EL JADE EN COSTA RICA:
1300 años continuos de comercio, uso y fabricación de objetos bruñidos.
Introducción
La palabra jade en Costa Rica hace referencia a una serie de
piedras de distintas clases y colores, ya que popularmente se denomina jade a
cualquier colgante antiguo. La palabra jade proviene de la famosa “pedra de
mijada”, usada por los portugueses para la curación de infecciones de la
vejiga, y que se traduce como “piedra para orinar” y de la palabra china “jud”,
usada para definir estas piedras microcristalinas (silicatos de aluminio y
sodio). Fueron los franceses quienes usaron la palabra ejade o jade
(pronunciada yad), de la cual proviene la actual palabra jade usada en la mayor
parte del mundo para estas piedras (Balser, 1980) .
El jade se usó en Costa Rica masivamente durante 1300 años
continuos, evolucionado sus formas básicas y explotando al máximo las técnicas
de elaboración disponibles. Lo curioso es que no existen minas de jade en Costa
Rica, y que en épocas tan tempranas se diera con el norte un comercio tan
extenso, lo cual promocionó el uso de otras clases de piedras locales de modo
simultaneo. Otro misterio es la forma en que este comercio se dio, ya que, en
las rutas terrestres posibles existen enormes regiones en que esta piedra no se
usó, implicando que las rutas marinas pudieron haber tenido gran incidencia.
Figura 1:
Regiones arqueológicas según puntos cardinales, como se usan en este escrito.
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Generalidades
En Costa Rica, al igual que en todo el sur de América
Central, no existen yacimientos de jadeíta, pero sí de otras rocas muy
parecidas, como por ejemplo la nefrita, magnetita, albita, serpentina, etc.,
los cuales pueden hallarse en distintas formas y colores, dependiendo de los
elementos constitutivos del yacimiento. Sin embargo, muchos de los colgantes
antiguos fueron hechos en una jadeíta de gran pureza, siendo evidente que la
materia prima llegó en forma comercial del norte, posiblemente de Guatemala, lo
cual plantea varias interrogantes importantes.
Los jades más antiguos encontrados en Costa Rica están
fechados alrededor del año 500 a. C., pero la industria como tal debió empezar
antes, quizá en uno o dos siglos, pues para el año 500 a. C. el estilo ya se
encontraba plenamente desarrollado. El uso de este material, las técnicas y
algunos elementos de los diseños, llegaron del área maya-olmeca, y no se
comprende aun si fue debido a una migración, a elementos comerciales u otra
causa. El misterio se acrecienta cuando vemos que el desarrollo de la industria
del jade solo tuvo otro punto importante entre México-Guatemala y Costa Rica, y
fue en la región de Playa Muertos, (Honduras), o sea, de ese sitio hondureño
paso a la región Occidental de Costa Rica, sin dejar rastros en Nicaragua u
otras partes de Honduras o El Salvador. En todo caso, la ruta de abastecimiento
de materia prima duró más de mil años, trayendo no solo bloques (fig. 2), sino
objetos terminados olmecas o mayas para ser re-trabajados en la región
Occidental de Costa Rica.
Figura 2:
Bloques de jade que muestran el proceso de aserramiento y extracción de
preformas. Región Occidental.
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La forma en que se dio el comercio de materia prima entre el
área olmeca y maya con Costa Rica, es otra cosa que se ignora por completo. No
se puede descartar que se usara el modo de eslabón para trozos o piezas
completas desde el norte hasta la región Occidental, pero debido a la
abundancia otros medios debieron emplearse, y uno de los mejores candidatos es
el de vías marítimas mixtas, o sea, una parte por tierra y otra por mar.
Resulta curioso no tener evidencias de que el gran lago de Nicaragua se usara para
este efecto en los primeros cuatrocientos o quinientos años de comercio intenso
con las tierras bajas de Guatemala y Honduras.
Técnicas usuales en la fabricación de
objetos de jade.
