domingo, 1 de enero de 2017

Consideracion sobre el intercambio entre la Region Occidental y el Valle Central

El Valle Central de Costa Rica y el comercio con Nicoya-Guanacaste durante el periodo del auge 800-1350 d.C.



Introducción


Los yacimientos del Valle Central entre los años 800-1350 d.C. muestran una organización particular en cuanto a los materiales residuales que hoy podemos encontrar. Por un lado, el material es muy homogéneo y típico, pero por otro lado hay que tener siempre presente la presencia de material exógeno, producto de actividades relacionadas con el comercio.

Los bienes comerciales durante este periodo circularon en todas direcciones, siendo el más claro aquel llevado a cabo con los materiales de la península de Nicoya, en la región Occidental, pero también se pueden determinar algunos residuos de objetos provenientes de la zona de San Carlos, en la región Norte y de Línea Vieja, en la región Oriental.

En este escrito usaremos de referencia y comparación al yacimiento La Guácima, ubicado en el centro de esa comunidad, al oeste del Valle Central. La Guácima es un yacimiento importante, con estructuras de piedra, petroglifos y áreas de ocupación distintas según el material cerámico y lítico, distinguiéndose una zona central con el material de mayor calidad y, una periferia con materiales más simples.


Figura 1: Puntos cardinales que corresponden a regiones arqueológicas, como se tratan en este escrito.


Ha sido costumbre en nuestros escritos de este blog, el no hacer mención a tipos y variedad, al menos hacerlo lo menos posible, pues en términos generales a un público abierto poco o nada les importa. Sin embrago, en este caso debemos romper la regla. Haremos uso de la tipología según Snarskis y Abel-Vidor, Baudez, Bishop et al. En la revisión de los principales tipos y variedades cerámicos de la Gran Nicoya. Para hacer más comprensible el objeto enmarcado en un tipo, procedimos a ilustrarlo de la mejor manera posible. Así los lectores tendrán una idea de que se discute.



Características naturales del Valle Central Occidental

Esta zona se caracterisa por marcadas diferencias altitudinales, desde una máxima de 2880 mts  a una mínima de 600 metros de altura, en una longitud de tan solo unos 37 kms, con pendientes muy fuertes (mayores a 18%) en el área más alta, versus pendientes de 4 a 8% en las áreas más bajas (Morera, 1993).

Figura 2: Río Virilla a su paso por La Guácima.


En terminos geológicos, señala Morera que la zona está constituida por materiales de origen volcánico (tobas, lavas, piroclastos) del Holoceno, período Cuaternario. Las coladas de lava de la formación Barva son dominantes, las que se caracterizan por densas, bien cristalizadas, masivas y fracturadas  (idem, 198).

Geomorfologicamente esta zona es parte del relleno volcánico del Valle Central, el cual corresponde con un relieve plano-ondulado con pendientes de 0-10 grados (Morera, 1993).

Figura 3: Cañón del río Grande de Tárcoles.


Hirográficamente el río Segundo (fig.4) es un afluente de la sub-cuenca del rio Virilla (fig.2 ) y de la cuenca del río  Grande de Tárcoles. El río Segundo presenta un patrón de drenaje dentrítico, y cuenta como tributarios los ríos Macarrón, Zanjón, Porrosatí y La Cruz (Idem).

Figura 4: Río Segundo durante la estación seca, a su paso por La Guácima.


El regimen pluvial del occidente del Valle Central esta en relación con la altura. En la parte más baja de la cuenca del río Segundo (600 m), pueden caer 2000 mm anules, mientras que en la parte alta (2550 m) supera los 3500 mm anuales, esto en condiciones normales (Villalobos, 2009).

La zona en que se encuentra La Guácima presenta lluvias  provenientes tanto de la región Oriental -Caribe o Atlántico- como del Pacífico. Las lluvias provenientes del Este son de tipo orográfica y de derrame (Morera, 1993, pág. 204).

La época de lluvias va de mayo a finales de noviembre, y se caracteriza por lluvia tipo convectiva, la cual descarga una gran cantidad de agua en poco tiempo, siendo este patrón lluvioso el mismo de la zona Pacífico Central. 

Figura 5: Formación de nubes convectivas sobre el Valle Central Occidental.


800-1350: La época del auge y el comercio entre regiones.


Durante el lapso temporal 800-1350 d.C. se dieron las condiciones políticas que fomentaron una producción con excedentes en varias áreas, lo cual provocó un incremento importante de la actividad comercial, no solo entre las diversas aldeas de una misma región cultural, sino entre las diversas regiones culturales.

