El Valle Central de
Costa Rica y el comercio con Nicoya-Guanacaste durante el periodo del auge
800-1350 d.C.
Introducción
Los yacimientos del Valle Central entre los años 800-1350
d.C. muestran una organización particular en cuanto a los materiales residuales
que hoy podemos encontrar. Por un lado, el material es muy homogéneo y típico,
pero por otro lado hay que tener siempre presente la presencia de material
exógeno, producto de actividades relacionadas con el comercio.
Los bienes comerciales durante este periodo circularon en
todas direcciones, siendo el más claro aquel llevado a cabo con los materiales
de la península de Nicoya, en la región Occidental, pero también se pueden determinar algunos residuos de objetos
provenientes de la zona de San Carlos, en la región Norte y de Línea Vieja, en
la región Oriental.
En este escrito usaremos de referencia y comparación al
yacimiento La Guácima, ubicado en el centro de esa comunidad, al oeste del
Valle Central. La Guácima es un yacimiento importante, con estructuras de
piedra, petroglifos y áreas de ocupación distintas según el material cerámico y
lítico, distinguiéndose una zona central con el material de mayor calidad y,
una periferia con materiales más simples.
Figura 1:
Puntos cardinales que corresponden a regiones arqueológicas, como se tratan en
este escrito.
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Ha sido costumbre en nuestros escritos de este blog, el no
hacer mención a tipos y variedad, al menos hacerlo lo menos posible, pues en
términos generales a un público abierto poco o nada les importa. Sin embrago,
en este caso debemos romper la regla. Haremos uso de la tipología según Snarskis
y Abel-Vidor, Baudez, Bishop et al. En la revisión de los principales tipos y
variedades cerámicos de la Gran Nicoya. Para hacer más comprensible el objeto
enmarcado en un tipo, procedimos a ilustrarlo de la mejor manera posible. Así
los lectores tendrán una idea de que se discute.
Características
naturales del Valle Central Occidental
Esta
zona se caracterisa por marcadas diferencias altitudinales, desde una máxima de
2880 mts a una mínima de 600 metros de
altura, en una longitud de tan solo unos 37 kms, con pendientes muy fuertes
(mayores a 18%) en el área más alta, versus pendientes de 4 a 8% en las áreas
más bajas (Morera, 1993) .
En
terminos geológicos, señala Morera que la zona está constituida por materiales
de origen volcánico (tobas, lavas, piroclastos) del Holoceno, período
Cuaternario. Las coladas de lava de la formación Barva son dominantes, las que
se caracterizan por densas, bien cristalizadas, masivas y fracturadas (idem, 198).
Geomorfologicamente
esta zona es parte del relleno volcánico del Valle Central, el cual corresponde
con un relieve plano-ondulado con pendientes de 0-10 grados (Morera, 1993) .
Hirográficamente
el río Segundo (fig.4) es un afluente de la sub-cuenca del rio Virilla (fig.2 )
y de la cuenca del río Grande de
Tárcoles. El río Segundo presenta un patrón de drenaje dentrítico, y cuenta
como tributarios los ríos Macarrón, Zanjón, Porrosatí y La Cruz (Idem).
El
regimen pluvial del occidente del Valle Central esta en relación con la altura.
En la parte más baja de la cuenca del río Segundo (600 m), pueden caer 2000 mm
anules, mientras que en la parte alta (2550 m) supera los 3500 mm anuales, esto
en condiciones normales (Villalobos, 2009) .
La
zona en que se encuentra La Guácima presenta lluvias provenientes tanto de la región Oriental
-Caribe o Atlántico- como del Pacífico. Las lluvias provenientes del Este son
de tipo orográfica y de derrame (Morera, 1993, pág.
204) .
La
época de lluvias va de mayo a finales de noviembre, y se caracteriza por lluvia
tipo convectiva, la cual descarga una gran cantidad de agua en poco tiempo,
siendo este patrón lluvioso el mismo de la zona Pacífico Central.
800-1350: La época del auge y el comercio entre regiones.
