viernes, 4 de diciembre de 2015

TORTUGAS, MAMÍFEROS MARINOS, PECES Y CRUSTÁCEOS EN LA ANTIGÜEDAD COSTARRICENSE







Introducción


Uno de los temas en arqueología más espinosos es el de la identificación y singularización de figuras y emblemas, pues no siempre, por desgracia, son tan claras como nos gustaría. Esto se debe, entre otras cosas, a que generalmente la figura natural carecía de valor como tal, pues lo que importaba de la misma era el modelo que tenía su explicación dentro del sistema de creencias simbólicas, a nivel de la sociedad que empleó esas figuras. 

En esta nota se verán algunos ejemplos –los más representativos- de peces, ballenas, tortugas y crustáceos. En muchos casos se pudo saber la especie que se tomó de modelo, pero en otros con identificar de qué animal se trata es un logro, lo cual no evita realizar observaciones sobre alguna o algunas especies potencialmente viables de ser el modelo de tales figuras o emblemas.

Siempre en este tipo de identificación se encuentra una cantidad de modelos mixtos, o sea, elaborados con partes de distintas especies que tuvieron relevancia ideológica, lo cual se resuelve no solo indicando la o las partes mezcladas, sino identificando cual animal es el principal.


Los animales acuáticos como símbolo


El agua, sea dulce o salada, siempre ha tenido un aura de misterio, que en determinada circunstancia puede ser tanto de temor como de alivio y regocijo. Dentro del chamanismo el uso del agua en los distintos rituales fue elemental, ya que se interpretaba que mediante este elemento el cuerpo y las cosas podían ser limpiadas (en sentido espiritual) ya que, simbólicamente al aplicar agua, se traspasa un límite mágico. En este aspecto aun hoy no estamos muy lejos de ese sentir espiritual en los ritos de iniciación a la religión católica e hindú, entre otras. 
Las criaturas que viven en el agua, y las que lo hacen tanto fuera como dentro de este elemento (anfibios) fueron considerados potencialmente como “otros” susceptibles, al menos algunos de ellos, de ser tomados como símbolos de esa otra realidad cosmogónica. De este modo dependiendo de la intensidad de contacto con los cuerpos de agua mayores (grandes ríos, lagunas, estuarios y océanos) se escogieron diversas especies como íconos y símbolos.

En Costa Rica, el símbolo anfibio más común es el cocodrilo y el caimán (que no se incluyen en este trabajo). Dependiendo de cómo se mire la relación de las diversas especies de ranas y sapos, también podrían considerarse como símbolos principales ligados a lagunas o ríos, aunque es un aspecto que debe estudiarse.

Los “animales del agua” o, mejor dicho, los símbolos animales asociados al agua más notorios y que son los que trataremos aquí, son las ballenas y delfines (mamíferos), tiburones (pez), cangrejos (crustáceos), tortugas (reptiles) y, peces diversos.


En Costa Rica, no existe ninguna crónica o relato de la época de la invasión europea que mencione alguna creencia o aspecto religioso relacionado con los símbolos y emblemas que se encuentran en los objetos arqueológicos, por lo que intentar un acercamiento explicativo a estas representaciones es problemático, por decir lo menos. Lo mejor es limitarse a identificar lo mejor posible los casos más comunes.


Ilustración 1: Regiones arqueológicas según los puntos cardinales.




 Caso 1: Tortugas 

Las tortugas aparecen representadas en todas las regiones arqueológicas de Costa Rica. Esto porque consideramos aquí a dos amplios grupos como lo “mismo”, aunque en realidad unas son tortugas terrestres y otras marinas.

Las tortugas llamadas terrestres se incluyen en este trabajo pues son reptiles muy acuáticos en realidad, que pasan una parte de su vida dentro de los ríos, lagunas y pantanos, aunque artificialmente puedan vivir cautivas fuera del elemento líquido sin ningún problema. Por el contrario, la tortuga marina solo sale del mar para desovar, y no puede vivir en tierra.


Tortuga tigre, roja, papagayo; Rinoclemmys pulcherrima manni.


Tortuga muy llamativa de vivos colores rojo, naranja, amarillo y negro, formando patrones curvilíneos (ocelos) semejantes a las manchas de jaguar (Panthera onca) y del manigordo (Felis pardalis) (fig. 1).

Los diseños típicos pueden alternarse con puntos y rayas. La parte ventral (plastrón), de color amarillo, tiene una línea negra que lo divide longitudinalmente.

La cabeza, de color verdoso, tiene líneas laterales rojas/naranja y negras, las cuales normalmente forman “puntos” elípticos que enmarcan en la parte posterior una serie de puntos amarillentos (fig.1).



Figura 1: Rinoclemmys pulcherrima manni, tortuga tigre o roja. Véanse los puntos amarillentos sobre la porción superior de la cabeza.


Las patas en su sección frontal presentan un vistoso patrón lineal que cuando la tortuga se impulsa son muy visibles (fig.2).

Esta tortuga es propia de la región Occidental, la que se caracteriza por un clima alterno seco-lluvioso, más o menos seis meses cada estación. Durante la época de lluvias este quelonio suele verse en los alrededores de áreas boscosas cerca de ríos o pantanos, donde busca alimentos variados pues es omnívora. Su horario de máxima actividad es muy temprano en la mañana y en las tardes, extendiendo su actividad parte de la noche. Tiene un comportamiento muy agresivo en estado adulto, lo que la hace no apta para mascota.


Figura 2: Tortuga tigre. Observese en la cabeza superior la extensión de manchas naranja limitada por negro. Luego de estas manchas, siguen una serie de puntos amarillentos sobre el verde de la cabeza. En las patas se aprecian las bandas longitudinales negro-naranja-gris verdoso.



La tortuga tigre (Rinoclemmys pulcherrima manni) parece ser el modelo usado en la región Occidental para elaborar vasijas efigie y, ocarinas durante el lapso temporal 800-1350 d.C. (fig.3-4).

Las ocarinas policromas presentan algunos rasgos identificatorios, tales como las bandas de colores en las patas y, de modo insistente puntos sobre la cabeza de la tortuga, más la forma de la misma de la cabeza, que difiere de otras tortugas de río (figs.1-2).


Figura 3: Ocarina que representa una tortuga que por sus caracteristicas identificatorias corresponde a la tortuga roja o tigre Rinoclemmys pulcherrima manni. Region Occidental.


La forma general del objeto y sus colores también son coincidentes con la tortuga tigre, aunque no sean en modo alguno útiles para identificar el modelo, si contribuyen.

Los puntos sobre la cabeza y el patrón lineal de las patas son suficientes elementos, por singulares, que sirven para asegurar con cierta comodidad que estas ocarinas usaron esta tortuga de guía, quizá por lo llamativo de sus colores, o por similitud con las manchas de los grandes felinos.

Esta tortuga se ha encontrado como residuo alimenticio en varios yacimientos de la península de Nicoya (Kerbis, 1980, pág. 139)  y su uso debió extenderse a varias artesanías debido a lo colorido de su caparazón, aunque no se ha encontrado ningún rastro de esto.


Figura 4: Ocarina en forma de tortuga roja o tigre, Rinoclemmys pulcherrima manni. Región Occidental.


En el caso de la vasija en la figura 5, la tortuga tigre aparece bien representada, pues la forma de la cabeza y las diversas líneas son una buena imagen del modelo natural.