Las antiguas rutas comerciales entre regiones derivaron en otras nuevas, evitando así los bloqueos normales que se daban cuando había conflictos entre comunidades de una misma región, o entre pueblos de distintas regiones culturales. De este modo fue que mercancías hechas en el istmo de Rivas, Nicaragua, pudieran circular por todo Guanacaste-Nicoya, llanuras del Norte y zona central de Costa Rica. Inclusive, mercancías de Nicoya llegaron tan lejos como Chiriquí, Panamá (fig. 6).

Figura 6: Rutas de comercio. RC-1, rutas seguidas por la cerámica Papagayo policromo. RC-2, rutas seguidas por la cerámica de Nicoya. RC-3, rutas usadas por las cerámicas Papagayo y de Nicoya en su dispersión hacia el Este y Sureste.


 Los bienes comerciados debieron ser de muchos géneros, casi cualquier cosa que en un lugar fuera abundante en forma natural, o que su producción tuviera excedentes, era comercializada con localidades donde tales bienes o recursos fueran escasos, pero hubiera otros que eran importantes para la comunidad excedentaria.

El tipo de organización comercial no parece haber sido directa entre comunidades principales excedentarias y otras deficitarias en uno o más productos de igual rango, al menos no hay nada que indique que esta clase de contacto comercial fuera el usual. Tampoco parece que fue una actividad organizada estrictamente en torno a jefaturas, más bien parece un flujo multilateral tipo eslabón, entre una comunidad “A” con excedentes en algo, y otra “B” que necesita parte de los excedentes de “A”. El contacto entre “A” y “B” no fue directo, sino a través de otras comunidades regionales o inter-regionales, las cuales aprovechaban el flujo de mercancías variadas (fig. 7).

Corrales y Quintanilla (Corrales, F. y Quintanilla, I., 1992) (Corrales, 1994) hacen un resumen de información sobre el tema en discusión, proponiendo un modelo de centros políticos redistribuidores de mercancías, con lo cual no descartan otros modelos posibles (Corrales, 1994, pág. 61), estando de acuerdo con Ibarra y Snarskis (M. Snarskis y E. Ibarra, 1985). Sin embargo, es improbable que la actividad comercial involucrara siempre la presencia de jefes, o, que toda la mercancía se llevara a un pueblo determinado para ser intercambiada ahí. La gran cantidad de fragmentos policromos en yacimientos pequeños y periféricos, señalan directamente al sistema antes propuesto tipo eslabón.  

El modelo tipo eslabón (fig.7) encaja perfectamente en un territorio como el de Costa Rica, muy fracturado por componentes culturales distintos, separados no por grandes distancias, sino por rasgos topográficos intensos.

Considerando algunos datos aislados sobre el comercio interno de materias primas en Guanacaste y Nicoya durante el periodo 300-800 d.C., donde el tráfico de bienes líticos no fue dirigido desde una sola cantera a los yacimientos lejanos que necesitaban la piedra, siendo evidente que ya fuera el cascote, la pre-forma o el objeto terminado, llegaba a muchos lugares en pequeñas cantidades, proveniente igualmente de varias canteras. Esta actividad involucró también otros objetos que eran queridos o necesitados en comunidades intermedias donde la lítica (principal objeto de comercio) carecía de interés, mostrando igual comportamiento, pero en sentido contrario, las comunidades que producían el comercio lítico inicial, estableciéndose líneas comerciales ida y vuelta hacia muchas partes, con géneros muy variados.

Figura 7: Ejemplo de la forma de comercio tipo eslabón, donde centros de población importantes acceden a productos muy variados de distintas zonas naturales y culturales: 1 accede a productos de 2 y 3; 2 accede a productos de 1 y 3; 3 accede a productos de 1 y 2. El comercio en este modelo difícilmente implica contacto directo entre los poblados o jefaturas mayores, ya que la transferencia empieza entre un poblado mayor con otro poblado menor, dentro de una misma esfera cultural, y entre poblados menores de distintas culturas, representados en la figura por colores. El sentido comercial siempre fue de ida-y-vuelta, y no en una sola dirección.



La ruta natural de ingreso al Valle Central por la vertiente del Pacífico Central: Depresión del río Grande de Tárcoles-Virilla.


La gran cuenca hidrográfica formada por los ríos Virilla y Grande de Tárcoles pasa por una depresión casi en línea recta entre el Valle Central y el Pacífico Central, constituyéndose en el paso natural por excelencia que une ambos territorios (fig.8).

Figura 8: Paso natural formado por los ríos Grande de Tárcoles-Virilla (celeste). La flecha roja señala la desembocadura del rio y el inicio de la ruta al Valle Central. La marca amarilla señala donde se encuentra el yacimiento La Guácima. Abajo, perfil de ascenso desde el nivel del mar hasta donde se ubica el yacimiento La Guácima, marcado con una G y una flecha. Imagen Google Earth.