Durante el lapso temporal 800-1350 d.C. se dieron las
condiciones políticas que fomentaron una producción con excedentes en varias
áreas, lo cual provocó un incremento importante de la actividad comercial, no
solo entre las diversas aldeas de una misma región cultural, sino entre las
diversas regiones culturales.
Las antiguas rutas comerciales entre regiones derivaron en
otras nuevas, evitando así los bloqueos normales que se daban cuando había
conflictos entre comunidades de una misma región, o entre pueblos de distintas
regiones culturales. De este modo fue que mercancías hechas en el istmo de
Rivas, Nicaragua, pudieran circular por todo Guanacaste-Nicoya, llanuras del
Norte y zona central de Costa Rica. Inclusive, mercancías de Nicoya llegaron
tan lejos como Chiriquí, Panamá (fig. 6).
El tipo de organización comercial no parece haber sido
directa entre comunidades principales excedentarias y otras deficitarias en uno
o más productos de igual rango, al menos no hay nada que indique que esta clase
de contacto comercial fuera el usual. Tampoco parece que fue una actividad
organizada estrictamente en torno a jefaturas, más bien parece un flujo
multilateral tipo eslabón, entre una comunidad “A” con excedentes en algo, y
otra “B” que necesita parte de los excedentes de “A”. El contacto entre “A” y
“B” no fue directo, sino a través de otras comunidades regionales o
inter-regionales, las cuales aprovechaban el flujo de mercancías variadas (fig.
7).
Corrales y Quintanilla (Corrales, F. y Quintanilla, I., 1992) (Corrales, 1994) hacen un resumen de
información sobre el tema en discusión, proponiendo un modelo de centros
políticos redistribuidores de mercancías, con lo cual no descartan otros
modelos posibles (Corrales, 1994, pág. 61) , estando de acuerdo
con Ibarra y Snarskis (M. Snarskis y E. Ibarra, 1985) . Sin embargo, es
improbable que la actividad comercial involucrara siempre la presencia de
jefes, o, que toda la mercancía se llevara a un pueblo determinado para ser
intercambiada ahí. La gran cantidad de fragmentos policromos en yacimientos
pequeños y periféricos, señalan directamente al sistema antes propuesto tipo
eslabón.
El modelo tipo eslabón (fig.7) encaja perfectamente en un
territorio como el de Costa Rica, muy fracturado por componentes culturales
distintos, separados no por grandes distancias, sino por rasgos topográficos
intensos.
Considerando algunos datos aislados sobre el comercio
interno de materias primas en Guanacaste y Nicoya durante el periodo 300-800
d.C., donde el tráfico de bienes líticos no fue dirigido desde una sola cantera
a los yacimientos lejanos que necesitaban la piedra, siendo evidente que ya
fuera el cascote, la pre-forma o el objeto terminado, llegaba a muchos lugares
en pequeñas cantidades, proveniente igualmente de varias canteras. Esta
actividad involucró también otros objetos que eran queridos o necesitados en
comunidades intermedias donde la lítica (principal objeto de comercio) carecía
de interés, mostrando igual comportamiento, pero en sentido contrario, las
comunidades que producían el comercio lítico inicial, estableciéndose líneas
comerciales ida y vuelta hacia muchas partes, con géneros muy variados.
La ruta natural de ingreso al Valle
Central por la vertiente del Pacífico Central: Depresión del río Grande de
Tárcoles-Virilla.
La gran cuenca hidrográfica formada por los ríos Virilla y
Grande de Tárcoles pasa por una depresión casi en línea recta entre el Valle
Central y el Pacífico Central, constituyéndose en el paso natural por
excelencia que une ambos territorios (fig.8).
Las tierras al norte y al sur del paso natural se
caracterizan por ser muy quebradas, cuyos puntos más elevados no tienen gran
altura, pues en ningún momento sobrepasan los 2,000 m.s.n.m., pero en cambio
son una sucesión de cerros con laderas muy empinadas (fig.9), sin embargo, las
de la margen Sur-Este son menos empinadas, con pequeños valles y de laderas
inclinadas no muy fuertes en términos generales.