Otro elemento que ayuda en la identificación es el “collar” que rodea la cabeza de la tortuga en esta vasija. Si se observa detenidamente el modelo natural inserto en la figura 5, se ve que la cabeza de la tortuga queda delimitada por el borde del caparazón, mismo que sirve, por su colorido, para la representación del “collar” en la efigie de la vasija.

El plastrón aparece en esta vasija periforme representado bajo la cabeza modelada, mediante una serie de grupos de líneas alternas verticales-horizontales.

Las patas delanteras, que aquí aparecen como brazos, mantienen las bandas de color de la R. pulcherrima manni, igual que en el caso de las ocarinas antes vistas.


Figura 5: Vasija semejante a la de la figura 8 en forma. La esfinge corresponde con la de la tortuga Rinoclemmys pulcherrima manni. Abajo izquierda la forma de la cabeza y sus líneas. Región Occidental.



Discusión

Las ceramicas involucradas en estos casos son del tipo Birmania policromo y Pataky policromo, típicas del lapso temporal 800-1350 d.C.

Las ocarinas Birmania tienen un rango de distribución que incorpora toda la región Occidental, incrementando su presencia hacia el sur de la península de Nicoya, siendo una de las cerámicas usadas para ser exportadas al Valle Central y la zona central de la región Oriental.

La iconografía del tipo hace énfasis en mamíferos, principalmente jaguares (Panthera onca) y manigordos (Felis pardalis), aunque tambien es frecuente el pizote (Nasua nasua, Nasua narica).

En forma y decoración es una cerámica singular, y lo es más por la gran cantidad de objetos musicales que se hicieron con esta. Maracas, tambores (atabales), pitos y ocarinas, son comunes en el tipo. Además de los anteriores elementos formales, es importante mencionar que una de las formas del tipo es el de una copa sostenida por un manigordo bicéfalo, donde el cuerpo frecuentemente es un sonajero.

Las formas, usos e iconografía de este tipo sugiere un uso especial, muy probablemente chamánico. Si esto es así, los diversos emblemas y figuras zoomorfas estarían entre el conjunto de seres cosmogónicos de importancia religiosa.

La ceramica Pataky fue elaborada en el norte de Rivas, de donde era exportada a la zona de Nicoya en cantidades importantes (a nivel de tipo), para ser usada principalmente en enterramientos de personas de alto estatus social. (Bishop, 1994) (Abel-Vidor,C.Baudez,R.Bishop et.all., 1987).

La iconografía del tipo Pataky es compleja y relativa a la variedad que se trate. En los casos de objetos con figura modelada naturalista, destacan aves: chompipes, zopilote rey; y mamíferos: jaguares, hombres con máscara, conejos. Los reptiles son raros en las versiones modeladas, y uno de los motivos importantes son las tortugas.

Tortuga resbaladora; Trachemys s.p, Trachemys scripta, pantanera, de río, jicote (también clasificada como Pseudemys scripta ornata o T. emolli) y, Tortuga negra; Rhinoclemmys funérea.




Figura 6: Trachemys scripta, o tortuga de río, jicote o pantanera


Estas tortugas Trachemys son de color café o verdoso, con diseños pálidos en forma de “U” en color amarillo con puntos negros (ocelos) en la parte inferior del caparazón.  La característica más importante a nivel visual para su identificación general, está en la cabeza, donde una serie muy marcada de líneas amarillas cubren toda la sección lateral e inferior de la misma. Una de estas líneas laterales forma una mancha muy visible a cada lado de la cabeza, semejando algo parecido a unas orejas (fig.6).

Es una tortuga grande, de hasta 50 centímetros de longitud de caparazón, fuerte y muy ligada al agua de ríos, pantanos y lagos, donde suele ser vista en grupos tomando el sol sobre troncos o piedras (fig.7).

La forma del caparazón es ovalada con una cenefa en la parte posterior característica de estas tortugas. Las patas son palmeadas con grandes y fuertes garras, que usan para sostener a las presas mientras las comen, así como para subir a los troncos cuando toman sol.


Figura 7: Trachemys scripta, tortuga lagunera, de río o resbaladora. Vista de la tortuga en su medio natural y detalle de la cabeza. 


Entre la cerámica de origen náhuatl (mesoamericana) comerciada con la región Occidental, la representación de tortugas en vasijas periformes es notoria.

Curiosamente los pocos elementos identificatorios que suelen tener estas representaciones son, en esta cerámica, aún más simples de lo que gustaría. Hay que considerar la forma en sí de la cabeza y, comparar con cuidado cualquier mancha o línea en la representación plástica, con las especies potencialmente usadas como modelo.



Figura 8: Vasija periforme de complejo emblema narrativo. La esfinge corresponde con la tortuga Trachemys scripta o resbaladora.


En la figura 8 se ve una vasija periforme cuyo emblema es el de una tortuga. Presenta una pintura muy compleja, relacionada con una escena cosmogónica. La esfinge de tortuga está en una posición frontal, siendo el cuerpo del animal la vasija en sí misma, sugiriendo que la acción pintada se desarrolló en, o, sostenida por una tortuga mítica.

La tortuga de la figura 8 tiene bajo la quijada una serie de líneas continuas en sentido vertical, lo cual, junto con la forma aplanada de la cabeza misma, señalan a la tortuga lagunera (Trachemys scripta o T. emolli) como modelo natural. Solo las tortugas Trachemys tienen esas líneas continuas (figs. 6, 7).  

La forma de la nariz en Trachemys es triangular muy marcada y un poco levantada, características compartidas con el modelo de la vasija, y la forma alargada, aplanada con un ensanchamiento posterior, también coinciden entre ambos.

Rhinoclemmys funérea, o tortuga negra, puede parecerse bastante a la Trachemys a simple vista, pero si se miran con un poco de cuidado, las diferencias son notorias.

R. funérea es una tortuga grande, muy acuática, con caparazón bastante más aplanado que Trachemys (fig.10). La cabeza si bien presenta un perfil de planta triangular, es más gruesa y maciza que la de Trachemys.


Figura 9: Rhinoclemmys funérea. Obsérvese la forma del caparazón y el patrón de puntos y manchas lineales de los flancos, cuello y quijada.


La nariz de la tortuga negra es directa, no presenta un ángulo marcado ni se levanta sobre el plano de la cabeza, como ocurre con T. scripta (fig. 7).

Una característica que distingue ambas tortugas rápidamente es el diseño de la parte inferior de la cabeza y cuello entre ambas especies. Como ya se mencionó, Trachemys tiene unas bandas anchas amarillas delineadas muy notorias, y los ocelos típicos en el caparazón, más visibles en la parte inferior (fig.7). Por su parte, R. funérea tiene la parte superior de la cabeza negra, con la sección inferior de la misma y cuello lleno de puntos rojo/rojizos sobre amarillo que llegan a unirse y formar líneas onduladas (fig.9, 10).


Figura 10: Rhinoclemmys funérea (A) y,  Trachemys scripta (B). 


En ambos lados de la cabeza, R. funérea tiene unas líneas horizontales que se forman de la unión de puntos elípticos, dando por resultado que estas líneas puedan ser descritas como un “zigzag”. 

Este elemento de zigzag fue usado en el objeto de la figura 11, cubriendo todo el cuello y cabeza de la representación.