Las tierras al norte y al sur del paso natural se caracterizan por ser muy quebradas, cuyos puntos más elevados no tienen gran altura, pues en ningún momento sobrepasan los 2,000 m.s.n.m., pero en cambio son una sucesión de cerros con laderas muy empinadas (fig.9), sin embargo, las de la margen Sur-Este son menos empinadas, con pequeños valles y de laderas inclinadas no muy fuertes en términos generales.

Durante la estación seca (de diciembre a mayo) el curso bajo del río Grande de Tárcoles podía ser navegado no solo en canoas o balsas, sino también en naves de mayor tamaño. Quizá por este motivo en los cerros de Carara, ubicados en la desembocadura del rio Grande de Tárcoles, hay una serie de yacimientos de importancia escalonada, desde los que debieron ser simples caseríos, hasta centros de población importantes. Corrales determinó lo que pudo ser un yacimiento complejo, desde el cual se dominaba la entrada y salida del río: “Lomas Entierros, (es) una aldea extensa y compleja ubicada en una zona montañosa de pendiente abrupta en frente del río Tárcoles, cerca de su desembocadura. Su emplazamiento sugiere una posición estratégica de defensa y control del río Tárcoles, debido a que este río constituyó una importante vía de acceso al área Central del país(Corrales F. , 1992, pág. 19).


Figura 9: Cerros de Turrubares a pocos kilómetros de la línea costera. Ejemplo de la topografía a los lados de la ruta Tárcoles-Virilla.


Lomas Entierros pudo ser un lugar muy importante, pues se ubica justamente donde convergen varias rutas lógicas de comercio. Por un lado, tenemos toda la banda oriental del golfo de Nicoya y sus islas, y justo a unos 35 kilómetros cruzando el golfo, está la península de Nicoya. La banda costera al sur de la desembocadura del río Grande de Tárcoles fue otra ruta comercial de mucha importancia (fig.10), con lo cual Lomas Entierros podría considerarse una plaza comercial crucial, no solo para el Valle Central, sino también para Nicoya y Guanacaste.

El Valle Central es una depresión tectónica de unos 3500 kilómetros cuadrados, y con alturas que oscilan entre 800 m.s.n.m. en el Oeste (La Garita), hasta los 2770 m.s.n.m. en el Este (Chicuá). Presenta suelos volcánicos permeables y profundos (andisoles), con áreas de suelos fértiles, pero de manejo más estacional, como son los vertisoles de la parte occidental del valle. Las facilidades agrícolas, el clima y su posición estratégica con respecto a las llanuras del norte y del oriente hicieron de estas tierras un lugar de especial importancia no solo en la antigüedad.


Figura 10: La posición estratégica de la desembocadura del río Grande de Tárcoles es evidente al contemplar como en ese punto, se encontraban todos los comerciantes que iban de Nicoya al Este y los que llegaban de toda la banda Oriental del golfo. VCW: Valle Central Occidental; VCO: Valle Central Oriental.

Arqueológicamente el Valle Central se puede dividir en Valle Occidental y Oriental, división que tiene por límite el cañón del río Virilla (fig. 10). Esta división parece tener importancia cultural, pues algunas cerámicas muy comunes en el lado Oriental, son de raras a muy raras en el lado Occidental y viceversa. También se desprende de las crónicas de la conquista española, que los pueblos del lado Occidental y los del lado Oriental, obedecían a distintos jefes, aunque es claro que todo el valle estuvo ocupado por pueblos de la misma lengua y de creencias iguales o muy similares.

Cerámicas importantes en el sistema de intercambio en el Valle Central.

La frontera formada por el cañón del río Virilla se puede observar al menos desde el año 400 d.C. en la distribución de ciertas cerámicas del complejo Pavas. Para el lapso temporal 800-1350 d.C., esta frontera está limitando la distribución de ciertos tipos cerámicos propios de la región Oriental hacia el Oeste. En efecto, al Oeste son raros los fragmentos de tipos tales como Cartago Línea Roja (fondo blanco), Irazú Línea Amarilla (y sus dos variedades de línea blanca) y Cot Línea Negra, en sus dos variedades (fig.11-11 bis).


Figura 11: Cerámica policroma de la región Oriental y del Valle Central Oriental. 1-Irazú Línea Amarilla; 2-Cartago Línea Roja sobre Blanco; 3-Cot Línea Negra Tricromo y, 4-Cot Línea Negra Bicromo.
Figura 11 bis: Irazú Línea Amarilla, variedad Victoria Línea Blanca.