Durante la estación seca (de diciembre a mayo) el curso bajo
del río Grande de Tárcoles podía ser navegado no solo en canoas o balsas, sino
también en naves de mayor tamaño. Quizá por este motivo en los cerros de
Carara, ubicados en la desembocadura del rio Grande de Tárcoles, hay una serie
de yacimientos de importancia escalonada, desde los que debieron ser simples
caseríos, hasta centros de población importantes. Corrales determinó lo que
pudo ser un yacimiento complejo, desde el cual se dominaba la entrada y salida
del río: “Lomas Entierros, (es) una aldea extensa y compleja ubicada en una
zona montañosa de pendiente abrupta en frente del río Tárcoles, cerca de su
desembocadura. Su emplazamiento sugiere una posición estratégica de defensa y
control del río Tárcoles, debido a que este río constituyó una importante vía
de acceso al área Central del país” (Corrales F. , 1992, pág. 19) .
Lomas Entierros pudo ser un lugar muy importante, pues se
ubica justamente donde convergen varias rutas lógicas de comercio. Por un lado,
tenemos toda la banda oriental del golfo de Nicoya y sus islas, y justo a unos
35 kilómetros cruzando el golfo, está la península de Nicoya. La banda costera
al sur de la desembocadura del río Grande de Tárcoles fue otra ruta comercial
de mucha importancia (fig.10), con lo cual Lomas Entierros podría considerarse
una plaza comercial crucial, no solo para el Valle Central, sino también para
Nicoya y Guanacaste.
El Valle Central es una depresión tectónica de unos 3500
kilómetros cuadrados, y con alturas que oscilan entre 800 m.s.n.m. en el Oeste
(La Garita), hasta los 2770 m.s.n.m. en el Este (Chicuá). Presenta suelos
volcánicos permeables y profundos (andisoles), con áreas de suelos fértiles,
pero de manejo más estacional, como son los vertisoles de la parte occidental
del valle. Las facilidades agrícolas, el clima y su posición estratégica con
respecto a las llanuras del norte y del oriente hicieron de estas tierras un lugar
de especial importancia no solo en la antigüedad.
Arqueológicamente el Valle Central se puede dividir en Valle
Occidental y Oriental, división que tiene por límite el cañón del río Virilla
(fig. 10). Esta división parece tener importancia cultural, pues algunas
cerámicas muy comunes en el lado Oriental, son de raras a muy raras en el lado
Occidental y viceversa. También se desprende de las crónicas de la conquista
española, que los pueblos del lado Occidental y los del lado Oriental,
obedecían a distintos jefes, aunque es claro que todo el valle estuvo ocupado
por pueblos de la misma lengua y de creencias iguales o muy similares.
Cerámicas importantes en el sistema
de intercambio en el Valle Central.
La frontera formada por el cañón del río Virilla se puede
observar al menos desde el año 400 d.C. en la distribución de ciertas cerámicas
del complejo Pavas. Para
el lapso temporal 800-1350 d.C., esta frontera está limitando la distribución
de ciertos tipos cerámicos propios de la región Oriental hacia el Oeste. En
efecto, al Oeste son raros los fragmentos de tipos tales como Cartago Línea
Roja (fondo blanco), Irazú Línea Amarilla (y sus dos variedades de línea
blanca) y Cot Línea Negra, en sus dos variedades (fig.11-11 bis).
El
tipo cerámico Cartago Línea Roja se divide en dos grupos, el de base
blanco-crema (fig. 11-2), y el de base rojiza (fig.12-1,2). Se ha argumentado
que esto se debe a que la variedad rojiza es anterior a la blanco-cremosa (Snarskis, 1982, pág. 117) , pero en algunos
yacimientos del Valle Oriental ambos modelos aparecen juntos. Otra variante que
presenta esta cerámica es la que tiene una cubierta (engobe) grueso color
caramelo claro (fig.12-3). Estas variaciones en general parecen tener
incidencia espacial, y tienen que ver con centros de manufactura distintos,
siendo la distribución de estos objetos parte del comercio con la región
Oriental, al menos algunos de ellos a nivel de variedad. Aguilar propone que
estas cerámicas se fabricaron en las tierras altas de Irazu y Turrialba y en la
zona de Línea Vieja, en la región Oriental (Aguilar, 1972, pág. 136) .