El mortero-efigie de la figura 11 tiene otro claro elemento identificador: la forma del plato del mortero es idéntica a la forma del cuerpo con caparazón de la tortuga negra, como se puede mirar en la imagen de la tortuga en la misma figura.

El conservar una parte del modelo natural en las representaciones es usual, pues si la representación debía ser fácilmente identificada por cualquiera, igual tendrá que ser el modelo del cual se sirve el artesano para transmitir el mensaje buscado.


Figura 11: Mortero de piedra esculpido en forma de tortuga. Los diversos elementos identificatorios indican que el modelo natural fue la tortuga negra, Rhinoclemmys funérea. Región Oriental.


Discusión

El objeto que involucra al modelo natural Rhinoclemmys funérea corresponde a una clase de mortero esculpido en piedra típico de la región Oriental Central. Estos morteros suelen representar mamíferos tales como el jaguar (Felis onca) y el tolomuco (Eira barbara), y encontrar a uno con la figura de una tortuga es muy interesante.

La especie R. funérea no habita en la región Occidental, siendo una tortuga típica de los ríos y lagunas de las regiones Norte y Oriental, mientras que Trachemys scripta es una tortuga que habita en todas las tierras bajas de Costa Rica.

La utilización de tortugas Trachemys está bien documentada en la región Occidental. En las excavaciones del yacimiento arqueológico Vidor, en Bahía Culebra, Kerbis reporta restos de Chrysemys ornata (Trachemys ornata) en residuos alimenticios (Kerbis, 1980), misma tortuga identificada para la vasija de la figura 8.

La tortuga Trachemys es consumida en ciertas áreas hoy día, al igual que sus huevos. En la región Norte la etnia Maleku (guatuso) aun en los finales de los años 70 mantenían colgadas en las paredes externas de los grandes bohíos comunales unas redes llenas de tortugas, y cuando había huevos se recolectaban en grandes cantidades. Los huevos continúan siendo un botín perseguido en varias comunidades de la región Occidental y Norte.

Los restos arqueológicos y los datos actuales coinciden en una línea de explotación de esta tortuga, y quizá tal importancia alimentaria propició en el pasado su utilidad como símbolo en principio.

Sin embargo, la importancia de las tortugas en general como emblemas y símbolos, no se debe a efectos de consumo alimentario común.

Todo ser capaz de vivir dentro del mundo “inferior” del agua, y que también pudiera hacerlo en tierra, se usó en la estructura de la narración simbólica. Esta persistente dicotomía agua-tierra propició que diversas ideológicas en múltiples culturas del pasado incorporarán a la tortuga en sus mitos cosmogónicos, como parece ser el caso de las tortugas Trachemys y Rhinoclemmys funérea.

El caso de Rinoclemmys pulcherrima manni puede que sea un tanto distinto. En la parte sur de la región Occidental está asociada a instrumentos musicales de uso especial por personas de alto estatus social o religioso (Snarskis, 1982, pág. 100), pero no parece alcanzar un alto nivel representativo a nivel artefactual, mientras ocurre lo opuesto con la representación de esta tortuga en objetos del norte de Nicoya.

Esta situación se aclara por el origen de cada grupo artefactual. Las ocarinas Birmania corresponden a la ideología local, caracterizada por una organización chamánica bien desarrollada, mientras que la cerámica Pataky reproduce emblemas complejos de una clara ideología náhuatl (mexicana).

Lo más probable es que Pataky policromo no tuviera gran significado religioso para los antiguos nicoyanos, pero, debido a su alta calidad expresiva se convirtiera en un objeto de lujo, algo así como sucedió con la cerámica china en Europa durante el siglo XVII, donde el mensaje ideológico implícito en los emblemas, solo era un delicado adorno para los europeos.



Tortuga lagarto, mordedora, charapa; Chelydra serpentina acutirostris.


Figura 12: Chelydra serpentina acutirostris, tortuga lagarto, mordedora. 


Es una especie nocturna y grande de hasta 60 centímetros de largo. Muy fuerte y ágil nadadora, muy agresiva, de caparazón elíptico y aplanado, relativamente corto con respecto al largo de las patas y cuello. Aunque todas las tortugas tienen rabo, el de esta especie es muy largo, con tres hileras de placas (una central flanqueada por otra a cada lado) semejando la cresta de los cocodrilos y caimanes (fig.12, 13)

Vive en el fondo de ríos, lagunas y pantanos, semi-enterrada en el lodo. El cuello, muy largo, lo estira hasta poder respirar sacando del agua solo la nariz (nostrilo).

Come insectos, cangrejos, camarones, bivalvos, lombrices, caracoles, gusanos, esponjas de agua dulce, ranas, peces (constituyen hasta un 35% de su alimentación), sapos (adultos, renacuajos y huevos), salamandras, serpientes, aves, mamíferos pequeños y otras tortugas, además de algas.



Figura 13: Vista lateral de Chelydra con las patas retraídas


Los principales rasgos identificativos para esta tortuga, en términos arqueológicos, es la forma en general, acompañada por una cola muy larga. También es un elemento importante lo grande de la cabeza, la cual es triangular con el nostrilo acentuado y, si se representan, lo largo de las patas, o las patas por si solas, gruesas con fuertes garras. Una característica de Chelydra cuando se mira caminando son justamente las patas, muy fuertes y largas, con gruesas garras muy notorias, siendo las patas traseras más altas que las delanteras (fig.12).


Figura 14:Patenas de oro con el emblema de Chelydra, propias del valle de Palmar-Diquís.


En la región Suroccidental, la tortuga lagarto fue un elemento iconográfico importante, al menos en los objetos de metal. En la figura 14 se aprecian tres grandes patenas cuyo elemento central es la tortuga lagarto. En todos los casos de la figura 14, el animal representado presenta un caparazón pequeño, de circular a oval. Las patas son largas, terminadas en garras prominentes, y la cola, muy larga. Por su parte, la cabeza es grande y triangular.


Figura 15: Piezas que representan a la tortuga lagarto. Región Suroccidental.


El caso 1 de la misma figura se representó a la tortuga lagarto con un hocico de cocodrilo, lo cual no es exagerado, pues este quelonio comparte muchas características visuales con el cocodrilo.

Las escamas triangulares de la cola, su extensión y el tener en el caparazón unas prominencias lineales, junto con sus gruesas patas y grandes garras, y la piel rugosa con protuberancias hacen que la semejanza con el cocodrilo sea muy grande (fig. 13).

En la figura 15 se muestran dos objetos hechos a semejanza de la Chelydra. Se puede apreciar muy bien los elementos usados en su identificación: forma de la cabeza, patas, garras, cola y caparazón de tamaño pequeño en relación al resto del animal. En ambos los elementos principales del modelo natural se enfatizaron sin exagerar (salvo la cabeza y cola doble).


Discusión

La tortuga lagarto vive en tierras pantanosas o, mejor dicho, entre el lodo del fondo de cuerpos de agua ricos en peces y de baja o nula corriente. En los ríos, Chelydra se acomoda entre ramazones hundidas o irregularidades del fondo lodoso. La única condición que requiere en su ubicación es que la profundidad del agua permita que la tortuga, estirando el cuello, pueda respirar. Sin embargo, se desplaza nadando a mucha velocidad y puede recorrer caminando sobre el fondo grandes distancias buscando lugares apropiados.