El tipo cerámico Cartago Línea Roja se divide en dos grupos, el de base blanco-crema (fig. 11-2), y el de base rojiza (fig.12-1,2). Se ha argumentado que esto se debe a que la variedad rojiza es anterior a la blanco-cremosa (Snarskis, 1982, pág. 117), pero en algunos yacimientos del Valle Oriental ambos modelos aparecen juntos. Otra variante que presenta esta cerámica es la que tiene una cubierta (engobe) grueso color caramelo claro (fig.12-3). Estas variaciones en general parecen tener incidencia espacial, y tienen que ver con centros de manufactura distintos, siendo la distribución de estos objetos parte del comercio con la región Oriental, al menos algunos de ellos a nivel de variedad. Aguilar propone que estas cerámicas se fabricaron en las tierras altas de Irazu y Turrialba y en la zona de Línea Vieja, en la región Oriental (Aguilar, 1972, pág. 136).

En los yacimientos Occidentales del Valle Central, las versiones de base rojiza o café-rojiza son cerámicas que pudieron ser fabricadas localmente, contrario a los pocos casos de base blanco cremoso o caramelo claro, que son tipos comunes en el Valle Oriental y en la región Oriental (fig.1).


Figura 12: Cerámica del tipo Cartago Línea Roja, versiones sobre base rojiza. 1 y 2, engobe café-y/o rojizo. 3, engobe color caramelo.

La actividad comercial durante los años 800-1350 d.C. de la región Occidental con las regiones Norte, Central y Oriental fue muy intensa, al punto que prácticamente no existe un yacimiento de ese periodo en esas regiones, que no tenga cerámica de Nicoya y Guanacaste.

Los productos que las poblaciones de Nicoya buscaban en el Norte y Este, no se han detectado arqueológicamente, por lo que debieron ser de naturaleza perecedera. Un posible producto que debió estar involucrado en la cadena de intercambio pudo ser el oro y el cobre, ya fuese en figuras terminadas o como materia prima. Sean cuales sean los bienes buscados por los nicoyanos, estos tuvieron que ser muy importantes, ya fuera a nivel de uso común o ideológico.

El movimiento comercial fue tan importante que, al menos en el caso de la cerámica, provocó centros de manufactura masiva de determinados tipos en la región Occidental. La cerámica denominada Tayutic Inciso es un caso muy interesante, pues este tipo se fabricó originalmente en el extremo sur de la Península de Nicoya y/o, en la banda costera oriental del golfo de Nicoya, que va de Abangares-Chomes al puerto de Puntarenas (fig.10). Esta alfarería se exportó en grandes cantidades al Valle Central-región Norte, donde a su vez fue copiada masivamente. Se distinguen ambas en la calidad del trazo inciso/esgrafiado y, principalmente, en la arcilla-desgrasante con que fueron manufacturadas (fig.13).

Figura 13: Tipo cerámico Tayutic Inciso Esgrafiado y Chitaría Inciso (Huerta Inciso) abajo derecha.

Otras dos clases cerámicas incisas involucradas en el comercio son las denominadas como tipo Belén-Palmares Inciso y el tipo Huerta (Chitaría) Inciso. El tipo Huerta, que carece de una clasificación formal para Guanacaste-Nicoya, fue descrito por Aguilar como una cerámica del Atlántico Central, con el nombre de Chitaría Inciso (Aguilar Piedra, 1972, pág. 43), siendo en realidad un tipo producido en la zona del golfo de Nicoya, en la región Occidental.

El Huerta Inciso es una cerámica de trazo fino a muy fino, con superficies generalmente obscuras y que comparte elementos de diseño con Tayutic Inciso en una o más variedades del tipo. Huerta es común en la zona sur del Golfo de Nicoya, donde pareciera que se fabricó, al menos las variedades con diseños más lineales, que es el modo más común encontrado en los yacimientos del Valle Central Occidental, donde se ubica La Guácima (fig. 14-4).


Figura 14: Cerámicas incisas: 1,2,3 Belén-Palmares Inciso; 4, Huerta Inciso (Chitaría).

El tipo Belén Inciso y su variedad Palmares Inciso (fig.14;1-3) también llegaron a la región Oriental y Norte como bien de comercio, aunque pareciera que en menor cantidad que Huerta-Tayutic Inciso. Es posible que exista un factor temporal entre ambos grupos cerámicos, o que la muestra aun sea insuficiente.

Una cerámica monocroma que nunca se ha cuantificado, pero que está presente en, al menos, los yacimientos del sector oeste del Valle Central, es el Piches Rojo (fig.15). Esta cerámica, que incluye una gran variedad de formas de utilidad doméstico-cotidiano, se confunde con fragmentos de vasijas locales del Valle Central que tengan engobe rojo/rojizo pulido. Sin embargo, los bordes y la arcilla-desgrasante de los tiestos delatan que se trata de cerámica importada de la región Occidental. Los tiestos del tipo Piches son pocos y muchos están muy degradados, lo que permite especular que eran envases de algún producto como la sal o los taninos del mangle en pasta, entre otras cosas.


