Introducción
La cultura del Diquís se ubica en la región Suroccidental de
Costa Rica, y se puede dividir en tres zonas según determinados rasgos
estilísticos, aunque ninguno lo suficientemente importante, de manera que no
vale la pena ver este aspecto en este escrito.
Se caracteriza esta cultura por una estética singular en
todos los restos materiales que soportaron el paso del tiempo: cerámica,
metalurgia, hueso y piedra fueron trabajados de una forma que casi no tiene
paralelos estilísticos con ninguna otra cultura de Costa Rica, aunque
ideológicamente comparte, al parecer, la visión cosmogónica de los demás grupos
de habla chibchoide de las regiones Oriental, Norte y Noroccidental. De hecho,
todas estas culturas mantuvieron una estrecha relación comercial, viéndose elementos
estilísticos de una cultura “x” incorporados en otra, lo cual se dio mediante
un proceso de difusión que solo es posible cuando las relaciones
socio-económicas han sido buenas por bastante tiempo.
Aquí veremos las diferentes manifestaciones escultóricas en
lítica de la cultura que llamo aquí Diquís, pero en la literatura especializada
se conoce como sub-región Diquís de la Gran Chiriquí. Se verá la escultura
pública general y de índole reservada, así como aquella de uso exclusivamente
privada o individual, señalando en lo posible la relación de forma y función.
Ilustración 1: En amarillo, el área
central de la cultura Diquís.
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LA ESCULTURA DEL
DIQUÍS: SU ESTÉTICA
El trabajo en piedra de esta región no procura crear figuras
independientes tipo retrato. Por el contrario, se trata de esculturas muy
geométricas y uniformes, estilizadas, que señalan o indican su importancia por
la organización de sus partes. La forma de los ojos, la posición de los brazos,
la representación de rodilleras, están en función de un significado concreto
que no solo identifica al individuo sino también a su rango y especialidad.
Otras características necesarias para ser expuestas en la escultura se agregan
a lo anterior, a veces profusamente, en un estilo que parece haber querido
salirse de la norma geométrica-estilizada.
La organización de las partes de la escultura y su forma
general misma, parece que servía más de indicador ideológico por la tenencia,
de manera que no se buscó individualizarlas de modo retrato. A pesar de tal condición, el trabajo en piedra
de esta cultura es brillante en su expresión final, tanto que resulta
impactante a pesar de dar una primera imagen de simpleza. Se trabajó la piedra
en seis modalidades de esculturas muy bien definidas:
1-Esculturas antropomorfas verticales, hechas en piedra, alisada,
plana y de poco grueso.
2-Esculturas zoomorfas trabajadas sobre un bloque columnar.
3-Esculturas esféricas.
4-Esculturas cilíndricas.
5-Esculturas a partir de un bloque que se modificaba en
forma de “vaciado”.
6-Petroglifos sobre rocas modificadas en la superficie donde
se realizó el pictograma.
El acabado en general es bueno, aunque un porcentaje
importante no presenta superficies pulidas, siendo ásperas. Quizá sea en las esculturas esféricas donde
se encuentra el mejor acabado superficial, esto en términos generales. Una
clase de figura normalmente humana que casi siempre presenta un acabado intenso
-no pulidas- se da en unas esculturas de arenisca, las cuales no tienen nunca
detalles faciales ni de otra clase, motivo por el cual han sido llamadas “ghost”
o fantasma (Lothrop, 1963, pág. 39) . Aunque algunos
dicen que se trata de esculturas no finalizadas, al examinarlas en grupo se
percibe lo contrario. En la figura 1 se muestran cuatro esculturas de la clase
fantasma. Se nota perfectamente que están terminadas pues, no hay más bloque de
donde sacar para hacerlas de acuerdo a nuestra estética. La imagen del centro
arriba y el animal de abajo presentan las superficies muy bien alisadas, lo
cual indica claramente que no se iba a trabajar más.
Figura 1:
Diversas esculturas clase fantasma. Lam. XXIII, Lothrop 1963).
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Un rasgo interesante podemos ver
en las esculturas “verticales” o de base espiga. Estas siempre presentan los
brazos en posiciones variadas pero repetidas, lo cual debió tener un
significado especial. En la figura 2 se pueden ver las principales formas de
colocar los brazos y manos en esta clase de efigie.
Figura 2:
Distintas formas de colocar los brazos en las esculturas verticales o de
espiga.
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Acompañando el modo de los brazos y manos, se aprecian en
estas imágenes cuatros formas de representar los ojos. Los más comunes son los
almendrados o tipo avispa (fig.3-2), seguidos de aquellos en forma de medio
círculo y que perfectamente podrían ser ojos cerrados (Domínguez, cp.)
(fig.3-1). Aunque no se da en todos los casos, las imágenes de “ojos cerrados”
suelen tener unas rodilleras circulares, mientras que aquellas que tienen los
ojos de “avispa” no presentan de modo común este tipo de rodillera, pero sí una
banda.