El medio ambiente del valle de Palmar-Diquís, en la región Suroccidental, fue propicio para esta especie, pues era una inmensa llanura cruzada por múltiples arroyos, ríos y lagunas bajas. Los cursos de agua cambiaban con rapidez luego de fuertes aguaceros, lo que provocaba nuevos cuerpos de agua estacional conectada eventualmente con cursos menores de agua, en un intrincado laberinto que desembocaba, como sistema, en un enorme manglar.

Los pueblos indígenas aprovecharon muy bien la gigantesca riqueza de este ecosistema, llegando a desarrollar una cultura singular, donde el chamanismo y el poder civil y militar alcanzó un alto desarrollo. Casi todas las figuras que representan a Chelydra, ya sea en oro o guanín (mezcla de oro y cobre) provienen de yacimientos funerarios relacionados al valle de Palmar-Diquís. Esto indica o sugiere que la insistente representación de la tortuga lagarto pudo tener un carácter religioso importante, aunque no se puede descartar que sea un símbolo clánico.



Tortugas marinas; Carey, Eretmochelys imbricate. Lora, Lepidochelys olivácea. Cuero, Dermochelys coriácea. Verde, Chelonia mydas.


Figura 16: De izq. a  der. Carey, Lora, Cuero, Verde. Tortugas del Pacifico de Costa Rica.


En Costa Rica existen sitios de anidación masiva de tortugas marinas, las cuales llegan por miles en escalas regulares de tiempo según especie. Tal cantidad de tortugas debería haber sido una fuente normal de alimentación, y la figura de estas tortugas se supone debía ser común. Pero ni los restos de tortugas marinas en los yacimientos habitacionales son comunes, ni la tortuga marina se usó de modelo común. Algunas representaciones de tortugas marinas aparecen ocasionalmente en copas de la cerámica conocida como Birmania policromo de la región Occidental, pero no es una figura usual. En realidad, es una representación muy rara, concentrándose la mayoría de estas en la región Suroccidental, donde al parecer la tortuga en general tuvo mucha importancia.



Figura 17: Patenas de oro cuyos emblemas involucran tortugas marinas. Región Suroccidental


Las representaciones de tortugas marinas en la región Suroccidental si bien son más o menos frecuentes, ninguna es lo suficientemente explicita como para poder señalar de que especie se trata cada representación. Como se ve en las figuras 17 y 18, se representó perfectamente a la tortuga marina, pero sin más detalle.
Se distingue perfectamente de las tortugas terrestres por las aletas, las cuales en todos los casos se representaron en forma naturalista.



Figura 18: Representación de tortugas marinas con una larga cola. Región Suroccidental.


La característica más visible en los emblemas de tortuga marina, son las grandes aletas curvadas y la larga cola que acompaña a la gran mayoría de estas representaciones. Entre las tortugas marinas que llegan a las costas de la región Suroccidental, solo la tortuga cuero (Dermochelys coriácea) tiene una cola algo larga. En el resto de quelonios la cola es corta. Si este elemento tiene vinculación con las imágenes de metal que representan tortugas marinas, es algo que puede revisarse y estudiarse con cuidado, aquí solo anoto esa coincidencia, la cual por sí sola no es suficiente para poder decir que la tortuga cuero fue el modelo de estas iconografías.


Discusión

A pesar de ser representaciones naturalistas las de las tortugas marinas vistas, no es posible dar una identificación a nivel de género, menos de especie.

Todos los objetos vistos enfatizaron en las aletas para señalar qué clase de tortuga era la que se plasmaba en los distintos objetos hechos en oro y guanín (oro con cobre). Algo que pudo contribuir a nuestro interés es la forma del caparazón, pero todos resultaron esquematizados.

Solo la cola tiene un valor especial en la idea de quienes hacían estas figuras. Eliminando la insistencia de la cola doble (igual que en la tortuga terrestre), se enfatizó mucho en el largo de la misma. Esto pudo ser un requerimiento ideológico (al igual que duplicarlas), o puede ser el “gran rasgo revelador” de cuál fue el modelo natural.

En la figura 17 izquierda se representó una tortuga sin cola (muy pequeña) lo cual anima a creer que en aquellas largas podemos ver el modelo, pero con tan baja muestra (colección de objetos de oro del Banco Central de Costa Rica) no es posible pasar de la sola suposición.




Caso 2: Tiburones

Tiburón toro; Carcharhinus leucas.


El tiburón es un pez común en los litorales de Costa Rica. Pero entre toda la variedad que de estos peces existen, solo una especie, la Carcharhinus leucas o tiburón toro, tuvo contacto común con los diversos pueblos costeros.


Figura 19: Carcharhinus leucas o tiburón toro.


El tiburón toro se alimenta de todo tipo de animales, incluidos otros tiburones, al igual de basura orgánica. El contacto con los habitantes del litoral se da porque este pez caza en lugares donde suelen desarrollarse actividades cotidianas por parte de las personas, además de ser el único tiburón que por lo normal ingresa a aguas dulces, o sea, remonta ríos y lagunas interiores sin ningún problema, pudiendo permanecer en estos ambientes durante un año, más o menos.

Este tiburón en épocas de apareamiento es uno de los animales con los niveles más altos de testosterona, incluso más alto que los de un elefante africano macho, lo que provoca que durante el celo sea sumamente peligroso, pues atacará a las personas que ingresen al río, estuario, laguna o franja costera sin provocación especial.



Figura 20: Tiburón toro en el río Sirena, Osa (izq.) y, tiburón toro patrullando una playa en Osa (der), región Suroccidental


En la región Occidental la representación del tiburón se dio principalmente en tabletas horizontales de jadeíta. En estas el centro de la figura suele ser un murciélago y cada ala una cabeza de tiburón (fig.21).

Representaciones idénticas en piedras verdes se encuentran en Colombia, lo que plantea un interesante vínculo ideológico muy cercano entre ambos pueblos.


Figura 21: Colgante de jadeíta de la región Occidental de Costa Rica. Las cabezas laterales en función de alas, son representaciones de cabezas de tiburón.


En el colgante de la figura 21 se representó la forma puntiaguda de la cabeza, con ojos y boca, las hendiduras branquiales, además de la aleta dorsal y las aletas pectorales.

En otras representaciones de murciélagos en vez de las cabezas de tiburón aparecen cabezas de cocodrilo, lo cual también es un rasgo compartido con emblemas líticos colombianos. El nexo entre tiburón y cocodrilo es frecuente en diversos objetos, donde puede que la figura tenga cuerpo de tiburón, pero con cabeza de cocodrilo (fig.22). En esto lo que se manifiesta es la unión de los dos máximos depredadores acuáticos en un solo emblema. Hay que tomar en cuenta que el cocodrilo (Crocodylus acutus) se desplaza igual por aguas de ríos y lagunas, que por aquellas salobres y saladas, de modo que tanto el tiburón toro como este reptil depredaban las mismas aguas.


Figura 22: : Ocarinas que representan un tiburón con cabeza de cocodrilo. Región Suroccidental.


 En las representaciones más realistas, el tiburón toro se realizó enfatizando en las aletas y forma de la cabeza. Pero es en las figurillas hechas en oro, guanín y cobre donde la forma del cuerpo fusiforme de este pez se modeló perfectamente (fig. 23).