En
los yacimientos Occidentales del Valle Central, las versiones de base rojiza o
café-rojiza son cerámicas que pudieron ser fabricadas localmente, contrario a
los pocos casos de base blanco cremoso o caramelo claro, que son tipos comunes
en el Valle Oriental y en la región Oriental (fig.1).
La actividad comercial durante los años 800-1350 d.C. de la
región Occidental con las regiones Norte, Central y Oriental fue muy intensa,
al punto que prácticamente no existe un yacimiento de ese periodo en esas
regiones, que no tenga cerámica de Nicoya y Guanacaste.
Los productos que las
poblaciones de Nicoya buscaban en el Norte y Este, no se han detectado
arqueológicamente, por lo que debieron ser de naturaleza perecedera. Un posible
producto que debió estar involucrado en la cadena de intercambio pudo ser el
oro y el cobre, ya fuese en figuras terminadas o como materia prima. Sean
cuales sean los bienes buscados por los nicoyanos, estos tuvieron que ser muy
importantes, ya fuera a nivel de uso común o ideológico.
El movimiento comercial fue
tan importante que, al menos en el caso de la cerámica, provocó centros de
manufactura masiva de determinados tipos en la región Occidental. La cerámica
denominada Tayutic Inciso es un caso muy interesante, pues este tipo se fabricó
originalmente en el extremo sur de la Península de Nicoya y/o, en la banda
costera oriental del golfo de Nicoya, que va de Abangares-Chomes al puerto de
Puntarenas (fig.10). Esta alfarería se exportó en grandes cantidades al Valle
Central-región Norte, donde a su vez fue copiada masivamente. Se distinguen
ambas en la calidad del trazo inciso/esgrafiado y, principalmente, en la
arcilla-desgrasante con que fueron manufacturadas (fig.13).
Otras dos clases cerámicas incisas involucradas en el
comercio son las denominadas como tipo Belén-Palmares Inciso y el tipo Huerta
(Chitaría) Inciso. El tipo Huerta, que carece de una clasificación formal para
Guanacaste-Nicoya, fue descrito por Aguilar como una cerámica del Atlántico
Central, con el nombre de Chitaría Inciso (Aguilar Piedra, 1972, pág. 43) , siendo en realidad
un tipo producido en la zona del golfo de Nicoya, en la región Occidental.
El Huerta Inciso es una cerámica de trazo fino a muy fino,
con superficies generalmente obscuras y que comparte elementos de diseño con
Tayutic Inciso en una o más variedades del tipo. Huerta es común en la zona sur
del Golfo de Nicoya, donde pareciera que se fabricó, al menos las variedades
con diseños más lineales, que es el modo más común encontrado en los
yacimientos del Valle Central Occidental, donde se ubica La Guácima (fig.
14-4).
El tipo Belén Inciso y su variedad Palmares Inciso
(fig.14;1-3) también llegaron a la región Oriental y Norte como bien de
comercio, aunque pareciera que en menor cantidad que Huerta-Tayutic Inciso. Es
posible que exista un factor temporal entre ambos grupos cerámicos, o que la
muestra aun sea insuficiente.
Una cerámica monocroma que nunca se ha cuantificado, pero
que está presente en, al menos, los yacimientos del sector oeste del Valle
Central, es el Piches Rojo (fig.15). Esta cerámica, que incluye una gran
variedad de formas de utilidad doméstico-cotidiano, se confunde con fragmentos
de vasijas locales del Valle Central que tengan engobe rojo/rojizo pulido. Sin
embargo, los bordes y la arcilla-desgrasante de los tiestos delatan que se
trata de cerámica importada de la región Occidental. Los tiestos del tipo
Piches son pocos y muchos están muy degradados, lo que permite especular que
eran envases de algún producto como la sal o los taninos del mangle en pasta,
entre otras cosas.