Figura 15: Vasija elipsoide-horizontal o popoque, del tipo Piches Rojo.

La policromía particular de la región Occidental (Nicoya) es el producto de más fácil identificación en la cadena comercial, pues no solo es llamativa por sus colores y diseños, sino por su calidad. Toda esta cerámica aventaja a la local en resistencia e impermeabilidad, y puede que estas cualidades -aparte de los coloridos diseños- fueran parte de los requerimientos para su importación.

Todas las vasijas involucradas en el sistema de comercio son de fabricación peninsular, más del sur que del norte de Nicoya, con excepción de Papagayo Policromo.

La cerámica Papagayo se distingue por su base color blanco, los motivos, propios de la esfera estilística mesoamericana y, por la arcilla, de un color rojo ladrillo distintivo (fig.16).

El caso de la cerámica del tipo Papagayo es interesante, pues esta era fabricada muy al norte de Nicoya, en lo que hoy es el sur de Rivas, Nicaragua (fig. 6), siendo el único tipo cerámico exportado del norte que llegó en grandes cantidades a todos los yacimientos del sector Oeste del Valle Central. ¿Por qué una sola clase cerámica, de la misma calidad que otras de manufactura más cercana, resultó ser tan común? No existe una respuesta concreta para esta pregunta, pero podríamos considerar que la cerámica Papagayo no llegó al Valle Central por una sola ruta, sino por varias distintas, entra estas, algunas de la región Norte, como lo atestigua cierta cerámica que, aunque tipológicamente igual a la del Valle Central, el acabado y la arcilla son particulares de la región Norte, encontrándose restos de estas cerámicas en muchos de los yacimientos del Valle Central.

El comercio con la Región Norte pudo haber sido tan extenso cómo el que se dio con el área del Golfo de Nicoya, pero es algo no estudiado aún. Cabe la posibilidad de que muchos objetos de la península de Nicoya y del sur de Rivas, llegasen al Valle Central por comercio con la Región Norte, con lo cual el flujo de ciertos bienes pudo haberse duplicado.


Figura 16: Vasijas del tipo Papagayo Policromo.

El tipo más común en cualquier yacimiento del área central de Costa Rica es el Mora policromo (fig. 17). Los envases de esta alfarería se distinguen fácilmente por la forma y decoración, la cual siempre tiene abajo del borde en rojo, una serie horizontal de líneas, sobre las cuales se puso una banda de “picos” verticales.

Las formas son poco variadas, siendo la característica la de guacal (fig. 17-2,4), y la de vasija sin cuello o “tecomate”, también de boca amplia. En la variedad Chircot del tipo prevalece la forma abierta, pero también es frecuente la de “botella” (vasija de silueta compuesta y borde exverso) (fig.18-2).

Los jarros del tipo Mora y sus variedades enfatizan en formas abiertas, distintas de aquellas normalmente usadas para cocinar. De hecho, no se encuentran vasijas de estas con quemaduras o sarro de carbón, confirmando que se usaron para servir o contener alimentos. El uso que tuvieron estos objetos es importante para determinar la escala social de los mismos en el conjunto de bienes permutados.


Figura 17: Cerámicas del tipo Mora Policromo.

 Entre los expertos se ha discutido cual fue el valor de estas cerámicas en el sistema de intercambio entre regiones, siendo una discusión vigente y muy interesante aun hoy día  (M. Snarskis y E. Ibarra, 1985, págs. 57-66). No hay duda que algunos individuos tuvieron más acceso a estas cerámicas, pero tampoco puede decirse que fueran un elemento que por sí solo exalten el poder o rango del poseedor, pues no existe ningún yacimiento, por pequeño y simple que sea, que no tenga fragmentos de algún tipo cerámico nicoyano, lo cual indica que si bien el tener estos objetos era un lujo, no lo era tanto para que un grupo importante de cada poblado pudiera obtenerlos (siendo posible que otros bienes de material perecedero, fueran más importantes inclusive que las cerámicas).

Muchas vasijas provenientes de sepulturas tienen claras señas de uso en las superficies internas y externas, y muchos tiestos presentan marcas de reparación, aparte del desgaste por uso (fig. 18), con lo cual se aprecia fácilmente que la adquisición de estos objetos era con fines funcionales de orden doméstico, una especie de vajilla de lujo.


Figura 18: Objetos con claras marcas de uso. 1-Altiplano p.; 2-Chircot p. variedad de Mora p. reportados de Tobosí de Cartago, Valle Central Oriental.