Obtenido el bloque natural de jade, se procedía mediante
lasqueado a darle una forma y tamaño adecuado, el cual generalmente era
semejante a un ladrillo moderno (fig.2). Este bloque luego era prensado y, con
un cierra hecha de fibras vegetales impregnadas de polvo de cuarzo o de una
piedra semejante, se empezaba a aserrar de un lado y del otro, de manera que
cuando se hubiera profundizado mucho el canal, con un ligero golpe se separara
la sección que sería trabajada (fig.2). En la figura 3-1, se ve una separación
avanzada no ya de un bloque, sino de lo que fue otro objeto de gran tamaño. No
se debe confundir la técnica de separación para hacer otro objeto, de aquella
en la cual se quería simplemente dividir el objeto terminado, como se verá
luego.
Figura 3: Objetos de jade en proceso de fabricación.
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En la figura 3-3 se ve un objeto en proceso de fabricación
por el lado posterior, donde la “quilla” o sección de unión con el bloque no ha
sido minimizada o borrada. Una vez obtenida la forma requerida, el objeto era
pulido usando cepillo de madera o piedra, pero agregando polvo de cuarzo o
piedra semejante, para lograr las superficies adecuadas. El siguiente paso era
el de obtener la pre-forma, y se hacía con diversos medios según fuera el
emblema. En la figura 3-4, 5, se ven objetos que se encuentran en este nivel de
trabajo. En el caso 3-4 la piedra ya con su forma básica fue sometida a
desgaste fuerte en los lados superiores, logrando así una cabeza de ave y su
pico triangular, mientras que en el caso 3-5, se ve donde se empieza a tallar
la figura del cuerpo, cabeza y alas. Ambos casos carecen de huecos de
sustentación, pues estos al parecer se hacían en una etapa posterior, estando
ya definido exactamente el emblema.
Cuando ya se tenía la figura más o menos definida, empezaba
el proceso de taladrar los huecos de sustentación (fig.3-2,3), mientras se
practicaban los canales definitivos del motivo (fig.3-2). Es en este mismo
nivel en que se empieza a lograr un pulido uniforme en el objeto, el cual sería
finalmente bruñido al estar la figura terminada.
Todo este trabajo implica diversos taladros, cierras y
prensas, hasta llegar a una punta muy fina con la cual se hacían los detalles y
las incisiones.
Como se ve, este era un trabajo nada fácil, y debió de ser
realizado en equipo, de modo que cuando unos terminaban una sección, otros
avanzaran en la siguiente, y poder concluir el trabajo en un tiempo razonable.
Zonas de fabricación y modificación
de objetos de jade.
El jade se trabajó en tres zonas, dos de ellas en la
región Occidental y una en la región Oriental, aunque podría existir al menos
otro foco de fabricación en la región Norte.
En la figura 4 aparecen las tres zonas principales de
fabricación y modificación de amuletos y colgantes de jade: 1-Nicoya,
2-Guanacaste, 3-Llanuras de Santa Clara y Línea Vieja.
Figura 4: zonas de fabricación y transformación de objetos de jade. 1-Nicoya, 2-Guanacaste, 3-Llanuras de Santa Clara y Línea Vieja |
Los objetos de jade se empezaron a hacer en la zona de Nicoya,
a eso del año 500 a. C. los cuales se distinguen por la forma de colgantes
petaloides con efigies de hombre o de ave. El material es bastante bueno y el
acabado excelente, lo cual induce a pensar que los inicios de esta industria
son anteriores al año 500 a. C.
El motivo del ave, ya sea simple o con otra ave más pequeña
encima de la principal, puede que sean los emblemas más antiguos (fig. 5 y 6).
Figura 5:
Amuletos o colgantes de jade con motivo de ave.
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Figura 6:
Amuletos o colgantes de jade cuya figura principal es un ave, sobre la que se
encuentra otra.
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Los colgantes con figura humana más antiguos se distinguen
normalmente por el uso del taladro en la boca y los ojos hinchados con un
pequeño hoyo al medio, como se puede ver en la figura, siendo estas
características propias de la lapidaria olmeca, de la cual se presume proviene
el arte lapidario de Costa Rica.
