se
pueda distinguir en el objeto antiguo de cual buitre se trata de los tres
mencionados. El rey de zopilotes (Sarcoramphus
papa) es el único que debido al carnúnculo tan vistoso, puede identificarse
en donde aparezca (fig.54).
Figura 53:
C. atratus. En una representación icónica puede distinguirse por la narina y la
forma larga, más fina, del pico.
|
En la figura 55 se ve una imagen bicéfala, mismo que reúne
todas las características formales de un buitre. La forma de la cabeza y del
pico, más el cuello alto y, en cierta forma, la posición de las alas, señala
que el modelo natural pudo ser Cathartes
burrovianus o Cathartes aura. La
posibilidad de incluir a Coragyps atratus
en esta identificación es remota. La forma del pico y de la cabeza no
corresponden.
Figura 55:
Representación de buitre bicéfalo.
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Mucho más claro es el emblema de buitre en la figura 56. Se
trata de una mesa o altar que nos muestra un emblema complejo. En este se ven
afuera de los soportes una imagen de un buitre que lleva una cabeza humana. El
buitre se hizo marcando el carnúnculo perfectamente, el pico recto y terminado
en forma de gancho. Esta imagen es casi seguro la de Sarcoramphus papa.
Figura 56:
Mesa o altar donde aparece un buitre al exterior de cada soporte, mismo que
lleva en el pico una cabeza humana.
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Las imágenes de buitres en metal no son tan precisas como
nos gustaría, pero al menos permiten identificarlos de modo general. En la
figura 57 se ven tres imágenes de buitre. La característica que los identifica
son la forma de la cabeza, en todos los casos liza, con un pico muy largo,
recto, terminado en gancho. Un aspecto interesante de las imágenes de la
izquierda y del centro, es la manera de hacer las alas, las cuales adquieren
una forma típica.
Nuevamente los buitres representados en metal no son
identificables a nivel individual y, el modelo natural pudo ser cualquiera de
los buitres, a excepción de Sarcoramphus
papa.
En la figura 58 se aprecia una excelente talla en marfil de
ballena de un buitre. La forma de la cabeza y del pico son perfectamente
reconocibles. En la parte superior de la cabeza aparecen unas líneas, las
cuales equivalen a la rugosa piel. Las alas no se podían hacer extendidas por
lo que se recogieron. Al igual que las representaciones metálicas vistas en la
figura 57, el modelo natural pudo ser cualquier buitre, excluyendo al S. papa o rey de zopilotes.
Figura 59:
Copa que muestra en los soportes un cadáver amarrado a un árbol, con un buitre
encima.
|
En la región Oriental el motivo del buitre en función de
psicopompo o conductor de almas fue muy representado. En la figura 59 se ve una
escena donde un cuerpo humano amarrado a un árbol es custodiado por un buitre,
que podría ser un rey de zopilotes (Sarcoramphus
papa). Aunque el pájaro no está detallado, en la base del pico se aprecia
una protuberancia, la cual podría ser el carnúnculo, pero también podría ser la
narina amplia de Cathartes burrovianus
o C. aura.
En la figura 60 se aprecian dos modos de representar al gran Sarcoramphus papa. En el caso 1 se distingue el modelo natural gracias a la colocación de una tira de arcilla en la base inferior de la cabeza, lo cual corresponde con el collar de plumón de estas aves. Por el contrario, en el caso 2 el rasgo identificador es el carnúnculo, bien marcado antes que el pico se curve.
Figura 61:
Representaciones de rey de zopilotes (Sarcoramphus papa).
|
El modo de representar los diversos modelos naturales cambia
según sea el material y el énfasis que el artesano pusiera en la obra, sin embargo,
siempre tenía que ponerse algo que hiciera el emblema reconocible. En la figura
61 vemos tres imágenes de Sarcoramphus
papa con diversos modos de plasmar el modelo natural. El caso 1 procura
seguir del modo más fiel la figura de esta ave, mientras que en el caso 2, a
pesar de la gran similitud de la cabeza modelada con la del rey de zopilotes,
el carnúnculo es estilizado. Pero es en el caso 3 donde el artesano recurre a
una simple indicación mediante incisos de la forma y posición del carnúnculo.
