domingo, 14 de agosto de 2016

EL JADE EN COSTA RICA

EL JADE EN COSTA RICA: 1300 años continuos de comercio, uso y fabricación de objetos bruñidos.




Introducción


La palabra jade en Costa Rica hace referencia a una serie de piedras de distintas clases y colores, ya que popularmente se denomina jade a cualquier colgante antiguo. La palabra jade proviene de la famosa “pedra de mijada”, usada por los portugueses para la curación de infecciones de la vejiga, y que se traduce como “piedra para orinar” y de la palabra china “jud”, usada para definir estas piedras microcristalinas (silicatos de aluminio y sodio). Fueron los franceses quienes usaron la palabra ejade o jade (pronunciada yad), de la cual proviene la actual palabra jade usada en la mayor parte del mundo para estas piedras (Balser, 1980).

El jade se usó en Costa Rica masivamente durante 1300 años continuos, evolucionado sus formas básicas y explotando al máximo las técnicas de elaboración disponibles. Lo curioso es que no existen minas de jade en Costa Rica, y que en épocas tan tempranas se diera con el norte un comercio tan extenso, lo cual promocionó el uso de otras clases de piedras locales de modo simultaneo. Otro misterio es la forma en que este comercio se dio, ya que, en las rutas terrestres posibles existen enormes regiones en que esta piedra no se usó, implicando que las rutas marinas pudieron haber tenido gran incidencia.


Figura 1: Regiones arqueológicas según puntos cardinales, como se usan en este escrito.





Generalidades





En Costa Rica, al igual que en todo el sur de América Central, no existen yacimientos de jadeíta, pero sí de otras rocas muy parecidas, como por ejemplo la nefrita, magnetita, albita, serpentina, etc., los cuales pueden hallarse en distintas formas y colores, dependiendo de los elementos constitutivos del yacimiento. Sin embargo, muchos de los colgantes antiguos fueron hechos en una jadeíta de gran pureza, siendo evidente que la materia prima llegó en forma comercial del norte, posiblemente de Guatemala, lo cual plantea varias interrogantes importantes.

Los jades más antiguos encontrados en Costa Rica están fechados alrededor del año 500 a. C., pero la industria como tal debió empezar antes, quizá en uno o dos siglos, pues para el año 500 a. C. el estilo ya se encontraba plenamente desarrollado. El uso de este material, las técnicas y algunos elementos de los diseños, llegaron del área maya-olmeca, y no se comprende aun si fue debido a una migración, a elementos comerciales u otra causa. El misterio se acrecienta cuando vemos que el desarrollo de la industria del jade solo tuvo otro punto importante entre México-Guatemala y Costa Rica, y fue en la región de Playa Muertos, (Honduras), o sea, de ese sitio hondureño paso a la región Occidental de Costa Rica, sin dejar rastros en Nicaragua u otras partes de Honduras o El Salvador. En todo caso, la ruta de abastecimiento de materia prima duró más de mil años, trayendo no solo bloques (fig. 2), sino objetos terminados olmecas o mayas para ser re-trabajados en la región Occidental de Costa Rica.


Figura 2: Bloques de jade que muestran el proceso de aserramiento y extracción de preformas. Región Occidental.



La forma en que se dio el comercio de materia prima entre el área olmeca y maya con Costa Rica, es otra cosa que se ignora por completo. No se puede descartar que se usara el modo de eslabón para trozos o piezas completas desde el norte hasta la región Occidental, pero debido a la abundancia otros medios debieron emplearse, y uno de los mejores candidatos es el de vías marítimas mixtas, o sea, una parte por tierra y otra por mar. Resulta curioso no tener evidencias de que el gran lago de Nicaragua se usara para este efecto en los primeros cuatrocientos o quinientos años de comercio intenso con las tierras bajas de Guatemala y Honduras.



Técnicas usuales en la fabricación de objetos de jade.