Entre las técnicas llegadas de México se encuentra la forma
de aserrar la piedra, el taladro y lo que se conoce como aserramiento interno,
el cual consistía en vaciar secciones del amuleto, y darle una imagen más
fuerte al emblema (fig. 7). Aunque esta técnica no se usó mucho en las primeras
etapas, si sería usada unos cuatrocientos años después en la región Oriental y en
la zona de Guanacaste y/o Nicoya (región Occidental), lo cual puede indicar que
esa modalidad llegó luego con el comercio de materia prima con el área Maya,
entre los años 200-400 d. C.
El centro lapidario de Guanacaste (zona 2) se caracteriza
por la explosión de motivos y formas variadas, tales como aretes, anillos,
cabezas zoomorfas y, una multitud de distintos temas, entre ellos insectos,
colgantes de dos cabezas, tubos, etc. (fig.11). Es esta manifestación una
continuidad lógica del arte lapidario inicial de Nicoya (zona 1), y de cierta
manera es la que provoca el nacimiento de la lapidaria en la región Norte y
Oriental (zona 3).
Figura 8: Tubos de
jade. En Costa Rica se han encontrado los tubos más largos de América en este
material, de hasta 50 cm.
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Entre las formas innovadoras de la zona 2 están unos largos
tubos, los cuales fueron perforados a partir de los extremos, uniéndose al
centro. Estos tubos, según su tamaño, se supone se usaron en varias cosas,
desde aspiradores nasales para drogas (los más pequeños) hasta como emblemas de
poder en bastones o cosas por el estilo (los más grandes) (fig.8).
La forma horizontal de objetos perforados en toda su longitud,
también se encuentra en quenas y silbatos (fig.9). El sonido de estos objetos
es increíblemente fuerte y nítido, y debieron ser usados por chamanes en sus
curaciones especiales. A diferencia de las ocarinas, que tienen un hoyo para
llevarlas colgadas, en estos objetos musicales de jade tal cosa no existe, lo
que indica que eran llevados entre los haberes de uso extremo por parte de
chamanes de alta categoría.
Figura 9: Silbatos y
quenas de jade: 1-3, silbatos; 4, quena. El 2 es un silbato de tres tonos,
distinta a la quena.
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Otra forma que surge en la segunda etapa y común en la zona
2, son los colgantes de “paleta” de uso horizontal. Por regla general estos
objetos presentan cabezas zoomorfas en los extremos distales, las cuales parten
de un centro que es a la vez una imagen de un murciélago, siendo las alas
figuradas las que terminan en estas cabezas, motivo por el cual son conocidos
como “colgantes alados” (fig.10).
Figura 10:
Colgantes alados de la región Occidental.
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Los objetos pequeños, especiales y casi individuales, se
empiezan a popularizar entre los chamanes, y aparecen pequeñas vasijas con
tapa, anillos, narigueras y un sinfín de motivos variados e interesantes
(fig.11).
Los objetos especiales tuvieron mucha aceptación en la zona
3, donde no solo se copian, sino que se convierten en un objeto de comercio. Un
motivo muy interesante es el de las ranas, las cuales tenían especial interés
simbólico en las regiones Norte y Occidental, pero en esta etapa de desarrollo
lapidario se hacen comunes en la región Occidental, pero casi siempre en jade, mientras en las otras dos regiones se hicieron en toda clase de metariales.
Esto sugiere la posibilidad de un intercambio simbólico entre la región
Occidental y la Norte y Oriental, sumándose a otros muchos compartidos. Se
puede inferir de esta situación que la base ideológica de todos estos pueblos
era muy similar, aunque variaran en aspectos formales.
Figura 11:
Diversos objetos de jade: vasija con tapa,
jaguar, anillo y nariguera, orejeras, rana y un chamán.
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Los colgantes petaloides de uso vertical también presentan
un gran cambio en la segunda etapa cronológica, aunque los temas de base son
bastante parecidos con los más antiguos, donde más que el motivo cambia la
estética del objeto, siendo mucho más audaces y, expresando diversidad de
detalles que hacen de cada colgante algo singular, llegando inclusive a la
abstracción del emblema.
Los colgantes de uso vertical generalmente representan a un
hombre simple, una mujer simple, estos mezclados con características de jaguar,
serpientes o cocodrilos y, muy raramente, monos. La otra gran fuente
representativa, la de las aves, también aparecen mezcladas con elementos de
otros seres, normalmente humanos (fig.12).