En los tres casos la forma de la cabeza y del pico son perfectamente reconocibles,
por lo que estos casos se pueden considerar de orden naturalista.
|
La relación con la muerte del rey de zopilotes en el lapso temporal 300-500 d.C. en la región Oriental es muy fuerte. En la figura 56 se ve sobre los soportes de una mesa o altar el icono del buitre llevando una cabeza humana en el pico. El mismo motivo lo vemos en la figura 62 izquierda, solo que en este caso el modelo natural es el Sarcoramphus papa. Esto puede deberse a que el modelo debía ser un buitre, no importaba cual, o mejor, que son diversas historias religiosas las que se representan, cada una usando una clase de buitre en particular.
En la figura 62 derecha se ve el S. papa coronando una talla en jadeíta, la cual toda es un emblema
religioso, con una disposición semejante en el orden al que se ve en los
altares o mesas ceremoniales -varios elementos icónicos superpuestos, formando
un nuevo emblema-, y en la figura 63 se aprecia la imagen de un S. papa en metal, con el carnúnculo
perfectamente representado.
Figura 63:
S. papa.
|
3.1-Familia Falconidae.
Esta familia comprende
todos los halcones y caracaras, pero aquí solo veremos un caso.
3.2-Especie Caracara plancus.
Esta es un ave más o
menos grande, de 61 cm. Eliminando el color natural, esta ave se identifica por
el pico, grande y grueso, la cera notoria y la cara sin plumas. En la parte
superior de la cabeza tiene un plumaje tupido, que parece una boina, la cual
cuando se molesta o se pone en estado de alerta levanta o eriza, muy semejante
a las águilas antes vistas, con la diferencia de que esta corona no modifica el
rostro del ave, afectando solo la parte trasera de la cabeza (fig. 64).
3.4-Representaciones de Falconidae.
Los halcones no son aves extrañas en las diversas
representaciones arqueológicas, pero nos limitamos aquí solo al querque o Caracara plancus.
El querque aparece con alguna frecuencia en vasijas de la
región Oriental y puede que algunas imágenes que suelen identificarse como
águilas sean en realidad esta especie, tanto en la región Suroccidental como en
la región Oriental.
Figura 64:
Caracara plancus. Este falcónido se caracteriza por el gran tamaño del pico y
por la cresta occipital, la cual recuerda a la de algunas águilas. Izquierda,
juvenil, derecha adulta.
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Figura 65:
Representación de Caracara plancus.
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En la figura 65 se ve una muy buena imagen de un C. plancus.
La coronilla de “boina”, con un pico largo y fuerte, junto con la cera marcada
en la base del pico, hacen que la identificación sea bastante clara.
En la figura 66 se ve una imagen no tan fácil de identificar
como pareciera. Sería fácil alegar que el modelo natural de esta representación
sea alguna de las águilas crestadas, pero si nos atenemos a la intención del
artesano, lo primero que se nota es la relación y forma del pico con la cabeza,
la cual enfatiza en ojos pequeños. Luego es claro que la corona o cresta
erizada no forma el típico enmarcado del rostro (disco facial). Siguiendo esta
interpretación solo queda un modelo natural posible, el Caracara plancus (comparar rasgos con fig.64).
Figura 66:
Caracara plancus. Rasgos guías: forma del pico, ojos pequeños, cresta
occipital, ausencia de disco facial.
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IV
Las aves pescadoras
1-Orden Coraciiformes: Martines
pescadores, momotos y relacionados.
1.1-Familia Alcedinidae: Martines
pescadores.
De
estos pájaros solo hay 6 especies en el continente americano, y las 6 se
encuentran en Costa Rica. Tienen tamaños muy variables, entre los 10 y los 46
cm. Tienen cuellos cortos, cabezas grandes, picos largos, robustos, rectos con
punta aguda, las patas son cortas. Su dieta es variada, aunque son consumidores
habituales de peces y crustáceos importantes.
1.2-Especies de Alcedinidae en
Costa Rica.
Las 6 especies de Alcedinidae son: Ceryle torquata, Ceryle alcyon,
Chloroceryle amazona, Chloroceryle americana, Chloroceryle inda y, Chloroceryle
aenea.
1.3-Representaciones de
Alcedinidae.
Las representaciones de Alcedinidae son
problemáticas, pues pocas son lo bastante realistas como para poder señalar una
especie en particular. Otro problema es que las diferencias entre las especies
pueden ser el tamaño de ave y otras características generales, más los colores,
todas estas excluidas de las representaciones antiguas.
Los rasgos guía para identificar los
Alcedinidae son la forma de la cabeza, el pico, el cuerpo y la cola, y son
todas estas características comunes de esta familia (fig.67).
Figura 67:
Chloroceryle inda, Chloroceryle aenea, Chloroceryle amazona.
