martes, 19 de julio de 2016

LA ESCULTURA EN PIEDRA DE LA CULTURA DEL DIQUÍS



Introducción


La cultura del Diquís se ubica en la región Suroccidental de Costa Rica, y se puede dividir en tres zonas según determinados rasgos estilísticos, aunque ninguno lo suficientemente importante, de manera que no vale la pena ver este aspecto en este escrito.

Se caracteriza esta cultura por una estética singular en todos los restos materiales que soportaron el paso del tiempo: cerámica, metalurgia, hueso y piedra fueron trabajados de una forma que casi no tiene paralelos estilísticos con ninguna otra cultura de Costa Rica, aunque ideológicamente comparte, al parecer, la visión cosmogónica de los demás grupos de habla chibchoide de las regiones Oriental, Norte y Noroccidental. De hecho, todas estas culturas mantuvieron una estrecha relación comercial, viéndose elementos estilísticos de una cultura “x” incorporados en otra, lo cual se dio mediante un proceso de difusión que solo es posible cuando las relaciones socio-económicas han sido buenas por bastante tiempo.

Aquí veremos las diferentes manifestaciones escultóricas en lítica de la cultura que llamo aquí Diquís, pero en la literatura especializada se conoce como sub-región Diquís de la Gran Chiriquí. Se verá la escultura pública general y de índole reservada, así como aquella de uso exclusivamente privada o individual, señalando en lo posible la relación de forma y función.


Ilustración 1: En amarillo, el área central de la cultura Diquís.






LA ESCULTURA DEL DIQUÍS: SU ESTÉTICA






El trabajo en piedra de esta región no procura crear figuras independientes tipo retrato. Por el contrario, se trata de esculturas muy geométricas y uniformes, estilizadas, que señalan o indican su importancia por la organización de sus partes. La forma de los ojos, la posición de los brazos, la representación de rodilleras, están en función de un significado concreto que no solo identifica al individuo sino también a su rango y especialidad. Otras características necesarias para ser expuestas en la escultura se agregan a lo anterior, a veces profusamente, en un estilo que parece haber querido salirse de la norma geométrica-estilizada.

La organización de las partes de la escultura y su forma general misma, parece que servía más de indicador ideológico por la tenencia, de manera que no se buscó individualizarlas de modo retrato.  A pesar de tal condición, el trabajo en piedra de esta cultura es brillante en su expresión final, tanto que resulta impactante a pesar de dar una primera imagen de simpleza. Se trabajó la piedra en seis modalidades de esculturas muy bien definidas:

1-Esculturas antropomorfas verticales, hechas en piedra, alisada, plana y de poco grueso.

2-Esculturas zoomorfas trabajadas sobre un bloque columnar.

3-Esculturas esféricas.    

4-Esculturas cilíndricas.

5-Esculturas a partir de un bloque que se modificaba en forma de “vaciado”.

6-Petroglifos sobre rocas modificadas en la superficie donde se realizó el pictograma.

El acabado en general es bueno, aunque un porcentaje importante no presenta superficies pulidas, siendo ásperas.  Quizá sea en las esculturas esféricas donde se encuentra el mejor acabado superficial, esto en términos generales. Una clase de figura normalmente humana que casi siempre presenta un acabado intenso -no pulidas- se da en unas esculturas de arenisca, las cuales no tienen nunca detalles faciales ni de otra clase, motivo por el cual han sido llamadas “ghost” o fantasma (Lothrop, 1963, pág. 39). Aunque algunos dicen que se trata de esculturas no finalizadas, al examinarlas en grupo se percibe lo contrario. En la figura 1 se muestran cuatro esculturas de la clase fantasma. Se nota perfectamente que están terminadas pues, no hay más bloque de donde sacar para hacerlas de acuerdo a nuestra estética. La imagen del centro arriba y el animal de abajo presentan las superficies muy bien alisadas, lo cual indica claramente que no se iba a trabajar más.



Figura 1: Diversas esculturas clase fantasma. Lam. XXIII, Lothrop 1963).


Un rasgo interesante podemos ver en las esculturas “verticales” o de base espiga. Estas siempre presentan los brazos en posiciones variadas pero repetidas, lo cual debió tener un significado especial. En la figura 2 se pueden ver las principales formas de colocar los brazos y manos en esta clase de efigie.


Figura 2: Distintas formas de colocar los brazos en las esculturas verticales o de espiga.



Acompañando el modo de los brazos y manos, se aprecian en estas imágenes cuatros formas de representar los ojos. Los más comunes son los almendrados o tipo avispa (fig.3-2), seguidos de aquellos en forma de medio círculo y que perfectamente podrían ser ojos cerrados (Domínguez, cp.) (fig.3-1). Aunque no se da en todos los casos, las imágenes de “ojos cerrados” suelen tener unas rodilleras circulares, mientras que aquellas que tienen los ojos de “avispa” no presentan de modo común este tipo de rodillera, pero sí una banda.