Figura 12:
Dijes de uso vertical.
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Una forma derivada de los colgantes petaloides de uso
vertical, es la del chamán sentado, emblema muy común en Costa Rica en varios
materiales, pero principalmente en esculturas. Debido a que estas esculturas se
fechan desde el año 700 d. C. hasta el 1560 d. C., se puede suponer que
pertenecen al último periodo de fabricación de objetos en jade.
Los colgantes de chamán se caracterizan por tener bien
representados brazos y piernas, estas últimas flexionadas. Suelen mirar de
frente, y la cabeza lleva un gorro. La cara puede ser semi-humana, con
múltiples elementos zoomorfos agregados o, zoomorfas, con características de
jaguar o murciélago. Estos colgantes se encuentran en las tres regiones
mencionadas, pero con mayor frecuencia en la Occidental seguida por la
Oriental, y no cabe duda que se tratan de objetos de comercio elaborados en la
región Occidental, aunque algunos pudieron ser copiados en la región Oriental
(fig.13).
Figura 13:
Colgantes petaloides con figura de chamán.
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El gusto por los objetos de jade llegó a las regiones Norte
y Oriental a través del comercio con la zona productora 2 de la región
Occidental, en el primer siglo después de Cristo. El impulso fue tan grande que
en poco tiempo ya se estaban haciendo objetos de estilos y motivos propios,
principalmente a partir de objetos conseguido por comercio y usados como
materia prima. No está claro si hubo fuentes locales de piedras
microcristalinas que sirvieran para la industria lapidaria, pero ya fuera que
las hubiese o llegase vía comercial, en muy poco tiempo el uso de objetos
propios se generalizó por estas amplias regiones, eso sí, consiguiendo de la
zona 2 una enorme cantidad de amuletos que se transformaron parcial o
totalmente en nuevos objetos. Esto es interesante pues señala claramente que no
se explotaron masivamente minas de estas piedras, consiguiendo casi todo el
material vía comercial, ya fuera con la zona 2 Occidental o con otros
proveedores.
En la región Oriental se desarrolló un nuevo centro
lapidario, que estuvo posiblemente ubicado en el área de Línea Vieja o
Atlántico Central, enviando sus productos hasta Vereh, en Talamanca, por el
sur, y gran parte de la región Norte (sino es que existió otro centro lapidario
en las llanuras de San Carlos).
La zona productora 3 de la región Oriental, presenta algunas
particularidades interesantes, entre ellas la fabricación de objetos “gemelos”
(fig.14). Resulta interesante que en dicha zona existe un lugar que se llama
Guápiles, que quiere decir justamente gemelos, siendo en esta zona comunes los
objetos dobles o gemelos, no solo en jade, sino en cerámica, oro, cobre y
piedra.
Figura 14:
Objetos de jade “guápil” o gemelos.
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La técnica del aserramiento interno tuvo un gran auge en
esta zona, dando pie a otro estilo muy característico, el cual consiste en
colgantes para ser vistos de lado más que de frente. En estos colgantes hay un
motivo interesante, el cual consiste en un ser que sostiene un bastón o algo
parecido, que remata en una cabeza de ave. Muchos de estos aparecen sobre un
animal o varios (fig. 15).
Figura 15:
Colgantes hechos con la técnica de aserramiento interno.
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La zona 2 produjo una gran cantidad de tallas excelentes en
todo sentido, como por ejemplo el felino de la figura 16, que puede ser un puma
o un jaguar. Este aparece parado, vertical, con la cola sobre la espalda y la
cabeza totalmente volteada hacia atrás, mostrando los dientes y colmillos en
“N”.
El objeto de carácter realista casi se puede decir que son retratos de la
fauna local magníficamente ejecutados. Puede que la mayoría de las
representaciones de esta índole retraten aves (fig.17), aunque son comunes las
imágenes de mamíferos, reptiles y anfibios.
Figura 16: Magnífica representacion de un felino.
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Como se ve en la figura 17, casi todos los emblemas
realistas de aves fueron hechos para ser vistos de modo lateral, siendo esta
una característica de los objetos de la región Oriental, en contraposición con
los de la región Occidental, que se hacían para ser vistos frontalmente.