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En la figura 68 se ve una muy buena representación de un martín
pescador. Es obvio que se trata de una de estas aves, pero es muy difícil saber
cuál de las 6 especies es la que se usó de modelo natural.
Más difícil resulta saber cuál es la representación de la
figura 69, ya que, a pesar de presentar todas las características de los Alcedinidae, tiene en la base del pico
un abultamiento que no tiene ninguna de las especies de martín pescador. Puede
que represente otra ave, o que, se trate de una pieza re trabajada, dejándose
esa sección sin modificar.
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El comercio de piedras bruñidas fue intenso entre la región
Occidental y la Norte, y resulta algo común encontrar dijes bruñidos re
trabajados. En el caso de la figura 69, la línea que separa el pico continúa
debajo de la cabeza, a la vez esta presenta un acanalamiento grueso casi en su
final que no tiene nada que ver con el motivo. Otras líneas más finas se ven en
la sección dorsal. Todo sugiere que el motivo original era un buitre,
posiblemente un S. Papa (fig.70).
1-Orden Ciconiiformes: Garzas,
cigüeñas, ibis y especies afines.
Este
orden incluye aves vadeadoras con patas y cuellos largos.
1.1-Familias de Ciconiiformes.
En
Costa Rica se encuentran miembros de las siguientes familias: Ardeidae (garzas,
avetoros y afines); Ciconiidae (cigüeñas); Threskiornithidae (ibis y
espátulas).
1.2-Especies de Alcedinidae en
Costa Rica.
Las especies de este orden son numerosas, y en este escrito solo nos
referiremos a aquellas que tengan representación importante en objetos
antiguos. Estas son: Mycteria americana (F. Ciconiidae) y Ajaija ajaja (F. Threskiornithidae).
1.3-Representaciones de
Alcedinidae y Threskiornithidae.
Posiblemente este grupo de aves sea un tanto
común en la imaginería antigua, pero la muestra para este escrito es muy
limitada. Aparte es el problema que presentan algunas representaciones, las cuales
tienen elementos o rasgos que impiden una identificación que sea al menos
razonable. Lo anterior obliga a que solo tratemos aquí a las especies Mycteria
americana y Ajaija ajaja, de la familia Ciconiidae la primera, y
de la familia Threskiornithidae la
segunda.
Figura 71:Cigüeñon
(Mycteria americana).
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M. americana es un ave grande, de unos 110
cm. Pero no fue el tamaño lo que hizo que se escogiera esta ave como un
símbolo, ya que Jabiru mycteria con
sus 140 cm supera en mucho a M. americana.
Las razones para determinar un modelo natural como símbolo suelen estar en las
cualidades naturales, costumbres, dieta, hábitat, color, etc., y no en
características exclusivamente de agresividad o tamaño, aunque también fueron
elementos considerados.
Estas grandes aves viven en pantanos de agua salada, salobre
y dulce, al igual que en las orillas de ríos de aguas no turbulentas. Es un
pescador agresivo y no desperdicia oportunidad alimenticia, pudiendo comer
carne de cualquier mamífero o reptil que hallen muerto. Es muy posible que sea
esta característica dietética la que lo ubicó en pasajes mitológicos diversos,
en función semejante a los buitres. En la figura 72 se ve una mesa o altar de
plato circular, sobre cada soporte se colocó un cigüeñón (M. americana), mientras que la efigie central es un rey de
zopilotes (Sarcoramphus papa).
Figura 72:
Mesa o altar atípico de la región Oriental.
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La
mesa en cuestión es atípica, no solo por ser de plato circular, sino por la
disposición de los emblemas, los cuales no presentan cabezas humanas adheridas
a picos o patas, tampoco el ser central se levanta sobre otra figura, ni hay
una barra lateral siempre colmada de diversas figuras. Este objeto tiene otra
particularidad, y es que se sabe de otro con exactamente el mismo motivo, pero
de formato rectangular, como es lo normal (fig.73). No es que se siguiera el
mismo estilo de representaciones, es que evidentemente relata el mismo evento
religioso. Este tipo de mesas son frecuentes en la región Norte, donde el
motivo central siempre es un buitre, pero la de la figura 72 fue encontrada en
la región Oriental-central, y la de formato rectangular en el Valle Central
Occidental (Balser C. y Stone, D., 1970,
págs. 123-125).
Figura 73: Todo el emblema icónico es exactamente el mismo que se ve en la figura 72. Consiste en un buitre central rodeado de tres cigüeñones, uno sobre cada soporte, con el pico hacia arriba.