Figura 3: Principales formas de representar los ojos.


Otras formas importantes de ojos son los de forma circular grandes (fig.3-3) y los “vacíos”, o sea, que los ojos como tal no aparecen, en cambio un hoyo más o menos rectangular ocupa su lugar (fig.3-4).



CLASES DE ESCULTURAS



La escultura, como cualquier otro artefacto, se puede agrupar según elementos de forma y decoración hasta lograr clases o tipos concretos, pero no es la única manera en que es posible agrupar diversos objetos antiguos. Características tales como forma y función pueden ser más útiles en ciertos casos, pues refieren directamente al uso social de los artefactos dado por la asociación contextual. Ambos sistemas no son excluyentes entre sí, es más, son complementarios.

En relación a la función tenemos esculturas que responden por su volumen y/o contexto a escultura pública, en su modalidad general y reservada, entendiéndose que la modalidad pública general es toda aquella obra de ciertas dimensiones, para ser colocada de cara a la población, tanto local como extranjera. Estas obras se colocaban en lugares específicos de valor socio-político e ideológico, y funcionaron de la misma manera que lo hacen las actuales esculturas en parques, edificios o jardines exteriores. Aquella que tenía valor de uso público, pero reservado, suele ser de menor tamaño y móvil, ubicada ya fuese dentro de ciertas edificaciones especiales como afuera de las mismas, esto en ciertas fechas o conmemoraciones, donde los dignatarios las usaban como elemento de rango o prestigio.

Finalmente tenemos la categoría de las esculturas de uso exclusivo o privado. Estas son todas aquellas de pequeño tamaño, portátiles, que servían para efectos ideológicos referentes al sistema de creencias espirituales de una persona o una familia, por lo general de determinados clanes. En esta última categoría también existe una escultura magnífica, donde a pesar de su reducido tamaño, el diseño es detallado, único y audaz. Se trata de las tallas en marfil de diente de ballena, asta de venado y hueso en general, pero es otro el lugar apropiado para tratar de esas lujosas figurillas, baste aquí el mencionar su existencia.

Para facilitar la clasificación de las diferentes clases de esculturas, las he agrupado arbitrariamente según una o más características útiles solo en este escrito. Estas son:

1-1: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos almendrados o de avispa.

1-2: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos semi-circulares (cerrados).

2-Esculturas columnares antropomorfas.

3-Esculturas zoomorfas.

4-Esculturas variadas antropomorfas y zoomorfas.

5-Esculturas esféricas y en forma de barril.

6-Esculturas funcionales A: piedras de moler.

7-Esculturas funcionales B: petroglifos.

8-Esculturas de estilo mixto y miniaturas.


1-1: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos almendrados o de avispa y; 1-2: Esculturas planas, verticales, antropomorfas con ojos semi-circulares (cerrados). Esculturas de base espiga.



Figura 4: Esculturas antropomorfas de base espiga, planas, verticales. Vista de una frontal, dorsal y de lado.

Por la forma, estas esculturas son las más comunes. Se caracterizan por ser bastante delgadas vistas de lado, pero de frente retratan una persona fuerte, joven, de cuello grueso. La posición siempre es rígida y frontal, aunque están trabajadas por todos lados, no hay duda que se diseñaron para ser vistas de frente.

En tamaño varían desde unos 40 cm, hasta unos dos metros. Son pocas las que se han encontrado en contexto, pues casi todas fueron destruidas cuando se hicieron las enormes plantaciones de fruta en los años de 1940. Casi todas las existentes se salvaron por la acción de los huaqueros y de algunos funcionarios de las plantaciones, que las rejuntaron luego de los movimientos de tierra. Sin embargo, Lothrop menciona el dato suministrado por testigos, que las esculturas en general se encontraban fuera de los basamentos de piedra, normalmente en el perímetro de los mismos (Lothrop, 1963, pág. 25), lo que quiere decir que cumplían la función de esculturas públicas generales.


Figura 5: Esculturas de base de espiga.


En otros pocos casos se han encontrado esculturas dentro de sepulturas o fuera de estas, en el cementerio, así también como en el interior de basamentos. Pero quizá el lugar más significativo en que se han hallado sea en unos depósitos rituales (fig. 6). El primero en observar y excavar un depósito de estos fue Lothrop, notando que todas las estatuas estaban quebradas, aunque se podían unir sus partes. Determina que estos objetos fueron quebrados por calor (exposición al fuego) y luego llevados los restos a un depósito  (Lothrop, 1963, pág. 26).



Figura 6: Depósito de esculturas quebradas.