La policromía particular de la región Occidental (Nicoya) es
el producto de más fácil identificación en la cadena comercial, pues no solo es
llamativa por sus colores y diseños, sino por su calidad. Toda esta cerámica
aventaja a la local en resistencia e impermeabilidad, y puede que estas
cualidades -aparte de los coloridos diseños- fueran parte de los requerimientos
para su importación.
Todas las vasijas involucradas en el sistema de comercio son
de fabricación peninsular, más del sur que del norte de Nicoya, con excepción
de Papagayo Policromo.
La cerámica Papagayo se distingue por su base color blanco,
los motivos, propios de la esfera estilística mesoamericana y, por la arcilla,
de un color rojo ladrillo distintivo (fig.16).
El caso de la cerámica del tipo Papagayo es interesante,
pues esta era fabricada muy al norte de Nicoya, en lo que hoy es el sur de
Rivas, Nicaragua (fig. 6), siendo el único tipo cerámico exportado del norte
que llegó en grandes cantidades a todos los yacimientos del sector Oeste del
Valle Central. ¿Por qué una sola clase cerámica, de la misma calidad que otras
de manufactura más cercana, resultó ser tan común? No existe una respuesta
concreta para esta pregunta, pero podríamos considerar que la cerámica Papagayo
no llegó al Valle Central por una sola ruta, sino por varias distintas, entra
estas, algunas de la región Norte, como lo atestigua cierta cerámica que,
aunque tipológicamente igual a la del Valle Central, el acabado y la arcilla
son particulares de la región Norte, encontrándose restos de estas cerámicas en
muchos de los yacimientos del Valle Central.
El comercio con la Región Norte pudo haber sido tan extenso
cómo el que se dio con el área del Golfo de Nicoya, pero es algo no estudiado
aún. Cabe la posibilidad de que muchos objetos de la península de Nicoya y del
sur de Rivas, llegasen al Valle Central por comercio con la Región Norte, con
lo cual el flujo de ciertos bienes pudo haberse duplicado.
El tipo más común en cualquier yacimiento del área central
de Costa Rica es el Mora policromo (fig. 17). Los envases de esta alfarería se
distinguen fácilmente por la forma y decoración, la cual siempre tiene abajo
del borde en rojo, una serie horizontal de líneas, sobre las cuales se puso una
banda de “picos” verticales.
Las formas son poco variadas, siendo la característica la de
guacal (fig. 17-2,4), y la de vasija sin cuello o “tecomate”, también de boca
amplia. En la variedad Chircot del tipo prevalece la forma abierta, pero
también es frecuente la de “botella” (vasija de silueta compuesta y borde
exverso) (fig.18-2).
Los jarros del tipo Mora y sus variedades enfatizan en
formas abiertas, distintas de aquellas normalmente usadas para cocinar. De
hecho, no se encuentran vasijas de estas con quemaduras o sarro de carbón,
confirmando que se usaron para servir o contener alimentos. El uso que tuvieron
estos objetos es importante para determinar la escala social de los mismos en
el conjunto de bienes permutados.
Muchas vasijas provenientes de sepulturas tienen claras
señas de uso en las superficies internas y externas, y muchos tiestos presentan
marcas de reparación, aparte del desgaste por uso (fig. 18), con lo cual se
aprecia fácilmente que la adquisición de estos objetos era con fines
funcionales de orden doméstico, una especie de vajilla de lujo.
En el yacimiento La Guácima de Alajuela, la gran mayoría de
residuos por uso de cerámicas importadas se encuentra dentro o en los
alrededores de lo que fueran basamentos de piedra de grandes casas circulares,
pero no en un solo sector, sino en todos. Debido a la forma de contacto
comercial tipo eslabón en que se dio el intercambio, la distribución de estas
cerámicas fue bastante homogéneo, produciendo una gran cantidad de restos
quebrados por uso, lo que señala que no se cuidaban estos enseres de manera particular,
lo que no implica que no fueran una mercancía buscada.
Hay dos tipos cerámicos, Guabal policromo y Birmania p. (se
pueden considerar uno solo para efectos prácticos) que, por sus características
especiales, es muy posible que tuvieron una función ideológica dentro del
chamanismo.