Figura 3:
Principales formas de representar los ojos.
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Otras formas importantes de ojos son los de forma circular
grandes (fig.3-3) y los “vacíos”, o sea, que los ojos como tal no aparecen, en
cambio un hoyo más o menos rectangular ocupa su lugar (fig.3-4).
CLASES DE ESCULTURAS
La escultura, como cualquier otro artefacto, se puede
agrupar según elementos de forma y decoración hasta lograr clases o tipos
concretos, pero no es la única manera en que es posible agrupar diversos
objetos antiguos. Características tales como forma y función pueden ser más
útiles en ciertos casos, pues refieren directamente al uso social de los
artefactos dado por la asociación contextual. Ambos sistemas no son excluyentes
entre sí, es más, son complementarios.
En relación a la función tenemos esculturas que responden
por su volumen y/o contexto a escultura pública, en su modalidad general y
reservada, entendiéndose que la modalidad pública general es toda aquella obra
de ciertas dimensiones, para ser colocada de cara a la población, tanto local
como extranjera. Estas obras se colocaban en lugares específicos de valor socio-político
e ideológico, y funcionaron de la misma manera que lo hacen las actuales
esculturas en parques, edificios o jardines exteriores. Aquella que tenía valor
de uso público, pero reservado, suele ser de menor tamaño y móvil, ubicada ya
fuese dentro de ciertas edificaciones especiales como afuera de las mismas,
esto en ciertas fechas o conmemoraciones, donde los dignatarios las usaban como
elemento de rango o prestigio.
Finalmente tenemos la categoría de las esculturas de uso
exclusivo o privado. Estas son todas aquellas de pequeño tamaño, portátiles,
que servían para efectos ideológicos referentes al sistema de creencias
espirituales de una persona o una familia, por lo general de determinados
clanes. En esta última categoría también existe una escultura magnífica, donde
a pesar de su reducido tamaño, el diseño es detallado, único y audaz. Se trata
de las tallas en marfil de diente de ballena, asta de venado y hueso en
general, pero es otro el lugar apropiado para tratar de esas lujosas
figurillas, baste aquí el mencionar su existencia.
Para facilitar la clasificación de las diferentes clases de
esculturas, las he agrupado arbitrariamente según una o más características
útiles solo en este escrito. Estas son:
1-1: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos
almendrados o de avispa.
1-2: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos
semi-circulares (cerrados).
2-Esculturas columnares antropomorfas.
3-Esculturas zoomorfas.
4-Esculturas variadas antropomorfas y zoomorfas.
5-Esculturas esféricas y en forma de barril.
6-Esculturas funcionales A: piedras de moler.
7-Esculturas funcionales B: petroglifos.
8-Esculturas de estilo mixto y miniaturas.
1-1: Esculturas planas, verticales,
antropomorfas con ojos almendrados o de avispa y; 1-2: Esculturas planas,
verticales, antropomorfas con ojos semi-circulares (cerrados). Esculturas de
base espiga.
Figura 4: Esculturas antropomorfas de base espiga, planas, verticales. Vista de una frontal, dorsal y de lado. |
Por la forma, estas esculturas son las más comunes. Se caracterizan
por ser bastante delgadas vistas de lado, pero de frente retratan una persona
fuerte, joven, de cuello grueso. La posición siempre es rígida y frontal, aunque
están trabajadas por todos lados, no hay duda que se diseñaron para ser vistas
de frente.
En tamaño varían desde unos 40 cm, hasta unos dos metros.
Son pocas las que se han encontrado en contexto, pues casi todas fueron
destruidas cuando se hicieron las enormes plantaciones de fruta en los años de
1940. Casi todas las existentes se salvaron por la acción de los huaqueros y de
algunos funcionarios de las plantaciones, que las rejuntaron luego de los
movimientos de tierra. Sin embargo, Lothrop menciona el dato suministrado por
testigos, que las esculturas en general se encontraban fuera de los basamentos
de piedra, normalmente en el perímetro de los mismos (Lothrop, 1963, pág. 25) , lo que quiere decir
que cumplían la función de esculturas públicas generales.
Figura 5:
Esculturas de base de espiga.
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En otros pocos casos se han encontrado esculturas dentro de
sepulturas o fuera de estas, en el cementerio, así también como en el interior
de basamentos. Pero quizá el lugar más significativo en que se han hallado sea
en unos depósitos rituales (fig. 6). El primero en observar y excavar un
depósito de estos fue Lothrop, notando que todas las estatuas estaban
quebradas, aunque se podían unir sus partes. Determina que estos objetos fueron
quebrados por calor (exposición al fuego) y luego llevados los restos a un
depósito (Lothrop, 1963, pág. 26) .
Figura 6: Depósito
de esculturas quebradas.