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En la región Occidental el cigüeñon es un motivo frecuente
en piedras de moler de uso restringido (fig.74 y 75). Las representaciones
suelen ser muy realistas, mostrando inclusive la rugosidad de la piel del
cuello y cabeza. Una forma insistente es la del ave con la cabeza colocada en
un extremo del plato mientras el pico termina en el otro extremo, siendo esta
una pose común de estas aves cuando se limpian las plumas. El mismo motivo se
puede ver en la figura 75.
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La otra cigüeña que fue muy representada es la espátula
rosada (Ajaija ajaja), pero limitada su
imagen a vasijas de soportes muy largos y ollas de uso restringido. No sé de
ninguna representación de esta ave en piedra o metal. Es interesante el hecho
de que ciertos motivos se restringieran a determinadas formas artefactuales, no
encontrándose en otras de la misma región en la misma época.
La espátula rosada aparece en una franja que abarca el
oriente de la región Central y toda la sección media de la región Oriental,
aunque esporádicamente se puede encontrar en ceramios más al norte, lo cual
podría ser un efecto comercial.
Figura 76:
Espátula rosada (Ajaija ajaja).
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La espátula es miembro de la familia Threskiornithidae, y se
visualizan fácilmente por el color rosado y blanco de sus plumas, aparte del
pico, el cual es largo, recto y extendido al final como una cuchara. No tienen
plumas sobre la cabeza de adultos. Es un ave de unos 85 cm, y viven en bandadas
en áreas con aguas abiertas de curso lento o estancado, alimentándose de peces
y crustáceos pequeños (fig.76).
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El motivo del Ajaija
ajaja aparece en las grandes llanuras de la sección media de la región
Oriental a eso del año 300 d.C., y sigue como un importante símbolo hasta el
año 800 d.C. Aproximadamente en el año 500 o 600 d.C. el motivo se incorpora en
diversas vasijas y copas del Valle Central, principalmente en su sección
oriental. Por el tipo de objetos en que aparece se puede decir que está ligado
este icono a los rituales de la muerte, muy posiblemente atribuyéndole la misma
acción de psicopompo o conductor de almas que tuvieron las águilas y los
buitres (y probablemente la cigüeña Mycteria americana, antes vista), solo que
la espátula rosada nunca estará cercana a un cadáver, ni comerá de él, como si
hace el cigüeñón.
Figura 78: Muchos vasos de este tipo presentan manchas de exposición directa al fuego, algo normal en la vajilla relacionada con los enterramientos.
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1-Orden Pelecaniformes: Pelicanos, piqueros cormoranes y especies
afines.
1.1-Familias de Pelecaniformes.
Este orden contiene
una gran cantidad de miembros divididos en varias familias, de las cuales solo
veremos una: Fregatidae.
1.2-Especies de Fregatidae en Costa Rica.
Fregata magnificens,
Fregata minor. Estas aves sobrevuelan las costas a gran altura, descendiendo a
gran velocidad sobre bancos de peces, sobre los cuales se congregan. El macho
tiene una bolsa gular de color rojo, que en época de celo infla como un globo
rojo. Las hembras también la tienen, pero de color gris o purpurea y no se
expande. La hembra es más grande que el macho, aunque el macho es mucho más
vistoso.
Estas aves marinas son
grandes, de más de 90 cm, con picos largos, rectos y terminados en un gancho.
Tienen la costumbre de “robar” la pesca de otros pájaros, principalmente de los
piqueros, por lo que se les dice tijereta pirata en algunos lugares.
Figura 79:
Fregata magnificens. Obsérvese la bolsa gular inflada y normal.
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1.3-Representaciones.
No hay muchas representaciones de esta ave, y se limitan las pocas que
se conocen a yacimientos costeros de la península de Nicoya y Santa Elena en la
costa del Pacífico occidental, aunque también aparece en ciertas cerámicas de
la región Norte, en los alrededores de Caño Negro y Pital. En todos los casos
el rasgo identificatorio más notable es la bolsa gular y la forma del pico,
recta terminada en un gancho agudo.
Figura 80:
Excelente representación de Fregata magnificens.
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Figura 81:
Representación de F. magnificens. Obsérvese la bolsa gular, el pico está
quebrado y a los lados iban las alas, que a la vez eran el borde de un plato.