En el yacimiento La Guácima de Alajuela, la gran mayoría de residuos por uso de cerámicas importadas se encuentra dentro o en los alrededores de lo que fueran basamentos de piedra de grandes casas circulares, pero no en un solo sector, sino en todos. Debido a la forma de contacto comercial tipo eslabón en que se dio el intercambio, la distribución de estas cerámicas fue bastante homogéneo, produciendo una gran cantidad de restos quebrados por uso, lo que señala que no se cuidaban estos enseres de manera particular, lo que no implica que no fueran una mercancía buscada.

Hay dos tipos cerámicos, Guabal policromo y Birmania p. (se pueden considerar uno solo para efectos prácticos) que, por sus características especiales, es muy posible que tuvieron una función ideológica dentro del chamanismo.

Los objetos del tipo Guabal p. son figuras femeninas ataviadas de manera compleja y, atabales, flautas, pitos y ocarinas (fig. 19).


Figura 19: Objetos del tipo Guabal p. (Guabal está hoy día incluida como variedad del tipo Mora p.) 1-2, figuras de jóvenes mujeres, una sentada en un duho de madera con cabezas de felino en los extremos distales. 3-4, instrumentos musicales. 3-ocarina, 4-atabal.

La distribución de los objetos de esta cerámica es bastante limitada, no son comunes, aunque ocasionalmente se encuentren en tumbas desde la región Norte hasta la región Oriental, evidenciando su importancia simbólica de esta manera. En este aspecto, Birmania y Guabal tienen un vínculo no solo estético, sino funcional.

Se puede afirmar que ambos tipos enfatizan objetos de uso en el ámbito religioso, y pudieron ser objetos cuya distribución no fue basada en un intercambio, sino más bien dirigida o trasladada de un personaje de importancia en el culto mágico-religioso a otro similar.

Los objetos Birmania suelen tener formas que expresan movimiento, efigies tergiversadas de ciertos animales muy característicos, tal como el manigordo y las tortugas, muchas de estas marinas. Un modelo común en esta cerámica es el de una copa sostenida por un cuerpo terminado en una cabeza zoomorfa a cada extremo, o bien una copa sostenida en el lomo de tortugas u otros animales (fig. 20; 1-2).


Figura 20: Objetos cerámicos Birmania policromo.

Cuando la forma es abierta (escudilla) suele aparecer un diseño estilizado zoomorfo muy interesante, pues es similar a los de ciertas cerámicas de Diquís y Chiriquí (fig.20-4).

Los objetos del tipo Santa Marta p. no pueden considerarse especiales en nada, como los Birmania-Guabal, y fragmentos o trastos de este tipo son raros en el Valle Occidental. Santa Marta es parte de la vajilla de servir alimentos, debido a esta aparente función debería ser tan frecuente como los vasos del tipo Mora, pero no sucede así. En los diversos yacimientos del lapso temporal 800-1350 d.C. en el sector occidental del Valle Central cercanos a La Guácima, no se encontró ni un solo fragmento de este tipo. Esto puede tener su causa en que los fragmentos se confundan con otros del tipo Mora y sus variedades, pues son a ese nivel muy similares. Pero en las diversas excavaciones y reportes científicos, sigue existiendo un vacío importante de este tipo en todo sector Oeste del Valle Central (fig.21).


Figura 21: Cerámicas extrañas en el Valle Central Occidental, Mora variedad Cinta y Santa Marta policromo. 

Otro tipo muy raro en el sector Oeste del valle es una de las variedades establecidas para el tipo Mora policromo, denominada variedad Cinta (fig.21, izq.) lo cual en sentido utilitario carece de explicación, pues técnicamente es un envase de idéntica calidad que los del tipo Mora, con lo que no se puede decir que de alguna manera se excluyera del flujo de bienes comerciales, siendo el tipo Mora p. una de las vasijas más cotizadas en la época, junto con la mayoría de sus variedades.

La variedad Cinta no es una cerámica fácil de confundir, y técnicamente es tan buena como cualquier otro objeto del tipo Mora, entonces, ¿por qué se comercializaron tan pocas? Una posible respuesta está en la posibilidad que estos objetos se empezaran a hacer cuando las relaciones generales entre ambas regiones fueron adversas a la actividad comercial, entre los años 1350-1370 d.C., lo que pudo provocar que en este caso llegaran muy pocos objetos al Valle Central en general.