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No se tienen evidencias que indiquen claramente para qué se
quebraban las estatuas y, por qué se colocaban todas en un hueco. En todo caso
esto responde a una actividad ceremonial, a un ritual que se repetía cada
cierto tiempo. En términos especulativos se puede decir que las imágenes se
quebraban (mataban) de acuerdo a una fecha calendárica, una celebración muy
importante que implicaba destruirlas (por su significado ideológico) y hacer un
grupo nuevo, o también es posible, como sugiere el mismo Lothrop, que se
quebraban las esculturas al morir un importante personaje local. Para esta
última hipótesis hay que tomar en cuenta que no se halla ningún depósito de
estos relacionado con una o más sepulturas, pero si con esferas, las cuales no
se rompían.
Las esculturas antropomorfas de base de espiga presentan
interesantes variaciones, siendo la separación de brazos y piernas la más
notoria. En la figura 5 se ve un grupo de imágenes donde los brazos y piernas
están separados, mientras que en la figura 7 aparecen unos ejemplos donde solo
las piernas están separadas, siendo el resto parecido. Pero también se puede
observar la posición de los brazos en estas dos figuras. En la figura 5 los
brazos caen sueltos en todos los casos, mientras que en la figura 7-1, vemos
los brazos volteados hacia adelante, en una pose muy extraña, mientras en la
figura 7-2 los brazos están cruzados adelante en “X”.
Figura 7: Esculturas y posicion de brazos: 1, brazos hacia
adelante; 2, brazos cruzados en “X”.
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Pareciera que en este grupo de esculturas la posición de las
manos, más uno que otro detalle, determinaba el simbolismo de la imagen. La
manera tan recurrente de poner las manos en una posición especifica recuerda en
algo a un código de comunicación por señales. Otras dos posiciones de brazos se
ven en la figura 8-1, 2. En el caso de la estatua 8-3 de la misma figura, se
ven características estilísticas diferentes a las vistas en el grupo anterior.
Este cambio tiene que ver con los ojos, que dejan de ser almendrados o de
avispa para ser semi-circulares (ojos cerrados).
Figura 8: Posicion de los brazos y manos.
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El tema de las esculturas de base de espiga varía en otro
grupo hacia efectos de guerra, ya sea mostrando prisioneros (fig.10-1) o altos
personajes sosteniendo cabezas cortadas (fig. 9).
Estas esculturas son por lo general más grandes y mejor
acabadas. Retratan una persona con cara de jaguar, serpientes que salen de la
boca o se enroscan por la cintura. Suelen llevar una o dos cabezas cortadas,
una al frente y otra atrás, donde la mayoría de las veces la cabeza cuelga al
revés (fig.9-1 a; 10-2 a-b). En algunos casos la cabeza es mostrada sostenida
por las manos, sin cuerda para sujetarla (fig.9-2,3).
Figura 9: Esculturas del hombre juaguar llevando una cabeza humana. |
Figura 10: Esculturas relacionadas con la guerra. 1-a, b,
prisionero; 2-a, b, hombre con dos cabezas humanas.
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Como antes se dijo, la estética de las esculturas varia un
poco si se trata de imágenes con ojos de avispa o de medio circulo. Los ojos de
avispa o almendrados se pueden relacionar con el jaguar, pues en las esculturas
de ese animal así suelen representar los ojos. Sin embargo, es más plausible
que esta diferencia refleje un centro de fabricación distinto, o bien, a una
diferencia temporal entre ambos grupos de esculturas .Una figura de este grupo destaca por su motivo, el cual es sumamente extraño. En la fig. 11-4 se ve claramente una cabeza surgiendo entre las piernas, esto más la expresión del rostro, posición de manos y forma general de la figura, representa claramente un nacimiento.
Figura 11: Estatuas con ojos cerrados o de medio círculo.
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En esta categoría de estatuas encontramos los ejemplares más
grandes y complejos. Corresponden a figuras de personajes, algunos de ellos con
cara de jaguar, los cuales siempre tendrán asociadas cabezas cortadas y
serpientes. En caso de rostro normal nunca tendrán esos elementos y solo
retratan a un individuo.
El significado hipotético de estas esculturas puede ser el
de grandes jefes o chamanes, esto último reforzado en las imágenes de
cortadores de cabezas relacionados con serpientes. Entre los pueblos Cavecar y
Bribri de Talamanca actual, se dice que las serpientes son flechas enviadas por
determinados entes espirituales. Esto podría traducirse en la forma de “peligro
de muerte” o sentencia. Si extrapolamos esta forma simbólica al pasado
(Talamanca se halla en la misma región que Diquís) y le sumamos que la forma o
transfiguración de los grandes jefes Usekar era el jaguar, podríamos ver en
estas esculturas una imagen de un alto jefe semejante al Usekar. En ciertas
narraciones tradicionales de los pueblos de Talamanca, se narra la guerra entre
Teribes y Bribris, donde los Usékares eran quienes guiaban las batallas y se
transformaban en jaguares. Cuando se capturaba alguien importante, el Usekar
cortaba la cabeza y se la llevaba, pues era ahí donde se concentraba el poder
mágico del individuo.