Obtenido el bloque natural de jade, se procedía mediante lasqueado a darle una forma y tamaño adecuado, el cual generalmente era semejante a un ladrillo moderno (fig.2). Este bloque luego era prensado y, con un cierra hecha de fibras vegetales impregnadas de polvo de cuarzo o de una piedra semejante, se empezaba a aserrar de un lado y del otro, de manera que cuando se hubiera profundizado mucho el canal, con un ligero golpe se separara la sección que sería trabajada (fig.2). En la figura 3-1, se ve una separación avanzada no ya de un bloque, sino de lo que fue otro objeto de gran tamaño. No se debe confundir la técnica de separación para hacer otro objeto, de aquella en la cual se quería simplemente dividir el objeto terminado, como se verá luego.


Figura 3: Objetos de jade en proceso de fabricación.



En la figura 3-3 se ve un objeto en proceso de fabricación por el lado posterior, donde la “quilla” o sección de unión con el bloque no ha sido minimizada o borrada. Una vez obtenida la forma requerida, el objeto era pulido usando cepillo de madera o piedra, pero agregando polvo de cuarzo o piedra semejante, para lograr las superficies adecuadas. El siguiente paso era el de obtener la pre-forma, y se hacía con diversos medios según fuera el emblema. En la figura 3-4, 5, se ven objetos que se encuentran en este nivel de trabajo. En el caso 3-4 la piedra ya con su forma básica fue sometida a desgaste fuerte en los lados superiores, logrando así una cabeza de ave y su pico triangular, mientras que en el caso 3-5, se ve donde se empieza a tallar la figura del cuerpo, cabeza y alas. Ambos casos carecen de huecos de sustentación, pues estos al parecer se hacían en una etapa posterior, estando ya definido exactamente el emblema.

Cuando ya se tenía la figura más o menos definida, empezaba el proceso de taladrar los huecos de sustentación (fig.3-2,3), mientras se practicaban los canales definitivos del motivo (fig.3-2). Es en este mismo nivel en que se empieza a lograr un pulido uniforme en el objeto, el cual sería finalmente bruñido al estar la figura terminada.

Todo este trabajo implica diversos taladros, cierras y prensas, hasta llegar a una punta muy fina con la cual se hacían los detalles y las incisiones.

Como se ve, este era un trabajo nada fácil, y debió de ser realizado en equipo, de modo que cuando unos terminaban una sección, otros avanzaran en la siguiente, y poder concluir el trabajo en un tiempo razonable.



Zonas de fabricación y modificación de objetos de jade.



El jade se trabajó en tres zonas, dos de ellas en la región Occidental y una en la región Oriental, aunque podría existir al menos otro foco de fabricación en la región Norte.

En la figura 4 aparecen las tres zonas principales de fabricación y modificación de amuletos y colgantes de jade: 1-Nicoya, 2-Guanacaste, 3-Llanuras de Santa Clara y Línea Vieja.


Figura 4: zonas de fabricación y transformación de objetos de jade. 1-Nicoya, 2-Guanacaste, 3-Llanuras de Santa Clara y Línea Vieja



Los objetos de jade se empezaron a hacer en la zona de Nicoya, a eso del año 500 a. C. los cuales se distinguen por la forma de colgantes petaloides con efigies de hombre o de ave. El material es bastante bueno y el acabado excelente, lo cual induce a pensar que los inicios de esta industria son anteriores al año 500 a. C.

El motivo del ave, ya sea simple o con otra ave más pequeña encima de la principal, puede que sean los emblemas más antiguos (fig. 5 y 6).



Figura 5: Amuletos o colgantes de jade con motivo de ave.


Figura 6: Amuletos o colgantes de jade cuya figura principal es un ave, sobre la que se encuentra otra.



Los colgantes con figura humana más antiguos se distinguen normalmente por el uso del taladro en la boca y los ojos hinchados con un pequeño hoyo al medio, como se puede ver en la figura, siendo estas características propias de la lapidaria olmeca, de la cual se presume proviene el arte lapidario de Costa Rica.