No se tienen evidencias que indiquen claramente para qué se quebraban las estatuas y, por qué se colocaban todas en un hueco. En todo caso esto responde a una actividad ceremonial, a un ritual que se repetía cada cierto tiempo. En términos especulativos se puede decir que las imágenes se quebraban (mataban) de acuerdo a una fecha calendárica, una celebración muy importante que implicaba destruirlas (por su significado ideológico) y hacer un grupo nuevo, o también es posible, como sugiere el mismo Lothrop, que se quebraban las esculturas al morir un importante personaje local. Para esta última hipótesis hay que tomar en cuenta que no se halla ningún depósito de estos relacionado con una o más sepulturas, pero si con esferas, las cuales no se rompían.

Las esculturas antropomorfas de base de espiga presentan interesantes variaciones, siendo la separación de brazos y piernas la más notoria. En la figura 5 se ve un grupo de imágenes donde los brazos y piernas están separados, mientras que en la figura 7 aparecen unos ejemplos donde solo las piernas están separadas, siendo el resto parecido. Pero también se puede observar la posición de los brazos en estas dos figuras. En la figura 5 los brazos caen sueltos en todos los casos, mientras que en la figura 7-1, vemos los brazos volteados hacia adelante, en una pose muy extraña, mientras en la figura 7-2 los brazos están cruzados adelante en “X”.




Figura 7: Esculturas y posicion de brazos: 1, brazos hacia adelante; 2, brazos cruzados en “X”.



Pareciera que en este grupo de esculturas la posición de las manos, más uno que otro detalle, determinaba el simbolismo de la imagen. La manera tan recurrente de poner las manos en una posición especifica recuerda en algo a un código de comunicación por señales. Otras dos posiciones de brazos se ven en la figura 8-1, 2. En el caso de la estatua 8-3 de la misma figura, se ven características estilísticas diferentes a las vistas en el grupo anterior. Este cambio tiene que ver con los ojos, que dejan de ser almendrados o de avispa para ser semi-circulares (ojos cerrados).



Figura 8: Posicion de los brazos y manos.


El tema de las esculturas de base de espiga varía en otro grupo hacia efectos de guerra, ya sea mostrando prisioneros (fig.10-1) o altos personajes sosteniendo cabezas cortadas (fig. 9).

Estas esculturas son por lo general más grandes y mejor acabadas. Retratan una persona con cara de jaguar, serpientes que salen de la boca o se enroscan por la cintura. Suelen llevar una o dos cabezas cortadas, una al frente y otra atrás, donde la mayoría de las veces la cabeza cuelga al revés (fig.9-1 a; 10-2 a-b). En algunos casos la cabeza es mostrada sostenida por las manos, sin cuerda para sujetarla (fig.9-2,3).




Figura 9: Esculturas del hombre juaguar llevando una cabeza humana.

Figura 10: Esculturas relacionadas con la guerra. 1-a, b, prisionero; 2-a, b, hombre con dos cabezas humanas.


Como antes se dijo, la estética de las esculturas varia un poco si se trata de imágenes con ojos de avispa o de medio circulo. Los ojos de avispa o almendrados se pueden relacionar con el jaguar, pues en las esculturas de ese animal así suelen representar los ojos. Sin embargo, es más plausible que esta diferencia refleje un centro de fabricación distinto, o bien, a una diferencia temporal entre ambos grupos de esculturas .Una figura de este grupo destaca por su motivo, el cual es sumamente extraño. En la fig. 11-4 se ve claramente una cabeza surgiendo entre las piernas, esto más la expresión del rostro, posición de manos y forma general de la figura, representa claramente un nacimiento.



Figura 11: Estatuas con ojos cerrados o de medio círculo. 

En esta categoría de estatuas encontramos los ejemplares más grandes y complejos. Corresponden a figuras de personajes, algunos de ellos con cara de jaguar, los cuales siempre tendrán asociadas cabezas cortadas y serpientes. En caso de rostro normal nunca tendrán esos elementos y solo retratan a un individuo.

El significado hipotético de estas esculturas puede ser el de grandes jefes o chamanes, esto último reforzado en las imágenes de cortadores de cabezas relacionados con serpientes. Entre los pueblos Cavecar y Bribri de Talamanca actual, se dice que las serpientes son flechas enviadas por determinados entes espirituales. Esto podría traducirse en la forma de “peligro de muerte” o sentencia. Si extrapolamos esta forma simbólica al pasado (Talamanca se halla en la misma región que Diquís) y le sumamos que la forma o transfiguración de los grandes jefes Usekar era el jaguar, podríamos ver en estas esculturas una imagen de un alto jefe semejante al Usekar. En ciertas narraciones tradicionales de los pueblos de Talamanca, se narra la guerra entre Teribes y Bribris, donde los Usékares eran quienes guiaban las batallas y se transformaban en jaguares. Cuando se capturaba alguien importante, el Usekar cortaba la cabeza y se la llevaba, pues era ahí donde se concentraba el poder mágico del individuo.



Figura 12: Estatuas de gran tamaño.