Figura 23: Figurillas hechas en oro y guanín donde la forma del cuerpo del tiburón toro se procuró hacer de modo realista. Región Suroccidental. 


Se puede observar claramente en la figura 23 la manera en que se representaron correctamente las aletas dorsales (2) y laterales (2). La aleta caudal por estar debajo del tiburón no se incorporó a la figurilla, lo que significa que se quiso plasmar una imagen fidedigna y de fácil reconocimiento general. Solo el tiburón más grande de la misma figura aparece con seis prolongaciones que salen de las fauces. Es importante observar que dichas “barbas” o prolongaciones no se colocaron saliendo de la mandíbula inferior, sino que salen de la boca, y esto es porque representan pares de piernas humanas. En la región Suroccidental, es común representar a los depredadores llevando en las fauces o garras a seres humanos o partes, como piernas o brazos.


Figura 24: Vasijas de soporte hueco y largo, donde cada uno de estos representa un tiburón. Región Suroccidental.


La manera en que aparece la imagen de tiburón más común, es en soportes altos de varias clases de vasijas. Al igual que en las representaciones de este animal hechas en metal, se enfatizó en las aletas dorsales y laterales, siendo la punta final de la figura, la cola del pez. Los dientes triangulares del tiburón se muestran en algunos casos mediante una serie de elementos triangulares alternos, aunque comúnmente no se representaron (fig.24).


Discusión

El tiburón toro, Carcharhinus leucas, tiene amplios antecedentes de uso en las diversas comunidades históricas del pacifico costarricense.

En la región Occidental existen datos del uso de dientes de este pez en collares desde al menos el año 800 a.C. en la caverna Nicoa, y en forma indirecta en el estampado de vasijas domésticas del tipo Mojica impreso (300-800 d.C.).

En la zona del valle de Palmar, en la región Suroccidental, el uso de la imagen del C. Leucas es bastante común. Se encuentra en dijes de metal (oro, guanín y cobre) y cerámicas trípodes, lo cual sugiere alguna clase de significado ideológico a este ícono.

La particularidad del C. leucas de poder vivir en aguas de mar y de río, y de ser común en la franja costera de arena como en los estuarios, junto con cocodrilos (que también frecuentan las aguas de mar y salobres), provocó en esta zona una visión simbólica que debió tener el mismo valor que la figura de C. acutus o cocodrilo. De hecho, las representaciones de un animal fantástico con cuerpo de tiburón y cabeza de cocodrilo, no es extraña en la zona de Palmar-Diquís y la franja costera de Sierpe a Dominical.




Caso 3: Ballenas

yubarta o jorobada; Megaptera novaeangliae.


Una cierta cantidad de objetos antiguos de la región Occidental y Suroccidental representan a un tipo de ballena, que en el Pacífico de Costa Rica es común, pues dos grupos migran anualmente a estas costas.  Estas son: la ballena jorobada de la Patagonia, de julio hasta octubre y, de enero hasta marzo para la ballena jorobada del Pacífico Norte, llegando a la Península de Osa donde se aparean y paren.

La presencia de ballenas yubarta o jorobada, Megaptera novaeangliae, es común a la vista de todo pescador artesanal de poblados costeros, ya que esta ballena gusta de viajar y permanecer cerca de las costas, donde por su gran actividad no pasa nunca inadvertida.


Figura 25: Megaptera novaeangliae; ballena jorobada o yubarta.


Las características visuales para identificar a la yubarta son los folículos capilares de la parte superior e inferior de la cabeza, la forma triangular del hocico (que en las hembras mayores es más alargado), las enormes aletas laterales y la aleta dorsal, más pequeña y ubicada en la parte trasera del lomo. El cuerpo es grueso del medio hasta la cabeza, en tanto que la base de la cola es notoriamente más delgada (pedúnculo caudal) (fig.25).


Figura 26: Forma de la cabeza de la yubarta adulta. Obsérvense los folículos capilares o protuberancias.


Cuando se mira una yubarta saltar, la cabeza llama mucho la atención por los folículos capilares, o tubérculos (protuberancias). Estos en la parte superior de la inmensa mandíbula forman una línea recta desde el respiradero hasta la punta (cresta de los aventadores), semejando una sierra. De la punta de la boca surgen una o dos líneas laterales de estos folículos, formando una imagen de flecha (fig.26).

En la región Occidental la ballena yubarta fue un tema no muy común, aunque tampoco extraño. Se representó principalmente en tabletas de jadeíta, donde los extremos distales se convierten en cabezas de ballenas.

Se distinguen claramente por la forma general de la parte superior de la cabeza y, sobre todo, por el elemento “sierra” (folículos capilares centrales) bien representados (fig.27).



Figura 27: Representaciones de ballena yubarta en jadeíta. Región Occidental.


En la figura 27-1 se ve una cabeza de yubarta a cada extremo del dije. Los folículos capilares son la “cresta” superior y la línea inmediata es la boca. La segunda línea en el extremo derecho es convencional y las tres líneas verticales representan los bordes gulares. El ojo en la cabeza izquierda es el punto atrás de las tres líneas verticales. En la cabeza de la derecha el ojo se ubica entre la línea superior y la inferior. Las aletas son el grupo de líneas oblicuas enmarcadas en una forma triangular.

En el caso 2 de la misma figura vemos los mismos elementos, pero aún más estilizados. La boca es la línea de ambos extremos, los folículos capilares aparecen como una “cresta” pequeña y los ojos son los orificios para suspender la tableta.  En esta representación de ballena yubarta los rasgos son generalizados, más que todo por ser la pieza una reutilización de otro objeto, que tuvo la forma de una concha.  El artesano a propósito escogió esta parte del anterior objeto para representar en el nuevo a la ballena en su pose típica al brincar fuera del agua (fig.28).  


Figura 28: Ballena yubarta proyectándose fuera del agua.
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 En la región Suroccidental, la yubarta se representó en soportes largos y huecos de vasijas, al igual que el C. leucas. Estas representaciones pueden ser de orden realista, un poco estilizadas o totalmente estilizadas, pero siempre los elementos identificativos están presentes.

En la figura 29 vemos dos representaciones de yubarta, siendo el número 1 la más realista. En esta se ve la forma de la cabeza y los folículos capilares, los centrales y los laterales (ver fig.26), la gran cabeza terminada en una proyección triangular, la aleta dorsal y ambas aletas pectorales.



Figura 29: Representaciones de Megaptera novaeangliae. A pesar de diversos grados de estilización, el modelo natural es perfectamente reconocible a partir de elementos identificables típicos. Región Suroccidental.


 En el caso 2 de la misma figura, la ballena se representó de modo estilizado, pero conservando suficientes elementos para su fácil identificación. La cabeza grande, terminada en triangulo y cubierta por los folículos y, las aletas pectorales (colocadas muy atrás) son suficientes para transmitir el origen natural de la imagen.

En la estilización de la imagen de la ballena se recurrió a elementos que, si bien no dicen nada por si solos, en conjunto no dejan lugar a dudas.


Figura 30: Soportes con la figura estilizada de la ballena yubarta. Región Suroccidental.


 En la figura 30-1, el cuerpo de la ballena es el soporte largo y sólido, la cabeza tiene tres aditamentos que simbolizan las aletas (pectorales, a lado y lado) y al centro los folículos capilares. En el caso 2 de la misma figura, la imagen se estiliza aún más. La cabeza, ancha, es el extremo superior del soporte, mientras que las aletas pectorales aparecen bien representadas, una a cada lado del soporte.