Los objetos del tipo Guabal p. son figuras femeninas
ataviadas de manera compleja y, atabales, flautas, pitos y ocarinas (fig. 19).
La distribución de los objetos de esta cerámica es bastante
limitada, no son comunes, aunque ocasionalmente se encuentren en tumbas desde
la región Norte hasta la región Oriental, evidenciando su importancia simbólica
de esta manera. En este aspecto, Birmania y Guabal tienen un vínculo no solo
estético, sino funcional.
Se puede afirmar que ambos tipos enfatizan objetos de uso en
el ámbito religioso, y pudieron ser objetos cuya distribución no fue basada en
un intercambio, sino más bien dirigida o trasladada de un personaje de
importancia en el culto mágico-religioso a otro similar.
Los objetos Birmania suelen tener formas que expresan
movimiento, efigies tergiversadas de ciertos animales muy característicos, tal
como el manigordo y las tortugas, muchas de estas marinas. Un modelo común en
esta cerámica es el de una copa sostenida por un cuerpo terminado en una cabeza
zoomorfa a cada extremo, o bien una copa sostenida en el lomo de tortugas u
otros animales (fig. 20; 1-2).
Cuando la forma es abierta (escudilla) suele aparecer un
diseño estilizado zoomorfo muy interesante, pues es similar a los de ciertas
cerámicas de Diquís y Chiriquí (fig.20-4).
Los objetos del tipo Santa Marta p. no pueden considerarse
especiales en nada, como los Birmania-Guabal, y fragmentos o trastos de este
tipo son raros en el Valle Occidental. Santa Marta es parte de la vajilla de
servir alimentos, debido a esta aparente función debería ser tan frecuente como
los vasos del tipo Mora, pero no sucede así. En los diversos yacimientos del
lapso temporal 800-1350 d.C. en el sector occidental del Valle Central cercanos
a La Guácima, no se encontró ni un solo fragmento de este tipo. Esto puede
tener su causa en que los fragmentos se confundan con otros del tipo Mora y sus
variedades, pues son a ese nivel muy similares. Pero en las diversas
excavaciones y reportes científicos, sigue existiendo un vacío importante de
este tipo en todo sector Oeste del Valle Central (fig.21).
Otro tipo muy raro en el sector Oeste del valle es una de
las variedades establecidas para el tipo Mora policromo, denominada variedad
Cinta (fig.21, izq.) lo cual en sentido utilitario carece de explicación, pues
técnicamente es un envase de idéntica calidad que los del tipo Mora, con lo que
no se puede decir que de alguna manera se excluyera del flujo de bienes
comerciales, siendo el tipo Mora p. una de las vasijas más cotizadas en la
época, junto con la mayoría de sus variedades.
La variedad Cinta no es una cerámica fácil de confundir, y
técnicamente es tan buena como cualquier otro objeto del tipo Mora, entonces,
¿por qué se comercializaron tan pocas? Una posible respuesta está en la
posibilidad que estos objetos se empezaran a hacer cuando las relaciones
generales entre ambas regiones fueron adversas a la actividad comercial, entre
los años 1350-1370 d.C., lo que pudo provocar que en este caso llegaran muy
pocos objetos al Valle Central en general.
Las tinajas del tipo Palmira son otras ausentes (o muy
raras) en el valle Occidental. Nuevamente podemos ver algunas similitudes en la
iconografía de Palmira con el grupo Birmania-Guabal, sin poder asegurar que
esto tenga alguna vinculación ideológica. Lo que sí parece surgir en este
grupo, es una zona productora distinta dentro de la región Occidental, la cual
uso rutas a través de las tierras altas para comerciar sus productos, y no el
rumbo a través del golfo de Nicoya y la ruta Tárcoles-Virilla, llegando más
cantidad de vasijas de ciertos tipos a los yacimientos del Valle Central Oriental
y la región de Línea Vieja-Santa Clara, en la región Oriental y Norte.