Al considerar todo esto junto, la imagen del hombre jaguar, las cabezas cortada, las garras y las serpientes, casi podríamos asegurar que estas imágenes retratan a estos antiguos y poderosos jefes, pero no existe evidencia alguna que permita asegurar tal cosa, y solo lo expongo aquí como una hipótesis a tener presente.

El sexo en todas las estatuas está bien representado, notándose si se quiere que la mayoría de las imágenes corresponden a mujeres. Claro que el número preponderante de esculturas de uno u otro sexo ya es imposible saberlo, pues lo que se cuenta es solo el material conservado en algunos museos. A pesar de esto es importante señalar que una gran cantidad de estatuas son mujeres, lo cual es lo esperable en una sociedad altamente organizada en torno al chamanismo. Por las crónicas españolas se sabe que en esta región las mujeres eran activas en la guerra y, aunque no se tienen mayores detalles, es de suponer una cierta categorización entre estas, de modo que representar mujeres con símbolos de jaguar, serpientes y cabezas cortadas no es extraño.



2-Esculturas columnares antropomorfas.



Esta categoría de escultura se basa más que todo en la forma del bloque en que se trabajó, ya que en este caso se usó un gran trozo de piedra en forma de columna, en vez de una piedra más o menos rectangular como las vistas anteriormente.




Figura 13: Esculturas labradas a partir de un bloque columnar.


En esta categoría hay tres clases de esculturas según elementos formales: 1-Esculturas columnares que siguen el modo de las esculturas planas de base espiga (fig. 13); 2-Esculturas “fantasma” (fig. 14-1); 3-Esculturas elipsoides en posición vertical (fig. 14-2, 3).

Las esculturas columnares de espiga son indudablemente una extensión de aquellas “planas”, pero no son lo mismo. En estos casos nunca hay una separación total en los brazos y piernas, los cuerpos son más gruesos y la cabeza tiene un rostro nuevo, sin la nariz aplanada típica de las estatuas “planas”.

Las estatuas columnares tipo “fantasma” se caracterizan por nunca tener rasgos de ningún tipo, pero si elementos suficientes que identifiquen el modelo. En la figura 14-1 se ve un excelente ejemplar de estas efigies. Todo el cuerpo está representado de una manera realista y de proporciones más acordes a la realidad. La cabeza aparenta estar rapada a los lados, con una cresta de picos al medio. Es un estilo único, muy raro en la región, máxime por el tamaño de la estatua. Más comunes son unas estatuillas tanto zoomorfas como antropomorfas en esta clase, pero son por lo general pequeñas.



Figura 14: Clases de esculturas columnares.


La escultura columnar elipsoide en posición vertical (fig.14-2,3) es muy interesante. Tiene forma de huevo de cocodrilo enfatizando un lado esculpido, aunque todo el bloque fue trabajado. Presenta motivos únicos, ya que la interpretación antropomorfa es muy distinta a las demás categorías. Los brazos y manos pueden estar en posición especial o algo similar a las esculturas de base de espiga “planas”, pero nunca serán iguales. La cabeza, rostro, piernas, son exclusivos de esta clase, perdiendo en muchos casos esa rigidez frontal tan propia de esta cultura.



3-Esculturas zoomorfas.



En la cultura Diquís no solo la escultura antropomorfa es sui generis. Dos elementos llaman la atención al revisar la estatuaria de esta zona: 1-la gran cantidad de imágenes en forma de animales y, 2-lo reiterado del motivo de estas esculturas.

La escultura zoomorfa en el resto de Costa Rica no es común, son pocos los ejemplos que se tienen de imágenes que representen animales completos o algunas de sus partes, mientras que en la cultura del Diquís son relativamente comunes. Aquí no me refiero a las imágenes logradas en piedras de moler efigie, ni a bajo relieves zoomorfos ubicados en ciertos lugares específicos de esculturas masivas, sino a la obra completa cuya única forma es la de un animal.

Los motivos de estas esculturas no son muy variados, siendo los principales actores simbólicos son los jaguares, armadillos, búhos cocodrilos, perros y, ocasionalmente otro animal.



Figura 15: Modelos de esculturas de jaguar con pequeñas variantes, pero siempre siguiendo un mismo estilo.


La escultura zoomorfa más frecuente es la del jaguar completo o solo la cabeza. En las imágenes completas de este felino, vemos un animal rechoncho con una cabeza grande, dientes expuestos y colmillos en “N” (fig. 15). La forma del cuerpo es en todos los casos muy uniforme, viéndose ocasionalmente algunas líneas acentuando rasgos, pero el esfuerzo decorativo máximo se dedicó a la cabeza.

Se aprecian dos modalidades de estas estatuas: los jaguares siguiendo un esquema naturalista y, aquellos jaguares de dos cabezas, una en cada extremo. Otros cambios se dan en las patas, pues en algunos casos estas se hicieron separadas, pero en otros casos estas se juntan al centro, formando una quilla o filo figurado. 