La representación típica de la zona 3 carece de esa
rigurosidad frontal propia de los dijes de la región Occidental, usando por lo
general las curvas y el vaciado interno para reforzar la imagen. No es que esto
no se hiciera en la región Occidental, solo que no corresponde esta línea
formal con la estética geométrica de líneas rectas, tan común en la decoración
de vasijas, piedras de moler y demás objetos.
Figura 17: Representaciones realistas de aves.
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Incluso los colgantes de uso horizontal se hacen de una manera
distinta, aunque en términos expresivos sean muy parecidos (fig.18). El
colgante horizontal de la zona productora 3, se caracteriza por dos cosas: el
uso de la figura del cocodrilo de dos cabezas o de una sola y, un circulo
amplio colocado usualmente en el centro del objeto. El círculo puede ser la representación
a un centro, un sitio místico original, o un punto de ingreso mágico usado por
los chamanes para sus viajes espirituales.
En la zona 3 se encuentran colgantes hechos de más piedras
semejantes al jade que en la región Occidental, esto se debe sin duda a la
carencia de material idóneo, por lo que se buscaron piedras que, una vez
pulidas, tuvieran ese acabado “vidrio”, que era lo que en realidad se buscaba.
Figura 18: Colgantes de uso horizontal tipicos de la zona 3,
región Oriental.
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El colgante de uso vertical de la región Oriental, sufrió
cambios interesantes sobre el modelo original, que es propio de la región
Occidental. Ya en manos de los lapidarios, el motivo se estilizó al máximo,
eliminándose mucho detalle y ampliando los trazos. Muchos colgantes de la
región Occidental sufrieron esta transformación, eliminándose una gran parte
del motivo y, sustituyéndose con otro o, dejando el mismo, pero con una
estética propia (fig.19).
Figura 19:
Colgantes de uso vertical muy estilizados, típicos de la región Oriental.
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Hasta aquí se han visto las tallas y técnicas más
importantes de la lapidaria en Costa Rica. A manera de resumen podemos ver los
siguientes aspectos importantes:
El jade (en término genérico) llegó a la península de Nicoya
(zona 1) en la región Occidental, más o menos a eso del año 600 a.C., o un poco
antes, pues para el año 500 d.C. ya existía un estilo propio, digámosle
inicial. De este estilo derivan los demás objetos, haciéndose los mismos cada
vez más audaces, como se ve en la lapidaria de la zona productora 2 de la
región Occidental, la cual a su vez resulta ser el motor que impulsa este arte
en las regiones Norte y Oriental, donde existió al menos otro centro productor,
el de la zona 3.
El desarrollo estilístico de la lapidaria se detuvo
abruptamente en todo el país a eso del año 800/900 d.C., sin saberse el motivo.
Se alega que fue la falta de materia prima, o que se sustituyó la piedra
bruñida por los objetos de metal, o inclusive, una mezcla de ambas causas, pero
estas explicaciones dejan un ligero “sin sabor”, pues no son convincentes en su
totalidad.
Contexto del jade y aspectos culturales.
Lo que hoy se denomina jade fue ampliamente usado en las regiones
Occidental, Norte y Oriental, incluyendo al área central de Costa Rica. No está
claro quienes usaron este material, aunque gran parte debió de ser chamanes de
diversas categorías, algunos de los cuales ostentaban el poder civil.
En la región Occidental el jade aparece desde muy temprano
ligado a piedras de moler bien terminadas, o sea, con elementos agregados que
en nada colaboran con la función artefactual. Este rasgo también se trasladó a
la región Oriental y centro del país, donde los más elaborados entierros
contenían piedras de moler y jades (fig.20).
Figura 20:
Sepultura con objetos de jade. El individuo se colocó sobre las piedras de
moler, y los jades a la altura de los hombros. Área central de Costa Rica.
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Sin embargo, objetos de jade han sido descubiertos en tumbas
simples, y otros asociados a niños. Debido a la falta de estudios de contextos
es imposible saber exactamente quienes poseían objetos de este material. Es muy
probable que estos tuvieran también la función de marcadores sociales a nivel
clánico, con lo que la presencia de estos en tumbas simples y de niños se
explicaría, aunque de manera sencilla.