Entre las técnicas llegadas de México se encuentra la forma de aserrar la piedra, el taladro y lo que se conoce como aserramiento interno, el cual consistía en vaciar secciones del amuleto, y darle una imagen más fuerte al emblema (fig. 7). Aunque esta técnica no se usó mucho en las primeras etapas, si sería usada unos cuatrocientos años después en la región Oriental y en la zona de Guanacaste y/o Nicoya (región Occidental), lo cual puede indicar que esa modalidad llegó luego con el comercio de materia prima con el área Maya, entre los años 200-400 d. C.


Figura 7: Colgante en el cual se usó el aserramiento interno. Región Occidental.



El centro lapidario de Guanacaste (zona 2) se caracteriza por la explosión de motivos y formas variadas, tales como aretes, anillos, cabezas zoomorfas y, una multitud de distintos temas, entre ellos insectos, colgantes de dos cabezas, tubos, etc. (fig.11). Es esta manifestación una continuidad lógica del arte lapidario inicial de Nicoya (zona 1), y de cierta manera es la que provoca el nacimiento de la lapidaria en la región Norte y Oriental (zona 3).



Figura 8: Tubos de jade. En Costa Rica se han encontrado los tubos más largos de América en este material, de hasta 50 cm.




Entre las formas innovadoras de la zona 2 están unos largos tubos, los cuales fueron perforados a partir de los extremos, uniéndose al centro. Estos tubos, según su tamaño, se supone se usaron en varias cosas, desde aspiradores nasales para drogas (los más pequeños) hasta como emblemas de poder en bastones o cosas por el estilo (los más grandes) (fig.8).

La forma horizontal de objetos perforados en toda su longitud, también se encuentra en quenas y silbatos (fig.9). El sonido de estos objetos es increíblemente fuerte y nítido, y debieron ser usados por chamanes en sus curaciones especiales. A diferencia de las ocarinas, que tienen un hoyo para llevarlas colgadas, en estos objetos musicales de jade tal cosa no existe, lo que indica que eran llevados entre los haberes de uso extremo por parte de chamanes de alta categoría.


Figura 9: Silbatos y quenas de jade: 1-3, silbatos; 4, quena. El 2 es un silbato de tres tonos, distinta a la quena.




Otra forma que surge en la segunda etapa y común en la zona 2, son los colgantes de “paleta” de uso horizontal. Por regla general estos objetos presentan cabezas zoomorfas en los extremos distales, las cuales parten de un centro que es a la vez una imagen de un murciélago, siendo las alas figuradas las que terminan en estas cabezas, motivo por el cual son conocidos como “colgantes alados” (fig.10).



Figura 10: Colgantes alados de la región Occidental.



Los objetos pequeños, especiales y casi individuales, se empiezan a popularizar entre los chamanes, y aparecen pequeñas vasijas con tapa, anillos, narigueras y un sinfín de motivos variados e interesantes (fig.11).

Los objetos especiales tuvieron mucha aceptación en la zona 3, donde no solo se copian, sino que se convierten en un objeto de comercio. Un motivo muy interesante es el de las ranas, las cuales tenían especial interés simbólico en las regiones Norte y Occidental, pero en esta etapa de desarrollo lapidario se hacen comunes en la región Occidental, pero casi siempre en jade, mientras en las otras dos regiones se hicieron en toda clase de metariales. Esto sugiere la posibilidad de un intercambio simbólico entre la región Occidental y la Norte y Oriental, sumándose a otros muchos compartidos. Se puede inferir de esta situación que la base ideológica de todos estos pueblos era muy similar, aunque variaran en aspectos formales.



Figura 11: Diversos objetos de jade:  vasija con tapa, jaguar, anillo y nariguera, orejeras, rana y un chamán. 




Los colgantes petaloides de uso vertical también presentan un gran cambio en la segunda etapa cronológica, aunque los temas de base son bastante parecidos con los más antiguos, donde más que el motivo cambia la estética del objeto, siendo mucho más audaces y, expresando diversidad de detalles que hacen de cada colgante algo singular, llegando inclusive a la abstracción del emblema.

Los colgantes de uso vertical generalmente representan a un hombre simple, una mujer simple, estos mezclados con características de jaguar, serpientes o cocodrilos y, muy raramente, monos. La otra gran fuente representativa, la de las aves, también aparecen mezcladas con elementos de otros seres, normalmente humanos (fig.12).