A pesar de la simplificación del modelo natural, se supo guardar cierta proporcionalidad representativa que vincula de inmediato a la ballena yubarta con la efigie del soporte.

Figura 31: Emblemas en oro de la ballena yubarta que incorporan rasgos ideológicos ajenos a la especie. Región Suroccidental.


La importancia del icono de la ballena queda demostrada en el momento en que su emblema adquiere elementos de otro emblema. Esto sucede porque en los mitos cosmogónicos se explica el movimiento creacional de las cosas, donde los valores de una forma se reducen o refuerzan con la de otra. Es el mismo caso de la figura tiburón-cocodrilo. Cuando se tiene la totalidad del mito y su estructura, todos estos intercambios de partes adquieren un valor singular para ese mito. Lamentablemente carecemos en términos absolutos de poder acceder a la antigua intelectualidad religiosa, y debemos conformarnos con los residuos materiales que quedaron.

En la figura 31-1 aparece una ballena con elementos de tiburón. Las aletas dorsales pasan de dos a tres, ya que la cola del tiburón se puso como otra aleta. Las aletas laterales continúan siendo dos, pero con características de aletas pectorales de la ballena, o sea, muy largas y fuertes, agregándosele un par posterior de aletas, en correspondencia con la figura del tiburón.

La cabeza es una prolongación con algo en la punta. A los lados se conservan dos protuberancias que pudieran representan los folículos pilosos, atrás de los cuales se colocaron los ojos. Justo entre ambos ojos, en la parte dorsal de la cabeza, se practicó un orificio, del cual surge una elevación alargada. El hueco representa los respiraderos, y la elevación se corresponde con la cresta de los aventadores (fig.32).

La cola se representa bien, de tamaño grande en posición horizontal dividida en dos prolongaciones.

Por su parte, el modelo 2 de la misma figura presenta una imagen más realista de la ballena. El cuerpo alargado y ondulado remata en la típica cabeza de ballena yubarta de forma triangular. Al igual que el caso 1, en esta representación se representa los aventadores u orificios respiratorios en la parte posterior de la cabeza (fig.32). La cresta de los aventadores también se representó perfectamente, solo que lisa, sin los folículos capilares en forma de “sierra”.


Figura 32: Según se vea, la forma de la cabeza varia. Izq., corresponde a la imagen 31-1; der., corresponde a la imagen 31-2.


De la boca de la ballena parece que salen unas líneas onduladas. Si bien esto puede tener coincidencia con otras figuras, también se puede suponer que ejemplifican el desplazamiento del agua cuando la ballena se mueve. Las aletas pectorales, en vez de dos, aparecen cuatro, elemento propio de la mezcla de elementos con significado ideológico. La cola se representó en la forma natural, bifurcada y en sentido horizontal (fig.32).


Discusión

La yubarta fue ampliamente representada en la región Suroccidental y en Chiriquí, Panamá, donde los elementos culturales básicos son los mismos.

Las múltiples representaciones de este mamífero indican una importancia más allá de un símbolo clánico o local, de uso restringido. Sin lugar a dudas la ballena yubarta era muy conocida por las sociedades de las regiones antes dichas, y cabe la posibilidad de que fueran cazadas, al menos las crías, aunque no se ha encontrado ningún vestigio de esta actividad.

En la región Occidental la yubarta tuvo un impacto menor y más restringido, tanto en el espacio como en el tiempo. No sé de alguna representación de ballena en cerámica u otro material en esta región, y el hecho de que solo se conozca en tabletas de jadeíta indica un uso local de ciertas comunidades costeras, restringido quizá a valores de poder o de territorio.



Caso 4: Crustáceos


En muchos objetos arqueológicos aparecen representaciones de cangrejos y camarones, tanto de especies marinas como de agua dulce. En la región Occidental, concretamente en las costas del golfo de Nicoya, la representación modelada de crustáceos es algo muy frecuente, principalmente en el grupo de vasijas monocromas rojas.

En menor cantidad de objetos, pero en la región Oriental, aparecen representaciones de camarones y cangrejos. Pero es en la región Suroccidental donde vamos a encontrar a estos crustáceos representados con más frecuencia y en mayor cantidad de materiales.


Camarones; género Macrobrachium


Para fines representativos el camarón de río se distingue por las tenazas (quelas) en caso de machos, pues la hembra o no las tiene o son mucho más pequeñas, la sierra en la cabeza (rostrum), la cola (pleon) y los pleòpodos.

En Costa Rica se tiene conocimiento de 14 especies de camarón en ambas vertientes del género Macrobrachium. Estos camarones habitan en ríos, lagos, lagunas y pantanos de agua dulce y, estuarios y lagunas salobres costeras.

De las especies del Pacífico, se pueden considerar tres que por su tamaño y disponibilidad fueron de utilidad alimentaria en la antigüedad, estas son: M. panamense, M. americanum, M. tenellum.  (fig.33).

El método antiguo de presarlos pudo ser el de capturas individuales con púa, capturas masivas en lechos arenosos o planos con atarrayas o, con venenos vegetales. Los tres modos de pesca aún se usan en Costa Rica para la explotación de este recurso.


Figura 33: Camarones de río del género Macrobrachium: 1-M. tenellum, 2-M. americanum, 3-M. panamense.


Una excelente representación de Macrobrachium se ve en la figura 34. En este caso por las características de la imagen del disco (cuerpo, cabeza, tenazas y rostrum) se puede decir que se trata de una hembra de M. americanum (ver fig.33-2).

El abdomen grueso formando con la cabeza casi una misma línea, el rostrum muy marcado y las quelas pequeñas de un grosor mayor al de otros camarones, son elementos suficientes en la identificación del modelo natural.


Figura 34: Disco metálico con la representación de un camarón de río M. americanum. Región Suroccidental.


El dimorfismo sexual de estos camarones hace que el macho sea visiblemente más grande, corpulento y con tenazas desarrolladas. En la figura 35-1 tenemos un camarón en estas condiciones. El abdomen, las aletas natatorias y las tenazas sirven para sugerir a la especie M. americanum como su modelo natural. No debe perderse de vista que es un caso simplificado y no se enfatizó más allá de los rasgos más importantes, que vendrían a ser los segmentos abdominales, los pleópodos (aletas natatorias) y las tenazas. El rostrum aparece solo con una púa en el medio de la cabeza.



Figura 35: Diversas representaciones de decápodos en metal. Región Suroccidental.


 Los casos 2 y 3 de la misma figura plantean un problema. En la imagen 2 tenemos una cabeza con espinas en el cefalotórax, lo que es más propio de la langosta marina espinosa (familia Palinuridae), pero las tenazas son típicas de los camarones de río, pues son pequeñas y delgadas, semejantes a las de M. tenellum o panamense.

El caso 3 es aún más complicado, ya que ni siquiera se representaron las patas, solo los pleópodos. Las tenazas fueron cambiadas por brazos humanos, lo que parecen sostener un elemento zigzagueante que podrían ser las antenas. La cabeza estilizada carece de rostrum, pero tiene púas que recuerdan a una langosta espinosa. Las púas sobre el abdomen no las tiene ninguna especie existente, de modo que tienen que ser alusivas a otra cosa. En todo caso, 2 y 3 recuerdan más a la langosta espinosa que a los camarones de río.