Figura 16: Estatuas de jaguar. Izq. de patas separadas; der. de patas unidas en quilla.


Se ha supuesto que estas imágenes felinas se usaban de asientos, sin embargo, no es así, pues el lomo no permite este uso. Igual pasa con el supuesto de que pudieran servir para color ofrendas, el lomo curvo evita que esta función sea lógica. En definitiva, solo queda considerar el mensaje ideológico que en definitiva tuvieron en el sistema religioso.

La otra forma en que el jaguar aparece, es en el de “cabeza-clava”, o sea, una cabeza con una espiga larga para poder incrustar la imagen en una pared o muro (fig.17).


Figura 17: Cabeza clava típica de la cultura del Diquís.


Otros motivos llamativos son los búhos y armadillos. En el caso de los búhos estos siempre se representan de pie y llevando del pico una cabeza humana cortada (fig. 18-2). Los búhos y lechuzas tienen un significado simbólico ligado con la muerte, concretamente con el anuncio de una próxima muerte. Pero en la antigüedad cada clase de lechuza o búho tenía un referente simbólico, que ubicaba al ave en diversos pasajes de interés religioso y mágico.



Figura 18: Esculturas zoomorfas. Izq. armadillo; der. lechuza llevando cabeza humana del pico.


El armadillo se presenta en dos formas, ya sea naturalista (fig.18-1) o, híbrido humano-armadillo (fig.19). Es interesante resaltar esta última forma de representación, pues la pose en que aparece el híbrido es muy frecuente es todo Costa Rica, lo mismo que el armadillo, encontrándose en pequeñas vasijas, ocarinas y otras formas cerámicas (fig. 20).




Figura 19: Esculturas híbridas armadillo-hombre. 

Figura 20: Motivo recurrente en todo Costa Rica: Un animal con los brazos doblados y manos en el hocico. Cerámica Región Central Occidental.


Este interesante motivo está ligado con unas esculturas típicas de la región Oriental, las cuales muestran normalmente a un hombre sentado, llevando o sosteniendo algo en la boca, que en algunas imágenes parece ser un cigarro o una flauta (fig. 21). En la región Occidental el motivo se populariza a eso del año 300 d.C., y se manifiesta en ocarinas y utensilios especiales.

El motivo en cuestión está ligado al chamanismo en su esfera de curación (hay que recordar que hubo una compleja jerarquía religiosa), esto al comparar la pose clásica del experto en salud cuando entra en éxtasis.


En la figura 19-3, se ve una de estas imágenes con una depresión cuadrada en el lugar del abdomen. Es muy probable que esto se usara para preparar diversas sustancias curativas o mágicas.




Figura 21: Esculturas de “susurradores” o chamanes curadores. Región Oriental y Central.


Un tipo de esculturas zoomorfas interesante, está constituido por medianas y relativamente grandes imágenes de perros y cocodrilos. Es muy posible que hubiera o haya más variedad de motivos, pero la ubicación de este tipo de escultura y, su simpleza general, provocó que en cuando se removió la selva para hacer plantaciones, muchas fueran destruidas o, simplemente tiradas y enterradas de modo disperso.





Figura 22: Esculturas de cocodrilos en dos clases: 1-columnar; 2-de bloque.



El modelo o clase de escultura columnar zoomorfa, es una representación muy geométrica, simple, pero que tiene todos los elementos del animal representado. Parte de un cilindro modificado según la necesidad ideológica de la imagen. Fueron diseñadas para colocarse verticalmente, siendo la cola la espiga (fig. 22-1).

La escultura de bloque es más frecuente, y consiste en una piedra de lados planos, trabajada a partir de una silueta. Por lo general se enfatizan ciertas partes del animal, como la cabeza o cola, algunas veces patas representadas en bajo relieve (fig.22-2). El grado de erosión que muestran estas estatuas demuestran que estuvieron expuestas a los elementos por muchísimos años, cosa que no se observa en las imágenes columnares.





Esculturas zoomorfas del tipo fantasma, donde no es posible identificar el modelo natural.




4-Esculturas variadas antropomorfas y zoomorfas.



Este grupo está constituido por una serie de imágenes cuyos estilos constitutivos son derivaciones de las categorías antes vistas o, en algunos casos, de estilos novedosos.

La línea de visión frontal, geométrica-rígida usual, tiende a hacerse menos relevante en este grupo, donde parece que se expresan ideas diferentes, lo cual puede ser por efectos de difusión, tiempo o simbolismo.

En la figura 23-2 se ve la representación del “gordo”, un motivo muy común en la región Occidental, que en piedra es expresado de modo casi igual. Por su lado, la escultura 8-9 de la misma figura es del mismo estilo que las de la región Oriental.