Figura 12: Dijes de uso vertical.



Una forma derivada de los colgantes petaloides de uso vertical, es la del chamán sentado, emblema muy común en Costa Rica en varios materiales, pero principalmente en esculturas. Debido a que estas esculturas se fechan desde el año 700 d. C. hasta el 1560 d. C., se puede suponer que pertenecen al último periodo de fabricación de objetos en jade.

Los colgantes de chamán se caracterizan por tener bien representados brazos y piernas, estas últimas flexionadas. Suelen mirar de frente, y la cabeza lleva un gorro. La cara puede ser semi-humana, con múltiples elementos zoomorfos agregados o, zoomorfas, con características de jaguar o murciélago. Estos colgantes se encuentran en las tres regiones mencionadas, pero con mayor frecuencia en la Occidental seguida por la Oriental, y no cabe duda que se tratan de objetos de comercio elaborados en la región Occidental, aunque algunos pudieron ser copiados en la región Oriental (fig.13).



Figura 13: Colgantes petaloides con figura de chamán.



El gusto por los objetos de jade llegó a las regiones Norte y Oriental a través del comercio con la zona productora 2 de la región Occidental, en el primer siglo después de Cristo. El impulso fue tan grande que en poco tiempo ya se estaban haciendo objetos de estilos y motivos propios, principalmente a partir de objetos conseguido por comercio y usados como materia prima. No está claro si hubo fuentes locales de piedras microcristalinas que sirvieran para la industria lapidaria, pero ya fuera que las hubiese o llegase vía comercial, en muy poco tiempo el uso de objetos propios se generalizó por estas amplias regiones, eso sí, consiguiendo de la zona 2 una enorme cantidad de amuletos que se transformaron parcial o totalmente en nuevos objetos. Esto es interesante pues señala claramente que no se explotaron masivamente minas de estas piedras, consiguiendo casi todo el material vía comercial, ya fuera con la zona 2 Occidental o con otros proveedores.

En la región Oriental se desarrolló un nuevo centro lapidario, que estuvo posiblemente ubicado en el área de Línea Vieja o Atlántico Central, enviando sus productos hasta Vereh, en Talamanca, por el sur, y gran parte de la región Norte (sino es que existió otro centro lapidario en las llanuras de San Carlos).

La zona productora 3 de la región Oriental, presenta algunas particularidades interesantes, entre ellas la fabricación de objetos “gemelos” (fig.14). Resulta interesante que en dicha zona existe un lugar que se llama Guápiles, que quiere decir justamente gemelos, siendo en esta zona comunes los objetos dobles o gemelos, no solo en jade, sino en cerámica, oro, cobre y piedra.



Figura 14: Objetos de jade “guápil” o gemelos.



La técnica del aserramiento interno tuvo un gran auge en esta zona, dando pie a otro estilo muy característico, el cual consiste en colgantes para ser vistos de lado más que de frente. En estos colgantes hay un motivo interesante, el cual consiste en un ser que sostiene un bastón o algo parecido, que remata en una cabeza de ave. Muchos de estos aparecen sobre un animal o varios (fig. 15).



Figura 15: Colgantes hechos con la técnica de aserramiento interno.




La zona 2 produjo una gran cantidad de tallas excelentes en todo sentido, como por ejemplo el felino de la figura 16, que puede ser un puma o un jaguar. Este aparece parado, vertical, con la cola sobre la espalda y la cabeza totalmente volteada hacia atrás, mostrando los dientes y colmillos en “N”.

El objeto de carácter realista casi se puede decir que son retratos de la fauna local magníficamente ejecutados. Puede que la mayoría de las representaciones de esta índole retraten aves (fig.17), aunque son comunes las imágenes de mamíferos, reptiles y anfibios.



Figura 16: Magnífica representacion de un felino.




Como se ve en la figura 17, casi todos los emblemas realistas de aves fueron hechos para ser vistos de modo lateral, siendo esta una característica de los objetos de la región Oriental, en contraposición con los de la región Occidental, que se hacían para ser vistos frontalmente.