Figura 12: Estatuas de gran tamaño.
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Al considerar todo esto junto, la imagen del hombre jaguar,
las cabezas cortada, las garras y las serpientes, casi podríamos asegurar que
estas imágenes retratan a estos antiguos y poderosos jefes, pero no existe
evidencia alguna que permita asegurar tal cosa, y solo lo expongo aquí como una
hipótesis a tener presente.
El sexo en todas las estatuas está bien representado,
notándose si se quiere que la mayoría de las imágenes corresponden a mujeres.
Claro que el número preponderante de esculturas de uno u otro sexo ya es
imposible saberlo, pues lo que se cuenta es solo el material conservado en
algunos museos. A pesar de esto es importante señalar que una gran cantidad de
estatuas son mujeres, lo cual es lo esperable en una sociedad altamente
organizada en torno al chamanismo. Por las crónicas españolas se sabe que en
esta región las mujeres eran activas en la guerra y, aunque no se tienen
mayores detalles, es de suponer una cierta categorización entre estas, de modo
que representar mujeres con símbolos de jaguar, serpientes y cabezas cortadas
no es extraño.
2-Esculturas columnares
antropomorfas.
Esta categoría de escultura se basa más que todo en la forma
del bloque en que se trabajó, ya que en este caso se usó un gran trozo de
piedra en forma de columna, en vez de una piedra más o menos rectangular como
las vistas anteriormente.
Figura 13: Esculturas labradas a partir de un bloque columnar.
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En esta categoría hay tres clases de esculturas según
elementos formales: 1-Esculturas columnares que siguen el modo de las
esculturas planas de base espiga (fig. 13); 2-Esculturas “fantasma” (fig.
14-1); 3-Esculturas elipsoides en posición vertical (fig. 14-2, 3).
Las esculturas columnares de espiga son indudablemente una
extensión de aquellas “planas”, pero no son lo mismo. En estos casos nunca hay
una separación total en los brazos y piernas, los cuerpos son más gruesos y la
cabeza tiene un rostro nuevo, sin la nariz aplanada típica de las estatuas
“planas”.
Las estatuas columnares tipo “fantasma” se caracterizan por
nunca tener rasgos de ningún tipo, pero si elementos suficientes que
identifiquen el modelo. En la figura 14-1 se ve un excelente ejemplar de estas efigies.
Todo el cuerpo está representado de una manera realista y de proporciones más
acordes a la realidad. La cabeza aparenta estar rapada a los lados, con una
cresta de picos al medio. Es un estilo único, muy raro en la región, máxime por
el tamaño de la estatua. Más comunes son unas estatuillas tanto zoomorfas como
antropomorfas en esta clase, pero son por lo general pequeñas.
Figura 14: Clases de esculturas columnares.
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La escultura columnar elipsoide en posición vertical (fig.14-2,3)
es muy interesante. Tiene forma de huevo de cocodrilo enfatizando un lado
esculpido, aunque todo el bloque fue trabajado. Presenta motivos únicos, ya que
la interpretación antropomorfa es muy distinta a las demás categorías. Los
brazos y manos pueden estar en posición especial o algo similar a las
esculturas de base de espiga “planas”, pero nunca serán iguales. La cabeza,
rostro, piernas, son exclusivos de esta clase, perdiendo en muchos casos esa
rigidez frontal tan propia de esta cultura.
3-Esculturas zoomorfas.
En la cultura Diquís no solo la escultura antropomorfa es
sui generis. Dos elementos llaman la atención al revisar la estatuaria de esta
zona: 1-la gran cantidad de imágenes en forma de animales y, 2-lo reiterado del
motivo de estas esculturas.
La escultura zoomorfa en el resto de Costa Rica no es común,
son pocos los ejemplos que se tienen de imágenes que representen animales
completos o algunas de sus partes, mientras que en la cultura del Diquís son
relativamente comunes. Aquí no me refiero a las imágenes logradas en piedras de
moler efigie, ni a bajo relieves zoomorfos ubicados en ciertos lugares
específicos de esculturas masivas, sino a la obra completa cuya única forma es
la de un animal.
Los motivos de estas esculturas no son muy variados, siendo
los principales actores simbólicos son los jaguares, armadillos, búhos
cocodrilos, perros y, ocasionalmente otro animal.
Figura 15:
Modelos de esculturas de jaguar con pequeñas variantes, pero siempre siguiendo
un mismo estilo.
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La escultura zoomorfa más frecuente es la del jaguar
completo o solo la cabeza. En las imágenes completas de este felino, vemos un
animal rechoncho con una cabeza grande, dientes expuestos y colmillos en “N”
(fig. 15). La forma del cuerpo es en todos los casos muy uniforme, viéndose
ocasionalmente algunas líneas acentuando rasgos, pero el esfuerzo decorativo
máximo se dedicó a la cabeza.