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En la figura 80 se ve una excelente representación de esta
ave. El pico sigue la forma anatómica, con su terminación ganchuda. La bolsa
gular como en todas las representaciones de este pájaro es una media esfera
debajo de la cabeza. En la figura 81 vemos lo mismo pero simplificado, el pico
(faltante) y la bolsa gular no dejan espacio de error. Este caso es interesante
por el hecho de provenir de la región Norte, donde ocasionalmente se ven estas
aves en las lagunas y pantanos, pero no son residentes de esta región.
V
Las aves habladoras
1-Orden Psittaciformes.
Estas numerosas aves
varias mucho de tamaño, desde unos 10 cm hasta un poco más del metro de
longitud. Casi todos los loros son de cola corta, a excepción de las
guacamayas. El termino loro se usa en el Nuevo Mundo para referirse a las
especies de tamaño mediano, y guacamayo a las de gran tamaño. En esta familia
prevalece el color verde, lo cual hace que sea muy difícil ver un loro entre el
follaje verde cuando está quieto, aunque varias especies tienen plumajes de
vivos y variados colores.
El pico corto, grueso
y ganchudo de los loros tiene la combinación perfecta de las cualidades
destructoras de un cincel (la mandíbula con su borde anterior afilado), una
lima (la superficie internada corrugada de la maxila) y una prensa, y está
adaptado para romper nueces duras, arrancar pedazos de fruta y moler semillas
hasta convertirlas en masa.
La lengua de estas
aves es gruesa y musculosa y la articulación tipo bisagra en la base de la
maxila le da una movilidad poco usual.
Son aves altamente
sociales, donde el aprendizaje vocal de los miembros de una bandada. Esta
cualidad hace que los loros puedan repetir palabras y frases de los humanos
cuando viven en cautiverio.
1.1-Familia Psittacidae: Loros.
1.2-Especies de Psittacidae en Costa Rica.
En Costa Rica
habitan 16 especies de loros: Ara macao, Amazona farinosa, Amazona
auropalliata, Amazona albifrons, Pionus senilis, Pionus menstruus, Pionopsitta
haematotis, Aratinga nana, Pyrrhura hoffmanni, Aratinga canicularis, Brotogeris
jugularis, Touit costaricensis, Bolborhynchus lineola.
1.3-Representaciones de Psittacidae.
Las representaciones de loros son comunes, siendo esta un ave muy
importante en la ideología antigua, tantos por sus colores como por ser la
escogida en algunas culturas como acompañante del difunto al otro mundo. Pero
una de las características al menos más visibles, es su papel de acompañante en
los enormes bohíos familiares de la antigüedad.
Es imposible saber las diversas funciones ideológicas que estas aves
tuvieron, y en la mayoría de las presentaciones, es imposible saber a qué
especie hace referencia el icono. Solo en el caso de los guacamayos (lapas)
tenemos certeza en su identificación, aunque no sea posible saber cuándo es una
lapa roja (Ara macao) y cuando es una lapa verde (Ara ambigua),
pues su principal diferencia visual son los colores. El principal elemento para
saber que se trata de una lapa y no otro loro, es, aparte de la forma de la
cabeza y el tamaño del pico, es la piel facial que rodea los ojos. Diferencias
secundarias a nivel representativo pueden ser vinculantes. Por ejemplo, Ara
ambigua es más grande y robusta, y el pico es más grande que en Ara
macao, al igual que el copete rojo que es bastante más visible en A.
ambigua. Habría que ver si tan sutiles diferencias se tomaron en cuenta a
la hora de hacer algún objeto.
Figura 82:
Lapa verde o guacamayo (Ara ambigua).
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Figura 83:
Lapa roja o guacamayo (Ara macao).
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Las lapas tuvieron relación con la muerte, más
específicamente, con el proceso de enterramiento y el viaje al otro mundo de
personas importante, esto al menos en la zona de Talamanca Suroriental, como lo
narra Fray Pablo de Rebudilla “…y
llegados al sepulcro, si el muerto había sido principal ó valiente llevan una
guacamaya prevenida; allí la matan y la entierran; si tiene esclavo, también lo
matan y lo entierran, y encima ponen los huesos del difunto.” (Fernandez,
1976, pág. 284) .
De dicha relación se entiende que las plumas del guacamayo las usaban solo los
miembros notables de la sociedad, eran por tanto un símbolo de prestigio.
Estos pájaros también aparecen en historias mitológicas en
Talamanca, siempre como un espíritu o sombra que acompañaba distintos
personajes. En la región Norte se describen los dioses llevando en la mano una
cola de lapa o guacamayo con la cual producen rayerías y tormentas (Constela, 1983) .