La representación típica de la zona 3 carece de esa rigurosidad frontal propia de los dijes de la región Occidental, usando por lo general las curvas y el vaciado interno para reforzar la imagen. No es que esto no se hiciera en la región Occidental, solo que no corresponde esta línea formal con la estética geométrica de líneas rectas, tan común en la decoración de vasijas, piedras de moler y demás objetos.



Figura 17: Representaciones realistas de aves.




Incluso los colgantes de uso horizontal se hacen de una manera distinta, aunque en términos expresivos sean muy parecidos (fig.18). El colgante horizontal de la zona productora 3, se caracteriza por dos cosas: el uso de la figura del cocodrilo de dos cabezas o de una sola y, un circulo amplio colocado usualmente en el centro del objeto. El círculo puede ser la representación a un centro, un sitio místico original, o un punto de ingreso mágico usado por los chamanes para sus viajes espirituales.

En la zona 3 se encuentran colgantes hechos de más piedras semejantes al jade que en la región Occidental, esto se debe sin duda a la carencia de material idóneo, por lo que se buscaron piedras que, una vez pulidas, tuvieran ese acabado “vidrio”, que era lo que en realidad se buscaba.



Figura 18: Colgantes de uso horizontal tipicos de la zona 3, región Oriental.



El colgante de uso vertical de la región Oriental, sufrió cambios interesantes sobre el modelo original, que es propio de la región Occidental. Ya en manos de los lapidarios, el motivo se estilizó al máximo, eliminándose mucho detalle y ampliando los trazos. Muchos colgantes de la región Occidental sufrieron esta transformación, eliminándose una gran parte del motivo y, sustituyéndose con otro o, dejando el mismo, pero con una estética propia (fig.19).




Figura 19: Colgantes de uso vertical muy estilizados, típicos de la región Oriental.



Hasta aquí se han visto las tallas y técnicas más importantes de la lapidaria en Costa Rica. A manera de resumen podemos ver los siguientes aspectos importantes:

El jade (en término genérico) llegó a la península de Nicoya (zona 1) en la región Occidental, más o menos a eso del año 600 a.C., o un poco antes, pues para el año 500 d.C. ya existía un estilo propio, digámosle inicial. De este estilo derivan los demás objetos, haciéndose los mismos cada vez más audaces, como se ve en la lapidaria de la zona productora 2 de la región Occidental, la cual a su vez resulta ser el motor que impulsa este arte en las regiones Norte y Oriental, donde existió al menos otro centro productor, el de la zona 3.

El desarrollo estilístico de la lapidaria se detuvo abruptamente en todo el país a eso del año 800/900 d.C., sin saberse el motivo. Se alega que fue la falta de materia prima, o que se sustituyó la piedra bruñida por los objetos de metal, o inclusive, una mezcla de ambas causas, pero estas explicaciones dejan un ligero “sin sabor”, pues no son convincentes en su totalidad.


Contexto del jade y aspectos culturales.


Lo que hoy se denomina jade fue ampliamente usado en las regiones Occidental, Norte y Oriental, incluyendo al área central de Costa Rica. No está claro quienes usaron este material, aunque gran parte debió de ser chamanes de diversas categorías, algunos de los cuales ostentaban el poder civil.

En la región Occidental el jade aparece desde muy temprano ligado a piedras de moler bien terminadas, o sea, con elementos agregados que en nada colaboran con la función artefactual. Este rasgo también se trasladó a la región Oriental y centro del país, donde los más elaborados entierros contenían piedras de moler y jades (fig.20).


Figura 20: Sepultura con objetos de jade. El individuo se colocó sobre las piedras de moler, y los jades a la altura de los hombros. Área central de Costa Rica.


Sin embargo, objetos de jade han sido descubiertos en tumbas simples, y otros asociados a niños. Debido a la falta de estudios de contextos es imposible saber exactamente quienes poseían objetos de este material. Es muy probable que estos tuvieran también la función de marcadores sociales a nivel clánico, con lo que la presencia de estos en tumbas simples y de niños se explicaría, aunque de manera sencilla.