Figura 23: Esculturas de diferentes modos estilísticos. 


Una representación típica del Diquís, pero diferente en su estética, son las imágenes humanas que sostienen cosas verticales, que en unos casos pueden ser flautas muy largas, o bastones de madera (fig.23-4,5). Una imagen muy interesante es la que muestra un individuo cubierto por una frazada y, queda una apertura frontal donde solo se mira el rostro (fig. 23-5).

La escultura llamada fantasma es parte de este heterogéneo grupo (fig.23-1,3,6), donde también se encuentran las cabezas-clava, o imágenes de cabezas humanas o animales que se usaban clavándolas a muros (fig. 23-6-7).



5-Esculturas esféricas y en forma de barril



Se caracteriza este grupo por figuras esféricas y columnares que su forma no es modificada para hacer otra imagen, sino más bien se busca exaltar el monolito, aunque sobre ellos se graven algunos símbolos.




Figura 24: Esculturas columnares y esféricas. 


Las imágenes columnares, por su forma y tamaño, son conocidos como barriles y, al igual que las esferas o bolas, son esculturas públicas por excelencia, aunque los tamaños varíen mucho y, en el caso de las esferas, algunas se usaron de modo privado.

El barril suele tener entre 75 y 80 cm de altura, con un gravado en sus lados planos (fig. 24-1), aunque algunas veces tiene símbolos en su cuerpo, no es común, siendo normalmente lisos. En el caso de la esfera encontramos el mismo efecto, algunas pocas con grabados y el resto sin ninguna marca. Esto puede estar en función de actividades especiales o bien, responden a una época particular, en que se procuró usar las superficies de estos monolitos como petroglifos.



Figura 25: Barriles. La figura del centro muestra el extremo grabado, en este caso, con el motivo del mono. Derecha, cuerpo de barril grabado.



El uso ideológico del barril es dudoso, pues se halla en muy diversos contextos, los cuales abarcan sitios habitacionales, lugares solitarios y sitios ceremoniales, pero no de manera masiva, sino más bien escasa. De ser esto así, la primera pista de su uso -aparte de ser una escultura pública- sería la de señalar lugares muy especiales de actividad religiosa, donde se realizaba una actividad singular.



Figura 26: Esferas que hoy siguen siendo esculturas públicas.



En algunos yacimientos de la región Suroccidental, los barriles se hallan asociados a las esferas, sin embargo, poco se ha estudiado este aspecto. La esfera es una de las esculturas públicas más típicas de la cultura del Diquís, encontrándose desde grandes moles de casi tres metros de diámetro, hasta miniaturas de pocos centímetros.


Esta forma pudo estar vinculada con un sistema de medir el tiempo solar, ya que la sombra proyectada sobre la esfera marca las horas, los equinoccios y los solsticios. En la figura 27 se puede ver una esfera marcando la hora aproximada en que la fotografía se tomó, alrededor de las 6 am, de sur a norte. Con solo haber observado la proyección de sombra sobre una esfera muy temprano en la mañana, al medio día y antes de anochecer, se sabrá la hora y los puntos cardinales.



Figura 27: Esferas en parque público.



Por supuesto lo anterior es una hipótesis, pero es bastante viable. Aunque no fuera esa la intención del maestro escultor, no hay duda que tal función fue usada por la gente por solo asociación entre el momento temporal y la marca dada por la sombra en la esfera.

La superficie de las esferas normalmente son lisas y muy parejas. Se ha observado que un número de bolas contiene grabados, los cuales pueden ser toscos o muy finos (fig. 28). Lo normal es que las superficies se aprecien sin grabados, pero se ha descubierto que en muchos casos estos existieron, realizados de modo leve, el tiempo en mucho los ha borrado. 



Figura 28: Dibujo calcado de un grabado sobre una esfera.




6-Esculturas funcionales A: piedras de moler.


En términos prácticos una piedra de moler es solo una superficie plana o cóncava, sobre la cual se maceran granos. La forma inicial evolucionó en esculturas zoomorfas y antropomorfas donde el cuerpo del animal se trasformó en la bandeja de moler. Este curioso fenómeno tiene relación con la ideología religiosa, y estas piedras de moler no son, por tanto, objetos de uso común ni de gente común.

La utilidad de este tipo de artefacto debe verse relacionada con aspectos que, aunque de base agrícola, son importantes mensajes icónicos dirigidos a un grupo espectador. En otras palabras, son útiles propios de la parafernalia de los sacerdotes, con un mensaje visual directo y otro indirecto, inmerso en el discurso religioso.