En la región Occidental, el contexto varía según la época.
El objeto de jade fechado más antiguo, fue recuperado de un yacimiento de
excepcional importancia, pues debido a sus condiciones naturales ha conservado
el material orgánico en perfectas condiciones. Este yacimiento es conocido como
La Regla, y se ubica en la línea costera del golfo de Nicoya.
El entierro 5 del yacimiento La Regla contenía un paquete
envuelto de huesos pertenecientes a un hombre de unos 25 años, el cual entre
sus ofrendas se encontró un collar hecho de finas cuentas de madera, cuyo dije
central era un colgante petaloide de uso vertical con el emblema de un ave (Guerrero,
1992) .
Unos 700 años después, los objetos de jade aparecen en
tumbas más ostentosas en la región de Nicoya y Santa Elena, en sepulturas
realizadas en promontorios o cerros. Estas tumbas suelen ser de forma circular
y con un perfil de “botella”, sin piedra asociada. Este tipo de huaca o
cementerio contiene asociado a los dijes de jade piedras de moler labradas,
mazas rompe-cabezas de diferentes formas y motivos, ocarinas, figuras y otros
objetos (fig.21).
Figura 21:
Ofrendas típicas asociadas a dijes de jade. Debajo de la piedra de moler estuvo
la cabeza del individuo. Zona productora 1, Región Occidental.
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En la zona productora 2, de la región Occidental, surgen una
serie de montículos de entre 3 y 4 metros de alto (algunos de hasta 6 metros),
de longitud variable. Estos montículos fueron conocidos como las huacas del
jade por la enorme cantidad de dijes que en ellos se encontraron. En estos
montículos, estaban enterrados individuos de todas las edades, desde niños
hasta ancianos, los cuales muestran una variedad de concentraciones de ofrendas
según fuese la importancia de la persona. Sin embargo, se sabe que algunos
montículos tenían muchas más ofrendas de prestigio o lujo, lo cual podría
indicar que al menos algunos de estos yacimientos funcionaran como cementerios
clánicos (fig.22).
Figura 22:
Huacas del jade, región Occidental, zona productora 2. Montículo Siete Cueros,
Bagaces.
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Se han encontrado, entre la multitud de objetos de jade,
interesantes piezas que muestran aspectos culturales importantes. Uno que
aparentemente tiene que ver con la muerte, es el de quemar los objetos. El
destruir parcialmente un artefacto para ser colocado en la tumba es algo muy
conocido. Por lo general se les amputaba un soporte, se eliminaba una parte del
borde o, se hacía un orificio en el fondo. Todas estas prácticas de una u otra
forma hacían que el objeto no pudiera ser usado normalmente, aparte de quedar
de alguna manera marcado. Se dice que esto era para “matar” el objeto, en el
supuesto de que este tuviera algún tipo de energía espiritual, pero también
pudo ser, en el fondo, para efectos más prácticos, tales como inhabilitar el
artefacto y evitar algún tipo de saqueo (de orden mágico). En todo caso, el
jade quemado pierde toda su superficie brillante, para lo cual debe ser
expuesto a muy altas temperaturas (fig.23).
Figura 23:
Objetos de jade quemados ritualmente.
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Otra práctica cultural es la de partir objetos con sierra,
no para ser usados de materia prima como se vio antes, sino para duplicar el
existente. Esto se conoce popularmente como “herencias”, pues se ha imaginado
que un personaje hereda a un familiar una parte de su jade. En algunos
cementerios se ha encontrado, en efecto, una mitad en una tumba y la otra mitad
en otra sepultura, pero esto no implica que se trate de herencias. En varias
huacas es común observar esta práctica en cerámicas, donde una parte amputada
aparece en otro sitio del cementerio. Aunque para nosotros parezca lógico que
se trate de vínculos familiares estrechos, es más probable que tenga que ver
con parte del ritual mágico, lógicamente, entre un mismo grupo clánico.
En la figura 24 se ven algunos casos de estos, donde los
objetos de jade se dividían a la mitad o en más partes. Los dos casos de la
derecha pertenecieron a grandes objetos que, viendo las marcas de corte, fueron
divididos en más de cuatro secciones, sin dañar las superficies originales.