Se aprecian dos modalidades de estas estatuas: los jaguares
siguiendo un esquema naturalista y, aquellos jaguares de dos cabezas, una en
cada extremo. Otros cambios se dan en las patas, pues en algunos casos estas se
hicieron separadas, pero en otros casos estas se juntan al centro, formando una
quilla o filo figurado.
Figura 16: Estatuas de jaguar. Izq. de patas separadas; der. de patas unidas en quilla. |
Se ha supuesto que estas imágenes felinas se usaban de
asientos, sin embargo, no es así, pues el lomo no permite este uso. Igual pasa
con el supuesto de que pudieran servir para color ofrendas, el lomo curvo evita
que esta función sea lógica. En definitiva, solo queda considerar el mensaje
ideológico que en definitiva tuvieron en el sistema religioso.
La otra forma en que el jaguar aparece, es en el de
“cabeza-clava”, o sea, una cabeza con una espiga larga para poder incrustar la
imagen en una pared o muro (fig.17).
Figura 17:
Cabeza clava típica de la cultura del Diquís.
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Otros motivos llamativos son los búhos y armadillos. En el
caso de los búhos estos siempre se representan de pie y llevando del pico una
cabeza humana cortada (fig. 18-2). Los búhos y lechuzas tienen un significado simbólico
ligado con la muerte, concretamente con el anuncio de una próxima muerte. Pero
en la antigüedad cada clase de lechuza o búho tenía un referente simbólico, que
ubicaba al ave en diversos pasajes de interés religioso y mágico.
Figura 18: Esculturas zoomorfas. Izq. armadillo; der. lechuza
llevando cabeza humana del pico.
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El armadillo se presenta
en dos formas, ya sea naturalista (fig.18-1) o, híbrido humano-armadillo
(fig.19). Es interesante resaltar esta última forma de representación, pues la
pose en que aparece el híbrido es muy frecuente es todo Costa Rica, lo mismo
que el armadillo, encontrándose en pequeñas vasijas, ocarinas y otras formas
cerámicas (fig. 20).
Figura 19:
Esculturas híbridas armadillo-hombre.
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Figura 20:
Motivo recurrente en todo Costa Rica: Un animal con los brazos doblados y manos
en el hocico. Cerámica Región Central Occidental.
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Este interesante motivo está ligado con unas esculturas
típicas de la región Oriental, las cuales muestran normalmente a un hombre
sentado, llevando o sosteniendo algo en la boca, que en algunas imágenes parece
ser un cigarro o una flauta (fig. 21). En la región Occidental el motivo se populariza a eso
del año 300 d.C., y se manifiesta en ocarinas y utensilios especiales.
El motivo en cuestión está ligado al chamanismo en su esfera
de curación (hay que recordar que hubo una compleja jerarquía religiosa), esto
al comparar la pose clásica del experto en salud cuando entra en éxtasis.
En la figura 19-3, se ve una de estas imágenes con una
depresión cuadrada en el lugar del abdomen. Es muy probable que esto se usara
para preparar diversas sustancias curativas o mágicas.
Figura 21:
Esculturas de “susurradores” o chamanes curadores. Región Oriental y Central.
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Un tipo de esculturas zoomorfas interesante, está
constituido por medianas y relativamente grandes imágenes de perros y
cocodrilos. Es muy posible que hubiera o haya más variedad de motivos, pero la
ubicación de este tipo de escultura y, su simpleza general, provocó que en
cuando se removió la selva para hacer plantaciones, muchas fueran destruidas o,
simplemente tiradas y enterradas de modo disperso.
Figura 22:
Esculturas de cocodrilos en dos clases: 1-columnar; 2-de bloque.
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El modelo o clase de escultura columnar zoomorfa, es una
representación muy geométrica, simple, pero que tiene todos los elementos del
animal representado. Parte de un cilindro modificado según la necesidad
ideológica de la imagen. Fueron diseñadas para colocarse verticalmente, siendo
la cola la espiga (fig. 22-1).
La escultura de bloque es más frecuente, y consiste en una
piedra de lados planos, trabajada a partir de una silueta. Por lo general se
enfatizan ciertas partes del animal, como la cabeza o cola, algunas veces patas
representadas en bajo relieve (fig.22-2). El grado de erosión que muestran
estas estatuas demuestran que estuvieron expuestas a los elementos por
muchísimos años, cosa que no se observa en las imágenes columnares.
Esculturas zoomorfas
del tipo fantasma, donde no es posible identificar el modelo natural.
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4-Esculturas variadas antropomorfas y
zoomorfas.
Este grupo está constituido por una serie de imágenes cuyos
estilos constitutivos son derivaciones de las categorías antes vistas o, en
algunos casos, de estilos novedosos.
La línea de visión frontal, geométrica-rígida usual, tiende
a hacerse menos relevante en este grupo, donde parece que se expresan ideas
diferentes, lo cual puede ser por efectos de difusión, tiempo o simbolismo.