Figura 36: Lapida de uso vertical con emblemas clánicos donde el camarón de río aparece flanqueando los bordes largos. Región Oriental.


 La figura 36 muestra algo inusual. Se trata de una gran lápida clánica, que contiene una serie de elementos iconográficos referentes al origen mítico de un segmento de la sociedad. Normalmente los iconos usados son jaguares, monos, lechuzas y otros que por su fiereza o tamaño fueran dignos símbolos de los clanes superiores. Pero en este caso tenemos camarones de río flanqueando ambos lados largos de la lápida, unos “subiendo” y otros “bajando”.

Normalmente se ha interpretado a las representaciones laterales como custodios míticos o clánicos.

La lápida en cuestión fue extraída de un gran yacimiento en la región Oriental. El sector más importante de dicho emplazamiento formó en su tiempo una isla, pues fue levantado en el medio de un pantano (Las Mercedes, Línea Vieja) (Hartman, 1991) (Hartam, 1901) . Puede que los animales del pantano tuvieran un simbolismo especial en la sociedad que levantó esa ciudadela, y entre estos el camarón de río debió ser importante a nivel representativo.


Cangrejos: jaiba o cangrejo nadador; Callinectes arcuatus y, cangrejo cajeta; g. Calappa y Hepatus.


Figura 37:   Callinectes arcuatus; Jaiba, cangrejo nadador .


La jaiba es un cangrejo que habita en sistemas de estuario y pantano costero, pero también es común en todo el litoral que tenga fondo lodoso o, arenoso mezclado con lodo. En las áreas de manglar y bocas de ríos es muy común, ya que soporta perfectamente hasta un 65% de agua dulce (W. Fischer, 1995) .

No es un cangrejo de gran tamaño (12 a 15 cm), pero aun así puede ser pescado en grandes cantidades durante todo el año. Durante la época seca es más abundante en zonas salobres (estuarios y lagunas) y la pesca se realiza con atarrayas, redes fijas y hasta con anzuelo.

El C. arcuatus fue usado de modelo desde Costa Rica a Perú en múltiples objetos, ya fuese modelado, pintado, tallado en roca o fundido en metal. La gran importancia que tuvo sin duda está ligada a su potencial alimenticio (inclusive pudo ser una especie usada en épocas de sequía como sustituto de otros alimentos), y quizá al hecho de estar asociado a las grandes masas de camarón del género Penaeus, que también debió de ser muy explotado.


Figura 38: Representaciones de jaiba - Callinectes arcuatus- en metal. Región Suroccidental.


Se distingue fácilmente el modelo iconográfico por los dientes (picos laterales), los que forman una hilera del medio hacia el centro partiendo de un diente a cada lado mucho más grande que todos los demás.

Otra característica reconocible son los dáctilos aplanados (última pata ensanchada como remo, y usada como tal). En la figura 38 izquierda, inclusive se representaron los tubérculos sujetadores de las pinazas.


Cangrejo cajeta; g. Calappa y Hepatus.


Figura 39: Rasgos guías del cangrejo cajeta (género Calappa y Hepatus). Cresta sobre las pinzas (1), pinzas curvadas y disminuidas con respecto al brazo (1), expansión dorsal-posterior dentada (2), forma redondeada del caparazón.


Los cangrejos cajeta (calapas) se distinguen fácilmente de cualquier otro tipo de cangrejo por la cresta dentada en el borde dorsal de las pinzas (fig.39-1), y la forma de “casco” del caparazón.

Los géneros Calappa y Hepatus, se distinguen por la extensión dentada posterior del caparazón (fig.39-2) (W. Fischer, 1995).

Estos son cangrejos de litoral, aunque no son extraños en estuarios. Prefieren los fondos arenosos donde se sepultan para cazar. Son de regular tamaño, hasta 14 centímetros de largo y son comestibles, siendo en algunas comunidades costeras una ayuda alimentaria importante (principalmente en Colombia).

En la figura 40 se ve la parte inferior de un mortero de piedra, labrado según el modelo natural de un cangrejo cajeta. Lo primero que señala al género Calappa o Hepatus son las tenazas, las cuales tienen la misma relación de tamaño entre las pinzas y el brazo que en los cangrejos. La parte dorsal de dichas tenazas tienen bien indicada la cresta dentada y, la sección posterior del caparazón muestra la extensión dentada típica.

Lamentablemente, la imagen de este cangrejo carece de detalles suficientes como para señalar una especie en concreto, pero tiene los suficientes como para saber que el modelo natural es alguna especie de los géneros Calappa o Hepatus.

Figura 40: Mortero esculpido en piedra, parte inferior. Se hizo siguiendo el modelo de un cangrejo cajeta, del género Calappa o Hepatus. Región Oriental.

Tanto el cangrejo jaiba como el cajeta debieron tener una función importante en la dieta de los pueblos costeros antiguos. Aun hoy día en determinados lugares la pesca y recolección de estos es prioritaria como producto alterno en la alimentación costera.

Más difícil de entender es la representación de un cangrejo multicolor, con rostro humano “sonriente”. Esta representación aparece siempre pintada en bols o platos propios de la región Occidental (fig. 41).



Figura 41: Cangrejo antropomorfo. El modelo natural es algún tipo de cangrejo multicolor.


Lo que más interesante resulta de estos bols policromos, es que la imagen del cangrejo corresponde al de una hembra. Esto se ve claramente en el triángulo invertido que aparece bajo la cabeza de la imagen, y normalmente adquiere forma de cabeza humana estilizada.

El cangrejo hembra tiene unas placas grandes (distintas formas según género) que cubren el abdomen o vientre. Estas placas se abren y exponen el contenedor de huevos. En la figura 41 la vista ventral del abdomen se aprecia perfectamente, y es esta una característica distintiva de estas pinturas de cangrejo.


Discusión

Las representaciones de cangrejos, camarones y langostas son tan frecuentes como las de otros animales, pero en muchos casos el grado de estilización y la combinación con otros elementos hacen del emblema algo “indeterminable”, a lo cual se le suelen asignar identificación subjetiva por parte del investigador, muchas veces errada.

Las imágenes de crustáceos revelen, por su variedad, una importancia social especial. No solo aparecen representaciones de cangrejos y langostas en las costas, también tierra adentro.

Las cosas comunes, cotidianas, suelen incorporarse al sistema de creencias como símbolos. Estos símbolos tienen que partir de algo muy conocido de modo que el comportamiento natural y el ideológico tengan correspondencia básica, ya que el ejemplo natural es la guía del que tendrá el modelo imaginario, haciendo que todas las personas de esa sociedad comprendan la historia mítica (fig. 42).

En principio suele pensarse que todos los emblemas, o casi todos, correspondientes a crustáceos, se refieren a algo simple, como un símbolo clánico o algo por el estilo, pero la enorme variedad de modelos naturales indica lo contrario.    



Figura 42: Escena mítica donde interviene un cangrejo de río. Región Oriental.


En la figura 42 se ve una mesa ceremonial, cuyo eje central es el de un jaguar antropomorfo parado sobre un cangrejo. La imagen difícilmente puede considerarse para identificar al cangrejo, pues está esquematizado. Sin embargo, a nivel social se sabía exactamente cuál era el modelo natural, pues en la narración mítica se suele explicar el origen de cada participante en la historia.