En el sitio La Guácima, así como en otros yacimientos
importantes cercanos, hay una cerámica que es frecuente: la variedad Chircot de
Mora policromo. Por supuesto no es que sean comunes a nivel del total de
cerámica de cada yacimiento, solo a nivel relativo en comparación a otras
cerámicas policromas (fig.23).
Otra cerámica bastante frecuente, esta vez en todo el Valle
Central, es el Altiplano policromo, pero hay que hacer una observación
importante: Tanto Chircot como Altiplano suelen ser, digamos, no comunes como
vasijas de uso común en Nicoya, donde se esperaría una mayor muestra
recolectada en excavaciones científicas. Pero en el Valle Central, dentro del
grupo de los objetos comerciados, se puede afirmar que es más frecuente, según
datos de excavaciones científicas.
En el yacimiento La Guácima, los fragmentos de Chircot son
comunes, pero los de Altiplano no, siendo extraños a nivel general.
Altiplano puede ser una vajilla selecta por algún motivo, o
bien, sus rutas de abastecimiento no entraban todas por Tárcoles-Virilla. En
todo caso, se sabe que es una cerámica más usual en huacas del sector Oriental
del Valle, y en las llanuras orientales de Línea Vieja y Santa Clara (fig.24).
Altiplano p. tiene dos modos de decoración que podrían
llegar a tener valor cultural especial: el primero es el modo decorativo “A”
que usa líneas finas en los motivos (fig.24), siendo estos más o menos
determinables como emblemas duales. El segundo modo usa líneas más gruesas, en
motivos muy complejos y variados, siendo algunos de estos difíciles de
interpretar (fig.25).
Ambas variedades llegaron al Valle Central en cantidades
distintas, según se desprende de los informes y publicaciones que hay sobre el
tema, y no sería extraño que existiera una división distributiva entre ambas
variedades.
En la región de Nicoya he visto una mayor cantidad de
fragmentos del modo “B” hacia el sur de la península, mientras que el modo “A”
es más frecuente en la zona de la cuenca media del río Tempisque. Por supuesto,
esto es una apreciación personal, pero es un dato que debe tenerse en cuenta en
futuras investigaciones.
DISCUSIÓN
Muchos son los aspectos que quedan sin poder ser lógicamente
tratados, no sabemos la clase de comercio exacta, ni las épocas anuales de los
contactos comerciales, o si eran continuos de muy baja frecuencia.
En todo caso, la dispersión de tipos y variedades, parece
indicar que no había una organización especializada en la actividad, dándose un
intercambio de cosas que se necesitan cuando estas hacen falta en un lugar y otro
las tiene o puede conseguir. Así se puede explicar muchas cosas del comercio en
la época que nos interesa, pero no todo. Ciertamente existen ruinas de pueblos
importantes, situados estratégicamente sobre rutas de intercambio y, no se puede
negar que algunas cerámicas se hacían masivamente, con el fin exclusivo de
comerciarlas.
El comercio implica excedentes, ya sea que se den en forma
natural -cosechas, pieles, frutas, semillas, pescado, sal, etc.- o como un bien
procesado -cerámicas, hamacas, fórmulas medicinales, taninos, telas de colores,
artesanías en plumas, hueso, metal, cestería, etc.- variando el precio según la
necesidad que de uno u otro objeto se tenga en otro sitio en un momento dado. Esto
implica por fuerza, otros productos cuyos valores sean aceptables para el
oferente. En este punto, es importante valorar los factores naturales de las
distintas regiones con climas radicalmente distintos y, por ende, con recursos
naturales muy diversos aptos para el comercio, aparte de las diversas cosechas
que podían lograrse en distintas épocas del año según la región.
Pero el comercio no es la única forma de adquisición de
bienes que se dio en esos tiempos. El traslado de ciertos bienes, ya sea de
parte de un jefe a otro, de un religioso a otro o, de un grupo a otro, también
tuvo que ser un modo frecuente de obtención de artefactos y otros bienes, por
ejemplo, en algunos yacimientos importantes de las tierras altas del Valle
Central Oriental, se han recuperado grandes caracoles, de los usados por los
chamanes (Rojas y Villalobos, 2007, pág. 33) (fig.26). Estos caracoles
en esta zona son raros, y su exclusividad indica que un personaje de estatus se
los trasladaba a otro de igual rango o superior sin que hubiera intercambio
comercial, pues son objetos que, por su valor ideológico, no podían tener
precio.