En la figura 23-2 se ve la representación del “gordo”, un
motivo muy común en la región Occidental, que en piedra es expresado de modo
casi igual. Por su lado, la escultura 8-9 de la misma figura es del mismo
estilo que las de la región Oriental.
Figura 23:
Esculturas de diferentes modos estilísticos.
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Una representación típica del Diquís, pero diferente en su
estética, son las imágenes humanas que sostienen cosas verticales, que en unos
casos pueden ser flautas muy largas, o bastones de madera (fig.23-4,5). Una
imagen muy interesante es la que muestra un individuo cubierto por una frazada
y, queda una apertura frontal donde solo se mira el rostro (fig. 23-5).
La escultura llamada fantasma es parte de este heterogéneo
grupo (fig.23-1,3,6), donde también se encuentran las cabezas-clava, o imágenes
de cabezas humanas o animales que se usaban clavándolas a muros (fig. 23-6-7).
5-Esculturas esféricas y en forma de
barril
Se caracteriza este grupo por figuras esféricas y columnares
que su forma no es modificada para hacer otra imagen, sino más bien se busca
exaltar el monolito, aunque sobre ellos se graven algunos símbolos.
Figura 24:
Esculturas columnares y esféricas.
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Las imágenes columnares, por su forma y tamaño, son
conocidos como barriles y, al igual que las esferas o bolas, son esculturas
públicas por excelencia, aunque los tamaños varíen mucho y, en el caso de las
esferas, algunas se usaron de modo privado.
El barril suele tener entre
75 y 80 cm de altura, con un gravado en sus lados planos (fig. 24-1), aunque
algunas veces tiene símbolos en su cuerpo, no es común, siendo normalmente
lisos. En el caso de la esfera encontramos el mismo efecto, algunas pocas con
grabados y el resto sin ninguna marca. Esto puede estar en función de
actividades especiales o bien, responden a una época particular, en que se
procuró usar las superficies de estos monolitos como petroglifos.
Figura 25:
Barriles. La figura del centro muestra el extremo grabado, en este caso, con el motivo del mono. Derecha, cuerpo de barril grabado.
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El uso ideológico del barril es dudoso, pues se halla en muy
diversos contextos, los cuales abarcan sitios habitacionales, lugares
solitarios y sitios ceremoniales, pero no de manera masiva, sino más bien
escasa. De ser esto así, la primera pista de su uso -aparte de ser una
escultura pública- sería la de señalar lugares muy especiales de actividad
religiosa, donde se realizaba una actividad singular.
Figura 26:
Esferas que hoy siguen siendo esculturas públicas.
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En algunos yacimientos de la región Suroccidental, los
barriles se hallan asociados a las esferas, sin embargo, poco se ha estudiado
este aspecto. La esfera es una de las esculturas públicas más típicas de la
cultura del Diquís, encontrándose desde grandes moles de casi tres metros de
diámetro, hasta miniaturas de pocos centímetros.
Esta forma pudo estar vinculada con un sistema de medir el
tiempo solar, ya que la sombra proyectada sobre la esfera marca las horas, los
equinoccios y los solsticios. En la figura 27 se puede ver una esfera marcando
la hora aproximada en que la fotografía se tomó, alrededor de las 6 am, de sur
a norte. Con solo haber observado la proyección de sombra sobre una esfera muy
temprano en la mañana, al medio día y antes de anochecer, se sabrá la hora y
los puntos cardinales.
Figura 27:
Esferas en parque público.
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Por supuesto lo anterior es una hipótesis, pero es bastante
viable. Aunque no fuera esa la intención del maestro escultor, no hay duda que
tal función fue usada por la gente por solo asociación entre el momento
temporal y la marca dada por la sombra en la esfera.
La superficie de las esferas normalmente son lisas y muy
parejas. Se ha observado que un número de bolas contiene grabados, los cuales
pueden ser toscos o muy finos (fig. 28). Lo normal es que las superficies se
aprecien sin grabados, pero se ha descubierto que en muchos casos estos
existieron, realizados de modo leve, el tiempo en mucho los ha borrado.
Figura 28:
Dibujo calcado de un grabado sobre una esfera.
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6-Esculturas funcionales A: piedras
de moler.
En términos prácticos una piedra de moler es solo una
superficie plana o cóncava, sobre la cual se maceran granos. La forma inicial
evolucionó en esculturas zoomorfas y antropomorfas donde el cuerpo del animal
se trasformó en la bandeja de moler. Este curioso fenómeno tiene relación con
la ideología religiosa, y estas piedras de moler no son, por tanto, objetos de
uso común ni de gente común.
La utilidad de este tipo de artefacto debe verse relacionada
con aspectos que, aunque de base agrícola, son importantes mensajes icónicos
dirigidos a un grupo espectador. En otras palabras, son útiles propios de la parafernalia
de los sacerdotes, con un mensaje visual directo y otro indirecto, inmerso en
el discurso religioso.