La piedra de moler es una importante ofrenda funeraria. Se ha visto como en las tumbas con piedras de estas suelen haber mayor cantidad de otros objetos, o bien, objetos de mayor calidad artística. Entre más compleja la piedra de moler, mayor habrá sido el estatus del individuo, llegando hasta las mejores y más grandes “mesas”, que sirvieron para contener el cuerpo del difunto (fig. 29). Esto fue una idea central en la antigüedad, pues, así como la piedra de moler era indispensable en la base del sistema alimenticio, lo colocado sobre ella sería, simbólicamente, la vida; el cuerpo se colocaba en la piedra que procesaba la vida y el bienestar social.



Figura 29: Piedra para colocar el cadáver en la sepultura, siguiendo la forma de una piedra de moler. Estilo usado en la región Centro-Oriental y Talamanca durante los años 300-700 d.C.



Existe una variedad importante de estas piedras, siendo las más comunes una superficie plana o más normalmente, cóncava, con tres o cuatro soportes o sin ellos. Estas serían las de uso diario, cotidiano. En ellas se procesarían no solo alimentos como yuca, pejibaye u otros productos alimenticios, sino todo elemento que necesite ser reducido mediante maceración (fig. 30-1). Este primer grupo es seguido por unas piedras con algunos elementos ideológicos agregados, tales como figurillas en los extremos del plato, motivos zoomorfos o mixtos en el lado inferior del plato, y soportes de forma variada (fig.30-2, 3).



Figura 30: Clases de piedras de moler de la cultura Diquís.




El grupo más complejo de estos artefactos está constituido por piedras de moler que adquieren la forma de un animal, mismo que puede ser representado de modo realista o, estilizado, agregando o quitando partes del modelo para crear otro conforme a principios ideológicos. En estos objetos se encuentra una variedad funcional interesante, la cual tuvo una utilidad de mortero (fig. 30-5). Pero la forma más interesante a mi gusto es la que tiene un plato en forma elíptica levantada en los extremos, algo así como un bote. El borde exterior siempre muestra una serie continua de cabezas humanas mirando hacia afuera, mientras que en los extremos de la elipse aparecen unas figuras pequeñas, siempre en el lado interior del plato. En este modelo, los soportes adquieren formas humanas, masculinas o femeninas, en posición de atlante. Estas piedras parecieran que se usaron más que todo para colocar en ellas un paquete de huesos compacto, aunque no se descarta que también fueran usadas para moler algo, aunque no cosas del ámbito alimenticio (fig. 31-2).


Otro modelo que puede haber tenido un fin especial en cuanto a su función, es el de la figura 31-1. Estas piedras complejas fueron usadas por religiosos de prestigio, y en ellas se procesaron cosas de uso ritual o para el ritual, mismo que tuvo que ser muy limitado pues esta clase no es tan común como la que adquiere la figura de un animal (normalmente un jaguar) en pose naturalista.


Figura 31: Piedras de uso limitado. La numero 1 pertenece a un estilo que también se encuentra en la región Norte y posiblemente en la Oriental. La 2 es de un estilo conocido en la zona alta de Chiriquí, Panamá (sitio Barriles).





7-Esculturas funcionales B: petroglifos.



El petroglifo es una marca simple o asociada a otra en una piedra. Estas marcas tuvieron un significado para el pueblo que las hizo, y debieron ser entendidas por todos los miembros de ese pueblo, pues la mayoría de los petroglifos se ubican en áreas públicas.


Este tipo de mensaje no ha sido posible descifrarlo, y es muy poco lo que de este puede decirse. Se realizaron sobre cualquier tipo de roca, formando figuras geométricas abstractas, estilizadas o realistas, o bien, una combinación de todo esto en un arreglo que debió tener un orden visual de lectura, o estuvo asociado a otra cosa que complementó su significado (fig. 32).



Figura 32: Petroglifos de la región Suroccidental basados en la espiral.


Esta categoría artefactual pudo tener un significado ritual o, importante en algunos rituales, donde el mensaje pudiera ser visto por una importante cantidad de personas. Este aspecto se refuerza al saberse de yacimientos que se componen exclusivamente de estos objetos. Tal espacio pudo funcionar como un recorrido religioso en ciertas épocas del año, ya fuera relacionado con eventos calendáricos o no. Por otro lado, muchos de estos artefactos se encuentran asociados a fuentes de agua, algo que definitivamente los relaciona con actividad religiosa. Pero no se limitan a esas posiciones, encontrándose también en áreas abiertas sin asociación a nada más, o bien, en concentraciones de basamentos o áreas de habitación, al igual que en huacas o cementerios. Como se ve, los petroglifos aparecen en multitud de contextos, dificultando la investigación sobre su significado relativo.



8-Esculturas de estilo mixto y miniaturas.



El último grupo de trabajo escultórico de la cultura Diquís, está constituido por una serie de figurillas heterogéneas que solo tienen en común el tamaño reducido de las mismas.

A nivel temático se encuentran imágenes zoomorfas, humanas y mixtas -humana y animal-, mientras que técnicamente las hay desde muy bien detalladas hasta las de tipo fantasma.