Por lo general, las tumbas de los personajes importantes
suelen tener, aparte de objetos ricamente tallados en piedra y oro, cerámica de
intercambio. Un caso muy interesante es el de una sepultura principal del
yacimiento SJ-149PC, donde no se colocaron vasijas completas de Nicoya como
ofrenda, pero si fragmentos (fig.27).
Los fragmentos cerámicos de esta sepultura (únicos
policromos colocados como ofrenda en todo el cementerio) pertenecen al tipo
Birmania, el cual no parece ser una cerámica de uso común. El tipo Birmania p.
y Guabal p. son cerámicas cuya distribución parece que nada tiene de comercial,
siendo distribuidas por medio de traspaso entre individuos de alto rango
social, muy probablemente de índole religioso.
El traspaso de bienes diversos debió ser frecuente, y no
sería extraño que inyectara al actual registro arqueológico un porcentaje, sino
importante, si interesante de ciertos tipos cerámicos y objetos diversos.
Otro factor que no está claro, es cuales objetos entraron por
una vía y cuales, por otra, sabiendo que las rutas de contacto de traspaso y de
comercio fueron muy variables, máxime al considerar el modelo de intercambio
tipo eslabón antes discutido.
Muchas cerámicas de Guanacaste y Nicoya llegaron a los
diversos yacimientos de la región Norte en lo que parece cantidades distintas a
las del Valle Central, inclusive, algunos tipos de la región del lago de
Nicaragua y Rivas no son tan raros en las llanuras de San Carlos y Sarapiquí,
de donde parece que no pasaron -o lo hicieron en muy bajas cantidades- al Valle
Central.
La asimetría distributiva de algunos tipos en el Valle
Central hace pensar que una o más rutas provenientes del norte fueron tan
importantes como las del oeste, pero por algún factor político no se entrelazaban
ya en el valle, lo cual estaría por probarse científicamente.
En cuanto a quienes eran los usuarios adquirientes de los
vasos policromos e incisos de Guanacaste y Nicoya, se ha postulado que eran los
miembros de alto estatus de los pueblos principales, los cuales se encargaban
de redistribuir tales bienes. Para que esto tenga sentido, deben existir
centros donde llegaran los comerciantes y se concentraran las mercancías de
ambos lados. Aunque se han querido ver algunos yacimientos funcionando de ese
modo, no existe ni un solo dato que sustente tal posición.
La cantidad de fragmentos en yacimientos pequeños, y la
presencia de cerámicas exógenas en alguna sepultura de cualquier cementerio
pequeño, apuntan hacia una adquisición de estas cerámicas por acuerdo directo
entre el ofertante y el adquiriente, sin que mediara, a este nivel, ningún
personaje de rango. Los jefes eventualmente pudieron tener acceso a algunas
vasijas especiales y tal vez en mayor cantidad, al tener la facultad de
permitir el ingreso al territorio de los comerciantes, pero todo dentro del ya
discutido sistema de eslabón. Solo cuando se involucraban bienes de traspaso,
el sistema operó de manera muy diferente, pues involucraría el encuentro de
altos personajes en un sitio determinado.
Otro punto interesante a tomar en cuenta en lo que respecta
la importancia de la cerámica Nicoyana de comercio, es que no se constituyó en
un bien de lujo singular, en un marcador de estatus, aunque es lógico que no
estaba al alcance de toda la población. Esto se ve fácilmente en los
fragmentos, los cuales muestran fuertes marcas de desgaste y reparación
(fig.28), lo cual, sumado a la gran cantidad de fragmentos, indica un uso
común, diario, de tales vasijas, a excepción de algunos tipos cuyo comportamiento
funcional parece no ser común.
Aguilar,C.H. (1972). Guayabo de Turrialba, Arqueologia de un sitio indigena
prehispanico. San Jose: Ed. Costa Rica.
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