En la región Occidental, el contexto varía según la época. El objeto de jade fechado más antiguo, fue recuperado de un yacimiento de excepcional importancia, pues debido a sus condiciones naturales ha conservado el material orgánico en perfectas condiciones. Este yacimiento es conocido como La Regla, y se ubica en la línea costera del golfo de Nicoya.

El entierro 5 del yacimiento La Regla contenía un paquete envuelto de huesos pertenecientes a un hombre de unos 25 años, el cual entre sus ofrendas se encontró un collar hecho de finas cuentas de madera, cuyo dije central era un colgante petaloide de uso vertical con el emblema de un ave (Guerrero, 1992).

Unos 700 años después, los objetos de jade aparecen en tumbas más ostentosas en la región de Nicoya y Santa Elena, en sepulturas realizadas en promontorios o cerros. Estas tumbas suelen ser de forma circular y con un perfil de “botella”, sin piedra asociada. Este tipo de huaca o cementerio contiene asociado a los dijes de jade piedras de moler labradas, mazas rompe-cabezas de diferentes formas y motivos, ocarinas, figuras y otros objetos (fig.21).



Figura 21: Ofrendas típicas asociadas a dijes de jade. Debajo de la piedra de moler estuvo la cabeza del individuo. Zona productora 1, Región Occidental.  



En la zona productora 2, de la región Occidental, surgen una serie de montículos de entre 3 y 4 metros de alto (algunos de hasta 6 metros), de longitud variable. Estos montículos fueron conocidos como las huacas del jade por la enorme cantidad de dijes que en ellos se encontraron. En estos montículos, estaban enterrados individuos de todas las edades, desde niños hasta ancianos, los cuales muestran una variedad de concentraciones de ofrendas según fuese la importancia de la persona. Sin embargo, se sabe que algunos montículos tenían muchas más ofrendas de prestigio o lujo, lo cual podría indicar que al menos algunos de estos yacimientos funcionaran como cementerios clánicos (fig.22).



Figura 22: Huacas del jade, región Occidental, zona productora 2. Montículo Siete Cueros, Bagaces.



Se han encontrado, entre la multitud de objetos de jade, interesantes piezas que muestran aspectos culturales importantes. Uno que aparentemente tiene que ver con la muerte, es el de quemar los objetos. El destruir parcialmente un artefacto para ser colocado en la tumba es algo muy conocido. Por lo general se les amputaba un soporte, se eliminaba una parte del borde o, se hacía un orificio en el fondo. Todas estas prácticas de una u otra forma hacían que el objeto no pudiera ser usado normalmente, aparte de quedar de alguna manera marcado. Se dice que esto era para “matar” el objeto, en el supuesto de que este tuviera algún tipo de energía espiritual, pero también pudo ser, en el fondo, para efectos más prácticos, tales como inhabilitar el artefacto y evitar algún tipo de saqueo (de orden mágico). En todo caso, el jade quemado pierde toda su superficie brillante, para lo cual debe ser expuesto a muy altas temperaturas (fig.23).



Figura 23: Objetos de jade quemados ritualmente.



Otra práctica cultural es la de partir objetos con sierra, no para ser usados de materia prima como se vio antes, sino para duplicar el existente. Esto se conoce popularmente como “herencias”, pues se ha imaginado que un personaje hereda a un familiar una parte de su jade. En algunos cementerios se ha encontrado, en efecto, una mitad en una tumba y la otra mitad en otra sepultura, pero esto no implica que se trate de herencias. En varias huacas es común observar esta práctica en cerámicas, donde una parte amputada aparece en otro sitio del cementerio. Aunque para nosotros parezca lógico que se trate de vínculos familiares estrechos, es más probable que tenga que ver con parte del ritual mágico, lógicamente, entre un mismo grupo clánico.

En la figura 24 se ven algunos casos de estos, donde los objetos de jade se dividían a la mitad o en más partes. Los dos casos de la derecha pertenecieron a grandes objetos que, viendo las marcas de corte, fueron divididos en más de cuatro secciones, sin dañar las superficies originales.