La piedra de moler es una importante ofrenda funeraria. Se
ha visto como en las tumbas con piedras de estas suelen haber mayor cantidad de
otros objetos, o bien, objetos de mayor calidad artística. Entre más compleja
la piedra de moler, mayor habrá sido el estatus del individuo, llegando hasta
las mejores y más grandes “mesas”, que sirvieron para contener el cuerpo del
difunto (fig. 29). Esto fue una idea central en la antigüedad, pues, así como
la piedra de moler era indispensable en la base del sistema alimenticio, lo
colocado sobre ella sería, simbólicamente, la vida; el cuerpo se colocaba en la
piedra que procesaba la vida y el bienestar social.
Figura 29:
Piedra para colocar el cadáver en la sepultura, siguiendo la forma de una
piedra de moler. Estilo usado en la región Centro-Oriental y Talamanca durante
los años 300-700 d.C.
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Existe una variedad importante de estas piedras, siendo las
más comunes una superficie plana o más normalmente, cóncava, con tres o cuatro
soportes o sin ellos. Estas serían las de uso diario, cotidiano. En ellas se
procesarían no solo alimentos como yuca, pejibaye u otros productos
alimenticios, sino todo elemento que necesite ser reducido mediante maceración
(fig. 30-1). Este primer grupo es seguido por unas piedras con algunos
elementos ideológicos agregados, tales como figurillas en los extremos del plato,
motivos zoomorfos o mixtos en el lado inferior del plato, y soportes de forma
variada (fig.30-2, 3).
El grupo más complejo de estos artefactos está constituido
por piedras de moler que adquieren la forma de un animal, mismo que puede ser
representado de modo realista o, estilizado, agregando o quitando partes del
modelo para crear otro conforme a principios ideológicos. En estos objetos se
encuentra una variedad funcional interesante, la cual tuvo una utilidad de
mortero (fig. 30-5). Pero la forma más interesante a mi gusto es la que tiene
un plato en forma elíptica levantada en los extremos, algo así como un bote. El
borde exterior siempre muestra una serie continua de cabezas humanas mirando
hacia afuera, mientras que en los extremos de la elipse aparecen unas figuras
pequeñas, siempre en el lado interior del plato. En este modelo, los soportes
adquieren formas humanas, masculinas o femeninas, en posición de atlante. Estas
piedras parecieran que se usaron más que todo para colocar en ellas un paquete
de huesos compacto, aunque no se descarta que también fueran usadas para moler
algo, aunque no cosas del ámbito alimenticio (fig. 31-2).
Otro modelo que puede haber tenido un fin especial en cuanto
a su función, es el de la figura 31-1. Estas piedras complejas fueron usadas
por religiosos de prestigio, y en ellas se procesaron cosas de uso ritual o
para el ritual, mismo que tuvo que ser muy limitado pues esta clase no es tan
común como la que adquiere la figura de un animal (normalmente un jaguar) en
pose naturalista.
7-Esculturas funcionales B:
petroglifos.
El petroglifo es una marca simple o asociada a otra en una
piedra. Estas marcas tuvieron un significado para el pueblo que las hizo, y
debieron ser entendidas por todos los miembros de ese pueblo, pues la mayoría
de los petroglifos se ubican en áreas públicas.
Este tipo de mensaje no ha sido posible descifrarlo, y es
muy poco lo que de este puede decirse. Se realizaron sobre cualquier tipo de
roca, formando figuras geométricas abstractas, estilizadas o realistas, o bien,
una combinación de todo esto en un arreglo que debió tener un orden visual de
lectura, o estuvo asociado a otra cosa que complementó su significado (fig.
32).
Figura 32:
Petroglifos de la región Suroccidental basados en la espiral.
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Esta categoría artefactual pudo tener un significado ritual
o, importante en algunos rituales, donde el mensaje pudiera ser visto por una
importante cantidad de personas. Este aspecto se refuerza al saberse de
yacimientos que se componen exclusivamente de estos objetos. Tal espacio pudo
funcionar como un recorrido religioso en ciertas épocas del año, ya fuera
relacionado con eventos calendáricos o no. Por otro lado, muchos de estos artefactos
se encuentran asociados a fuentes de agua, algo que definitivamente los
relaciona con actividad religiosa. Pero no se limitan a esas posiciones,
encontrándose también en áreas abiertas sin asociación a nada más, o bien, en
concentraciones de basamentos o áreas de habitación, al igual que en huacas o
cementerios. Como se ve, los petroglifos aparecen en multitud de contextos,
dificultando la investigación sobre su significado relativo.
8-Esculturas de estilo mixto y
miniaturas.
El último grupo de trabajo escultórico de la cultura Diquís,
está constituido por una serie de figurillas heterogéneas que solo tienen en
común el tamaño reducido de las mismas.
A nivel temático se encuentran imágenes zoomorfas, humanas y
mixtas -humana y animal-, mientras que técnicamente las hay desde muy bien
detalladas hasta las de tipo fantasma.