Las tinajas del tipo Palmira son otras ausentes (o muy raras) en el valle Occidental. Nuevamente podemos ver algunas similitudes en la iconografía de Palmira con el grupo Birmania-Guabal, sin poder asegurar que esto tenga alguna vinculación ideológica. Lo que sí parece surgir en este grupo, es una zona productora distinta dentro de la región Occidental, la cual uso rutas a través de las tierras altas para comerciar sus productos, y no el rumbo a través del golfo de Nicoya y la ruta Tárcoles-Virilla, llegando más cantidad de vasijas de ciertos tipos a los yacimientos del Valle Central Oriental y la región de Línea Vieja-Santa Clara, en la región Oriental y Norte.


Figura 22: Vasijas del tipo Palmira policromo.

En el sitio La Guácima, así como en otros yacimientos importantes cercanos, hay una cerámica que es frecuente: la variedad Chircot de Mora policromo. Por supuesto no es que sean comunes a nivel del total de cerámica de cada yacimiento, solo a nivel relativo en comparación a otras cerámicas policromas (fig.23).


Figura 23: Objetos del tipo Mora, variedad Chircot policromo.

Otra cerámica bastante frecuente, esta vez en todo el Valle Central, es el Altiplano policromo, pero hay que hacer una observación importante: Tanto Chircot como Altiplano suelen ser, digamos, no comunes como vasijas de uso común en Nicoya, donde se esperaría una mayor muestra recolectada en excavaciones científicas. Pero en el Valle Central, dentro del grupo de los objetos comerciados, se puede afirmar que es más frecuente, según datos de excavaciones científicas.

En el yacimiento La Guácima, los fragmentos de Chircot son comunes, pero los de Altiplano no, siendo extraños a nivel general.

Altiplano puede ser una vajilla selecta por algún motivo, o bien, sus rutas de abastecimiento no entraban todas por Tárcoles-Virilla. En todo caso, se sabe que es una cerámica más usual en huacas del sector Oriental del Valle, y en las llanuras orientales de Línea Vieja y Santa Clara (fig.24).


Figura 24: Escudillas del tipo Altiplano policromo, modo A, originarias de Aguacaliente de Cartago. Hartman 1901.

Altiplano p. tiene dos modos de decoración que podrían llegar a tener valor cultural especial: el primero es el modo decorativo “A” que usa líneas finas en los motivos (fig.24), siendo estos más o menos determinables como emblemas duales. El segundo modo usa líneas más gruesas, en motivos muy complejos y variados, siendo algunos de estos difíciles de interpretar (fig.25).


Figura 25: Variedad B de Altiplano policromo. 

Ambas variedades llegaron al Valle Central en cantidades distintas, según se desprende de los informes y publicaciones que hay sobre el tema, y no sería extraño que existiera una división distributiva entre ambas variedades.

En la región de Nicoya he visto una mayor cantidad de fragmentos del modo “B” hacia el sur de la península, mientras que el modo “A” es más frecuente en la zona de la cuenca media del río Tempisque. Por supuesto, esto es una apreciación personal, pero es un dato que debe tenerse en cuenta en futuras investigaciones.


DISCUSIÓN

Muchos son los aspectos que quedan sin poder ser lógicamente tratados, no sabemos la clase de comercio exacta, ni las épocas anuales de los contactos comerciales, o si eran continuos de muy baja frecuencia.

En todo caso, la dispersión de tipos y variedades, parece indicar que no había una organización especializada en la actividad, dándose un intercambio de cosas que se necesitan cuando estas hacen falta en un lugar y otro las tiene o puede conseguir. Así se puede explicar muchas cosas del comercio en la época que nos interesa, pero no todo. Ciertamente existen ruinas de pueblos importantes, situados estratégicamente sobre rutas de intercambio y, no se puede negar que algunas cerámicas se hacían masivamente, con el fin exclusivo de comerciarlas.

El comercio implica excedentes, ya sea que se den en forma natural -cosechas, pieles, frutas, semillas, pescado, sal, etc.- o como un bien procesado -cerámicas, hamacas, fórmulas medicinales, taninos, telas de colores, artesanías en plumas, hueso, metal, cestería, etc.- variando el precio según la necesidad que de uno u otro objeto se tenga en otro sitio en un momento dado. Esto implica por fuerza, otros productos cuyos valores sean aceptables para el oferente. En este punto, es importante valorar los factores naturales de las distintas regiones con climas radicalmente distintos y, por ende, con recursos naturales muy diversos aptos para el comercio, aparte de las diversas cosechas que podían lograrse en distintas épocas del año según la región.


Pero el comercio no es la única forma de adquisición de bienes que se dio en esos tiempos. El traslado de ciertos bienes, ya sea de parte de un jefe a otro, de un religioso a otro o, de un grupo a otro, también tuvo que ser un modo frecuente de obtención de artefactos y otros bienes, por ejemplo, en algunos yacimientos importantes de las tierras altas del Valle Central Oriental, se han recuperado grandes caracoles, de los usados por los chamanes (Rojas y Villalobos, 2007, pág. 33) (fig.26). Estos caracoles en esta zona son raros, y su exclusividad indica que un personaje de estatus se los trasladaba a otro de igual rango o superior sin que hubiera intercambio comercial, pues son objetos que, por su valor ideológico, no podían tener precio.