Tan importante como el papel desempeñado en los mitos, es el uso económico que los cangrejos debieron tener. Considerando las múltiples relaciones icónicas (y la variación de especies), se debe suponer una importancia alimenticia de primera línea en los poblados costeros y de tierra adentro. Esto se refuerza por el hecho de que las especies identificadas, todas son hoy día consideradas con potencial para su reproducción y explotación.    



Caso 5: Peces diversos


La representación de peces parece no ser algo tan común como debiera, tomando en cuenta la gran cantidad de pueblos que habitaron en las costas. Esto puede deberse a la estilización y, a lo difícil que resulta identificar “algo” cuando se carecen de las pautas modales necesarias.

Aun así, tenemos bastantes representaciones interesantes de peces, y en muy pocos casos, estos interactuando con el ser humano, como se puede ver en la figura 43.


Figura 43: Escena de pesca con red. Región Occidental.


Esta pintura muestra como tema central una red y sus pesas, sostenida en cada esquina por una persona. Dentro de la red y como eje central de la pintura, está un pez atrapado.

El pez es imposible adjudicarlo a alguna familia o género. La representación presenta la visión de un pez visto por debajo, con los ojos saltones y dos aletas, una a cada lado.

Se puede sugerir que el pez puede ser una raya o un tiburón martillo, pero no existen elementos suficientes para aseverar una u otra cosa, por lo que lo mejor es no darle importancia al modelo natural del pez, pero si a la representación de pesca, en la que se muestra el modo de poner las pesas a las redes y que se manipulaban entre varias personas.


Pez cofre, pico de vieja; Lactophrys trigonus.

El pez cofre es de la familia Ostraciidae. Son peces bastante peculiares, en forma de cajón. Pueden algunos desarrollar tamaños de hasta 50-60 cm de largo y de jóvenes presentan colores brillantes en patrones audaces. Nunca pasan desapercibidos, ya sea por su forma angular, o por sus llamativos colores.


Figura 44: Pez cofre o pico de vieja, Lactophrys trigonus.


En las islas y regiones costeras de la península de Nicoya, región Occidental, así como en los valles costeros de la región Suroccidental, se encuentran ocarinas y pitos con la forma de peces. La mayoría de estas representaciones son estilizadas y no se puede acceder a su modelo natural.

En la figura 45 aparece una ocarina en forma de pez cofre. Debido a lo singular de este pez adjudicarle un modelo natural no resulta difícil a nivel de familia.

La forma reducida y prolongada de la boca, el cuerpo muy ancho y la base de la cola muy delgada, son elementos típicos de la familia Ostraciidae. El género Lactophrys se identifica por la “quilla” superior atrás de la cabeza, que es realidad una modificación de la aleta dorsal (fig. 44). 

La especie seleccionada (L. trigonus) es la que presenta más similitudes con la efigie de la ocarina. Ningún otro pez cofre tiene más semejanzas con este modelo, pero el diseño corporal pintado no coincide. Esto puede deberse a algo tan simple y común como que tales líneas sean puramente decorativas, o, que tuvieran algún significado ideológico local (fig. 45).


Figura 45: Ocarina que representa un pez cofre o pico de vieja. Las características formales coinciden con Lactophrys trigonus. Región Suroccidental.


En esta representación podemos ver las aletas laterales y caudales bien proporcionadas. La interpretación de la “cresta” en el objeto corresponde con el arco superciliar seguido de la aleta dorsal escondida en la estructura del pez, para finalizar en la segunda aleta dorsal. La cola se eliminó pues en el péndulo caudal se puso la boquilla de la ocarina.


Raya, Dasyatis longa

La raya D. longa se caracteriza por su gran tamaño, unos dos metros de punta a punta de las aletas laterales. Tiene sobre el espinazo una serie continua de púas que se extienden desde la parte trasera de la cabeza hasta casi el fin de la cola (la cual es muy larga). La espina venenosa sobresale bastante y se ubica en la parte delantera de la cola.



Figura 46: Raya; Dasyatis longa. Muy común en las costas del Pacífico.


 En la península de Nicoya, región Occidental, la representación del pez raya es frecuente, principalmente en bordes de vasijas de uso doméstico-cotidiano.

La raya fue uno de esos animales de contacto común, casi diario, pues por el río Tempisque subía bastante, al menos hasta Puerto Humo, y en las costas y manglares se podía pescar a diario. La carne de este pez es consumida hoy día en ciertas localidades mexicanas y colombianas, y se considera una carne blanca baja en grasas.

En la antigüedad, aunque no hay datos de su consumo, debió de ser un pescado habitual de la dieta, junto con bivalvos, gasterópodos y otros peces de fácil pesca durante las jornadas diarias de recolección. 



Figura 47: Cuenco trípode en forma de pez raya. Región Occidental.


 En la figura 47 hay un cuenco simple modificado en forma de raya. En vez de agarraderas se aprovechó la forma natural del pez. Las aletas laterales, la cabeza y las pequeñas aletas ventrales cumplen igual función. 

El hecho de que la gran mayoría de representaciones de rayas sea justamente en vasijas de uso cotidiano, hace pensar que no debió tener este pez una función ideológica. Todo parece indicar que debido a la conveniente forma del pez es que se usó en objetos comunes.


Discusión

Los yacimientos costeros con concheros demuestran la relación de las antiguas sociedades con los diversos nichos marinos. Se explotó con gran éxito los sistemas productivos de estuarios, la pesca y recolección en arrecifes y mar adentro, siendo posible que mucho de lo recolectado y pescado se procesara en diversos productos de uso cotidiano. Inclusive, no se puede descartar que muchos sub-productos fueran también bienes de comercio con poblados tierra adentro.

Por eso extraña que las representaciones de animales marinos no sean más. Solo dos “centros” culturales produjeron una cantidad digamos, normal, de objetos con emblemas marinos: los valles costeros de la zona sur de la región Suroccidental y, las orillas e islas del golfo de Nicoya, en la región Occidental.

Esas dos zonas debieron mantener poblaciones cuya cultura fuera especialmente orientada al mar y sus diversos recursos. La población del valle de Térraba-Sierpe, en la región Suroccidental, se sabe tuvo amplios conocimientos de navegación, y embarcaciones suficientemente grandes y fuertes para transportar en mar abierto gran cantidad de objetos, entre ellos de piedra, a varios lugares, incluyendo la isla del Caño.

Por otro lado, tenemos cerámica importada desde Nicoya en los valles de Térraba-Sierpe y, Palmar-Diquís y viceversa. Estos objetos pudieron llegar por tierra, en un comercio de contacto tipo eslabón, pero el tamaño de algunas vasijas y la fragilidad de la mayoría hacen de tal medio terrestre algo poco viable.

Las poblaciones del golfo de Nicoya, por su parte, mantuvieron un contacto común entre las islas del golfo y las costas de tierra firme, encontrándose cerámica llevada por este medio bastante lejos hacia el sur.

Solo resta esperar a que los profesionales dediquen más investigación a estos asuntos. Los objetos que se conservan demuestran la importancia que tuvo el mar no solo como fuente de productor de alimentos, sino como generador de comercio, al menos en las dos zonas antes mencionadas: golfo de Nicoya y valles de Palmar-Diquís/ Térraba-Sierpe. 








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