Estas esculturas corresponden a una función de fe individual, pero no hay las suficientes para suponer un uso masivo, aunque hay que considerar otros materiales en que también pudieron ser hechas, como la madera y el hueso, por ejemplo.



Figura 33: Esculturas de uso individual.



Un aspecto hipotético de la utilidad de estos objetos podría ser de interés variado, tanto como los temas mismos de las figurillas. En la figura 33-3 aparece una figurilla que representa a una mujer embarazada, con el pelo suelto muy largo que cae hasta debajo de las caderas. En este caso, y dado que este tema no es extraño, podría verse una función mágica que ayudara a la mujer embarazada, o bien, que se relacione con la fertilidad de la tierra, lo cual puede también verse en un motivo casi igual, salvo que el sexo es masculino (un hombre embarazado) (fig. 35). Este emblema del hombre embarazado es común en la región Occidental, donde se encuentra en ocarinas y vasijas (fig. 34).



Figura 34: Figura del “gordo” o del hombre embarazado. Región Occidental.



Las imágenes zoomorfas (fig.33-1) podrían vincularse a aspectos mágicos de algún clan, o bien a algún tipo de sacerdote. Más difícil de identificar en su función serán las estatuillas “fantasma” de humanos (fig. 33-2), aunque deben estar relacionadas con aspectos religiosos.

Figura 35: Esculturas de uso individual. 1, mujer embarazada; 2, hombre embarazado; 3, cortador de cabezas y piernas, que lleva a la espalda.

Por último, debe mencionarse el interesante motivo del cortador de cabezas. Este aparece en esta categoría representado casi igual que en los modelos grandes: cara o cabeza de jaguar, con una o más cabezas cortadas. En la figura 35-3 se aprecia una de estas figurillas, la cual lleva la cabeza atada colgando en la espalda. Del bulto sobresalen dos piernas, lo cual no es común verlo, pero tampoco extraño. En una mano se ve el hacha.

El cortador de cabezas siempre se ha interpretado como un jefe guerrero, semejante a los de la región Oriental y Norte, pero una visión distinta, o interpretación, podría ser la de un ejecutor. Vázquez de Coronado, luego de la toma el fuerte de Coctu, menciona que estos pueblos tenían por costumbre cortar cabezas de prisioneros una vez al mes, en lo que parece ser una ceremonia especial: “Tienen junto al fuerte un cerrezuelo (montículo) en que hay mucha cantidad de cabezas y cuerpos de los que en la guerra cautivan, que los sacrifican(Fernández, 1976, pág. 97).  Cortar cabezas fue una práctica común de estos pueblos, y los conquistadores lo comprendieron muy bien según fuese un caso u otro, por ejemplo, cuando mencionan la corta de cabezas luego de una batalla o, cuando matan a los esclavos para ser enterrados con el propietario, nunca mencionan la palabra “sacrificio”. Pero en este caso se describe la ubicación del montículo y como se veía, diciendo expresamente que eran víctimas de sacrificio, por lo que cabe el supuesto de la existencia de un ejecutor religioso encargado de ese acto, el cual podría ser el representado en la escultura con rasgos de jaguar, serpientes y cabezas cortadas (figs. 12-izq; 9-1, 2, 3).




Anotaciones finales





Los restos materiales de lo llamado aquí cultura Diquís, mantuvieron toda su historia características propias. La cerámica es tan distintiva, que no hay forma de confundirla, pasando lo mismo con su metalurgia y, por supuesto, el trabajo lítico.

Esta cultura se cree que se desarrolló originalmente en la región del volcán Barú, en Panamá, y quizá en los valles de las tierras altas de San vito y Coto Brus, en Costa Rica. Por algún motivo no explicado, las poblaciones bajaron de la cordillera de Talamanca hacia los húmedos y calientes territorios del Valle de Guaymí, Diquís, y Chiriquí, expandiéndose un poco hacia la costa y al norte.

La zona más poblada fue, sin dudas, las planicies de Chiriquí, pero por algún motivo Diquís empezó a distanciarse de esa zona panameña, más o menos desde el año 300 d.C., llegando a su final manteniendo fuertes vínculos con sus vecinos ancestrales, pero notándose claramente una separación temática y estética en los residuos materiales hoy conservados.

La estatuaria de Diquís es masiva y vertical o de bloques geométricos, carece de líneas curvas que contribuyan a darle un aspecto de “movimiento”, como la que se ve en la región Oriental. Es una escultura rígida, dirigida a dar un mensaje frontal determinado por variaciones dentro de la imagen, pero sin modificarla en forma general, de manera muy parecida a la escultura colombiana y peruana.






Bibliografía



Fernández, L. (1976). Conquista y Poblamiento en el siglo XVI. San José: Ed. Costa Rica.



Lothrop, S. K. (1963). Archaeology of the Diquis delta. Cambridge: Peabody Museum.