Figura 84: Mazas rompe craneos en forma de guacamayo. Esta clase de objeto posiblemente lo usaba como insignia algun jefe guerrero. El de arriba esta hecho en basalto, y los dos de abajo en calcedonia. |
En la figura 84 se ven tres mazas rompe-cráneos, las cuales
adoptan comúnmente la forma de lapas. Estas mazas posiblemente las usaban los
jefes guerreros y, aparte de ser una eficaz arma, era un signo de poder y
mando. No deja de ser interesante que tengamos un arma con esta forma, teniendo
cierta similitud con el arma de los dioses de la región Norte, que usaban las
colas para destruir. Parece haber un ligamen ideológico en torno a los guacamayos
como un elemento destructor, aunque no perverso.
Figura 85: Representaciones de guacamaya. Cada piedra de moler corresponde a un estilo distinto, pero no se puede asegurar que las diferencias tengan incidencia en rasgos naturales de, ya sea, Ara macao o Arara ambigua. |
En la figura 86 vemos a las lapas en una nueva versión, ya
sea como un símbolo de poder (que estaría en relación con las masas), o como
alter ego, o espíritu protector. Esta riqueza en la variedad de formas y
materiales en que aparece la guacamaya indica un papel simbólico muy
importante, máxime cuando notamos que el motivo se da en todo el país, y es uno
de los pocos emblemas que sobrevivieron en el tiempo, hasta la evangelización
cristiana del siglo XX, quedando hoy reducido a una figura de historias y
cuentos.
Figura 87:
Cascabel metálico coronado por una guacamaya.
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Consideraciones Finales
La cantidad de imágenes de aves en los objetos antiguos es
muy grande, resultando imposible en unas pocas líneas abarcar ni siquiera todas
las versiones existentes de una sola representación. Se procuró en este escrito
revisar solo aquellas que se puedan considerar como principales o más comunes.
En un inicio se planeó incorporar algunas historias mitológicas y religiosas
referentes a las aves, pero haría esto excesivamente largo y, quizá, cansado.
Las aves en todas las culturas del pasado han estado
presentes ya sea como enviados de los dioses o como espíritus que, de una u
otra forma, ejemplifican valores y perfección. Pueden ser perversas o buenas en
los relatos, pero casi siempre tienen otra versión, un quiebre en el mito,
donde sus acciones se explican y fueron necesarias.
En muchas culturas americanas las aves fueron un elemento de
contacto entre el mundo invisible y el material, ya fuese llevando las almas o
anunciando terribles plagas y muerte, siempre como enviadas de potencias
espirituales y no como cosa propia, o sea, nunca se vieron como “aves de mal
agüero”, sino como ayudantes de chamanes y sacerdotes, los cuales al ser
avisados del mal venidero podían eliminar el peligro o, enviarlo a otro lugar.
Chamán en función de águila arpía. |
Las aves son por excelencia los seres que traspasan los
limites naturales. Pueden vivir en el agua, sumergirse y volar. Ven en la más
profunda obscuridad y bajo el más candente sol, cantan, gruñen, se comunican,
se anuncian. Todos los colores posibles los tienen ellas, y los lucen como
trataría de hacerlo el más poderoso jefe o el más alto sacerdote. Son, por así
decirlo, el modelo perfecto para ejemplificar hitos y personajes de mitos
banales o, tan importantes como los hechos cosmogónicos.
El viaje mágico, ese que realizaban los distintos chamanes
al otro u otros mundos se hacía en forma de ave, dependiendo a donde fuera y
que buscaba, su imagen era la de un ave o de otra, de esto la gran cantidad de
imágenes de aves distintas. Pero una especie de ave podía tener simbólicamente
varios significados apropiados, esto era posible gracias al enorme conocimiento
que se tenía de la vida natural, mismo que en muchos casos hoy no comprendemos.
La riqueza del icono servía para dar una explicación
coherente a un mundo sorpresivo. Mediante el conocimiento de la vida natural de
cada especie se elaboraba un complejo ideológico explicativo, que se
incorporaba al mundo humano en dos vertientes: como conocimiento puro del
entorno biológico y, como símbolo interactivo y explicativo de ese mismo
entorno físico, más el espiritual.
Bibliografía
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indios de Costa Rica de origen sureño. San José: Dep. de publicaciones de
la Universidad de Costa Rica.
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precolombino de Costa Rica. San José: Talleres tipogràficos Antonio
Lehmann.
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Bozzoli V. Eugenia; Cubero V, C. Maria; et all.
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Constela, U. A. (1983). Anotaciones sobre la religión
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