Figura 24: Colgantes de jade divididos ritualmente en dos o más partes.



Casos en que excepcionalmente se ha conservado un pigmento con el cual se rellenaban los incisos se han encontrado en varias partes. El mundo antiguo gustaba mucho de los colores y texturas, igual que nosotros hoy día, y se buscaba crear objetos con agregados que los hicieran más impresionantes (fig.25).

Otra forma, aparte del color agregado, que se usó para realzar el objeto, fue el de colocar en los ojos y otras partes engastes de pirita, la cual pulida brilla mucho. Hoy día no se conserva ningún objeto con estas incrustaciones, debido a que la pirita se oxida, pero en este proceso deja en las superficies manchas de óxido típicas, de un color rojizo-herrumbre típico.


Figura 25: inhalador que conserva pintura en los incisos. 




Discusión final


El jade tuvo un impacto en la antigüedad importante, más que por su motivo, por la piedra en sí, la cual ya bruñida tiene un efecto visual semejante al vidrio. Además, sus colores profundos, los tonos y las vetas, hacen que los objetos de este material sean deseados, gusta verlos y producen un impulso por sentirlo, por tocarlo. Estas características son muy humanas, pues hoy día provocan los mismos efectos que en la antigüedad y, ayer como hoy, el lucir un collar con piezas de jade suele ser algo restringido a ciertas personas.

En Costa Rica, al carecer de este tipo de roca, se importó del norte en grandes cantidades, ya fuera en bloques de piedra o en piezas completas, las cuales eran cortadas y vueltas a trabajar con motivos locales, aunque no es muy raro encontrar en las tumbas algunos colgantes mayas u olmecas completos, o bien, en proceso de transformación.

Siendo que el jade llegó de México y Guatemala, sería esperable encontrar a lo largo de la ruta hasta Costa Rica ya sea objetos hechos en el norte o, industrias locales, que aprovecharan las rutas comerciales, pero esto no sucedió. En gran parte de Honduras, en todo El Salvador y en Nicaragua, el jade es muy raro y de origen siempre externo. Todos esos pueblos mantuvieron contactos de una u otra forma con los mayas y los olmecas, pero no gustaron del jade, tan preciado en todo el actual México y Guatemala en la antigüedad, planteando la posibilidad lógica de que el comercio entre Nicoya y Guatemala (al menos) se realizó vía marítima, antes del año 500 a.C., a juzgar por el hallazgo del yacimiento La Regla (Guerrero, 1992).

Conjuntamente con el jade, se empezó a trabajar una serie de piedras locales, cuya consistencia daba unas superficies bruñidas semejantes al vidrio. Estos materiales similares se emplearon en grandes cantidades en la zona productora 3 de la región Oriental, donde llegaban materias primas de las regiones Occidental, Norte y Suroriental, aun así, parece que de un momento a otro se dejó de trabajar este tipo de material.

Se ha establecido, por parte de los expertos, que esto se debe a la ruptura de las redes comerciales con el norte, pero esto sería válido solo para el jade de Guatemala y México. Lo que no consideraron es que para el momento en que tal situación parece que se dio, ya era común en las tres zonas productoras de Costa Rica trabajar otros materiales.






Bibliografía consultada



Balser, C. y D. Stone. (1973). Arte Precolombino de Costa Rica. San José: Ministerio de Cultura Juventud y deportes, Dept. Publicaciones.

Balser, C. (1974). El Jade en Costa Rica. San José: Imprenta y Litografía Lehman S.A.

Balser, C. (1980). Jade precolombino de Costa Rica. San José: Litografía e imprenta Lil, S.A.

Easby,E,K. (1981). Jade. en Benson, E. (ed), Between Continentes/Between Seas: Precolumbian art of Costa Rica, p.135-151. New York: Harry N. Abramas.

Guerrero, V. y. (1992). Entierros secundarios y restos organicos de ca. 500 a.C. preservados en un area de inundacion marina, Golfo de Nicoya, Costa Rica. Vinculos vol.17, Nº 1-2, 17-51.