Estas esculturas corresponden a una función de fe individual,
pero no hay las suficientes para suponer un uso masivo, aunque hay que
considerar otros materiales en que también pudieron ser hechas, como la madera
y el hueso, por ejemplo.
Figura 33:
Esculturas de uso individual.
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Un aspecto hipotético de la utilidad de estos objetos podría
ser de interés variado, tanto como los temas mismos de las figurillas. En la
figura 33-3 aparece una figurilla que representa a una mujer embarazada, con el
pelo suelto muy largo que cae hasta debajo de las caderas. En este caso, y dado
que este tema no es extraño, podría verse una función mágica que ayudara a la
mujer embarazada, o bien, que se relacione con la fertilidad de la tierra, lo
cual puede también verse en un motivo casi igual, salvo que el sexo es
masculino (un hombre embarazado) (fig. 35). Este emblema del hombre embarazado
es común en la región Occidental, donde se encuentra en ocarinas y vasijas
(fig. 34).
Figura 34:
Figura del “gordo” o del hombre embarazado. Región Occidental.
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Las imágenes zoomorfas (fig.33-1)
podrían vincularse a aspectos mágicos de algún clan, o bien a algún tipo de
sacerdote. Más difícil de identificar en su función serán las estatuillas
“fantasma” de humanos (fig. 33-2), aunque deben estar relacionadas con aspectos
religiosos.
Figura 35:
Esculturas de uso individual. 1, mujer embarazada; 2, hombre embarazado; 3,
cortador de cabezas y piernas, que lleva a la espalda.
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Por último, debe mencionarse el interesante motivo del
cortador de cabezas. Este aparece en esta categoría representado casi igual que
en los modelos grandes: cara o cabeza de jaguar, con una o más cabezas
cortadas. En la figura 35-3 se aprecia una de estas figurillas, la cual lleva
la cabeza atada colgando en la espalda. Del bulto sobresalen dos piernas, lo
cual no es común verlo, pero tampoco extraño. En una mano se ve el hacha.
El cortador de cabezas siempre se ha interpretado como un
jefe guerrero, semejante a los de la región Oriental y Norte, pero una visión
distinta, o interpretación, podría ser la de un ejecutor. Vázquez de Coronado,
luego de la toma el fuerte de Coctu, menciona que estos pueblos tenían por
costumbre cortar cabezas de prisioneros una vez al mes, en lo que parece ser
una ceremonia especial: “Tienen junto al
fuerte un cerrezuelo (montículo) en
que hay mucha cantidad de cabezas y cuerpos de los que en la guerra cautivan,
que los sacrifican” (Fernández, 1976, pág. 97) . Cortar cabezas fue una práctica común de estos
pueblos, y los conquistadores lo comprendieron muy bien según fuese un caso u
otro, por ejemplo, cuando mencionan la corta de cabezas luego de una batalla o,
cuando matan a los esclavos para ser enterrados con el propietario, nunca
mencionan la palabra “sacrificio”. Pero en este caso se describe la ubicación
del montículo y como se veía, diciendo expresamente que eran víctimas de
sacrificio, por lo que cabe el supuesto de la existencia de un ejecutor
religioso encargado de ese acto, el cual podría ser el representado en la
escultura con rasgos de jaguar, serpientes y cabezas cortadas (figs. 12-izq;
9-1, 2, 3).
Anotaciones finales
Los restos materiales de lo llamado aquí cultura Diquís,
mantuvieron toda su historia características propias. La cerámica es tan
distintiva, que no hay forma de confundirla, pasando lo mismo con su metalurgia
y, por supuesto, el trabajo lítico.
Esta cultura se cree que se desarrolló originalmente en la
región del volcán Barú, en Panamá, y quizá en los valles de las tierras altas
de San vito y Coto Brus, en Costa Rica. Por algún motivo no explicado, las
poblaciones bajaron de la cordillera de Talamanca hacia los húmedos y calientes
territorios del Valle de Guaymí, Diquís, y Chiriquí, expandiéndose un poco
hacia la costa y al norte.
La zona más poblada fue, sin dudas, las planicies de
Chiriquí, pero por algún motivo Diquís empezó a distanciarse de esa zona
panameña, más o menos desde el año 300 d.C., llegando a su final manteniendo
fuertes vínculos con sus vecinos ancestrales, pero notándose claramente una
separación temática y estética en los residuos materiales hoy conservados.
La estatuaria de Diquís es masiva y vertical o de bloques
geométricos, carece de líneas curvas que contribuyan a darle un aspecto de
“movimiento”, como la que se ve en la región Oriental. Es una escultura rígida,
dirigida a dar un mensaje frontal determinado por variaciones dentro de la
imagen, pero sin modificarla en forma general, de manera muy parecida a la
escultura colombiana y peruana.
Bibliografía
Fernández, L. (1976). Conquista y Poblamiento en el
siglo XVI. San José: Ed. Costa Rica.
Lothrop, S. K. (1963). Archaeology of the Diquis
delta. Cambridge: Peabody Museum.