Figura 24:
Colgantes de jade divididos ritualmente en dos o más partes.
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Casos en que excepcionalmente se ha conservado un pigmento con
el cual se rellenaban los incisos se han encontrado en varias partes. El mundo
antiguo gustaba mucho de los colores y texturas, igual que nosotros hoy día, y
se buscaba crear objetos con agregados que los hicieran más impresionantes
(fig.25).
Otra forma, aparte del color agregado, que se usó para
realzar el objeto, fue el de colocar en los ojos y otras partes engastes de
pirita, la cual pulida brilla mucho. Hoy día no se conserva ningún objeto con
estas incrustaciones, debido a que la pirita se oxida, pero en este proceso
deja en las superficies manchas de óxido típicas, de un color rojizo-herrumbre
típico.
Figura 25: inhalador que conserva pintura en los incisos. |
Discusión final
El
jade tuvo un impacto en la antigüedad importante, más que por su motivo, por la
piedra en sí, la cual ya bruñida tiene un efecto visual semejante al vidrio. Además,
sus colores profundos, los tonos y las vetas, hacen que los objetos de este
material sean deseados, gusta verlos y producen un impulso por sentirlo, por
tocarlo. Estas características son muy humanas, pues hoy día provocan los
mismos efectos que en la antigüedad y, ayer como hoy, el lucir un collar con
piezas de jade suele ser algo restringido a ciertas personas.
En
Costa Rica, al carecer de este tipo de roca, se importó del norte en grandes
cantidades, ya fuera en bloques de piedra o en piezas completas, las cuales
eran cortadas y vueltas a trabajar con motivos locales, aunque no es muy raro
encontrar en las tumbas algunos colgantes mayas u olmecas completos, o bien, en
proceso de transformación.
Siendo
que el jade llegó de México y Guatemala, sería esperable encontrar a lo largo
de la ruta hasta Costa Rica ya sea objetos hechos en el norte o, industrias
locales, que aprovecharan las rutas comerciales, pero esto no sucedió. En gran
parte de Honduras, en todo El Salvador y en Nicaragua, el jade es muy raro y de
origen siempre externo. Todos esos pueblos mantuvieron contactos de una u otra
forma con los mayas y los olmecas, pero no gustaron del jade, tan preciado en
todo el actual México y Guatemala en la antigüedad, planteando la posibilidad lógica
de que el comercio entre Nicoya y Guatemala (al menos) se realizó vía marítima,
antes del año 500 a.C., a juzgar por el hallazgo del yacimiento La Regla (Guerrero, 1992) .
Conjuntamente
con el jade, se empezó a trabajar una serie de piedras locales, cuya
consistencia daba unas superficies bruñidas semejantes al vidrio. Estos
materiales similares se emplearon en grandes cantidades en la zona productora 3
de la región Oriental, donde llegaban materias primas de las regiones
Occidental, Norte y Suroriental, aun así, parece que de un momento a otro se
dejó de trabajar este tipo de material.
Se
ha establecido, por parte de los expertos, que esto se debe a la ruptura de las
redes comerciales con el norte, pero esto sería válido solo para el jade de
Guatemala y México. Lo que no consideraron es que para el momento en que tal situación
parece que se dio, ya era común en las tres zonas productoras de Costa Rica
trabajar otros materiales.
Bibliografía consultada
Balser, C. y D. Stone. (1973). Arte Precolombino de Costa Rica. San José: Ministerio de Cultura Juventud y deportes, Dept. Publicaciones.
Balser, C. (1974). El Jade en Costa Rica. San José: Imprenta y Litografía Lehman S.A.
Balser, C. (1980). Jade precolombino de Costa Rica. San José: Litografía e imprenta Lil, S.A.
Easby,E,K. (1981). Jade. en Benson, E. (ed), Between Continentes/Between Seas: Precolumbian art of Costa Rica, p.135-151. New York: Harry N. Abramas.
Guerrero, V. y. (1992). Entierros secundarios y restos organicos de ca. 500 a.C. preservados en un area de inundacion marina, Golfo de Nicoya, Costa Rica. Vinculos vol.17, Nº 1-2, 17-51.