Figura 26: Algunos objetos recuperados por Guido von Schröter correspondientes a la sepultura de un individuo importante. Se puede apreciar parte del cráneo cubierto por restos de una máscara de cobre, varias quenas, figuras de oro y dos caracoles (izquierda, arriba). Rojas y Villalobos 2007.

Por lo general, las tumbas de los personajes importantes suelen tener, aparte de objetos ricamente tallados en piedra y oro, cerámica de intercambio. Un caso muy interesante es el de una sepultura principal del yacimiento SJ-149PC, donde no se colocaron vasijas completas de Nicoya como ofrenda, pero si fragmentos (fig.27).

Figura 27: Tumba 2, yacimiento SJ-149PC. Obsérvese los dos fragmentos de cerámica colocados como ofrenda abajo del mortero zoomorfo. Pertenecen al tipo Birmania p. Foto Juan Vicente Guerrero.


Los fragmentos cerámicos de esta sepultura (únicos policromos colocados como ofrenda en todo el cementerio) pertenecen al tipo Birmania, el cual no parece ser una cerámica de uso común. El tipo Birmania p. y Guabal p. son cerámicas cuya distribución parece que nada tiene de comercial, siendo distribuidas por medio de traspaso entre individuos de alto rango social, muy probablemente de índole religioso.

El traspaso de bienes diversos debió ser frecuente, y no sería extraño que inyectara al actual registro arqueológico un porcentaje, sino importante, si interesante de ciertos tipos cerámicos y objetos diversos.

Otro factor que no está claro, es cuales objetos entraron por una vía y cuales, por otra, sabiendo que las rutas de contacto de traspaso y de comercio fueron muy variables, máxime al considerar el modelo de intercambio tipo eslabón antes discutido.

Muchas cerámicas de Guanacaste y Nicoya llegaron a los diversos yacimientos de la región Norte en lo que parece cantidades distintas a las del Valle Central, inclusive, algunos tipos de la región del lago de Nicaragua y Rivas no son tan raros en las llanuras de San Carlos y Sarapiquí, de donde parece que no pasaron -o lo hicieron en muy bajas cantidades- al Valle Central.

La asimetría distributiva de algunos tipos en el Valle Central hace pensar que una o más rutas provenientes del norte fueron tan importantes como las del oeste, pero por algún factor político no se entrelazaban ya en el valle, lo cual estaría por probarse científicamente.

En cuanto a quienes eran los usuarios adquirientes de los vasos policromos e incisos de Guanacaste y Nicoya, se ha postulado que eran los miembros de alto estatus de los pueblos principales, los cuales se encargaban de redistribuir tales bienes. Para que esto tenga sentido, deben existir centros donde llegaran los comerciantes y se concentraran las mercancías de ambos lados. Aunque se han querido ver algunos yacimientos funcionando de ese modo, no existe ni un solo dato que sustente tal posición.

La cantidad de fragmentos en yacimientos pequeños, y la presencia de cerámicas exógenas en alguna sepultura de cualquier cementerio pequeño, apuntan hacia una adquisición de estas cerámicas por acuerdo directo entre el ofertante y el adquiriente, sin que mediara, a este nivel, ningún personaje de rango. Los jefes eventualmente pudieron tener acceso a algunas vasijas especiales y tal vez en mayor cantidad, al tener la facultad de permitir el ingreso al territorio de los comerciantes, pero todo dentro del ya discutido sistema de eslabón. Solo cuando se involucraban bienes de traspaso, el sistema operó de manera muy diferente, pues involucraría el encuentro de altos personajes en un sitio determinado.

Otro punto interesante a tomar en cuenta en lo que respecta la importancia de la cerámica Nicoyana de comercio, es que no se constituyó en un bien de lujo singular, en un marcador de estatus, aunque es lógico que no estaba al alcance de toda la población. Esto se ve fácilmente en los fragmentos, los cuales muestran fuertes marcas de desgaste y reparación (fig.28), lo cual, sumado a la gran cantidad de fragmentos, indica un uso común, diario, de tales vasijas, a excepción de algunos tipos cuyo comportamiento funcional parece no ser común.


Figura 28: Ejemplo de reparación de vasijas. Cuando se fracturaba, se hacían dos perforaciones a cada lado de la fractura, pasando un cordel entre las perforaciones, de modo que la fractura se estabilizaba y el objeto podía continuar en uso. Vasija de ejemplo Nasca, cordel original. Museo de Lima.


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